Berlinale 2023 (VI): gran cine alemán

Music, de Angela Schanelec

Hasta los más grandes festivales —estos a veces más— tienen sus cuotas nacionales. Mientras sean como las de esta Berlinale, todo correcto. Christian Petzold y Angela Schanelec son dos grandes pesos contrastados y este año entregaron dos filmes notables. Petzold acaba de filmar un par de películas, Transit (2018) y Undine (2020), que son adaptaciones en el mundo contemporáneo de viejos textos. La primera, basada en una novela de Anna Seghers, ocurre en la Segunda Guerra Mundial, pero la ambientación es en la Marsella de hoy. La segunda, reinterpretando mitos clásicos, nos traslada al Berlín actual. En ambas está Paula Beer, que parece haber sustituido a Nina Hoss como musa de Petzold, como fuerza centrípeta de toda la acción. ¿Puede uno enamorarse de una actriz en pantalla tres veces consecutivas? Pues sí, con personajes así, que el guionista/director le regala, uno, cual Mia Farrow en La rosa púrpura de El Cairo (Woody Allen, 1985), sueña con que salga de la pantalla del Berlinale Filmpalast para invitarla torpemente a cenar —o a desayunar, que los pases de prensa son bien pronto—.

Es lo que intenta Thomas Schubert encarnando un personaje tan vanidoso y anticarismático, que hasta resulta atractivo en ese patetismo tan humano que desprende. Porque sí, escuchen bien, Christian Petzold, el director de los dramas históricos, de las ambivalencias, del cine político, de la gravedad mitológica y tutti quanti acaba de componer una de las mejores comedias románticas que este cronista recuerda: Roter Himmel (2023) —traducido literalmente como Cielo rojo, y olvidemos el título internacional en inglés, por favor—. Y esto, a cualquiera que siga su carrera, lo pilla con la guardia baja.

Este tonto se llama Leon, es escritor con una primera novela que fue todo un éxito y ahora anda algo atascado con la segunda. En busca de inspiración, visita una adorable casa en el Báltico con su amigo Felix, que trabaja en un portfolio fotográfico sobre el mar como tema para presentarse a una escuela de arte. Creen que van a pasar unos días tranquilos, creando, pero cuando llegan se dan cuenta de que hay alguien en la casa. La madre de Felix, a quien pertenece este paraíso, ha invitado a la sobrina de una colega del trabajo sin decírselo al hijo. Lo primero que Felix y Leon descubren son las huellas de esta chica, Nadja, en la casa, pero no llegan a verla a su llegada, sino solo al día siguiente. En realidad, lo primero que escuchan de ella son unos gemidos provocados por una buena noche de sexo junto a la habitación donde intentan dormir. Leon no deja de quejarse por todo, especialmente de Nadja, pero es obvio que queda prendado de ella nada más espiarla a la mañana siguiente, cuando sale a trabajar.

A partir de aquí Petzold va construyendo una serie de enredos con estos tres personajes y otro par que se unen más tarde, siempre con la amenaza de los incendios forestales de fondo, de ahí el título del filme. Supone esto una metáfora para hablar del peligro latente, pero imperceptible para sí mismo, que Leon no es capaz de ver. Obsesionado con acabar su novela, siempre poniendo la misma excusa de “tengo mucho trabajo” y mirando a los demás con condescendencia por celebrar la ociosidad, cuando el que más pierde el tiempo es él, no se percata de que todo artista, para crear, antes debe observar, y escuchar.

Roter Himmel posiblemente sea la película más ligera de Petzold, pero también uno de sus guiones más robustos, con muy meditadas evoluciones de personajes y unos diálogos y situaciones muy ingeniosos. Se ve como una refrescante brisa marina y cuando te das cuenta, ya ha terminado. Hacia el final, la poesía de Heinrich Heine y referencias clásicas como los amantes de Pompeya añaden algo de gravedad al asunto y muestran a un Petzold reconocible, pero todo lo demás es terreno nuevo para este artista, que confía en su reparto buena parte del éxito. Ya halamos de Beer y Schubert, pero están también muy bien Matthias Brandt como el editor de Leon, Enno Trebs como el amante de Nadja y Langston Uibel como Felix.

Aunque también parte de mitos griegos, de forma muy directa, Angela Schanelec ofrece en Music (2023) algo que está en las Antípodas de Roter Himmel. Con ese gusto que tiene por lo bressoniano, cada plano está perfectamente medido para funcionar como un continuo hilo de signos. Quitando un par de conversaciones que nos ayudan a comprender la historia, lo cierto es que el filme es casi silente. Schanelec hace bien en evitar la palabra, porque la concentración pausada de lo que vemos es necesaria para ir interpretando un filme que, inspirado principalmente por el mito de Edipo, se muestra tan esquivo como estimulante.

Edipo se convierte aquí en Ion, que va a la cárcel tras matar accidentalmente a un hombre. Allí conoce a Iro (Yocasta), de la que se enamora, y el resto, con pequeñas variaciones con respecto del texto original, ya sabemos más o menos cómo va. Las edades de los actores Aliocha Schneider y Agathe Bonitzer son bastante parejas, por lo que Schanelec juega al despiste con la adaptación, teniendo el espectador que trabajar para acabar por identificar a los personajes. Como Petzold en sus anteriores filmes o Pietro Marcello en ficciones recientes, la de Hamburgo también utiliza elementos de atrezzo y localizaciones que podrían incluir cualquier momento entre los setenta y la actualidad, lo que, unido a enormes elipsis, hace trabajar todavía más la cabeza.

Por ejemplo, en la cárcel, Ion escucha óperas grabadas por Ido para aliviar su dolor, y estas suenan desde un reproductor de casetes portátil. Sin embargo, en el tercer acto, que nos traslada de Grecia a Berlín, y en el que Ion ya tiene una hija adolescente, los móviles de última generación aparecen por doquier. Y, obviamente, no ha pasado tanto tiempo para este gran salto tecnológico. Desde la prisión, Ion comienza a desarrollar un interés por la música como refugio, hasta el punto de convertirse en artista pop —el actor interpreta los temas reales del cantautor Doug Tielli, que colaboró con Schanelec para la banda sonora, ofreciéndole composiciones inéditas—. Esta es una de las principales innovaciones del texto comparado, en un filme que puede verse y disfrutarse, sin esfuerzos, como un erudito musical; o como un rompecabezas intelectual que requiere de la participación activa de quien mira. De un modo u otro, Music funciona.

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