BEFORE MIDNIGHT, de Richard Linklater

Las reglas han cambiado. Julie Delpy, Ethan Hawke y Richard Linklater retoman de nuevo los personajes que llevan un par de décadas desarrollando, pero esta vez el romanticismo de las dos primeras entregas de la saga deja paso a un tono más agrio, en donde ya no hay seducción sino discusión. A sus cuarenta años, Jesse y Céline se han convirtido definitivamente en una pareja estable: en la primera escena de la película, un plano secuencia virtuoso nos revela estos dos personajes ya no son solamente una pareja de amantes pasajeros, sino una familia de cinco miembros. Así, mientras que Before Sunrise (Richard Linklater, 1995) y Before Sunset (Richard Linklater, 2004) giraban alrededor de la posibilidad de unirlos, esta vez Before Mignight muestra sus dificultades para seguir unidos.

Las edades de la pareja

Before Sunrise partía de una situación muy atractiva que cualquiera podría desear para sí mismo: conocer a un extraño en un tren y pasar veinticuatro horas en su compaña, hablando y paseando por una ciudad extranjera. En aquel primero encuentro, Jesse y Céline eran dos post-adolescentes con unas personalidades bien definidas que aún no sabían qué hacer con su vida: él era un romántico egocéntrico que, en el fondo, lo único que quería era echar un polvo (y Céline no se cortaba a la hora de echarle en cara la simplicidad de su fantasía: “meet some French girl on a train, fuck her, and never see her again”), mientras que ella se caracterizaba por ser una inconformista retorcida abierta a los juegos de seducción. La estrategia de Linklater y de su guionista Kim Krizan estaba basada en la identificación del público con los personajes, pero tras escucharlos durante noventa minutos hablar del amor, la vida y la pareja, más de uno debió pensar que estos dos en el fondo no son más que unos gilipollas.

La inteligencia del dispositivo se encuentra en su habilidad para conseguir esa identificación por las buenas o por las malas: sin duda, muchos verán en estos personajes al tipo de persona que les gustaría ser, otros reconocerán en ellos a la persona que alguna vez fueron, y seguro que también habrá quien los tome como ejemplo del tipo de persona que nunca, bajo ningún concepto, querría ser. De una forma u otra, el espectador termina estableciendo una relación con ellos que sirve para experimentar su encuentro en clave subjetiva, compartiendo con ellos esa noche y todas las emociones que suscita.

Jesse (Ethan Hawke) & Céline (Julie Delpy) en Before Sunrise (Richard Linklater, 1995)

Jesse (Ethan Hawke) & Céline (Julie Delpy) en Before Sunset (Richard Linklater, 2004)

Before Sunset era, aparentemente, más de lo mismo, pero la ambición de Linklater lo llevó a concebir este nuevo encuentro en plano secuencia y en tiempo real, en parte para enfatizar la sensación del espectador de acompañar a los personajes, pero también para darle al relato un suspense que antes no tenía: ¿Perderá Jesse su avión de regreso a América? ¿Cuánto tiempo le queda? ¿Cuánto tiempo podrá seguir hablando con Céline? ¿Pero se van a liar o no? En esta película, Jesse parecía haberse convertido en un hombre de provecho, casado, con un hijo, autor de una novela de éxito… a pesar de que en realidad siguiese prendado de aquella noche vienesa. Mientras, Céline parecía estar más segura de sí misma y más de vuelta de todo, aunque después resultase que esta vez era ella la que iba a la búsqueda de Jesse para seducirlo y echar ese polvo.

Lo cierto es que ambos personajes seguían siendo igual de gilipollas que nueve años antes, y pese a llevar una vida supuestamente glamourosa, sus penas son tan o más mediocres que las de cualquiera: la secuencia en la que compiten por contar la historia sentimental más triste es tan patética que incluso resulta entrañable. Al final resulta que Jesse y Céline tienen los mismos problemas de mierda que cualquiera, y eso sirve para humanizarlos, para darles una dimensión y una profundidad que pocos seres ficcionales tienen, en parte porque casi ninguno puede seguir con su vida más allá de la obra en la que apareció por primera vez. Tendríamos que remontarnos hasta las películas de Antoine Doinel (1) para encontrar un caso semejante en el que el personaje crezca en paralelo a los espectadores, o sino, ya dentro del terreno documental, a los títulos de la Up Series (Michael Apted, 1964-2012) (2). En cualquier caso, en los nueve años que separan la noche vienesa de la tarde parisina, Jesse y Céline se hicieron definitivamente adultos, cada uno a su manera, incorporando algunos aspectos de la vida real de los actores que los interpretan y sintetizando de esa manera algunas de las derivas vitales propias de la llamada Generación X.

Jesse y Céline, dieciocho años después

Tras otra elipsis de nueve años, Jesse y Céline dejaron de buscarse mutuamente para compartir su vida. Primera sorpresa: sus problemas como pareja son en realidad sus problemas como familia. Los dos post-adolescentes que en Before Sunrise representaban respectivamente a América y la Europa, y más en concreto a Texas y Francia, crecieron hasta convertirse en padres de familia sin renunciar los rasgos básicos de su personalidad: Jesse sigue siendo un paleto romántico egocéntrico, y Céline una pija ambiciosa, inconformista y retorcida… es decir, en el fondo, dos gilipollas, una vez más.

Before Midnight mantiene entonces las constantes de la saga, pero esta vez sus protagonistas ya no tienen tanto tiempo para hablar y pasear como en el pasado, como le ocurre a la mayoría de personas de cuarenta años. A pesar de que esta última película es la más larga de las tres, en sus 109 minutos sólo hay tiempo para una única secuencia en la que Jesse y Céline vuelven a ser felices hablando y paseando mientras atraviesan la villa griega de Kardamili. A lo largo de esa secuencia, la única rodada de forma parecida a Before Sunset, los personajes se liberan temporalmente de sus preocupaciones laborales y familiares para ser ellos mismos, sin sus circunstancias, en una breve tregua antes de que la bomba que Jesse encendió después de despedir a su hijo en el aeropuerto explote en plena cita romántica.

Jesse en Before Sunrise (Richard Linklater, 1995)

Jesse en Before Sunset (Richard Linklater, 2004)

Jesse en Before Midnight (Richard Linklater, 2013)

Y es que el trío formado por Delpy, Hawke y Linklater procede en Before Midnight a hacer un ajuste de cuentas en toda regla con la felicidad de la que supuestamente disfrutan sus personajes. En la primera conversación entre ambos, cuando vuelven en coche del aeropuerto -rodada no casualmente al estilo de Abbas Kiarostami en Copie conforme (Abbas Kiarostami, 2010)- el diálogo incluye varios pistas sobre las asignaturas pendientes de la pareja, camufladas tanto en la fluidez de las réplicas como en los gags envenenados que contiene la escena. Después, por si el espectador tenía alguna duda sobre el tipo de problemas que amenazan a Jesse y Céline, el debate sobre los roles masculinos y femeninos que anima la cena con sus anfitriones griegos -por desgracia, la peor escena de la película, por culpa de su solemnidad y pedantería- insiste en la cuestión del equilibrio inestable sobre el que se asientan todas las relaciones. El paseo por Kardamili servirá para atenuar las diferencias entre los personajes, antes de que protagonicen una discusión salvaje que en sus mejores momentos rivaliza en intensidad con la pelea doméstica de Bless Their Little Hearts (Billy Woodberry, 1984)

Repetir, innovar, renovar

La moraleja de la película no dice nada que no estuviese ya en Eyes Wide Shut (Stanley Kubrick, 1999), por mucho que Before Midnight adopte una estrategia contraria: en aquella obra fría, analítica e incisiva, los personajes interpretados por Tom Cruise y Nicole Kidman evitaban la discusión para después resolver su crisis de una manera simple, directo, práctica y desapasionada, mientras que Jesse y Céline, a pesar del desgaste de su pelea, todavía guardan fuerzas para poner algo de voluntad en su reconciliación. Sin embargo, al margen de estos matices, la sensación general es que, a pesar de contar con un guión muy sólido, Delpy, Hawke y Linklater no tienen nada que añadir a sus referentes, cosa que en el fondo ya ocurría en Before Sunrise y en Before Sunset. Y eso que la mayoría de las críticas de Before Midnight insisten en que esta es la mejor película de la saga, quizás porque es la que trata las cuestiones más complejas. Yo creo que se está confundiendo la profundidad del tema con la profundidad de su tratamiento, porque en ese sentido, Before Midnight muy está lejos del nivel de Eyes Wide Shut, Copie conforme e incluso de su inmediata antecesora, Before Sunset, en donde la apuesta técnica para mantener la equivalencia entre el tiempo del relato y el tiempo de la narración convertía el visionado de esta película en una experiencia mucho más satisfactoria.

Céline en Before Sunrise (Richard Linklater, 1995)

Céline en Before Sunset (Richard Linklater, 2004)

Céline en Before Midnight (Richard Linklater, 2013)

La verdadera trampa de toda la saga es que sus partes se limitan a combinar con gran habilidad una serie de lugares comunes sin que quede nunca claro hasta qué punto Linklater plagia o enriquece la tradición en la que se inspira. Por suerte, el cineasta texano es suficientemente inteligente como para escudarse en las citas directas a las convenciones de la comedia romántica y a los títulos más relevantes sobre las relaciones de pareja, como ocurría en Before Sunrise con L’eclisse (Michelangelo Antonioni, 1962) y pasa ahora con Viaggio in Italia (Roberto Rossellini, 1952). Esta autoconsciencia ‘autoriza’ de alguna forma a Linklater a repetir una historia que ya ha sido contada cientos de veces, y muchas veces incluso mejor, aunque no fuese con una pareja transcontinental de la Generación X. Por eso, lo más sorprendente y agradecido de esta saga es que Linklater, con la ayuda de Delpy y Hawke, siga insistiendo una y otra vez en contar esta misma historia incorporándole nuevos matices, los matices del presente, que actualizan un argumento atemporal que todos hemos vivido en el pasado y volveremos a vivir en el futuro, ya sea en el cine, o en nuestras propias vidas. En este caso, por extraño que parezca, la repetición no es un problema, sino una virtud. ¿Que será entonces de Jesse y Céline dentro de otros nueve años? Lo sabremos, probablemente, en ‘Before Noon’.

(1) La saga de Antoine Doinel está formada por los siguientes títulos: Les quatre cents coups (François Truffaut, 1959), Antoine et Collette (François Truffaut, 1962), el episodio correspondiente de L’amour à vingt ans (Shintarô Ishihara, Marcel Ophüls, Renzo Rossellini, François Truffaut, Andrzej Wajda, 1962), Baisers volés (François Truffaut, 1968), Domicile conjugal (François Truffaut, 1970) y L’amour en fuite (François Truffaut, 1979).

(2) Hasta ahora, la Up Series lleva ocho entregas, en las que el cineasta británico Michael Apted sigue la evolución de hasta catorce personas diferentes desde los 7 hasta los 56 años de edad. Este sería su listado completo de títulos: Seven Up! (Paul Almond, 1964), 7 Plus Seven (Michael Apted, 1970), 21 Up (Michael Apted, 1977), 28 Up (Michael Apted, 1984), 35 Up (Michael Apted, 1991), 42 Up (Michael Apted, 1998), 49 Up (Michael Apted, 2005) y 56 Up (Michael Apted, 2012).

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