BELOFF: FANTASMAS FOTOGRÁFICOS DE LA PSIQUE

Si entendemos el arte como medio para comprender mejor el mundo y a nosotros mismos, la neoyorquina Zoe Beloff ocuparía en esa concepción un espacio entre lo etéreo y lo físico, el espíritu y la carne, el universo conocido y el más allá. No debería interpretarse su afirmación de que es una médium, “una interface entre la vida y la muerte, entre lo real y el imaginario”, en clave simplemente esotérica, sino en una línea poética e incluso conceptual. ¿No tenemos todos algo de locos? Es evidente que el mundo de los sueños resulta difícilmente interpretable, y que deja imágenes ficticias que se filtran en nuestras vidas como reales. Es la irrupción del fantástico en lo cotidiano, un espacio intermedio del que Beloff se apropia con un marcado lirismo. La artista desarrolla el tema en lienzos, libros, instalaciones, performances y filmes, encontrando en la emulsión fotográfica una manera de resucitar el pasado y representar las imágenes de la psique.

Lo lleva haciendo desde finales de los ochenta, cuando se lanzó al mundo del cine con Nightmare Angel y Wonderland USA, dos piezas influenciadas por la literatura de J.G. Ballard y Lewis Carroll. Pero si bien partió de Alicia, Freud acabará siendo el más fiel compañero de viaje de Beloff. Interesada especialmente en la representación de los sueños y en el contacto con el más allá, todas sus obras desde Lost (1995) parecen centrarse en este tema, tratado habitualmente en película de 16 mm., con estética de cine mudo, y, en algunos casos, en tres dimensiones. Es esta vertiente de la artista, acentuada en los últimos años, la que será seguramente más conocida en España, gracias al ciclo programado por La Casa Encendida y el S(8) Muestra de Cine Periférico. Éste incluye la serie The Coney Island Amateur Psychoanalitic Society. Dream Films 1926-1972, los mediometrajes Charming Augustine y la estereoscópica Shadow Land or Light From the Other Side, así como la performance Claire and Don in Slumberland, también en 3D.

La serie puede que sea el ejercicio más interesante, en parte por la incapacidad del espectador para distinguir si los documentos que Beloff presenta son reales o fabricados por ella misma. Con una larga trayectoria en el uso de metraje encontrado, la artista lleva años colectando películas caseras por interés personal. Grabaciones en los parques de entretenimiento de Coney Island parecen ser el material de partida de un conjunto de nueve cortos, presuntamente rescatados de una sociedad psicoanalítica, dirigida por un tal Albert Glass entre 1926 y 1972, e influenciada por una visita de Freud a la isla, de la que nadie había oído hablar antes.

Fotograma de 'Shadow Land or Light From the Other Side'

El trabajo se encuadra dentro de una exposición presentada en Nueva York en 2009, que incluía fotografías, dibujos y pinturas. Beloff llegó incluso a escribir un libro sobre el tema, con una extensa documentación, y a publicar otro con una suerte de tebeo, de carácter muy onírico, estilo Little Nemo, teóricamente dibujado por el propio Glass. La artista americana llega a describir la sociedad con un cierto secretismo, propio de una secta, y le otorga el apelativo de “mítica”. Con toda esta ambientación esotérica, uno no puede evitar pensar que se trata de una broma, de una vertiente más del personaje que Beloff ha creado para ella misma, pues, como recordaba Godard, esa apariencia externa define la aureola de un autor tanto como sus películas.

Cierto o no, la verdad es que los programadores del S (8) han hecho bien en incluir estas piezas, por una simple cuestión de coherencia. Su espíritu no está muy lejos de esas otras, precarias, sí, pero también imaginativas, de Iván Zulueta y sus contemporáneos, que presentaron en la pasada edición. El formato es 16mm., sí, pero es un celuloide amateur, en el que Beloff encuentra una poética especial.

Como hace en Charming Augustine, parece que ha sacado fragmentos de registros de sueños por parte de pacientes sometidos a terapias freudianas, para construir su propia visión del psicoanálisis en capítulos. La locura que presentan los personajes de los cortos le resulta bien conocida. Está también en el citado mediometraje, en el que la idea de Freud de que los sueños son la realización disfrazada de un deseo reprimido tiene un peso indiscutible.

Crónica de los días de una paciente de nombre Augustine en el manicomio de la Salpêtrière de París a partir de fotografías reales y textos médicos, la película representa la historia original en el cuerpo de una actriz, emulando el cine de inicios de siglo. La narración se presenta fragmentada y caótica, se combina con fragmentos más poéticos y abstractos, y las interpretaciones de los actores son exageradas en los gestos, propias del cine mudo. Pero más allá de esa emulación estilizada, ejecutada con una mirada propia de quien se maravilla con un juguete viejo y frágil, lo más interesante de Charming Augustine es la liberación de la propia protagonista cuando la someten a hipnosis. Si en la serie de Coney Island, los sueños eran interpretados, en esta ocasión, el tránsito hacia lo onírico pone al descubierto las pulsiones del personaje, atormentado por una temprana violación y marcado por ese estigma sexual de por vida.

Más arrebatada es la irregular Shadow Land or Light From the Other Side, una excusa para probar trucajes e indagar en las obsesiones que caracterizan la obra de Beloff. Que añada el 3D en la narración le suma un punto de paranoia al asunto, y provoca que las figuras fantasmales que conjura, el teatro de sombras que proyecta, parezca más palpable. Nada que objetar en este terreno, más cuando la historia es la de una niña médium que puede materializar criaturas del más allá en nuestro mundo. Técnicamente impecable, y estéticamente interesante, la película adolece de una tediosa voz en off, con un estridente timbre que perfora los oídos. Eso logra expulsar el espectador de un filme que, de no ser por esa molesta distracción, habría logrado esa fusión entre lo real y lol onírico que la artista siempre busca.

Cierra el ciclo la performance Claire and Don in Slumberland, una esperpéntica fábula de la América de los 50 a partir de sonidos extraídos de dos filmes científicos de psicología de 1949 y de imágenes estereoscópicas creadas por la propia Beloff.

Non hai artigos relacionados.

Comments are closed.