BUSÁN 2014 (I/II): LA COSECHA COREANA

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El pasado octubre se cerró el 19º Festival Internacional de Cine de Busán, el BIFF, en Corea del Sur. En esta revista hemos mencionado en varias ocasiones la mayúscula importancia de este evento, al ser el mayor festival de cine de Asia. El énfasis está puesto, primero, en el cine local, después en el cine producido en Asia (el logo del festival es ‘BIFF, el centro del cine asiático’) y por último en el cine mundial. Pero no sólo de estrenos, presentaciones, visitas de directores y actores trata este festival. Durante los diez días que dura, también se llevan a cabo el Mercado de Películas Asiáticas (Asian Film Market), en donde los productores tienen la posibilidad de dialogar con programadores y distribuidores internacionales para promocionar sus filmes; el Mercado de Agencias de Casting (Casting Market), para promocionar actores a nivel internacional; el Mercado de Proyectos Asiáticos (Asian Project Market), que pone en diálogo películas no terminadas con inversores, productores y distribuidores internacionales; la Academia de Cine Asiático (Asian Film Academy), en la que durante los días del festival treinta estudiantes seleccionados de diferentes países asiáticos tienen clases con maestros del cine mundial (este año el director de la academia fue Béla Tarr) y realizan un cortometraje; El Fondo de Cine Asiático (Asian Cinema Fund), para financiación de proyectos no terminados; y el Fórum y Conferencia asiática (Asian Conference and Forum), en el que se introducen producciones teóricas, conferencias y clases magistrales a cargo de filósofos, pensadores y maestros. Este año el tema fue ‘El Discurso Cinematográfico en la Era Digital’y el principal orador, Jacques Rancière.

Tiene sentido que este festival tenga lugar en Corea del Sur, país que hacia finales de la década de los noventa comenzó lo que sería su Nueva Ola de cine, que tomó por sorpresa al mercado y a los festivales internacionales. No obstante, después de años gloriosos de constante e impecable producción, el cine coreano venía flaqueando y en caída libre, debido, en gran parte, a las nuevas tendencias y a la compulsión por seguirlas, como ha ocurrido, por ejemplo, con las películas históricas en la última década (películas ambientados en la Dinastía Joseon, la última dinastía antes de que Corea fuera dominada y anexada al territorio japonés en 1910). En los últimos tiempos, se producen al menos diez películas de época al año, lo que hace que, al resumir la producción del año, la panorámica resultante parezca bastante monocromática.

Podemos analizar las intenciones de cada tendencia. Quizás la reverberación de las películas que exaltan la creación y singularidad de la cultura coreana sean una reacción proteccionista ante la apertura de Corea al mundo; o bien quizás tenganla intención opuesta, ahora que el mundo ha oído hablar del país y de su cine, con el objetivo de incluir la cultura e historia coreana dentro del bagaje de cultura general, o quizás puede que hacer películas situadas en una época tan alejada del presente evite hacer referencias políticas concretas. La Dinastía Joseon está repleta de historias de amor, familia, traición y poder: temas universales adornados de tradición asiática. Así, el fenómeno de este año fue 명량 (The Admiral: Roaring Currents, Kim Han-min, 2014), que se estableció como la película más taquillera de la historia en Corea, sobre el Comandante Yu.

명량 (The Admiral: Roaring Currents, Kim Han-min, 2014)

명량 (The Admiral: Roaring Currents, Kim Han-min, 2014)

El año pasado reflexionábamos sobre cómo el éxito y la recaudación han remplazado la calidad de las películas y de cómo estos valores se han establecido en las escuelas y universidades de cine como primer objetivo para los directores jóvenes. Esta tendencia continúa hasta la fecha y seguirá rigiendo la educación de los futuros cineastas, pero afortunadamente este año hemos podido ver las producciones de la segunda generación de la Nueva Ola, muchas de ellas producidas por los directores que la comenzaron. Esta producción es mucho más interesantes que la realizada en los últimos años e incluye tanto películas pequeñas como blockbusters cuya calidad, en general, ha sido destacable. 도희야 (A Girl At My Door, July Jung, 2014), presentada en Cannes, ha sido producida por Lee Chang-dong; 해무 (Sea Fog, Shim Sung-bo, 2014) por Bong Joon-ho; y el director de 꿈보다 해몽 (A Matter of Interpretation, Lee Kwang-kuk, 2014) ha sido asistente de dirección de Hong Sang-soo; influencias todas ellas transparentes.

Títulos destacados

La última edición del BIFF ha sido así una completa delicia. A diferencia de la anterior, de la que apenas un año después es difícil recordar más de dos o tres títulos coreanos, esta edición tuvo suficientes trabajos memorables en casi todos los géneros. De hecho éste fue el año en el que se estrenó la mejor película coreana realizada en los últimos años y que es nada menos que el film número 102 realizado por el director más prolífico y longevo de estas tierras: el incansable Im Kwon-taek. Todos los superlativos son más que adecuados para la increíble 화장 (Revivre, Im Kwon-taek, 2014). Su título en coreano significa ‘crematorio’ y también ‘maquillaje’. Su actor protagonista, Ahn Seong-gi, da vida a un exitoso jefe de una empresa de cosméticos que se tiene que enfrentar a la enfermedad terminal de su esposa. Rara vez nos encontramos con películas que traten sobre la masculinidad y las demandas sociales de los hombres; filmes elegantes y honestos sobre la intimidad de una pareja de casi sesenta años que expongan las diferentes formas de amar. Lo maravilloso de esta película no son solamente las cualidades obvias que caracterizan los trabajos de Im (un guión, unas actuaciones y una fotografía impecables) sino la naturalidad con la que transcurre esta compleja historia que contrapone la muerte de una mujer con el redescubrimiento de la vitalidad y virilidad del protagonista.

화장 (Revivre, Im Kwon-taek, 2014)

화장 (Revivre, Im Kwon-taek, 2014)

En un tono completamente diferente, la última película de Hong Sang-soo también constituye uno de los grandes títulos del año, aunque no cuente con consenso entre la crítica. El protagonista de 자유의 언덕 (Hill of Freedom, Hong Sang-soo, 2014) es un joven japonés (Ryo Kase) que vuelve a Seúl en busca de la mujer que dos años antes lo rechazó. La película, hablada en tres idiomas, juega nuevamente con el lenguaje y desafía el sentido común detrás de éste, deconstruyendo sus consensos y sobreentendidos, camino que el cineasta ya había comenzado en 다른 나라에서 (In Another Country, Hong Sang-soo, 2012). Sus trabajos se describen habitualmente como monotemáticos e intrascendentes (entendida ésta última como la afirmación de la experiencia presente y la imposibilidad de su aplazamiento) y sus personajes (casi siempre artistas) como superfluos, impulsivos e impacientes, lo que implica que tienen cierta profundidad y creatividad que, sin embargo, en la narrativa de sus películas son apenas insinuadas. En este caso, por el contrario, sus inquietudes sí son verbalizadas y las formalidades del lenguaje puestas en duda. Reflexiones filosóficas sin ser cínicas o snob dotan de singularidad a este magnífico film, cosa que no puede decirse de todas las obras de este director, ya que muchas tienen sentido leídas dentro del conjunto de su obra.

Dentro de las películas más comerciales, 끝까지 간다 (A Hard Day, Kim Seong-hun, 2014) recibió excelentes críticas desde su première en la Quincena de los Realizadores del pasado Festival de Cannes. Un thriller de género con mucho humor negro sobre un detective de homicidios y su jefe de policía, cada cual más corrupto. El guion visita lugares comunes del género, pero los resuelve con giros inteligentes sin que se diluciden los ocho años que tardó el director en escribir la película. La impecable pareja de actores protagonistas formada por Lee Sung-kyun (habitual en películas de Hong Sang-soo) y Cho Jin-woong (quien últimamente está ganando un lugar merecido entre los actores de primera línea) personifican perfectamente los complejos cambios de tono.

Otra de las grandes películas de este año fue la también estrenada en Cannes A Girl At My Door de July Jung, una interesantísima directora que habla de problemáticas de género, situando a sus personajes en espacios y situaciones muy complejas. La actriz Bae Doona interpreta a una jefa de policía alcohólica que es trasladada a un pequeño pueblo por un escándalo que se va desvelando en el transcurso del guion. Allí tiene que lidiar con la mentalidad tradicional coreana (con cada aspecto negativo de la misma) y resolver no sólo su vida personal sino ayudar a la adolescente encarnada por Kim Sae-ron, víctima de abuso familiar. Esta maravillosa película, producida por Lee Chang-dong, es una valiosa obra con un amplio espectro de emociones que abarca la complejidad de las relaciones humanas y las reacciones maniqueístas de la sociedad.

도희야 (A Girl At My Door, July Jung, 2014)

도희야 (A Girl At My Door, July Jung, 2014)

한여름의 판타지아 (A Midsummer’s Fantasia, Jang Kun-jae, 2014) fue uno de los títulos favoritos del festival entre los especialistas y ganó el premio DGK entregado por el Sindicato de Directores de Corea. Después de ganar un premio en el Festival Internacional de Cine de Vancouver con su debut 회오리 바람 (EighteenJang Kun-jae, 2009), y tras ser invitado a los mayores festivales con su segundo y ampliamente elogiado 잠 못 드는 밤 (Sleepless NightJang Kun-jae, 2012), Jang se ha construido rápidamente una reputación con sus obras tranquilas e introspectivas. A Midsummer’s Fantasia es una historia onírica dividida en dos partes. La primera en blanco y negro, es el viaje de un director que busca filmar en un pequeño pueblo de Japón y la traductora que lo acompaña. Allí conocen a un joven de Tokio que trabaja en un banco del pueblo, que se ofrece a mostrarles los recovecos del tranquilo pueblo. Esta sección es un semidocumental de los primeros días en los que el director Jang viajó a la localidad japonesa de Gojo, mientras se prepara para hacer una película por encargo para el Festival Internacional de Cine de Nara (producida por Naomi Kawase y que el pasado septiembre inauguró dicho festival). En la siguiente mitad, la película cambia a color y plantea una breve amistad y posible romance entre la traductora que viaja con el director y el joven que los guía por el pueblo. Una película sutil y naïve que expresa perfectamente las incomodidades del amor.

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Segunda parte de la crónica aquí.

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