CANNES 2018 EP. 2: JAIME ROSALES CONQUISTA EN LA QUINCENA

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Jaime Rosales, una de las participaciones españolas en la Quincena de los Realizadores, sorprendió cuando dijo que iba a filmar Petra (2018), una suerte de tragedia griega puesta al día que contaría en el reparto con Alex Brendemühl, con quien ya trabajó en su ópera prima, Las horas del día (2003), y con Bárbara Lennie como protagonista. Desde esa película inicial, también estrenada en Cannes, el barcelonés se ha caracterizado por desarrollar historias de corte social, a veces con ETA de por medio, siempre pegado a la calle, con una aproximación que imita a la realidad hasta el punto de experimentar con los ritmos de nuestra gris monotonía. Más vanguardista en sus inicios y quizás más domesticado en lo último que nos dio, Hermosa juventud (2014), lo cierto es que Petra sonaba a abstracción en cierta medida y teníamos curiosidad por ver cómo resultaría lo que se intuía como un cambio de estilo.

Hay que decir que nos encontramos, seguramente, ante la película de apariencia más clásica de la filmografía de Rosales, pero solo en la superficie. Su evidente experimentación con la imagen o el sonido se queda aquí reducida, depurada, a movimientos de steadycam que dibujan, cual los brochazos de la pintora Petra, los trazos que van componiendo esta trama familiar contada por capítulos desordenados en el tempo. Esta estructura a lo Quentin Tarantino le permite a Rosales proponerle un juego de expectativas al público, que, conocedor de los prototipos de la tragedia que desarrolla, le hace trabajar en esta deconstrucción del género. Es Petra, a pesar de su profunda trama, una comedia introspectiva de sonrisa interna, con puntos de fuga que nos permiten relajarnos. Se trata de una cinta de destacable fineza, de momento la única de este Cannes que aporta una búsqueda y, por lo tanto, nuestra preferida de estas primeras jornadas.

Carey Mulligan appears in Wildlife by Paul Dano, an official selection of the U.S. Dramatic Competition at the 2018 Sundance Film Festival. Courtesy of Sundance Institute.  All photos are copyrighted and may be used by press only for the purpose of news or editorial coverage of Sundance Institute programs. Photos must be accompanied by a credit to the photographer and/or 'Courtesy of Sundance Institute.' Unauthorized use, alteration, reproduction or sale of logos and/or photos is strictly prohibited.

Atracción del indie

Las americanas tienen un idilio con Venecia. Es por eso que la nómina de grandes nombres yanquis en Cannes este año llama la atención y nos preguntamos si obedece a alguna estrategia de captación de talento. Junto a todo lo que esperamos de Gordon Mitchell en la oficial y la feliz vuelta de Spike Lee al pedestal de los autores tras años en la sombra con filmes de poco impacto, en la Semana de la Crítica decidieron abrir con el debut del actor Paul Dano en la dirección, Wildlife (2018).

A mí este tipo me tiene ganado desde Pozos de ambición (There Will Be Blood, Paul Thomas Anderson, 2007) por su intensidad e inteligencia. Al elegir a Carey Mulligan como su actriz principal, demuestra el mismo buen gusto en el casting. ¿Y es un buen director? Digamos que es un alumno aplicado que, adaptando junto a su compañera Zoe Kazan la novela de Richard Ford, ha conseguido realizar una película de época de qualité con una gran ambientación en la Montana rural de los años cincuenta. Su estilosa puesta en escena y las decisiones de arte nos transportan a veces a un cuadro de Edward Hopper o a una fotografía de Walker Evans, pero es en la relación a trío entre el crío protagonista (ojo con Ed Oxenbuld) y sus padres en crisis, interpretados magníficamente por Jake Gyllenhaal y Carey Mulligan, donde se encuentra el meollo. El filme se ve a través de los ojos del adolescente, con un padre rudo y orgulloso, con una visión simple de la vida, de buen corazón, pero posesivo; y una madre con carácter y resolutiva, atrapada en unas normas que la recluyen como ama de casa. La marcha del marido por trabajo supondrá para ella una liberación, volviendo a vivir como soltera, pero llevará también a la hecatombe de la relación, a la que asiste con resignación y comprensivo el chaval. A pesar de los lugares comunes, Wildlife logra mantener el interés por el trabajo de sus interpretaciones y la delicadeza de su aproximación visual.

Meterse en una sesión de la Semana es como abrir un Kinder sorpresa. Reluce por fuera, pero a saber qué hay dentro. Siempre nos acercamos con ilusión de encontrarnos con algo que nos apasione. ¿Lo hace Egy Nap (One Day, Zsófia Szilágyi, 2018)? Nos gusta. Trata un tema recurrente como es la separación de una pareja por una infidelidad. La mujer que la sufre vive su particular jornada tras conocer la verdad un tanto fuera de sí. El filme, que en cierta medida trata un tema similar a Wildlife, resulta ser un retrato sencillo pero efectivo de ese día. Por el tratamiento del tiempo, recuerda un poco al cine rumano que suele pasar por Cannes en el último par de décadas, pero con un dispositivo que se siente transparente. Egy Nap nos hace literalmente convivir con esta mujer, sin que la cámara se perciba. Es el pequeño milagro de esta ópera prima a celebrar.

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Ración diaria de la oficial

De vuelta a la sección oficial, hoy pudieron verse Leto (Summer, Kirill Serebrennikov, 2018) y Yomeddine (A.B. Shawky, 2018). El ruso, quien hace dos años ya presentara aquí The Student (2016), nos traslada en Leto al Leningrado de 1981, con una floreciente escena rock que recoge la influencia de bandas como Led Zeppelin o David Bowie. El filme intenta ser un retrato de esa época y contexto, narrando el periplo a las púas de músicos como Víktor Tsoi, que se convirtió en una referencia en su país al frente del grupo Kinó. Con formato de biopic, uno de los groupies que los acompaña, rompiendo la cuarta pared, lo define muy bien en la primera aparición del personaje en pantalla: “no se parece a él”. En efecto, nada se parece a la realidad en esta aparatosa película, que acaba convirtiéndose en sufrido musical con covers de la música que influenció a estos chicos. Así, habitantes de Leningrado bailan y cantan grandes hits para acompañar el periplo vital y artístico de los jóvenes, donde no puede faltar la historia de amor. Leto no es mala, pero es tan correcta que duele.

Yomeddine, como ópera prima, la única en la competición oficial, suponía una de las nuevas incorporaciones de Cannes. Esperábamos poder encontrarnos con alguna sorpresa en esta aventura de un leproso y un miño huérfano por Egipto, en la que dejan su colonia para buscar a la familia que les queda. Se trata de una road movie amable e inofensiva de la que da pereza hasta comentar algo. ¿Qué comentar? La sección oficial va de mal en peor. Ojalá alce mañana el vuelo con Pawel Pawlikowski, Jean-Luc Godard y Jia Zhang-Ke. Esperamos un buen comienzo del fin de semana.

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