CANNES 2016: GRIS PALMARÉS DE UNA ERA JURÁSICA

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La última jornada del festival de Cannes estuvo marcada por la recuperación de los filmes de sección oficial en varias salas del Palais, y desde luego, por la gala de clausura en la que se dio a conocer el palmarés. Antes de entrar en él, repetir eso de que la elección de los galardonados es siempre a decisión personal de unas pocas personas, y no tiene por qué coincidir con las tendencias que se intuyan en las críticas leídas y escuchadas estos días pasados de la mano de los profesionales que asistimos a este Cannes.

De ser así, habría ganado Toni Erdmann (Maren Ade, 2016), pues era la mejor valorada en todos los criticrómetros que circulan durante el certamen. Y el filme de Ade se llevó en realidad el premio FIPRESCI de la crítica, así que aquí hubo acierto. Esta película nos sorprendió a muchos por su complejo guion, que se mueve de una escena a otra con aparente naturalidad y sin seguir regla alguna da causa-efecto, ofreciendo el retrato en la vida de una mujer durante unos días, persona que intenta encontrarse a sí misma en lo profesional y lo sentimental. Y los actores están geniales, esta comedia celebra la vida, y realmente lleva el género a nuevas e interesantes cotas.

Cuando uno da unos premios, mi opinión es que debe ser siempre generoso con las películas que más lo merezcan. Pero el cómo ordena esos galardones y cuáles son dará una lectura del festival. El equipo de Thierry Fremaux no elige los filmes al azar. De la selección siempre se puede sacar una lectura del festival, y un buen palmarés debiera hacerla. Pues bien, de las diversas lecturas que uno podía hacer de este Cannes 2016, el jurado decidió tirar por la vertiente del cine social, quizás la más abundante en la Croisette. En esta línea, había películas de calidad y para todos los públicos, como Aquarius (Kleber Mendonça Filho, 2016), que realmente contaban con más consenso. Sin embargo, George Miller, presidente del jurado, y los suyos decidieron que la Palma recayera en Ken Loach, que con I, Daniel Blake (2016) entrega otro trabajo denuncia de las penurias que sufre la clase obrera. El problema de dar la Palma a este filme no es que no la merezca, cuestión discutible, aunque nadie pueda decir que I, Daniel Blake sea mala. El problema es que esta Palma podía haber sido la de 1980. Entonces, ¿qué sentido tiene otorgarla en 2016? ¿A quién beneficia? A Loach desde luego no, que ya iba a petarlo en la taquilla entre sus fieles, masa de espectadores nada reducida, construida a lo largo de décadas manteniéndose fiel a sí mismo. La Palma a Loach es un premio inane, que no da nada a descubrir, supone la opción más conservadora posible; una que le dice a Cannes directamente a la cara: «eres un viejo adorable, siempre con las mismas historias». Por lo menos, se cuenta bien. Haberle dado la Palma a Mendonça Filho, siendo un premio de naturaleza similar, habría reforzado el discurso de «eres un chico prometedor y lleno de vitalidad, que respetas la tradición, pero con ideas nuevas». Este premio pone a Cannes en cuidados paliativos (y quizás esa era la intención de Miller y compañía, quién sabe).

Con lo que respecta a los demás galardones, el Gran Premio fue para Juste la fin du monde (2016), con un Xavier Dolan que va a acabar por convertirse también en un sospechoso habitual. Junto con Tom à la ferme (2013), se trata de su filme más contenido y alejado del universo tan personal construido en sus primeros trabajos y en Laurence Anyways (2012), para mí el único en el que el canadiense alcanza la excelencia que se le supone. La crítica fue unánime en condenar a Juste la fin du monde como una de las películas más intrascendentes del festival.

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Tampoco le fue muy bien a Andrea Arnold con American Honey (2016), que se llevó el premio del jurado. División entre la crítica, para mí es el mejor filme de su directora, donde realmente desarrolla su preciosista y personal puesta en escena del modo más natural posible, sin que dañe al relato. Este es el de la white trash yanqui, dejada de lado por el sistema, y que está alimentando la maquinaria de odio de Donald Trump. Sin hacerlo el centro de su historia (en el fondo, American Honey es un culebrón entre adolescentes) la película abre el debate y funciona bien en el terreno sociológico. Este sí es un cine social contemporáneo, de los que mejor retratan los aspectos más oscuros de esta generación junto con Spring Breakers (Harmony Korine, 2012).

Quien pilló cacho también fue Asghar Farhadi, que se lleva para casa el premio del mejor guion por The Salesman (2016) y el actor Shahab Hosseini el de interpretación masculina. Son los dos aspectos más destacables de un filme que, coma el de Loach, suena a visto mil veces, pero al que no se le puede achacar nada negativo. Es un drama sobrio y clásico sobre la venganza y el perdón, que debe trasladar Hosseini en forma de diálogos y silencios inteligentes. Son premios grises, pero poco criticables. En la misma línea, Jaclyn Jose se lleva el de interpretación femenina por Ma’Rosa (Brillante Mendoza, 2016). De nuevo, en la línea de su autor y sin ninguna sorpresa.

Puede que los premios más arreisgados de todos, los que nos salvan un poco de esta monotonía, estén en la dirección. Con un ex-aequo a Bacalaureat (Cristian Mungiu, 2016) y Personal Shopper (Olivier Assayas, 2016), el jurado está premiando dos filmes que son puro estilo, sobre todo en el caso del segundo. Si bien Bacalaureat reposa sobre un gran trabajo actoral y de guion, lo más destacable es una puesta en escena que cuida la simetría y la oposición como elementos dramatúrgicos básicos de una pieza que se mueve siempre en situaciones de contrastes. Con elementos más sacados del teatro como la posición de los cuerpos con respecto a la escena y la gestión de las miradas, Mungiu logra transmitir una tensión en las conversaciones que no se encontraba en ningún otro drama de la selección.

El gesto de Olivier Assayas, si bien puede que solo parcialmente logrado, es digno de aplauso. Personal Shopper es una verdadera idiotez, con una Kristen Stewart perdida en medio de la cacharrería del género de terror, en una trama mínima y demencial, en la que el francés juega con su muñeca para su goce y el de los espectadores que entiendan que esto es una broma metacinematográfica (y pocos han sido, fue uno de los filmes más abucheados). Este galardón abría la puerta a haber sido más amable con algunas otras propuestas de género muy personales, pues abundaron en este Cannes 2016, que por el palmarés pareciera el Cannes de 1980. Alguna cosilla a Ma Loute (Bruno Dumont, 2016) o The Handmaiden (Park Chan-wook, 2016) no habría estado de más para visibilizar otro tipo de cine, y muy bueno, también presentado aquí.

Con este palmarés, Cannes 2016 quedará en la memoria de los que no asistieron como el Cannes del intenso compromiso social. ¿Queda alguien despierto en la sala? Venga, vámonos de fiesta.

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PALMARÉS COMPLETO:

– Palma de Oro: I, Daniel Blake (Ken Loach, 2016)
– Gran Premio: Juste la fin du monde (Xavier Dolan, 2016)
– Premio del jurado: American Honey (Andrea Arnold, 2016)
– Dirección: ex-aequo Cristian Mungiu por Bacalaureat (2016) y Olivier Assayas por Personal Shopper (2016)
– Guion: The Salesman (Asghar Farhadi, 2016)
– Interpretación femenina: Jaclyn Jose por Ma’Rosa (Brillante Mendoza, 2016)
– Interpretación masculina: Shahab Hosseini por The Salesman (Asghar Farhadi, 2016)

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