EL VIAJE DE LESLIE, de Marcos Nine

leslie 3Todo herculino conoce esta historia: el actor británico Leslie Howard viajaba en avión de Lisboa a Bristol, allá por 1943, cuando fue abatido por cazas alemanes. Los restos del accidente descansan en algún lugar de la costa coruñesa de Cedeira, donde una placa conmemora el suceso (o lo que nos han contaron de él). Por mucho que uno haga una importante investigación periodística o histórica sobre las causas de este ataque, no podrá encontrar la verdadera razón por la que los nazis derribaron el aparato. Hay indicios, nunca pruebas. ¿La tesis oficial y más defendida? Que Mr. Howard actuaba como espía para Londres (teoría nada alocada dado su activismo político desde los micros de la BBC contra Goebbels) y el propio Führer lo consideraba un enemigo a vencer. Relato heroico, sin duda, pero recordemos que son los vencedores los que escriben la historia.

¿Cómo contar esto desde el cine de no ficción si uno quiere ser – no vamos a decir objetivos – honesto con la realidad? Posiblemente no exista un modo justo de hacerlo, como tampoco existen imágenes del suceso. Queda solo, por tanto, la representación, cuestión esencial del séptimo arte, pues hasta los documentos históricos, una vez encuadrados y montados, tienen su buena dosis de puesta en escena y representación. A Marcos Nine le encargan el curro de contar esta historia y él, que sabe que no puede contratar a actores, tira de archivo. Pero A viaxe de Leslie (2014) no es un filme periodístico de las tardes de La2. Por mucho que Nine transpire la profesión por todos sus poros – se ha formado en ella – hace tiempo que dejó este tipo de cine más informativo, para entrar en terrenos que tienen más que ver con cómo se construye una imagen y, sobre todo, como se monta.

A viaxe de Leslie es un filme de apropiación, senda inaugurada en la carrera del director por Manuscritos pompeianos (2010). En 2011, con La brecha, el autor pone un pie en el cine experimental para no abandonarlo más. Y, con todo, si bien este nuevo largometraje está marcado por su trayectoria más reciente, nos remite en cierta medida a aquella gloriosa JEDN (2006), el filme más redondo de la etapa periodística de Nine. Aquí, también recuperaba material en súper8 grabado por el propio José Ernesto Díaz Noriega para componer un retrato cariñoso de este insaciable propiciador de toda una generación de cineastas en Galicia. La diferencia es que Nine ya no confía en la entrevista, y en A viaxe de Leslie todo queda supeditado al archivo – igual de realista, igual de manipulador, que ser testimonio de los hechos o unas declaraciones.

Tiene en común este filme con JEDN la voluntad – resuelta – de componer una biografía amable de un personaje por el que se nota cierta admiración. Nine parte de la placa conmemorativa que hay en Cedeira, explicando el suceso, para saltar directamente a imágenes del abatimiento de un avión. Varias personas redactando un informe, que se lee en off, explican al espectador quién iba dentro del avión, la ruta que hacía… Y, de estos antecedentes, en una suerte de estructura al estilo de Ciudadano Kane (Orson Welles, 1941) pasamos a lo que pudo propiciar este asesinato. ¿Cómo se convierte Leslie Howard en persona non grata para el régimen de Hitler? La película repasa toda su trayectoria de actor, desde los primeros trabajos, el idilio con Hollywood y su posterior divorcio con él, para volver a Europa y defenderla del nazismo desde el púlpito. Pero no se circunscribe la trama al gradual activismo del actor, ni a su profesión. Las motivaciones para convertirse en intérprete y para oponerse a los nazis son tan importantes coma los datos que maneja, de forma precisa, la película. Lo personal – incluso se habla de los problemas con el matrimonio del actor – se mezcla con lo histórico, componiéndose un retrato de la época y contexto de Howard. Pero, si hay algo que caracteriza el filme, seguramente sea su narrativa de thriller. Consciente de esa incapacidad de contar la verdad respecto del suceso del avión – ¿qué verdad? – Nine decide entregarse por completo al espectáculo en la parte final de la película, conforme se va acercando gradualmente el fatal desenlace. Siendo un filme de apropiación, podríamos casi decir que el director gallego mete a Leslie Howard en una intriga hollywoodiense, en la que lo coloca de espía en Madrid, y tramando planes para zumbar a los nazis con Churchill. La historia es buena, y da para la fantasía, ¿así que por qué no explotarla? El resultado es que A viaxe de Leslie posiblemente sea uno de los filmes de apropiación más agradecidos con el público que este periodista haya visto. Para aquellos más acostumbrados a un cine narrativo al uso, puede que se les haga un poco raro ver un filme en el que se utilizan imágenes de todo tipo de archivos, incluidos algunos filmes de Howard, para componer secuencias poéticas, otras más informativas o descriptivas… Pero en definitiva, escenas que centran todo o su valor en la reinterpretación de significados para imágenes, en su mayoría, olvidadas. Para ser claros, mi padre, que es de los que ven westerns en la sobremesa y documentales de animales todas las tardes, diría: “¿Y las entrevistas dónde están? ¿No se muestran documentos?” ¿Para qué? Nada iba a ser más real. Partiendo de un encargo televisivo, Nine ha encontrado, por lo tanto, un modo se sortear narrativas tradicionales e integrar A viaxe de Leslie en su sello autoral, en lo que le interese hacer.

leslie 5Siempre ha sido así, hasta el límite de colocar su obra en un limbo, en una tierra de nadie, que hace difícil la exhibición de sus películas. Con La brecha, los más militantes en el cine experimental le dijeron que era blandita, por resumir las críticas que se le han hecho desde este sector de la profesión. Al mundillo de la tele y los periodistas, con el que Nine sigue teniendo buena relación, le pareció una bizarrada que seguramente muchos ni entendieron o ni se esforzaron en comprender. A viaxe de Leslie se le haría rara a mi padre, aunque seguramente terminaría por gustarle. Intuyo que, para quien esté acostumbrado a las piezas de apropiación de Bill Morrison o Jay Rosenblatt, esta película pueda parecerle excesivamente narrativa, lineal, complaciente o no sé que más.

Seguramente, ninguno de los dos bandos tenga razón, o ambos estén en lo cierto. Lo difícil para Nine es encontrar un público que apoye una suerte de documental de la tercera vía. Así como en la ficción está ya asumido que uno puede ser autor en la industria, e integrar dos discursos supuestamente antagónicos; el documental, a nivel de exhibición o distribución, aún vive una dicotomía entre narrativas tradicionales (para televisión) y las propuestas más refrescantes de la no ficción (que lamentablemente no suelen salir del circuito de festivales). Pero la culpa es en todo caso del sector, no del cine de Nine. Él vuelve a probar que es un cineasta con alma de periodista, o quizás un periodista con alma de cineasta. ¡Qué importa! Solo importa que su caligrafía está cada vez más clara, que su trayectoria, vista con el tiempo, adquiere cada vez más coherencia en su diversidad; y que A viaxe de Leslie es, sin ningún lugar a dudas, su mejor filme. Marcos, sigue así, sin concesiones.

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