DOCLISBOA 2015: ZILNIK Y TERRORISMO

Esta crónica continúa de una anterior, sobre la sección oficial.

8-Rani Radovi_Zelimir Zilnik

Zelimir Zilnik

La retrospectiva que, como cada año, el Doclisboa dedica a un cineasta de relevancia internacional recayó, en esta edición, en la figura del serbio Zelimir Zilnik. En este caso, la inabarcable obra del autor, con más de medio ciento de filmes para cine y televisión, nos lleva a poner en cuestión el espíritu “completista” de este tipo de retrospectivas que se desarrollan en tan poco espacio de tiempo. Quizás la labor de programación del festival podría llegar también a este tipo de secciones, seleccionando aquellas obras clave en el desarrollo creativo de un autor para componer un corpus accesible al público asistente. Lo poco que pudimos llegar a ver de la obra de Zilnik, nos mostró a un cineasta irregular, de quien destacamos la frescura de su obra temprana, con artefactos políticos importantes como Rani Radovi (1969), en el que un grupo de jóvenes entusiastas recorre el país buscando despertar la conciencia del pobo, o el valiente cortometraje Nezaposleni ljudi (1968), en el que retruca la versión oficial según la cual Yugoslavia era un país sin desempleo, con el registro de lo cotidiano de personas sin hogar. Sin embargo, de los años setenta en adelante, Zilnik tuvo que aceptar trabajos alimenticios en televisiones públicas, firmando filmes carentes de valor, como por ejemplo Stara mašina (1989), que poco dicen del pensamiento político y cinematográfico que sí poseen otras piezas del autor.

Pero la retrospectiva nos permitió acceder a la obra de Karpo Godina, ayudante de realización en las primeras obras de Zilnik, cuyo universo creativo, irreverente en el plano visual y celebrativo en lo vital, constituyó uno de los encuentros más felices e inesperados del festival. La obra de Godina en su primera etapa se compone de pequeñas piezas musicales en las que, a partir de encargos institucionales de propaganda, desarrolla piezas satíricas cuyo poder subversivo reside precisamente en su capacidad para captar la felicidad, ya sea a través de los cuerpos (Gratinirani mozak Pupilije Ferkeverk, 1970), el contacto con la naturaleza (Piknik v nedeljo, 1968) o la diversidad cultural (Zdravi ljudi za razonodu, 1971). Esta última pieza, traducida al inglés como Healthy People For Fun, fue prohibida, como casi todas las demás, por las autoridades locales por considerarla una sátira alrededor de la hermandad cultural en Yugoslavia. Vista a ojos de hoy, la cinta se sitúa a medio camino entre el documental etnográfico y el musical experimental, pero sobre todo se queda impresa en nuestra memoria por su mirada lúdica y autoparódica alrededor de la multiculturalidad en Vojvodina, una región de unos 20.000 kilómetros cuadrados donde convivían, por aquel entonces, de modo pacífico, más de veinte pueblos diferentes.

10-Die Innere Sicherheit_Petzold

Terrorismo, representación

Cerramos el repaso al Doclisboa 2015 con una de las propuestas más sugestivas del festival en términos de contenido, que buscó una reflexión sobre los distintos movimientos que han promovido el cambio político a través del uso de las armas. De nuevo ponemos en cuestión una cierta dispersión de la sección pues, en este amplio marco conceptual, se incluyen filmes que relatan realidades políticas muy diferentes y que dificultan en ocasiones una reflexión más concreta de los distintos movimientos de lucha representados. En cualquier caso, el ciclo permitió la revisión de un buen número de filmes realizados en muchos casos en la clandestinidad que constituyen documentos de lucha de primer orden.

Destacamos la presencia de numerosas obras que han atingido desde distintos puntos de vista la actividad de la Fracción del Ejército Rojo (RAF), más conocida como Baader-Meinhof, una de las organizaciones de extrema izquierda más activas de la República Federal Alemana. Resulta curioso cómo un importante número de cineastas se han acercado al conflicto armado en la RFA desde posiciones políticas y estéticas anovadoras, firmando obras de relevancia, no solo desde un punto de vista histórico sino también cinematográfico. Hablamos del cineasta-activista Holger Meins, quien tras darse cuenta de las limitaciones del cine para intervenir de modo directo en la realidad política, pasó a formar parte de la RAF, falleciendo en prisión tras una huelga de hambre, u otros nombres más conocidos como Harun Farocki, Hartmut Bitomsky, Chistian Petzold, Eberhard Itzenplitz, Margarethe von Trotta, Gerd Conrad o el proyecto colectivo Deutschland im Herbst (1978) de los Fassbinder, Kluge, Schlöndorff, Reitz y compañía. Miradas heterogéneas, esparcidas a lo largo de las décadas, que ofrecieron una visión poliédrica sobre Baader-Meinhoff y que, en muchos casos, desbordaron los límites del cine de lo real al que en teoría queda restringido el festival. Debemos aplaudir este espíritu aperturista del certamen pues, finalmente, filmes explícitamente ficcionales como la apasionante Die Innere Sicherheit (2000) de Christian Petzold, fueron capaces de profundizar de modo problemático en los principales dilemas personales y colectivos de esta suerte de activismo. Todo este magma creativo podría, a su vez, haber alcanzado un interesante espejo en la actual Une jeunesse allemande (2015), de Jean-Gabriel Périot, la gran ausente de la sección.

Finalizamos aquí nuestro repaso al DocLisboa 2015, una edición que confirmó la consolidación de un festival que se acerca a la mayoría de edad como un referente inexcusable para testar la salud del cine documental a nivel planetario. Incluso así, consideramos que el certamen podría afrontar nuevas reformulaciones, especialmente a nivel organizativo y de programación, que favorezcan una mayor concisión en la recepción y análisis de las propuestas realizadas.

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