CSAK A SZÉL – JUST THE WIND, de Benedek Fliegauf

Se atribuye a Giacomo Leopardi la siguiente cita: “No temas ni a la prisión, ni a la pobreza ni a la muerte. Teme al miedo”.

Como se indica tras los créditos iniciales, Bence Fliegauf se inspiró libremente en la oleada de crímenes contra familias gitanas que tuvo lugar en Hungría en 2008 y 2009. La primera toma ya es una premonición: el sol vespertino se oculta tras unos pastos y da paso a la oscuridad.

El día empieza para la familia de gitanos protagonista. La mujer da de comer al viejo convaleciente, la hija se ducha y va al colegio, el crío hace novillos. Fliegauf coloca la cámara muy cerca de sus personajes: sentimos la miseria del padre, el sudor de la afanosa madre, las ropas que tapan las incipientes curvas de la hija adolescente, la suciedad del pícaro niño. No hay maniqueísmos a la hora de retratar a los gitanos ni a las clases medias: los hay honrados, los hay deleznables. En una marginalidad cuyos orígenes no somos capaces de explicar y cuyas circunstancias desconocemos quienes ocupamos la butaca de un cine, caben múltiples salidas al hambre y muchas justificaciones a actos de dudosa moralidad como un robo.

No obstante, en la película no hay tanto interés por plantear dilemas éticos como por retratar una realidad llena de matices y mucho más compleja de la que posiblemente arrojó cualquier medio de comunicación a la hora de informar sobre los hechos que inspiraron la cinta. Así, mientras nos descubre los muchos recovecos de una coyuntura social que debe escandalizarnos (y sobre la que se consigue con creces hacernos reflexionar), Fliegauf, guión en mano, con la banda sonora en una manga y el sonido en la otra, nos mete el miedo en el cuerpo: se cuenta que unos hombres desconocidos con aspecto de cazadores hacen incursiones en el bosque en donde viven los gitanos, en casas aisladas unas de otras, y se dedican a disparar indiscriminadamente contra las familias. Sus motivos son un misterio pero queda claro que, para el director, están íntimamente ligados al odio al que están sometidos los gitanos en su vida cotidiana (y que los obliga a pensar en una escapada a cualquier parte similar a la que experimentamos muchos españoles en la actualidad, si bien en circunstancias bien distintas). De la mano de los gestos contra personas de esta etnia, surge la violencia: una violencia de la que se habla, pero que la cámara pegada a los cuerpos no nos deja ver directamente y que, a raíz de una escena clave en la que aparecen unos policías, da visos de impunidad.

En Viajes con Herodoto, Ryszard Kapuściński relata su encuentro en una calle en mitad de la nada con unos negros armados. El periodista polaco temió esa noche en mitad de África que siglos y siglos de explotación y expolio se tradujeran en una agresión contra él, inocente pero blanco. “»Éstos son los únicos momentos en que siento la soledad verdadera”, escribió, “cuando uno se enfrenta a la violencia impune”. (1)

Los gitanos de Fliegauf, los gitanos de Hungría, están indefensos; y sin mostrar nada aparentemente y sin hacer alarde alguno más allá del control absoluto del encuadre y del sonido, el cineasta obra el milagro terrible y extraordinario de inyectar en el espectador ese mismo miedo desde los primeros minutos. La estupenda labor de todo el reparto, en especial de Katalin Toldi (que interpreta a la madre) y de Lajos Sárkány (que encarna al hijo), contribuye a que la miseria y el nerviosismo crucen la pantalla y el público sienta la amenaza en carne propia. La experiencia se hace tan desagradable, en principio, como, a la postre, imprescindible.

A pesar de ganar en su presentación en la Berlinale hace ya un año el oso de plata (en ocasiones atribuido injustamente a los gustos y la influencia del presidente de aquel jurado, Mike Leigh), Csak a szél no posee atractivo comercial alguno, así que no sorprende que su periplo festivalero haya abarcado casi un año (se proyectó en el certamen de cine europeo de Les Arcs poco antes de Navidad) antes de estrenarse fuera de Hungría (curiosamente, el primer país extranjero que la ha exhibido en cines fue Polonia, y después vendrán Eslovenia y Francia en 2013). Dado el panorama cinematográfico español, no es probable que la película se estrene en nuestras salas, pero esperemos que sí pueda estar disponible pronto en alguna plataforma de streaming.

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(1) Kapuściński, Ryszard (2010) [2004]: Viajes con Heródoto. Barcelona: Editorial Anagrama.

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