CINEGALICIA 2019

Vamos a hacer treinta años dentro de poco. Hay gente que cree que es un aniversario algo traumático que celebrar: estaba aquel dicho de la contracultura de los años sesenta que recomendaba no fiarse de nadie de más de treinta, pero en aquel momento la gente de más de treinta probablemente estaba pagando hipotecas y criando bebés. Nos somos lo que La Voz de Galicia describió en uno de sus delirios como “adolestreinta”, y quizá estamos escurriendo el bulto dedicándonos a pensar en otra cosa, como celebrar el 30º aniversario de Cinegalicia, que es algo que en principio no debería importarnos demasiado. Trabajamos en la cultura y en el audiovisual, así que podemos dar por supuesto que nos importa el cine. Podemos incluso suponer que nos importa Galicia (eso ya es cosa de cada uno), pero el nombre que junta las dos cosas es un evento en el que se estrenaron, antes de nacer nosotras, tres películas de las que se dijo que marcaron «el despegue de la historia del cine gallego»: Continental, Sempre Xonxa y Urxa. Un evento importante que buena parte de nosotras no recordábamos (o no conocíamos), y tres películas que gran parte de nosotras no habíamos visto. Así que tal vez la cuestión es que Cinegalicia puede significar algo diferente y hablar de algo más próximo a nosotras.

Pero, antes de nada, ¿quién somos nosotras? Buena pregunta. Este nosotras puede hablar de las personas, todas gallegas y nacidas después de 1989, que participamos en este proyecto con la idea de revisar aquellas tres películas desde nuestra perspectiva y desde diferentes artes (cine, música, diseño, crítica): Roberta Vázquez, Laura Ramos, Sara Donoso, Adrián Canoura, Elba Souto, Julia Huete, Jesús Silva, Lara y Noa Castro, Oh Ayatollah, Montse Piñeiro, Anxo F. Couceiro, Iria Silvosa, Charles Rapante, Pepa Prieto Puy, Clara Coira, Camila Viéitez, Andrés Sanjurjo, Cibrán Tenreiro y Brais Romero. Al mismo tiempo, también es un nosotras que puede hablar más en abstracto, de nuestra generación, de sus preocupaciones, sus gustos o sus formas de hacer las cosas. Que no se nos malinterprete aquí: Dios nos libre de autoproclamarnos the voice of my generation, pero si que es cierto que observar las creaciones de veintipico personas de una edad más o menos similar puede revelar algunos trazos sobre lo que somos, y seguramente sobre lo que nos diferencia (o une, ¿quién sabe?) de la gente que fue joven en los ochenta, y de las películas que hicieron. Ya que esto es un aniversario, queremos romper con la dinámica de celebrarlos con nostalgia: es útil conocer el pasado para mirar hacia delante sin repetirnos.

Imagen gráfica de Cinegalicia 1989

Escribimos esto antes de saber que es lo que va a salir de las cabezas de las creadoras de Cinegalicia 2019, pero el contexto fija ya algunas diferencias importantes entre aquel momento y el actual. Alfredo García Pinal, co-director de Urxa, contaba que hace treinta años, para conseguir cámaras o focos, había que salir fuera de Galicia. Una película con una estética próxima a la serie B como aquel, el más modesto de los que se estrenaron en Cinegalicia, necesitó de un presupuesto de «tan solo 66 millones de pesetas y una subvención de 21,5 millones», como destacaba la noticia de El País. Hoy vivimos en la era digital, las cámaras están por todas partes y la creación cinematográfica se ha vuelto casi tan accesible como la musical o la literaria. Quien quiere hacer una película, puede coger un teléfono móvil y hacerla como quien coge un bolígrafo o una guitarra española. Por supuesto, no puede hace cualquier película que tenga en la cabeza, pero vivimos en una época en la que las superproducciones y la alta definición conviven con los vídeos de gatitos y los registros de la vida cotidiana, en Youtube y hasta en el telediario, así que estamos preparados para encontrar la expresión artística en cualquier formato y en cualquier lugar. Da lo mismo grabar con la cámara de VHS que había por casa que con una Arri que cueste más que un coche, igual que da lo mismo pintar con acuarela que con carbón. Se habla de Cinegalicia como ese momento fundacional del cine gallego porque se hicieron tres largometrajes de ficción en 35 milímetros, lo que implica ignorar una gran cantidad de cosas importantes. Hoy esa especie de jerarquización de los formatos parece superada y el cine gallego es, por suerte, más rico porque en el hay más cines posibles, del industrial al doméstico.

Otra diferencia crucial puede venir de los temas que nos preocupan. Sempre Xonxa, Continental y Urxa estaban dirigidas por hombres entre los 27 y los 39 años, y hablaban de cosas como la emigración, las luchas de poder, el contrabando, las leyendas o el amor. Hablaban bastante de Galicia también, aunque más que de la Galicia de la época se trataba de una idea más mítica de lo que era el país, con la comunidad rural como centro. Las marcas generacionales más fuertes estaban quizá en abordar lo que Xavier Villaverde hacía en Continental (la pieza menos marcadamente gallega de las tres) de las drogas y el sexo, dando pie a una película que por lo visto disgustó a Domingo García Sabell por su «dureza». Hay con aquellas obras una distancia y también una proximidad, que hace que ver Sempre Xonxa sea por momentos un WTF (como la secuencia sexy de la vendimia o cada vez que sale Caladiño) a la vez que nos hace llorar con la secuencia del puerto de Vigo o insultar al maldito Birutas. Hoy seguimos emigrando, seguimos hablando del contrabando, seguimos fijándonos en las leyendas, y supongo que también seguimos enamorándonos. Sigue habiendo sexo y drogas, y todo eso sigue apareciendo en la cultura gallega (y en el audiovisual), igual que probablemente aparecen nuevos intereses, nuevos espacios y personajes, abordados con nuevas ideas estéticas y con un cambio fundamental: ya no solo son señores los que dirigen y hay hoy algo más de consciencia sobre la pobreza de un arte que solo refleje la mirada masculina. Intentamos tener presente esa consciencia para armar el grupo que participa en Cinegalicia 2019, con la idea de que hay errores del pasado que, si se repiten, es por falta de voluntad para cambiarlos.

Xonxa, icono de un evento en el que las mujeres no destacaron por su presencia

Escribimos este texto centrándonos en la diferencia y en el cambio, porque las efemérides, o los aniversarios, son momentos para revisar lo que hemos hecho y llenarnos de buenos propósitos. Este año me apunto al gimnasio. Este año voy a comer mejor. Voy a sacar el carné de una vez. Voy a leer más y ver menos Netflix. Voy a ir más a casa. Todas esas intenciones vienen de un diálogo con nuestro propio pasado (y aquí, el nosotras es universal), es por eso que la voluntad de Cinegalicia 2019 es dialogar con esas tres películas, desde la creación y desde el análisis. Es encontrar conexiones que ya existen, establecer otras nuevas, llenar huecos que quedaron por llenar y abrir caminos que podemos caminar, quizá con la voluntad de que la cultura gallega se parezca a nosotras, o a una versión mejor de eso mismo. Y aquí nosotras significa, probablemente, Galicia, pero decirlo tiene una épica que no es muy de nuestra generación.

La imagen de Cinegalicia es obra de Roberta Vázquez.

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