CANNES DÍA 11: LA VUELTA DEL VERHOEVEN MÁS PERVERSO

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Hay quien dice que El libro negro (2006) supuso el aburguesamiento de Paul Verhoeven tras 30 años en Holanda y Hollywood haciendo filmes claramente controvertidos y desprejuiciados, por momentos considerados incluso fascistas, coma o caso de Starship Troopers (1997), o frívolos, como la ahora película de culto Showgirls (1995). La filmografía de este director siempre ha tenido la misma preocupación, estudiar la condición humana en lo que se refiere a nuestros instintos más básicos, como la posesión y el sexo. Puede manifestarse en un thriller de carácter abstracto como El cuarto hombre (1983) o tomar la vía del fantástico más salvaje, como en la icónica Total Recall (1990). En todo caso, ya desde los inicios, hasta cuando Verhoeven hacía en su país natal retratos de carácter más social que representaban a su generación tal como él la veía, el género siempre fue una herramienta para indagar en lo más oscuro del alma humana.

Elle (2016) arranca coma un thriller psicológico, con una explícita violación, y a partir de ahí juega más en la línea hitchcockiana de Instinto básico (1992) que de otras de estas aproximaciones más fantásticas. Quien vaya buscando en el filme que cerró hoy la sección oficial de Cannes 2016 por todo lo alto una película desatada, con las pasiones a flor de piel, se equivoca. Verhoeven, como David Cronenberg, ya ha abandonado la nueva carne para entrar en una etapa más adulta y contenida, que no aburguesada (de hecho, Elle es un filme que se mofa de la burguesía).

Isabelle Huppert dirige la orquesta con esta partitura que se presenta como colección de perversiones en torno al deseo sexual. Michèle no denuncia la violación porque en el fondo la excita. Mujer con un pasado oscuro que roza la psicopatía y que el espectador va conociendo poco a poco, gestiona su vida personal como la empresa de videojuegos que dirige, con productos de gran contenido violento y sexual; con mano firme, decidida y sin que le tiemble el pulso. Michèle es una verdadera connasse controladora que debe tener todo en su vida como a ella le gusta. Es una cabrona de primer nivel, y también encantadora. Qu non sienta culpabilidad alguna por lo que hace, ni intente buscar excusas por su comportamiento – «la vergüenza no nos impide hacer lo que hacemos, créeme», le expone en un momento de la cinta a una amiga – la convierte en un personaje nihilista con el que el espectador conecta al hacernos Verhoeven partícipes de su perversión.

El contenido trabajo de cámara, las frases cotidianas que encierran segundos significados, eróticos y de mecánicas ocultas de poder (que acaban por recaer siempre en Michèle) y, en esencia, la divertida y precisa interpretación de Huppert; nos enfrentan a un filme espejo de nuestros traumas y fetiches sexuales. En Elle se encuentran todos bajo su capa de thriller de entretenimiento, siempre ligados al entorno familiar y la moral cristiana coma dos de los elementos que más nos definen en este campo. Algunos lo tacharán de eso, de entretenimiento, y nada más; por lo menos ya non deberemos aguantar lo de burgués, porque el contenido del filme hace estallar todos los plomos de la moral establecida. Cada un se enfrentará a ella como pueda. Hay quien sale de la sala corriendo en la primera escena, quien niega su intención freudiana, y quienes gozamos partícipes de la mente traviesa de esa mujer, porque como Verhoeven suele decir, todos somos unos perversos. Por eso su cine, tan frívolo y violento en la superficie, ahora más calmo (pero también más sabio) con la edad, non ha perdido un ápice de su interés desde Delicias turcas (1973), su consagración como cineasta totémico de la perversión. Y en eso sigue, con maestría.

Este último tramo de la sección oficial se cerró también con The Salesman (Asghar Farhadi, 2016), donde también hay una agresión a una mujer. El marido se centra en encontrar a la persona culpable, buscando la venganza personal, frente a la pareja, que asume su situación con actitud de perdón. Cuento moral – sí, ya sé que lo digo todos los días, echadle la culpa a Thierry Fremaux y su equipo de selección – que reflexiona sobre el concepto de justicia desde el drama social, es puro Farhadi. En esta línea de la selección, Ken Loach o los hermanos Dardenne, que insisten en darnos el pregón con nuevas historias más reales que el Technicolor en barrios donde se pasa muy mal, muy mal. Porque, ya lo sabemos, la vida es difícil; menos mal que están ellos para recordárnoslo.

Frnte a este cine social viejo y catatónico, tan decrépito como el Rey Sol de Albert Serra, nos han llegado este año algunas propuestas estimulantes tanto de directores jóvenes como Maren Ade o Kleber Mendonça Filho; y otras de viejos conocidos que se atreven a ir evolucionando en su línea, coma el propio Verhoeven, Park Chan-wook, Pedro Almodóvar o Jim Jarmusch. Que los filmes de estos entren mañana en el palmarés nos llenará de felicidad. Pero bueno, la valoración de los premios que elija el jurado en la oficial, la dejamos para mañana.

Hoy toca hablar de los galardonados en Un Certain Regard. El premio principal fue para The Happiest Day in the Life of Olli Mäki (2016), del director finlandés Juho Kuosmanen, un viejo conocido de Cannes ya seleccionado en la Cinéfondation anteriormente. Esta ópera prima le llevó seis años prepararla, como explicó al recoger el premio, y en todo ese tiempo se recordaba «solo sé libre, sé fiel a ti mismo y que no te pueda el éxito». Aunque obtenerlo tampoco le hizo sentirse mal, como confesó con humor.

El protagonista de la película, boxeador profesional que se prepara para luchar contra un peso pesado por el campeonato mundial, sigue un poco esta filosofía. Rodada en 35mm y de una belleza incontestable, la cinta nos parece sin embargo muy clásica y con los conflictos típicos de cualquier filme de competición deportiva. Con todo, en un nivel muy bajo este año en Un Certain Regard, no puede decirse que no estuviera entre las mejores opciones.

El palmarés completo de la sección quedó así:

– Premio especial – La tortue rouge (Michael Dudok de Wit, 2016)
– Guion – Voir du pays (Delphine Coulin, Muriel Coulin, 2916)
– Director – Captain Fantastic (Matt Ross, 2016)
– Premio del jurado – Harmonium (Kôji Fukada, 2016)
– Premio Un Certain Regard – The Happiest Day in the Life of Olli Mäki (Juho Kuosmanen, 2016)

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