CINE EN CURSO, LA ASIGNATURA NECESARIA

CINE EN CURSO 2015 (11) CHANTADA-JAIONE

Hace un par de semanas, en el CGAI, los alumnos de cuatro centros gallegos proyectaban sus trabajos. Ese evento humilde, lejos de ser el clásico acto escolar, se convirtió en la muestra de cuatro películas con mirada propia y criterio estético, y un encuentro posterior con referencias poco comunes pero necesarias. Se trataba de las piezas resultantes de Cine en Curso, una iniciativa que lleva a cabo un programa de pedagogía del cine en escuelas e institutos y que cuenta con la colaboración de los cineastas gallegos Ángel Santos, Jaione Camborda y Marcos Frórez. Esas obras fueron creadas por los alumnos a lo largo de este año lectivo y sus referencias eran autores como James Benning, Chantal Akerman, José Luis Guerín, Nicolas Philibert, Raymond Depardon, Oliver Laxe o Eloy Enciso.

Cine en Curso se inició en Cataluña en el año 2005, y lo gestiona la Asociación A Bao A Qu, con Núria Aidelman y Laia Colell a la cabeza. Actualmente se ha extendido también a Galicia, Madrid, Argentina, Brasil y Chile. El objetivo es claro: utilizar la práctica cinematográfica y el visionado de películas para formar espectadores sensibles y activos. Algo que a priori es sensato y necesario, pero difícil de abarcar. Sin embargo, los resultados que se consiguen son espectaculares.

El sistema es el siguiente: se abre una convocatoria para participar en la iniciativa con un proyecto bajo los parámetros de Cine en Curso, después se realiza una selección, y las escuelas elegidas contarán con un cineasta que acompañará a los alumnos en el proceso de visionado y creación de las piezas, aunque la involucración del profesorado es siempre fundamental. “Aquí se requiere la implicación máxima de los maestros, y esa es una de las claves”, explica Laia Colell. “Igual que es clave que los cineastas llenen el proyecto con todas sus capacidades y sus conocimientos, es igualmente importante la implicación de los maestros por esa complementariedad que se necesita, ya que el cineasta tiene unos conocimientos y los maestros otros. Cuando todo esto confluye es cuando el proyecto realmente alcanza su máxima potencia”. Y es que en este caso el cine debe estar incluido en el programa educativo del centro. No se trata de una actividad extraescolar, ni tampoco tiene nada que ver con una clase como asignatura departamental, sino que es un concepto transversal, multidisciplinar: “la idea es desarrollar las potencias pedagógicas del cine, ver qué puede aportar el cine a las escuelas e institutos, investigar cómo a través de los procesos de creación cinematográfica se pueden desarrollar aprendizajes tanto vinculados a contenidos curriculares como sobre todo aprendizajes competenciales, personales o sociales”.

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En el caso de Galicia, este año han sido cuatro los centros seleccionados: el IES Val do Asma de Chantada, el IES Plurilingüe Fontem Albei de Fonsagrada, el CPI Curros Enríquez de Pazos de Borbén y el CEIP A Rúa de Cangas. Las películas presentadas en el CGAI, y que ahora se pueden visionar en el blog http://bloc.cinemaencurs.org/, cuentan con la supervisión de Ángel Santos, Jaione Camborda y Marcos Flórez, los cineastas que acompañan a los alumnos y profesores a lo largo de los procesos, aunque resulta complicado definir los límites. “Cuando nos preguntan cuál es el papel del cineasta”, dice Laia Colell, “es una cuestión compleja y difícil de explicar. Es acompañar los procesos, es decir, hacer que esos procesos sean lo más provechosos posible. No creemos en la pedagogía de dejar que los alumnos se equivoquen y decírselo después, no somos partidarios de eso, sino que el cineasta debe estar activo y debe acompañar el proceso planteando preguntas, abriendo la mirada. Digamos que su papel es este, el de abrir posibilidades, más que indicar qué se debe hacer. El cineasta está para que los alumnos se planteen cosas que no se plantearían sin él”.

Una de las teorías en las que se basa la pedagogía de Cine en Curso es en el estudio que hace Alain Bergala en La hipótesis del cine para introducir el cine en las aulas. Una de las ideas es que el cineasta sea un agente externo que rompa las dinámicas rutinarias. De alguna manera, esto crea ese estado de excepción en el que emerge la creatividad y aparecen nuevas miradas. Así, de ese trabajo conjunto y complementario que maestros y cineastas hacen junto con los alumnos, surgieron cuatro documentales: Flúe o Miño entre socalcos, O camiño do tempo, Deixando atrás y Mudando lares.

Flúe o Miño entre socalcos es la película realizada por los alumnos y alumnas de Chantada y supervisada por Jaione Camborda. Según los propios creadores, “la peli es un homenaje a nuestras riberas y a nuestro río, al trabajo de la gente vinculada al río y, por supuesto, al paisaje. Nuestra inspiración fueron, entre otros, los travelling de Depardon, los retratos de personas de Innisfree (José Luis Guerín, 1990) y de La Ville Louvre (Nicolas Philibert, 1990), y el documental Glas (Bert Haanstra, 1958)

Es fascinante escuchar a niños y niñas hablar con soltura de este tipo de referencias y justificar su mirada y punto de vista. Sobre esto, su cineasta, Jaione Camborda, comentaba que “una de las líneas es trabajar con fragmentos de diferentes autores, con una mirada más poética, con unos tempos a los que los niños no están habituados. Así comienzan a trabajar el retrato, el contacto con personas mayores, el paisaje. El paisaje se utiliza pedagógicamente para poner en valor su propio entorno, pues si están en una zona viticultora, como es el caso de mis alumnos, se busca que puedan poner eso en valor, los viñedos, la gente trabajadora de la zona”. Y es así como transmiten en su pieza el paso del tiempo y lo cotidiano, a través de los retratos de dos bodegueros que siguen la tradición familiar de sus antepasados.

En O camiño do tempo, los alumnos y alumnas de Fonsagrada retratan su entorno con unos ingredientes muy concretos: los lugares, las personas, los animales, la belleza de la naturaleza y del paisaje, y la tranquilidad de la zona, y nombran Arraianos (Eloy Enciso, 2012) como un referente claro en su documental. Acompañados por Marcos Frórez, estos chicos y chicas filman el día a día de la gente que vive en Fonsagrada, mostrando los contrastes entre la gente mayor y los jóvenes, o entre las aldeas abandonadas y las habitadas, entre otras cosas, y explican: “aprendimos a ver en general, y particularmente, aprendimos a ver las cosas desde un punto de vista de cineasta”.

Desde Cangas presentan la película Deixando atrás, sobre la emigración. Los alumnos comentan que “el guión fue elaborado a partir de ideas visuales que surgieron de poemas, planos de cineastas, planos de compañeros y compañeras, fotos de archivo… Queríamos transmitir la dureza de la emigración, de la separación de los seres queridos, la morriña de los emigrantes, la emoción de las cartas, la importancia de la familia«. Una pieza que sugiere con las imágenes, sutil, que expresa emociones a través de los espacios.

Esto no es de extrañar teniendo en cuenta que el cineasta que acompaña a estos alumnos y alumnas es Ángel Santos, y tanto en la película de Cangas como en la de Pazos de Borbén, ambas bajo su supervisión, podemos atisbar algo de esa mirada que le pertenece y que está presente en sus obras, como Las altas presiones (Ángel Santos, 2014). Cuestiones de identidad como el manejo de los tempos en el montaje, el tratamiento de los espacios, la presencia de lo que no se ve, pero se intuye. El estilo de Santos está presente y no es casualidad. Laia Collel comenta respecto a esto que «en las películas muchas veces se detecta cierto estilo en el que se reconoce algo del cineasta, pero en realidad es lo lógico, porque les ha mostrado un material determinado, porque habla con más pasión de unas cuestiones que de otras, porque en la medida en que acompaña, su mirada es particular. Pero no porque condicione o limite la creatividad. Muchas veces ocurre que estás en el rodaje y el alumno quiere hacer un plano determinado. El cineasta haría un plano completamente diferente y le plantea opciones, pero si el alumno quiere hacer ese plano es el que hará”.

Mudando lares es la pieza de Pazos de Borbén, que también cuenta con Ángel Santos como cineasta acompañante. En este caso, los espacios son fundamentales. Espacios y retratos conforman el discurso de esta película. Los niños y niñas hablan de referentes como Tren de sombras (José Luis Guerín, 1997). Trabajaron en torno a la emigración a Brasil en su zona, y comentaron cómo el cine les ayudó a entender mejor su entorno: “Conocimos sitios nuevos a los que no hubiéramos podido ir si no estuviésemos grabando el cortometraje, y nos sorprendieron muchas cosas que no conocíamos de nuestro pueblo”. A través de esta pieza apreciamos algunos de los objetivos de Cine en Curso cumplidos, como formar personas sensibles al cine, a la realidad, a lo que les rodea, y comprometidas con su entorno. Formar personas más implicadas.

Si resulta interesante ver estas piezas, más todavía es escuchar el intercambio, los comentarios que unos realizan sobre el trabajo de otros: “Nos gustó mucho el plano que hicisteis del horizonte hacia el final del cortometraje en el que se veían capas de color. Nos recordó los cuadros de Pello Azketa en los que se inspiró Mercedes Álvarez en El Cielo Gira (2005) y que nosotros trabajamos durante el curso”, explicaban los alumnos y alumnas de Pazos de Borbén sobre la pieza creada por los de Cangas. Apreciaciones con buen criterio y fundamento, tirando de esos referentes comunes que tan sorprendentemente bien manejan. Es en ese momento, el de valorar el trabajo de los compañeros, en el que quedan más patente todos los conocimientos adquiridos sobre un cine que no es sencillo que tengan a su alcance.

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Hay conclusiones comunes a todos los alumnos y alumnas. Al hablar de su experiencia y lo aprendido con Cine en Curso, destacan el trabajo en equipo, la toma de decisiones por consenso, la relación con su entorno y con las personas que les rodean, la observación desde otros puntos de vista y la apreciación del trabajo que hay detrás de la realización de una película; pero sobre todo, la capacidad de poder expresarse con un nuevo modo, distinto para ellos y lleno de posibilidades. Suficientes razones para pensar que en la educación, en la enseñanza, está la solución a gran parte de los problemas de desconocimiento y falta de interés por la cultura, y en este caso más concreto, del cine. Las personas se acercan a expresiones alternativas cuando les das la opción de conocerlas, y esto hay que trabajarlo desde la base, desde las escuelas. Es fundamental que iniciativas como Cine en Curso tengan continuidad, y para esto son necesarios los apoyos, como explica Laia Colell: “Cuando iniciamos Cine en Curso era un momento en el que funcionaba muy bien el sistema de subvenciones públicas –en Cataluña, al menos, la implicación por parte del gobierno fue muy grande pero en los últimos años esto ha sido cada vez más difícil, porque las líneas de subvención prácticamente han desaparecido, y porque en España tampoco hay una gran tradición de financiación privada, de patrocinio ni mecenazgo. Es una de las grandes dificultades que tenemos: el crecimiento del proyecto no ha ido a la par del de los recursos económicos de los que disponemos, si no más bien al contrario”. Este año cuentan con el apoyo de la Fundación Daniel & Nina Carasso, fundación francesa con una fuerte tradición de mecenazgo. En el caso concreto de Galicia, la colaboración viene por parte de AGADIC y el CGAI. “Ahora estamos con la labor de buscar socios privados que crean en el proyecto, pero no es nada fácil”, porque para las directoras del proyecto es muy importante que los centros no sean, en ningún caso, quienes financien la actividad: “Para nosotros, un principio fundamental es el de la diversidad de centros educativos en cuanto a su contexto geográfico y socioeconómico. Trabajamos en centros públicos y los propios centros nunca financian el proyecto porque sería un motivo de exclusión muy evidente que no tiene sentido en relación con los principios de Cine en Curso”.

Es muy difícil medir con indicadores lo que se logra con Cine en Curso, pero de lo que no hay duda es de su capacidad transformadora: primero en los alumnos, que es en dónde se hace más visible, pero también en los maestros y profesores, ya que cambian metodologías e incorporan nuevas formas de trabajar. Colell apunta que “a nivel de centro educativo hemos visto cómo han ido incorporando la creación cinematográfica en muchos otros ámbitos, con otros grupos, otras materias, otros proyectos… y esto sí que nos parece una transformación grande. Otra sería la del entorno social del alumnado, de las familias, de los vecinos, de cómo se relacionan con el centro educativo: eso también se transforma con los años y es importante, porque los centros educativos pueden y deben ser motores culturales en los entornos más alejados de la cultura, porque son los únicos lugares en los que es posible hacer que la cultura llegue a todos. Y en un marco más general, es cierto que cuándo empezamos Cine en Curso era el único proyecto de estas características en España, y aunque sigue siendo bastante excepcional, hay otros proyectos que empiezan a trabajar en esta línea”.

El cine no es nada sin sus espectadores, e iniciativas como Cine en Curso están ayudando a crear un espectador más formado y, al mismo tiempo, al crecimiento humano de los niños y niñas, haciendo que adquieran sensibilidad, ética, que aprendan a tomar decisiones, que tengan un criterio propio. Esto tendría que suceder en todos los colegios y en todas las salas de cine.

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