CROWDFUNDING O COMO NO MORIR EN EL INTENTO

Barbara Iglesias, piloto gallega de bobsleigh y protagonista del documental 'El Tiempo Futuro'. Foto: Xoán Escudero

Barbara Iglesias, piloto de bobsleigh y protagonista del documental ‘El Tiempo Futuro’. Foto: Xoán Escudero

A los productores y directores que comenzamos nuestras andanzas en la actualidad nos ha tocado convivir con eso de la producción low cost como base de todo lo que hacemos, y en estas circunstancias el crowdfunding se ha situado como uno de los recursos más sencillos para conseguir financiación. A través de este sistema de micro-mecenazgo, las personas interesadas en colaborar con el proyecto hacen sus aportaciones a cambio de una recompensa, convirtiéndose así en mecenas. De esta manera, pequeñas aportaciones de muchas personas hacen posible llegar al objetivo marcado y que el proyecto se pueda llevar a cabo. Es decir, el funcionamiento es exactamente igual al de la comisión de fiestas del barrio de toda la vida, que se patea las aceras llamando a todas las puertas y pidiendo a los vecinos su colaboración.

Entonces, ¿qué lleva a un productor a lanzar una campaña de crowdfunding? Pues la necesidad, la falta de ayudas institucionales, la dificultad de encontrar colaboración privada y el desconocimiento. Parece un sistema fácil y adecuado a las circunstancias del mercado. Así que una se encuentra con un proyecto documental delante, con muchas posibilidades pero complicado de financiar, y le dicen «oye, ¿por qué no pruebas eso del crowdfunding?«, y a pesar de que tienes tus dudas contestas, «¿por qué no?«, y a los dos días de haberlo puesto en marcha ya te estás arrepintiendo.

El inconveniente principal del crowdfunding como sistema de financiación es que son tus amigos, conocidos y familiares los que pagan el proyecto. Prácticamente nadie que sea ajeno al equipo técnico de la obra va a invertir en ella, da igual que se trate de muy poco o mucho dinero, sólo las personas cercanas a nosotros van a estar dispuestas a colaborar. No sé si soy la única que ve en esto un gran inconveniente, pero de lo que estoy segura es de que siendo así el funcionamiento no podemos considerar el crowdfunding como un sistema de financiación, quizás como una iniciativa en un caso concreto y puntual, pero no como un sistema. Cada vez que recibes una aportación y no conoces el nombre te emocionas, piensas que hay alguien a quien por fin le interesa el proyecto más allá de que le caigas bien. Pero si no es un conocido tuyo lo es de tus compañeros. Y es genial que la gente confíe en que sacarás el proyecto adelante y aporten su dinero pero, insisto, no le podemos llamar sistema de financiación a esto. No lo es.

Rodaje de 'El Tiempo Futuro' en Winterberg. Foto: Isaura Docampo

Rodaje de ‘El Tiempo Futuro’ en Winterberg. Foto: Isaura Docampo

Si algún productor piensa que hacer un crowdfunding es tarea fácil, que pruebe. Parece que uno sólo tiene que pensar qué recompensas ofrecer a cambio de qué cifras y poner la campaña en marcha. Pero el éxito sólo depende de un factor que va a marcar las acciones que se realicen durante los cuarenta días que dura la campaña: lo pesado que seas. Para llevar a cabo un crowdfunding con éxito y conseguir tus objetivos económicos deberás perseguir a tus conocidos hasta aburrirlos. Emails, whatsapps, mensajes, privados en facebook, creación de eventos, invadir sus muros, linkedin, twitter y todo lo que se nos ponga por delante. Sólo así, sólo el que sea capaz de dejar a un lado la vergüenza y no tenga contemplaciones a la hora de incordiar, saldrá airoso de una campaña de crowdfunding.

Claro que yo hablo desde una posición concreta, la de los productores independientes del audiovisual. Formo parte del grupo de ‘los pequeños’. Y es que la cosa cambia si eres de ‘los grandes’ o sobre todo, de los reconocidos por el público. El crowdfunding sí es un sistema de financiación perfecto para aquellos artistas con seguidores. En la música y en el cine es el mismo caso. Si cuentas con un público objetivo activo conseguirás llegar con relativa facilidad a cifras altas a través del crowdfunding. Así que, al contrario de lo que se piensa, el micro-mecenazgo no es la mejor opción para proyectos independientes, si no que son los más comerciales los que pueden sacar beneficio.

Pero hablando de grandes y pequeños, ¿qué cifra es adecuada? Para una producción independiente, de autores desconocidos, o un cortometraje, por ejemplo, parece que 3.000€ se ha convertido en una especie de estándar máximo que nos vemos capaces de conseguir. Para los mecenas es lo mismo, 3.000€ les parece un objetivo que se puede cumplir y si lo ven posible se motivan a colaborar. Cuando nos planteamos la campaña de crowdfunding para nuestro documental El tiempo futuro, los integrantes de ‘Y la nave va’ hicimos el cálculo del dinero que necesitábamos para terminar el proyecto. Nos faltaba un viaje y reduciendo costes al máximo según las reglas del low cost, pensamos que 3.000€ era la cifra mínima que necesitábamos. Pero entonces tienes que sumar: 21% de IVA, un 5% que se queda la plataforma (en nuestro caso Verkami), las comisiones bancarias y por supuesto el valor de las recompensas y los gastos de envío de las mismas. Así que para poder recaudar 3.000€, necesarios para cerrar el proyecto, hemos tenido que solicitar 5.000€, de los cuales 1.000€ son IVA, y otros 1.000€ cubren el resto de los gastos que acabamos de apuntar. Teniendo en cuenta todo esto, a ‘los pequeños’ les recomendaría que en lugar de acudir a plataformas de crowdfunding abriesen una cuenta bancaria sin más en la que los interesados en colaborar puedan hacer sus aportaciones. De esta manera, además de evitar el pago de determinadas comisiones y porcentajes, no tienes un plazo límite para recaudar. Yo todavía me pregunto por qué no lo hicimos de esta manera. Imagino que pensamos que utilizar una plataforma resultaría más profesional.

Rodaje de 'El Tiempo Futuro'

‘El Tiempo Futuro’

En el momento en que se abre la campaña comienzas una carrera de fondo. Tímidamente empiezas a informar a tus contactos de que pueden hacer sus aportaciones. Los primeros días tus amigos van entrando y dejando su granito de arena, pero a los cuatro días el tema se paró… y aún te quedan treinta y cinco días de campaña. Decides ser insistente, pero te sientes demasiado pesada y no sabes donde poner el límite, así que comienzas a hacer cábalas y organizar: «si hoy lo pongo en facebook, mañana envío emails y pasado whatsapps…«, y poco a poco te vas dando cuenta de que no hay tregua posible, de que la gente sólo aporta cuando les has molestado un promedio de cinco veces. Esto con suerte. Cuando estoy del otro lado hago igual. Observo como va la campaña, cuanta gente pone dinero, qué recompensas son las que más me interesan, pienso eso de «aún quedan muchos días», y después de haberme saturado de verlo por ahí, me decido a convertirme en mecenas. Con un disco o un libro es más fácil, al fin y al cabo tenemos un hábito de consumo y sólo estamos comprando el producto por adelantado, pero en el caso del cine lo tenemos bastante más complicado. Es normal.

En nuestro caso, tres días antes de terminar la campaña parecía imposible que lo pudiéramos conseguir. Fuimos subiendo muy despacito al principio y después nos quedamos atascados. 5.000€ es una cifra muy alta pero el cálculo estaba hecho. Pongamos que por promedio los mecenas aportan 20€ (esta es la colaboración más común), para llegar a los 5.000 tendrían que aportar 250 personas. Como somos 3 socios, unas 83 personas por cada uno, y teniendo en cuenta que la protagonista tiene muchos seguidores y que la página de facebook del documental cuenta con 580 «me gustas», no parece tan complicado llegar. Pero lo es. Y si no fuera porque en el último momento la gente respondió, no lo hubiéramos conseguido. Y no sólo conseguimos los 5.000, si no que llegamos a 5.200, y eso es una ilusión enorme porque piensas que aquellos que pusieron después de que se llegara al objetivo no tienen otra razón que aportar más que porque realmente les apetece, porque de verdad les interesa ayudar a terminar este proyecto.

Más de 150 personas quisieron colaborar con El tiempo futuro, 150 personas son muchas personas. Y es que ese punto que me molesta del crowdfunding como productora, eso de que sean los amigos, conocidos y familiares que te estiman los que paguen el proyecto, es algo que en el ámbito personal te motiva profundamente, te hace no sentirte sola (la famosa soledad del productor) y te impulsa a seguir adelante. Ahora tienes un compromiso real con el espectador que tienes que cumplir, es una responsabilidad que las aportaciones de todos esos mecenas lleguen a cumplir su fin y hay que tomárselo en serio. 

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