CURTOCIRCUÍTO 2018: EL MAPA Y EL TERRITORIO

Trees down here (Ben Rivers, 2018)

Trees down here (Ben Rivers, 2018)

Existen planos que definen el espíritu de la película a la que pertenecen. Otros que son capaces de hacerlo también con la sección del festival que los acoge. En esta ocasión, el momento clave pertenece a un fragmento de Trees Down Here (2018) de Ben Rivers, estudio de los cambios que ha supuesto para la vida del Churchill College pasar del aislamiento de sus edificios brutalistas a la integración entre lo construido y su entorno natural, fruto de la reciente reforma realizada por el estudio 6a Architects.

Para plasmarlo, Rivers centra su atención en espacios y estados intermedios (los zapatos dejados en la entrada de un edificio, el alféizar de una ventana o los bocetos del proyecto) y en aquellas imágenes que son capaces de transmitir emocionalmente el carácter fronterizo y poroso de estas nuevas construcciones. Como preguntándose si es posible comprender una determinada arquitectura filmando la naturaleza que lo rodea, Rivers registra imágenes como la de un abedul entre las hojas del cual se atisba el cuerpo arquitectónico de las residencias. El resultado son imágenes no concretas que reflexionan sobre las posibilidades innatas del cine para entender un espacio arquitectónico.

La mirada intencionada de Rivers sobre la arquitectura y el paisaje de Cambridge sirve también como una Piedra de Rosetta que traduce las preocupaciones de muchas de las obras seleccionadas en Explora. En ellas el estudio fílmico del paisaje, el espacio y la arquitectura, generalmente opuesto a sus diferentes modos de representación (mapas, planos y esquemas), tiene un protagonismo claro. Algunas lo hacen desde una perspectiva pesimista, muy sensibles a cierto malestar que ya aparecía en la Sección Radar, otras muestran oasis y paraísos artificiales, espacios a los que huir para enfrascarse en el puro regocijo de la experimentación.

Un posible itinerario desde esta perspectiva podría comenzar con Taking Away (Eginhartz Kanter, 2018). Kanter, con experiencia en el mundo de la intervención urbana y la instalación escultórica, expande ahora su campo de acción a la práctica fílmica. Si sus esculturas son una suerte de organismos que se extienden progresivamente por los espacios que habitan, sus cortometrajes tratan de convertir el dispositivo de rodaje en una objeto extraño que choque con los entornos urbanos en los que se inscribe.

En esta ocasión introduce en las calles de Tokio una instalación móvil que recuerda de manera poderosa al trabajo escultórico de Anish Kapoor. El análisis del espacio y la presencia del mal, muy presente también en la obra del autor indio-británico, obtiene una interesante revisión en Taking Away al observar la reacción de las fuerzas de seguridad japonesa al dispositivo de la película

Si Kanter trataba de introducir la presencia abstracta del mal en el trazado urbano de una gran ciudad contemporánea, las obras de Davor Sanvincenti, Manuel Knapp o Takashi Makino parecen mostrar las posibilidades expresivas de la flaqueza de estos trazados. Todos ellos, que competían este año en Curtocircuíto con At The Horizon (Takashi Makino, Manuel Knapp; 2018), Momentum 142308 (Manuel Knapp, 2018) y Skoro nista: i dajle (Davor Sanvincenti, 2017) han mostrado en el festival estructuras cercanas al colapso, formas esquemáticas que vibran, se retuercen y varían para obtener las diversas posibilidades plásticas de un espacio con fecha de caducidad.

Destaca entre todas ellas At The Horizon por su interesante oposición entre un  territorio y sus infinitas formas de esquematización. Makino y Knapp construyen su obra en dos niveles, un primer espacio nocturno y turbulento, de duración y espacio indeterminados, y un segundo nivel que lo geometriza, ofreciendo figuras y patrones que varían y se relacionan con él. De la relación entre ambos niveles, siempre ambigua y sugestiva, surge el poder hipnótico de la pieza, una obra que abraza las cualidades musicales del cine experimental, como ya recordaba Victor Paz durante su proyección en el pasado Curtas Vila do Conde.

Via (Maria Ferreira, 2018)

Via (Maria Ferreira, 2018)

Frente a la oscuridad y al impacto sonoro de At The Horizon, surgen otras exploraciones más amables de la representación del territorio. Como en la reciente exposición dedicada a Luigi Ghirri por el Reina Sofía, donde se mostraban obras del fotógrafo italiano que reproducen mapas y guías en su busca de comprender la realidad cambiante de su Módena natal (“no ha sido mi intención hacer fotografías, sino planos, mapas, que sean, al mismo tiempo, fotografías” llega a decir), Vía (María Ferreira, 2017) se presenta como una aproximación bondadosa y plástica a las posibilidades de la cartografía en la época digital, una almazuela formada por miles de imágenes procedentes de satélites y recogidas durante más de un año de investigación que, combinadas, resultan en un filme de gran poder plástico.

Como elemento final, y a medio camino entre el tenebrismo de Takashi Makino y Manuel Knapp y la mirada bondadosa de María Ferreira, podemos encontrar otras miradas que, como ya señalamos, buscan una suerte de satisfacción en el estudio escapista del paisaje, sus ritmos y texturas. Son trabajos como Konfiguration schwarz und weiss (Helga Fanderl, 2017), Blink (Youjin Moon, 2017) o la representante gallega de la sección y a la postre ganadora del Premio Galiza, Uluru (2018), del siempre interesante Alberte Pagán.

Existe una justificada veneración hacia el cine de Helga Fanderl, extendida después de su paso por la península este año por varias retrospectivas y clases magistrales, entre ellas las que realizó en la última Mostra de Cine Periférico de A Coruña. Vital y cercana, sus películas crean un vínculo único con las realidades que retrata, fruto de la mirada atenta y el afecto con el que construye ritmos y repite motivos visuales. Más que una comprensión racional del paisaje retratado, sus obras suponen un acercamiento sensitivo, que tiene más que ver con la poesía (no en vano ser poetisa era su deseo inicial) que con la teoría contemporánea del paisaje. Konfiguration schwarz und weiss es una nueva invitación al viaje, que si bien carece del potencial de sus filmes en color, sí supone un nuevo añadido respecto a lo visto este año en sus retrospectivas.

Uluru (Alberte Pagán, 2018)

Uluru (Alberte Pagán, 2018)

Un viaje que también emprende Alberte Pagán, viejo conocido del cine gallego y figura comprometida con los vehículos expresivos más experimentales, en esta ocasión a la formación rocosa de Ayers Rock, también llamada Uluu, uno de los espacios sagrados de los aborígenes australianos. Lo que en un primer momento parece un intento de acercamiento convencional a la realidad física del conjunto no tarda en convertirse en algo completamente distinto. A medio camino entre el respeto por un espacio culturalmente inabarcable en su significado y la fascinación por el color (“no hay forma de escapar del magnetismo de la roca” afirma Pagán), el dispositivo fílmico se curtocircuíta, dando paso a una hermosa fragmentación, que crea un efecto rítmico lisérgico por su combinación con la pieza musical de Vietcong.

Cierra este recorrido la última obra de Youji Moon, todo un descubrimiento personal. A medio camino entre los experimentos vegetales de Stan Brakhage como Moonlight (1963)  y las danzas abstractas de su compatriota Shinkan Tamaki, Moon crea una pieza corta y delicada, un refugio formado por fragmentos de desecho. Juntos y mediante estallidos de luz y patrones entrecruzados, crea estructuras frágiles pero que, como las esculturas de Mario Merz, ofrecen un espacio reconfortante. Una creadora a seguir.

Comments
One Response to “CURTOCIRCUÍTO 2018: EL MAPA Y EL TERRITORIO”