CREER Y CREAR, VAN JUNTOS

stella cadente

De poco sirve lamentarse cuando a quienes va dirigido el lamento, no tienen ningún interés en recogerlo.

Así las cosas, quizás lo más oportuno es encontrar por qué caminos puede “colarse” la creatividad en un estado de cosas a la que no ha sido llamada. Podrá parecer exagerado, pero tengo suficientes datos como para intuir que la diversidad en diversos campos – y específicamente en el cinematográfico – ha dejado de interesar a los gestores de la cosa pública. Espero equivocarme: no quisiera interpretar que, más que dejar de “interesar”, lo que realmente sucede es querer acabar con un sistema al que erróneamente se ha llamado cultura de la subvención.

Cultura de la subvención, cuando en Europa todo está subvencionado; desde la industria automovilística hasta la agricultura, pasando – cómo no – por el armamento. De los ridículos presupuestos que los estados adjudican anualmente a las ayudas cinematográficas por países, el único que se salva es Francia. Y si no, comparemos 700 millones de euros en ayudas anuales al Cine en Francia con, por ejemplo, los 32 millones actuales en España.

Upside down. El mundo al revés. ¿Cómo se digiere que un estado ingrese más por impuestos en Cultura que lo que devuelve a la misma..? Tiene una posible explicación: afán recaudador. Recaudar para luego poder eliminar puestos de trabajo a los que “subvencionar” durante un tiempo… ¿Tiene todo esto algún sentido?

Así pues, si no lo tiene, lo sensato es expresar la creatividad por otros terrenos. Primero hay que creer que hay otras posibilidades. Después hay que crear a través de ellas.

Hasta ahora, en Europa, se han venido produciendo muchas películas de mediano presupuesto que no contentaban a nadie. Ni al espectador en retroceso de sala cinematográfica ni al espectador culto en ascenso que se encuentra en los festivales de cine, filmotecas u otros foros. Películas, muchas de ellas, auspiciadas por las cadenas de televisión. Es decir: tv movies con ayudas estatales incluidas figurando ser Cine. Este sistema ha propiciado la existencia de una industria resolutiva pero un tanto precaria. Sí ha servido para proporcionar trabajo a técnicos, actores y demás industriales que ahora atraviesan una situación difícil. El tejido industrial se resiente.

Al mismo tiempo, han surgiendo cineastas que tienen voz propia y elementos suficientes –una cámara – para poder expresarse. Paradójicamente, muchos de ellos han sido formados en escuelas de cine auspiciadas por ese mismo sistema que ahora les niega el pan y el agua. Y es ahí dónde hay una verdadera posibilidad de regeneración cinematográfica. Alguien debería empezar a darse cuenta y tratar de proteger el conjunto. Aunar a los kamikazes, promocionarlos, sin necesidad de formar ningún ejército.

Para crear, primero hay que creer. Hay que creer que el Cine es un Arte; aunque esté mercantilizado. Hay que creer que es un espacio de creación que se resuelve entre toma y toma (antes sería entre fotograma y fotograma). Hay que creer que la energía puesta en ello, trasciende. Hay que creer que es colectivo y que toda voz cuenta en el proceso. Y , sobre todo, hay que creer y darse cuenta de que el Cine está adocenado.

Paga tributos injustificados. Está dejando atrás su capacidad de innovación sensorial y espiritual. Su única “innovación” es la tecnológica. ¿Cómo puede ser que el grueso del Cine en general sea tan conservador..? ¿Cómo se explica que una de las películas consideradatrasgresora sea todavía Un chien andalou de 1928? El asunto es que creación ha ido pareja a consumo. Y el siglo XX ya se ha ocupadosobradamente de dormir la conciencia de sus gentes.

Seguramente ya no hay ninguna mayoría que le pida al Cine su capacidad de agitación.

Si las cosas son así, la respuesta conveniente sería trabajar desde los márgenes. Se puede producir una película de bajo presupuesto que acceda al mismo circuito selectivo que otros formatos más industriales. Dependerá de su calidad, de su originalidad, de su sincronía. Y ahí entramos en el terreno de las ideas y de su plasmación más que en el control presupuestario. Quien tenga una idea que la ponga en marcha aunque sea con pocos recursos. Si tiene fuerza, caminará por si misma. No olvidemos que una película es un nuevo ser; aunque nadie le esté esperando… o incluso aunque algunos estén esperando lo contrario: cómo derribarlo.

Quiero con esto significar que una de las formas actuales de hacer cine es de forma autogestionada. El director es el autor y, a su vez, el productor, el montador… Resolver el proceso con pocos elementos. Ya irán apareciendo los canales dónde mostrarlo si los actualesson ajenos.

Al igual que se crean contenidos, se crean plataformas. Si bien en este capítulo, no hay que esperar retorno económico significativo. No se puede vivir sólo del Cine.

Y ahora continúo con un lugar común. Algo en lo que todos estamos pensando y algo que, en mi caso, he venido desarrollando en los últimos años: la coproducción.

Mágica palabra que esconde cantidad de esfuerzo, acuerdos, tiempo invertido. No es lo mismo tomar decisiones entre cinco que hacerlo sólo uno. Y sí es cierto que cada uno que intervenga, se ocupará de dar la mejor salida a la película en su territorio. Por lo tanto es bueno para la película. Y es conveniente que se realice entre diversos países a fin de que cada cual aporte lo que pueda. El riesgo queda repartido.

Ésta es una buena manera de funcionar para las cinematografías emergentes mientras existan fondos de ayuda para consolidarlas. Así ha ocurrido con el cine asiático o el latinoamericano.

Cuando una cinematografía se considera “consolidada”, como pueda ocurrir con países de la Comunidad Europea, la cosa se complica. Entre otras razones, porque la película resultante será más cara y los fondos limitados.

Personalmente animo a encontrar talento fuera de casa y, si acaso, traérselo a casa. Siempre será enriquecedor. El Cine necesita recuperar la inocencia. Y quizás ésta se encuentre fuera de Europa. Ya ha habido demasiada prostitución cerca.

 

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