HOW TO TRAIN YOUR DRAGON 2, de Dean DeBlois

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Desde el estreno Antz (Eric Darnell & Tim Johnson, 1998), la carrera de DreamWorks Animation ha discurrido, aparentemente, a la sombra de Pixar. Con casi una treintena de películas a sus espaldas, la compañía norteamericana ha presentado toda una serie de historias destinadas a un público infantil-familiar que, si bien han gozado de éxito en la taquilla, no han conseguido desembarazarse de esa incómoda segunda posición en el ránking. Shrek (Andrew Adamson & Vicky Jenson, 2001) y, sobre todo, el díptico formado por Kung Fu Panda (Mark Osborne & John Stevenson, 2008) y Kung Fu Panda 2 (Jennifer Yuh, 2011) han dado buena cuenta del empeño de la compañía por crecer narrativa y técnicamente. No obstante, no fue hasta la llegada de How to Train Your Dragon (Dean DeBlois & Chris Sanders, 2010), que el estudio por fin consiguió presentar una obra completamente redonda. Esta película continuaba la línea argumental de la marca DreamWorks, aunque revestida de una gran seriedad detrás del sublime sarcasmo con el que Hipo (Hiccup, en la versión original) nos guía a través de su aventura. El mismo dúo de directores ya se había hecho cargo de la divertida pero desigual Lilo & Stitch (Dean DeBlois & Chris Sanders, 2002), y ahora daba el salto a la animación 3D con la adaptación libre del relato de la escritora inglesa Cressida Cowell.

Como toda producción de DreamWorks, el humor volvía a estar presente, pero era superior a sus predecesoras en muchos aspectos: la técnica y la animación eran sencillamente proverbiales y la conclusión del relato era tan valiente, consecuente y sincera que costaba admitir que uno se encontraba ante una producción infantil hollywoodiense en la que el happy end es condición sine qua non. Efectivamente, la resolución del conflicto acaba como era de esperar, una vez superada la sorpresa de que el adorable protagonista adolescente pierda su pierna en la batalla final.

El camino hacia la edad adulta

En How to Train Your Dragon, DeBlois y Sanders exploraban las inseguridades de un adolescente que aspira a encontrar su lugar en el mundo y su razón de ser. Con su continuación, Dean DeBlois toma la batuta en solitario y reduce el punto de mira para hablar de las implicaciones de la maduración y la aceptación del individuo como una parte esencial del engranaje que forma el grupo. Aquí yace sin duda el mejor acierto de How to Train Your Dragon 2, derivado de la decisión de haber hecho que los cinco años trascurrido entre las dos películas hayan sido ‘tiempo real’ para los habitantes de Isla Mema (Berk en la versión original):Hipo tiene ahora veinte años y su padre quiere que se convierta en el jefe del pueblo. El conflicto, más allá de la nueva aventura y de la amenaza de Drago Manodura (Drago Bludvist), girará en torno a las dudas del joven sobre sus capacidades como futuro líder, un papel para el que no se considera apto en absoluto. Esta transición temporal no se aprecia solo en los decorados y diseño de los personajes, sino que se destila sabiamente a través de pequeñas acciones. Así vemos como se ha fortalecido la amistad entre Hipo y Desdentao (Toothless) a través de toda una serie de juegos y bromas privadas, y cómo ha evolucionado la relación con Astrid gracias a gestos tan sutiles y cotidianos como intercambiar un lápiz.

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DeBlois ha declarado que quería hacer una película más adulta y en muchos aspectos esta decisión ha hecho que la narración sea más oscura. En una continuidad impecable con su predecesora, la película se mantiene fiel a la premisa de que los actos siempre tienen consecuencias, por muy atroces y definitivas que puedan resultar estas. Sin embargo, en la trama de la reaparecida madre del protagonista –a la que da voz y forma una estupenda Cate Blanchett en la versión original– se aprecia una cierta laxitud en su planteamiento. Los personajes se muestran demasiado dispuestos al perdón incondicional y la canción a dúo entre los padres del protagonista da lugar al único momento sonrojante de la historia. La cicatriz de Hipo, que ya había lucido en la primera entrega, es prueba de que la subtrama del reencuentro con su madre ya estaba diseñada, pero la forma en que se resuelve no consigue fluidez –aunque no llega a lastrar el conjunto. La psicología del personaje es ciertamente atractiva y su presentación magnética pero el desarrollo es tan forzado y apresurado –más aún en la secuencia con Estoico– que desluce el conjunto de la película.

Esto no quiere decir que la película no posea muchas virtudes. La secuela retoma todas las buenas lecciones de su antecesora: una espléndido y variado diseños de dragones y personajes secundarios, una gran planificación y montaje en las secuencias de acción y una estructura circular que abre y cierra ofreciéndonos detalles sobre el presente y el futuro de Isla Mema a través de las palabras de Hipo. El humor sigue siendo otro de los puntos fuertes de la saga: a los gags visuales protagonizados en su inmensa mayoría por las mascotas dragón, se suma toda una trama en paralelo centrada en las aspiraciones románticas de los descerebrados amigos del protagonista. Si bien al principio arranca la sonrisa al espectador, a fuerza de repetición puede resultar un tanto agotadora, aunque en ningún momento se sucumbe a lo ridículo.

En este sentido, si comparamos el vuelo en solitario de Dean DeBlois con el de Chris Sanders –quien ha co-dirigido otra de las mejor películas de Dreamworks, The Croods (Kirk De Micco & Chris Sanders, 2013)– este último muestra ser un filme más rico en matices y más dinámico. How to Train Your Dragon 2es una película meditada, divertida y con un interesante mensaje. Con todo, la sombra del éxito precedente planea sobre ella. La tensión dramática no mantiene el ritmo trepidante que nos regaló la primera. De hecho, las expectativas del estudio de animación se han frustradas por los resultados de la taquilla doméstica, que solo ha superado en seis millones de dólares la recaudación del fin de semana de apertura de la primera parte. Habrá que esperar a la entrega del tercer capítulo de la franquicia, anunciado para junio de 2016, para ver si DeBlois es capaz de mantener el espíritu de la saga y volver a regalarnos un relato de aventuras tan emocionante como en el primero. 

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