CURTOCIRCUÍTO 2014: SER E VOLTAR

Botas de lluvia, abrigos y paraguas. El Teatro Principal lleno de vida. Saludos e intercambios rápidos de opiniones en las calles. Ruido y conversaciones cruzadas en la Tita o en el Rhin. Esto es Curtocircuíto. Un festival internacional de cortometrajes con contenidos alternativos que hace que se respire cine en la ciudad.

Entre el seis y el once de octubre tuvo lugar en Santiago de Compostela la undécima edición de este festival que se ha convertido en una cita ineludible para los cinéfilos y cineastas gallegos y de otras nacionalidades. Los que seguimos su evolución pudimos ser testigos el año pasado de un cambio en la dirección cuando Pela del Álamo cogía el relevo a Tim Redford, quien además este año ha regresado como jurado a la que fue su casa. Sin embargo, ha sido en esta edición cuando el nuevo director y su equipo han trabajado en una línea editorial diferente, apostando por unos contenidos de corte vanguardista donde prima la creatividad y las piezas más arriesgadas, tanto desde un punto de vista formal como narrativo. Curtocircuíto se aleja en esta edición más que nunca del espectador conservador para ofrecer un cine de autor, con una mirada personal, independiente y experimental, en términos generales, aunque esto suponga no poder satisfacer a todos los públicos.

Durante los seis días intensivos que abarca la programación, esta línea renovada queda patente en las diferentes secciones y actividades. Charlas, talleres, proyecciones… Curtocircuíto mantiene una coherencia con la imagen y el mensaje que emite en todos sus ámbitos. El interés por dar visibilidad a nuevos cineastas con un discurso alternativo, la preocupación por entender los actuales modelos de producción independientes, o dar cabida a obras de carácter experimental, son algunas de las ideas constantes que se repiten en las propuestas que nos ofrecen y que podemos distinguir con facilidad en las tres secciones competitivas, que funcionan como pilares básicos de la programación: Radar, Explora y Planeta GZ.

'La lampe au beurre de yak', un dos filmes máis destacables da sección Radar.

‘La lampe au beurre de yak’, uno de los filmes más destacables de la sección Radar.

RADAR

En Radar, sección internacional, encontramos autores con características muy variadas que se desenvuelven en animación, ficción o documental, o en la fina línea que separa ambos géneros. Poco tienen en común estas obras, pero todas se enmarcan dentro de unos parámetro de calidad y factura similares que les han llevado a ser premiadas en diferentes festivales de renombre como sucede con La lampe au beurre de yak (Wei Hu, 2013), Tant qu´il nous reste des fusils à pompe (Caroline Poggi, Jonathan Vinel, 2014) o Hole (Martin Edralin, 2014). Estas obras marcan las tendencias cinematográficas de actualidad.

Treinta y dos películas conforman esta sección organizada en pases por géneros. Algunas de ellas no dejan indiferente a nadie, son de las que provocan el debate a la salida del cine como es el caso de Yect (Pavel G. Vesnakov, 2013), en la que un general retirado entra en conflicto de valores al descubrir que su nieto es homosexual. La fuerza, el sentimiento, la contención, el pulso y la garra en la actuación de Mihail Mutafov imprime carácter a este cortometraje que levanta diferencias de opinión tanto por su temática como, sobre todo, por un final abrupto que hace trabajar al espectador.

Otra de las obras controvertidas es La part de l´ombre (Olivier Smolders, 2014) que trata sobre la figura del fotógrafo Oskar Benedek, su desaparición y el misterio generado en torno a esto. Una película oscura y explícita, dispuesta a mostrar las sombras de un personaje y sus perturbaciones y que dejó muchos detractores y defensores tras su proyección. De un modo más sutil esto sucede también con La lampe au beurre de yak, ya que su juego entre la realidad y la ficción no convence a algunos y fascina a otros. Desde mi punto de vista el retrato de los nómadas tibetanos que realiza este autor es una obra destacable por su potente contenido y su sencillez estilística, combinación con la que consigue transmitir importantes matices a través de un discurso fluido y naturalista, con un criterio estético personal y muy definido. Pero si hay que destacar una película de esta sección por su estética cuidada y su belleza formal, no cabe duda de que esta es Zima (Cristina Picchi, Rusia 2013) y su retrato del norte de Rusia y Siberia.

A pesar de la línea más autoral y alternativa del festival, con contenidos potentes e incluso densos en ciertos casos, las películas con tono de comedia, más amenas y amables, siguen siendo las que en sala reciben un mayor feedback por parte del espectador. The Misfortune of Others (Mat Govoni, 2013), comedia negra de personajes esperpénticos interconectados, o Gambozinos (Joao Nicolau, 2013), sobre las vivencias de un niño en un campamento durante sus vacaciones, despertaron de manera instintiva las risas y aplausos de los asistentes. Y esa capacidad de hacer sonreír y sentir, al fin y al cabo, es la que llevó a Forever Over (Erik Schmitt, 2014) a llevarse el premio del público. Esto se podía intuir teniendo en cuenta el tono que maneja el director al hablar de una pareja que busca reinventarse y recuperar la magia. Se trata de una historia que tiene ese sabor agridulce que todos sentimos al final de una relación agotada. Erik Schmitt consigue la complicidad con el público y así lo demuestra llevándose por segundo año consecutivo este premio en el festival.

En el caso del jurado oficial, el ganador resultó ser Traversées (Antoine Danis, 2013), en el que una pista de patinaje sirve como metáfora para hablar de la propia vida. Por otro lado, el premio del jurado joven se lo llevó Washingtonia (Konstantina Kotzamani, 2014), una propuesta de look preciosista y ritmo pausado, narrada en francés por un hombre africano que lo sabe todo sobre palmeras. La elección del jurado joven sorprende teniendo en cuenta que se trata de una de esas películas que después del atracón de cortos de toda la semana tiende a quedar un poco olvidada, eclipsada por otras propuestas no necesariamente mejores, pero sí más impactantes.

Alberte Pagán, na presentación de Superficies - Sonho bolivariano (balor)'. FOTO: DAVID TOMBILLA-

Alberte Pagán, en la presentación de ‘Superficies – Sonho bolivariano (balor)’. FOTO: DAVID TOMBILLA-

EXPLORA

Sección experimental por excelencia, en Explora encontramos autores con intereses y estilos muy diferentes, pero con una clara intención de búsqueda de nuevas fórmulas narrativas.

Es la sección más dura de digerir, sobre todo teniendo en cuenta su ubicación horaria, a las 23:45 y después de un largo día de proyecciones. Los que no conectamos tanto con el cine experimental puro nos conformamos con la innovación que nos llega a través de las obras incluidas en Radar, donde los autores seleccionados ya trabajan intentando utilizar vías alternativas. El caso de Explora, en general, es un exceso conceptual: demasiado concepto y poco desarrollo.

Algunas piezas como Picture Particles (Thorsten Fleisch, 2014) y Uns geht es gut (Michaela Taschek, Britta Schoening, Sandra Wollner, 2013) basan su discurso en instantáneas, interviniendo sobre el negativo de imágenes antiguas recuperadas. Recursos utilizados ya en otras ocasiones que aportan poco a la búsqueda de nuevos estilos narrativos.

En obras como Superfícies: Sonho Bolivariano (Balor) (Alberte Pagán, 2014) es necesario un background para entender el concepto de la obra mas allá de un fin estético. La información aportada por el director, presente en la proyección, nos ayuda a manejar el mensaje de un modo diferente y más completo. Pagán nos presenta instantáneas de Venezuela y Colombia filmadas sobre el reverso de un cuadro lleno de moho. Esta no era la única obra que requería de un subtexto o explicación para disfrutarla, al igual que sucede con ciertas obras de arte contemporáneo o museísticas en las que parece que sólo el discurso creado a su alrededor da sentido a lo que estamos viendo.

El premio al mejor cortometraje de Explora fue para Substanz (Sebastian Mez, 2014). Se trata de un juego visual en el que las imágenes devastadoras que dejó tras de sí el tsunami de Japón del año 2011 se van sobreimpresionando unas sobre otras sin que podamos llegar a leer el plano por completo. El autor nos lleva de la mano a diferentes lugares: los escombros, las ciudades cercanas y sus biorritmos. Pero volvemos a estrellarnos contra una pieza de corte conceptual en la que no sabemos si el autor nos quiere hacer reflexionar sobre la tragedia del maremoto o sobre su propuesta visual.

Os premios galegos foron para Álvaro Gago e Xacio Baño. FOTO: TAMARA DE LA FUENTE.

Los premios gallegos fueron para Álvaro Gago y Xacio Baño. FOTO: TAMARA DE LA FUENTE.

PLANETA GZ

La sección más viva y activa en cuanto a público se refiere, seguramente por la presencia de los directores y la posibilidad de intercambio con ellos tras el visionado de las obras. Sea por esto o sea por el simple hecho de que se trata de autores gallegos, los espectadores se interesan por esta sección y llenan la sala.

Y es que mucho se ha hablado en el último año de la efervescencia y la presencia del cine gallego, de su personalidad y del momento en el que se encuentra, con la etiqueta del Novo Cinema Galego como bandera. Un cine de vanguardia, independiente y en contra de los patrones industriales. La curiosidad y el interés por el cine gallego queda patente en festivales como este, aunque las obras programadas no se enmarquen necesariamente dentro del movimiento del Novo Cinema Galego. Así, en Curtocircuíto, Planeta GZ contaba con una selección de nueve obras muy diferentes entre ellas, sobre todo en cuanto a aspectos formales se refiere, pero con ciertos parámetros comunes entre algunas, como el punto de vista explícito del autor en la propia narración.

Galicia ha sido durante mucho tiempo una potencia en animación, sin ir más lejos el ganador del año pasado fue Sangre de Unicornio de Alberto Vázquez, un cortometraje premiado en muchos festivales a nivel internacional. Sin embargo, en esta ocasión Jamón (Iria López, España 2013) es la única pieza de este género que encontramos en esta sección, un dato sintomático de la situación actual de la animación gallega. Jamón es un cortometraje con un buen diseño, una animación con ritmo y personajes bien definidos, que provoca reacciones en el público.

Una de las sorpresas fue sin duda Matanza (Marcos Nine, 2014). Este cortometraje documental que, como su propio nombre indica, nos habla de la matanza del cerdo, destaca por su sutileza y una narración paralela con doble lectura: nos acerca al acto en sí de la matanza y a la cotidianidad y normalidad con que las familias, desde los más mayores a los más pequeños, la asumen. Uno se agarra a la butaca pensando que lo que verá le va a resultar duro o desagradable y descubre un ambiente cargado de naturalidad en el que no se siente incómodo. El rito (2010) de Isaki Lacuesta aborda una temática similar sin escatimar en sangre y vísceras, lo contrario de lo que realiza Nine, aunque en Matanza, en un sentido puramente formal, se echa en falta una planificación más concreta y pensada. En el ámbito documental más puro se desarrolla también Camping Wesertal (Hugo Amoedo, 2012), con una estética y puesta en escena muy correcta y unos personajes curiosos y espontáneos que dan todo el valor a la narración. Hay algo de Rosseta (1999) de los Hermanos Dardenne en esta película, quizás tampoco es extraño teniendo en cuenta el alma belga que comparten.

De factura muy correcta pero con tono más comercial es Hogar, hogar (Carlos Alonso Ojea, 2013). Este cortometraje de ciencia ficción presenta a una pareja con dramas personales en medio de una situación postapocalíptica. Personajes un tanto estereotipados en una historia previsible pero que funciona. Hogar, hogar es una pieza con ingredientes bien seleccionados pero que no encaja junto al resto de títulos, que mantienen un tono y ritmo más vanguardista. Sin embargo, aún compartiendo cierto tono futurista y distópico, es muy distinto el caso de Everest (Rafa de los Arcos, 2014), que utiliza una narración intimista, jugando entre la realidad y la ficción. De los Arcos aprovecha un viaje a Chile para grabar una serie de mensajes e ideas que encajan como piezas de un puzzle en el montaje. Parece que el fin del mundo se acerca, como metáfora de la situación personal por la que pasa el personaje, a su vez el autor. Un mundo particular creado a través de imágenes cotidianas a las que el autor aplica un significado distinto.

Diario de ballenera (José Ignacio Canosa, 2014) habla en primera persona de los recuerdos de infancia. El propio autor explica que el montaje de la película se hizo con material preexistente y esto hace que la narración resulte por momentos algo tosca. El concepto es interesante y aunque técnicamente es una obra que no cumple las expectativas, deja entrever que se trata de un autor a seguir.

Ejemplo de esta narrativa directa y sin tapujos es Pettring (Eloy Domínguez, 2013). En este diario sobre sus primeros meses en Suecia, Eloy reflexiona sobre la reconstrucción que supone la emigración, tanto a efectos prácticos como internos, y lo hace desde lo cotidiano. Una obra valiente que no tendría sentido desde otro punto de vista. Algo muy similar sucede con Ser e voltar (Xacio Baño, 2014), donde su autor se muestra a sí mismo y su entorno familiar para reflexionar sobre el cine, nuestra propia identidad o la relación que mantenemos con nuestras raíces. Al final no es más que ese «quiénes somos y de dónde venimos» que nunca ha dejado de preocupar a los creadores pero contado desde un punto de vista personal, porque al igual que las anteriores obras de Xacio Baño, esta es una película con una mirada diferente y técnicamente impecable. No es extraño que la sensibilidad de Ser e voltar, capaz de poner de acuerdo a generaciones distintas y públicos de todo tipo, haya resultado ganadora de la sección Planeta GZ y del premio al mejor guion de AGAG (Asociación galega de guionistas).

La otra obra gallega premiada fue Curricán (Álvaro Gago, España 2014), que se llevó la mejor dirección por parte de CREA (Asociación de directores e realizadores de Galicia). Una obra menos arriesgada, con una narrativa más clásica y una atmósfera tradicional. Un retrato de un pueblo pesquero gallego, Vilanova de Arousa, a través de los ojos de un niño. Una película tierna y correcta en todos los aspectos.

Tras las proyecciones, el público pudo charlar con algunos de los directores: Marcos Nine, Álvaro Gago, José Ignacio Canosa, Eloy Domínguez, Rafa de los Arcos y Xacio Baño. Las coincidencias en sus discursos pasaban por unos modelos de producción independientes y con pocos recursos, uso de cámaras DSLR o incluso móviles, equipos muy reducidos y la necesidad de hablar de lo propio, en la mayor parte de los casos, desde la emigración. Se trata de películas sinceras e introspectivas.

Debate sobre produción. De esquerda a dereita: Felipe Lage, Neus Ballús, Luis Miñarro, Beli Martínez. FOTO: TAMARA DE LA FUENTE.

Debate sobre producción. De izquierda a derecha: Felipe Lage, Neus Ballús, Luis Miñarro, Beli Martínez. FOTO: TAMARA DE LA FUENTE.

ACTIVIDADES PARALELAS

Como sucede con cualquier festival de cine de esta magnitud su oferta es inabarcable, pero la recomendación, en el caso de Curtocircuíto, es prestar especial atención a sus actividades paralelas, entre ellas, la mesa redonda «Cine de autor: modelos de producción», el coloquio «Nuevos caminos para la crítica de cine: el ensayo audiovisual» y los encuentros con CREA (Asociación de directores e realizadores de Galicia).

En la mesa redonda sobre cine de autor se produjo un intercambio de opiniones y modelos de trabajo entre Luís Miñarro (Eddie Saeta), Felipe Lage (Zeitun Films) y Neus Ballús (directora de La plaga), los dos últimos miembros además del jurado oficial de la sección Radar de esta edición. Sin duda la conversación fue fluida y el público mostró su interés preguntando y participando, pero es difícil sacar una conclusión sobre cuáles son los modelos de producción actuales, más allá de las vías básicas de financiación conocidas: ayudas públicas, televisiones privadas, circuitos de festivales, crowdfunding, etc.; fueron algunos de los sistemas que surgieron a lo largo de las intervenciones. Y es que tal y como Luis Miñarro explicaba, «hacer cine de autor es meterse en una carrera de obstáculos de principio a fin… Este cine es como empezar de cero cada vez, aunque hayas hecho mil películas». Porque la única conclusión es que no hay un modelo de producción estándar que funcione igual en dos películas distintas, y aunque los maestros en realizar cine de autor nos quieran acercar nuevas fórmulas, como tal, no existen.

En el caso del coloquio sobre los nuevos caminos para la crítica de cine, la charla que se produjo entre Adrian Martin (crítico australiano) y Cristina Álvarez (coeditora de la revista Transit) giró en torno al uso de material audiovisual, de creación o ripeado, como recurso para un nuevo modelo de crítica en la red: el ensayo audiovisual. Aunque barajaron conceptos interesantes y aplicables, esta actividad resultó más teórica y menos interactiva.

Los encuentros con CREA son un punto de intercambio de opiniones entre directores, realizadores y otros agentes del mundo del cine. En cada sesión se debate sobre un tema tratando de sacar las conclusiones oportunas, intentando crear un ambiente de reflexión. Aunque en la edición anterior del festival estos encuentros fueron todo un éxito de asistencia, en esta ocasión no fue así. Fuimos pocos los que nos juntamos en este entorno y quizás esto tenga relación con ciertas cuestiones organizativas como el horario o el lugar de reunión. En todo caso, siempre resulta interesante este tipo de iniciativas. El nacimiento del «Observatorio do Audiovisual de Galicia» fue el tema central de las conversaciones y debates, una iniciativa de los profesionales del sector en respuesta a cuestiones relacionadas con la Lei del Audiovisual de Galicia, la opacidad de la TVG o la falta de sinergias con la enseñanza, que llevan a una situación de precariedad al cine y el audiovisual en Galicia.

También en el contexto de Curtocircuíto se presentó la Unión de Cineastas, asociación en defensa del cine, respaldada por nombres como José Sacristán o Jonás Trueba, que pretende ejercer como interlocutor ante el ICAA, y Numax, una nueva sala multidisciplinar en Santiago de Compostela con cine en versión original, librería y laboratorio de diseño, comunicación y producción audiovisual, con la intención de dinamizar la vida cultural de la ciudad. La inclusión de este tipo de iniciativas en la programación del festival no es más que la prueba del compromiso que el mismo mantiene con el sector.

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