MÁS ALLÁ DE LA BLACK LODGE. UN DEBATE SOBRE TWIN PEAKS

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Pasamos la primavera y el verano pendientes de la televisión, de las descargas, de las tablets, siempre con los auriculares puestos, subiendo el volumen al máximo, como Gordon Cole nos enseñó. Vimos todo, pero apenas percibimos una parte. Intentamos entrar en la Black Lodge, sin que ningún psicopompo nos quisiese llevar dentro. MIKE, en sueños, nos chillaba “iiiiiiii-lek-trííí-si-ti”, y nos despertábamos creyendo que sabíamos, para un segundo después olvidar todo. Teníamos que hablar. Teníamos que hablar de Twin Peaks (Mark Frost & David Lynch, 1990-91, 2017). Por eso encendimos los ordenadores y los mensajes y los spoilers comenzaron a fluir. Sí, habéis leído bien: SPOILERS. Porque el mayor placer de ver una serie es poder comentarla después.

Brais Romero Suárez: Twin Peaks se estrenó meses antes de que yo naciese. Por eso, hasta llegar a la universidad no había oído hablar de la serie excepto por referencias que no comprendía. No entré de lleno en su universo hasta los 24 años, de la única forma posible para un millenial: con un atracón de episodios. Devoré la serie en apenas diez días, y después sentí un vacío similar al que sentí cuando comencé a adorar a LCD Soundsystem cuando ya se habían separado. Sin embargo, tanto LCD Soundsystem como Twin Peaks han tenido el detalle de volver, y lo han hecho descartando todo lo anterior, excepto el nombre, y construyendo algo nuevo, original y con el mismo punch. A modo de anécdota, no deja de ser casual que el nuevo disco de la banda de James Murphy haya salido unos días antes del final de la serie de Lynch. Casualidades.

Iván Villarmea Álvarez: Yo también llegué tarde a las dos primeras temporadas de Twin Peaks. Se emitieron cuando yo era un preadolescente en una cadena –Telecinco– que por aquel entonces todavía no llegaba a mi casa. Nuestros acercamientos son, por lo tanto, similares: yo vi esos primeros treinta episodios en la universidad, cuando tenía unos 19 años, a lo largo de unas diez semanas en lugar de diez días. Las copias a las que tuve acceso no eran las mejores: pertenecían a una colección de VHS doblados que una compañera de clase traía cada semana, de tres en tres, desde su casa familiar. ¡Esas eran las copias que había de la serie hace quince años!

Brais: Creo que es importante señalar la reinvención que ha supuesto The Return. La secuencia de créditos ya nos está diciendo ‘esto no es lo que conocíais’. Esos planos aéreos, el rostro de Laura Palmer sobreimpresionado en el paisaje… Todo cambia, pero todo permanece en un nuevo Twin Peaks al que llegamos con una serie de teorías e ideas preconcebidas que el Episodio 1 echa por tierra. A partir de ahí, la nada. Solo queda la confianza total en la pareja creativa formada por Mark Frost y David Lynch.

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Iván: El regreso de Twin Peaks no implica exactamente descartar todo el anterior. Yo veo más bien esta nueva temporada como un compendio de la obra de Lynch, en el que las principales novedades proceden muchas veces de sus trabajos posteriores a las dos primeras temporadas de la serie: vuelven muchos intérpretes fetiche (Kyle MacLachlan, Laura Dern, Naomi Watts, Harry Dean Stanton, Robert Forster); vuelven imágenes icónicas, como la imagen nocturna de una carretera infinita que ya aparecía en Lost Highway (1996); vuelve su faceta más experimental, de Ereaserhead (1976) a Inland Empire (2006); y sobre todo vuelve el extrañamiento ante lo cotidiano, de Blue Velvet (1986) a Mulholland Dr. (2001). Para mí, la nueva temporada de Twin Peaks tiene mucho más de continuidad que de ruptura. Hay temas y personajes nuevos en relación con las temporadas anteriores, claro, pero mi impresión es que Lynch continúa a desarrollar, con más libertad y medios que otras veces, sus temas habituales, cosa que en este punto de su carrera –¡tras más de diez años sin dirigir piezas largas!– es una virtud.

Tú hablas, en concreto, de reinvención. El término y el ejemplo de la nueva secuencia de créditos me parecen muy adecuados. Esa secuencia está filmada con un drone sobre los bosques del noroeste norteamericano. Hace veinticinco años, ese plano tendría que haber sido filmado con un helicóptero, de forma que no habría sido viable para una producción televisiva. La tecnología digital hace posible ese plano, como antes hizo posible Inland Empire. Vemos ahora la cascada en un plano cenital en vez de en un plano contrapicado. De arriba a abajo y no de abajo a arriba. Una buena metáfora para los principales cambios de esta temporada.

Brais: Entrados ya en el debate, quiero hablar de la sensación más importante que me deja The Return: en un mundo sobrecargado de imágenes, en el que las series se devoran en maratones, el equipa Frost-Lynch-Showtime ha conseguido reducir la velocidad hasta un punto que nunca pensé ver en televisión. Hablo, obviamente, del Episodio 8 de esta tercera temporada. Quizás no cambie la historia de la televisión para el gran público, pero sin duda le da la vuelta a los esquemas tradicionales: ¡se puede hacer tanto Slow TV como cine experimental en la televisión!

Twin Peaks 3.7 (Mark Frost & David Lynch, 2017)

Twin Peaks 3.7 (Mark Frost & David Lynch, 2017)

Iván: La apuesta por la lentitud, en mi opinión, es uno de los grandes hallazgos de los nuevos episodios. Muchas otras series suelen ser lentas en el desarrollo de sus relatos, por la cantidad de personajes y tramas que manejan, pero en este caso la lentitud se encuentra en el tiempo interno de los planos: el llanto escalofriante por el niño muerto (Episodio 6), el hombre barriendo el bar durante tres minutos hasta que llega la revelación inesperada de Jean Renault al teléfono (Episodio 7), y sobre todo esos interminables viajes por carretera, como los del último episodio. En esos planos, Lynch trabaja conscientemente dentro del paradigma de la imagen-tiempo para potenciar el drama, el suspense y el extrañamiento de las imágenes.

Brais: Estoy de acuerdo en que este nuevo ritmo que han impuesto Frost y Lynch –¡siempre nos olvidamos de Frost al hablar de la genialidad detrás de esta serie!– es para mí una advertencia al espectador que va en la misma línea que las imágenes de la cabecera: esto es algo nuevo (“this is the future, not the past”, para responder a la eterna pregunta). Los dos huyen de cualquier esquema hecho anteriormente para crear una superestructura alrededor de la serie que se parece más a la de una película de 18 horas que a la de una serie de 18 episodios. Esto, sumado a la carte blanche que les ha dado Showtime, permite que esta pareja de creadores dilate el tiempo hasta la extenuación, consiguiendo que la tensión del drama derive en una atmósfera extraña y misteriosa.

El Episodio 8 de esta temporada es quizás la ruptura más grande en términos de ritmo y tiempo: creo que es el primer flashback en el universo Twin Peaks, que viaja hasta el 16 de julio de 1945. La dilatación y la ruptura con el ritmo de la televisión tradicional es aquí total. Lo que tenemos por delante no es un episodio en el que la trama avance a partir de las acciones de los personajes, sino en función de sus sentimientos. Este episodio se dedica, en mi opinión, a construir un sentimiento que anticipa y determina lo que ocurrirá décadas después en Twin Peaks y en Estados Unidos. Estamos hablando de que Lynch filma a un nivel atómico, particular, para mostrar como la explosión de una bomba atómica en White Sands, New Mexico, genera todo ese sentimiento de inevitabilidad, de maldad, de misterio que comienza ahí y que se mantendrá a lo largo de la serie.

Twin Peaks 3.8 (Mark Frost & David Lynch, 2017)

Twin Peaks 3.8 (Mark Frost & David Lynch, 2017)

La lentitud, no obstante, también tiene otra variante en esta nueva temporada: la renuncia a darle al espectador lo que está esperando. ¿O acaso, cada vez que Dougie tomaba un café, tú no esperabas escuchar “damn good coffee”? De todos modos, creo que la serie termina con esa expectativa incumplida, dilatada durante todo el metraje pero siempre negada al espectador.

Iván: ¡Te tengo que entrar al trapo con esa disyuntiva entre película de 18 horas y serie de 18 capítulos! Lynch y Frost tienen mucho más control sobre el arco narrativo de esta nueva temporada, por supuesto, y pueden dilatar muchas situaciones hasta que encajan en el punto que ellos quieren: la brasa que da el Dr. Jacoby con las palas doradas permite la unión refinitiva de Norma y Ed, la deriva de Jerry por el bosque le lleva a presenciar la muerte de Richard, la gente que va entrando en los calabozos entre los Episodios 14 y 15 son piezas fundamentales para el aparente desenlace del Episodio 17. El ejemplo más claro de esta lógica es la referencia que hace el Gigante a Richard y Linda en el Episodio 1, que después tendrá sentido en el Episodio 18, en el epílogo de la temporada. Sin embargo, la estructura de este arco narrativo está pensada para funcionar en fragmentos de una hora. Las secuencias en el Bang Bang Bar cumplen, en ese sentido, la función de puntuar la serie, de establecer sus pausas internas. Si sólo nos guiamos por la lógica narrativa, son casi siempre prescindibles, pero su aparición introduce un sentido de clausura. Si estuviésemos ante una película de 18 horas, muchas de ellas no serían necesarias. Si estamos ante una serie de 18 capítulos, son imprescindibles. La idea original de Frost y Lynch, a fin de cuentas, siempre fue emplear el arco argumental de la serie para desarrollar micronarrativas en continuidad.

Brais: Tienes razón en que la estructura está pensada para funcionar en formatos de una hora, pero para mí, en cierta forma, está más próxima a una película-performance que a una serie. A veces tengo la sensación de estar viendo una película mientras que Lynch tiene el mando en su mano. Él presiona los botones de pausa, stop y play a placer; y yo me entrego a la narrativa que me impone y a sus ritmos. El Bang Bang Bar clausura cada pase con la música que le gusta a Lynch. Desde esta forma de entender la tercera temporada, sí que tienen sentido esas odiseas personales que vemos, puesto que no hacen otra cosa que dilatar la acción principal. No son prescindibles, porque Frost y Lynch las emplean para llevarnos lejos de la trama, aumentando esa tensión que, hasta el siguiente pase de esta película fragmentado, no se resolverá.

Twin Peaks 3.1 (Mark Frost & David Lynch, 2017)

Twin Peaks 3.1 (Mark Frost & David Lynch, 2017)

Iván: Los cabos sueltos de la temporada también encajan en esa lógica, como la historia de Tracy, Sam y caja de cristal. ¿Qué hay en esa caja? ¿Quién está detrás de ese fantabuloso sistema para intentar capturar y controlar las fuerzas del más allá? La nueva temporada podría haber ido en esa dirección, pero Frost y Lynch prefieren trabajar atmósferas y actitudes: la construcción de sentido pasa antes por la construcción de sensaciones. Tracy y Sam no son más que arquetipos, pero lo importante, para sus creadores, es recrearse en todos los detalles de su ritual de apareamiento –el sonido del ascensor, la excusa del café, la búsqueda ansiosa de la oportunidad– sin preocuparse después de aclarar su muerte.

Brais: Quedan muchos cabos sueltos, por supuesto. La secuencia de la caja era una de las que estaba revisando mientras cruzábamos correos. ¿Quién es esa persona que guarda la caja? ¿Por qué toda esa parafernalia? ¿Quién o qué sale de la caja y asesina a Tracy y Sam? No obstante, también cabe preguntarnos si realmente necesitamos conocer la respuesta a todas las preguntas. Yo creo que Lynch trabaja mucho en esta línea: abre caminos que no necesariamente va a cerrar. La vida, al fin y al cabo, es así. Hace tiempo leía en algún lugar, no recuerdo en dónde, que uno de los consejos a la hora de escribir guiones es asumir que a veces hay cosas que ocurren por razones que nunca llegamos a conocer. Creo que estos cabos sueltos van en esa línea. También la muerte de Hutch y Chantal está envuelta en un episodio que resume a la perfección una frase de uno de los Hermanos Mitchum: “¿Qué clase de barrio es este?”.

Iván: Yo, por momentos, tengo más interés en la vida conyugal de Dougie Jones y Janey-E que en la propia investigación policial-paranormal. Llegué a estar tan conectado con la serie que me sentí libre de expectativas. No necesitaba ninguna revelación – y, cuando llegó, en el Episodio 17, me resultó un poco excesiva y autoparódica. Prefiero el misterio. Por eso me gusta el flash-back al origen del mal en el Episodio 8 y el horror que supone descubrir una dimensión paralela en el Episodio 18. Me da rabia, eso sí, el abandono o el final abrupto de algunas historias. Yo querría saber algo más de Audrey Horne, por ejemplo, sobre todo después del cliffhanger con el que se cierra el Capítulo 16.

Twin Peaks 3.16 (Mark Frost & David Lynch, 2017)

Twin Peaks 3.16 (Mark Frost & David Lynch, 2017)

Brais: Estoy de acuerdo, yo también querría saber más de Audrey. Nunca pude comprender el interés que algunos veían en Donna cuando Audrey era un compendio de maravillas. Secuencias como la del baile en la cafetería me hicieron enamorar de ella.

¿Y qué opinas del envejecimiento de los personajes? Yo tengo que confesar que la evolución vital de Bobby es, posiblemente, una de mis preferidas.

Iván: El derecho al envejecimiento del reparto es aún más revolucionario en esta temporada que en las anteriores. Las dos primeras ya recuperaban muchos rostros envejecidos que resultaban reconocibles para el público estadounidense, a pesar de que su fama estuviese en declive – especialmente, Piper Laurie, pero también, en menor medida, Russ Tamblyn. La novedad, ahora, se produce cuando los rostros envejecidos está antes asociados con los personajes –Cooper, Laura, Bobby, James, Shelly, Norma, etc– que con sus intérpretes –Kyle MacLachlan, Sheryl Lee, Dana Ashbrook, James Marshall, Mädchen Amick, Peggy Lipton, etc– ya que los primeros son mucho más conocidos que los segundos.

Lynch, además, siempre ha sido un cineasta apasionado por los rostros envejecidos, alguien que sabe dar carácter a las arrugas – pienso ahora en los personajes interpretados por Diane Ladd y Harvey Dean Stanton en Wild at Heart (1990) o en los de Robert Loggia y Robert Blake en Lost Highway (1996). Por eso yo tengo mucho más interés en la faceta de Bobby como padre divorciado que en su rol como policía. Su gran momento en la serie está en el Episodio 11, cuando pasa de pronto de una conversación a tres bandas con su familia desestructurada a intentar controlar el caos provocado por el disparo de un niño.

Brais: Estoy de acuerdo en que Bobby es un personaje fascinante en esta temporada. Quizás lo menos importante es su faceta como policía. Me interesan todas las sus historias con su padre, el Mayor Briggs, su matrimonio fallido o ese instinto que le sale en esa secuencia que comentas. Reconozco también que el envejecimiento de personajes como Log Lady o Albert Rosenfield dejan en mí un profundo pesar, especialmente la primera, uno de los personajes más queridos de todo el universo Twin Peaks y que –gracias Lynch por esto– consigue despedirse de la serie de una forma muy hermosa. Tengo reservas, no obstante, en lo referente a otros personajes que parecen traídos de la nada para esta temporada, como Tammy, que sirve más como pretexto para que el espectador conozca cosas como la naturaleza del caso Blue Rose o las tulpas que para que la historia avance.

Twin Peaks 3.16 (Mark Frost & David Lynch, 2017)

Twin Peaks 3.16 (Mark Frost & David Lynch, 2017)

Iván: La aparición envejecida que a mí más me fascina es la de Diane, interpretada por Laura Dern. Creo que es una excelente elección de casting, por todos los significados metaficcionales que añade Dern al personaje, tras sus tres colaboraciones con Lynch (Blue Velvet, Wild at Heart e Inland Empire). El reencuentro de Diane y Cooper, en el último episodio, juega con el reencuentro entre los dos actores después de sus personajes en Blue Velvet

Brais: Las dos conexiones más claras con otros filmes de Lynch son, para mí, la secuencia en la que Cooper y Laura caminan por el bosque, al igual que Betty y Rita en Mulholand Dr., y muy especialmente esa secuencia de sexo entre Diane y Cooper en el Episodio 18, que conecta con la secuencia de sexo en el desierto de Lost Highway. En aquella película también había personajes doblados: tulpas o doppelgängers en un relato que no deja de ser un bucle de sí mismo.

Leí en Reddit una teoría que interpreta Twin Peaks como una representación teatral. Los hombres misteriosos que preguntan “gotta light?” son los que, en ese flashback que termina en una emisora de radio, preparan al público; y después, durante la representación, asisten a los actores – de ahí que lleven el rostro pintado de negro, para no ser vistos durante la escena. Todo sería una representación teatral de la que los personajes van desapareciendo, al igual que Audrey. En esta teoría, el autor leía el plano en el final del Episodio 16, en el que Audrey mira para sí en el espejo sin maquillaje, como el fin de su interpretación. La obra ha terminado para ella y solo queda, en el camerino, ese fondo místico y blanco, desmaquillarse e irse. Imagino que tu también habrás leído múltiples teorías, y lo hermoso es que todas puedan funcionar de una forma u otra.

Iván: Adoro esa teoría de esta temporada como representación teatral. ¡Las redes están llenas de interpretaciones! A lo largo del verano, muchos espectadores comentaban en ellas sus impresiones después de cada episodio. Un amigo mío, Sérgio Dias Blanco, escribió tras el Episodio 5 que esta nueva temporada le parecía la cima de la reflexión que Lynch lleva décadas articulando sobre la naturaleza performativa de la cultura americana. Según esta interpretación, los americanos serían, por desgracia, poco más que lo que intentan parecer. Por eso, todos los personajes con los que se encuentra Dougie toleran su actitud catatónica, y por eso Dougie consigue comunicarse mediante la repetición de frases y palabras sueltas. La sonrisa de satisfacción de Janey-E cuando comienza a apreciar la apariencia de Dougie (un triunfador, rico, con un cuerpo hermoso, que casi no habla, y que por lo tanto puede manipular a su antojo) es aterradora, porque ella, que es uno de los pocos personajes con conciencia de clase en la filmografía lynchiana, es también víctima de esa estructura social y comunicativa que prefiere el espejismo a lo real. América, para Lynch, funciona así. Poses, gestos, contraseñas. Audrey tiene su gran momento en el Bang Bang Bar, pero dura menos de lo que le gustaría, y su final abrupto produce un choque violento para ella y para el público.

Twin Peaks 3.13 (Mark Frost & David Lynch, 2017)

Twin Peaks 3.13 (Mark Frost & David Lynch, 2017)

Brais: La idea de Sérgio es muy acertada, y ayuda también a interpretar el final de la serie. Cooper es ‘Agente Especial’, es el deber por encima de todo. Por eso continúa su persecución tras destruir a BOB (en esa secuencia autoparódica a la que te referías antes) atravesando de nuevo la Black Lodge hacia el pasado. Cooper intenta salvar a Laura Palmer, pero Judy la rapta de nuevo. Son muchas las lecturas que ya se han hecho, pero para mí una de las que destaca es que Judy es el sufrimiento intrínseco de la vida. Cooper intenta salvar a Laura y acabar con Judy, pero la vida no existiría si no existiese el sufrimiento. Todas las fuerzas deben convivir: las negativas y las positivas. Algo que quizás no encaja con esa moral tan estadounidense y que, definitivamente, rompería con el eslogan “to protect and to serve” que la policía de Los Angeles luce en tantas películas.

Iván: Cooper vuelve a la Black Lodge para intentar salvar a Laura al igual que Ethan Edwards se pasaba cinco años en busca de su sobrina Debbie en The Searchers (John Ford, 1956). Son personajes atrapados entre su sentido del deber y el dolor de la pérdida. No es casual que Cooper encuentre una réplica de Laura (que ha olvidado que en otra dimensión fue Laura Palmer) en Texas. Esa referencia a The Searchers enlaza ahora con otras referencias que ya había en las temporadas anteriores al cine clásico, a Laura (Otto Preminger, 1944) o a Vertigo (Alfred Hitchcock, 1958). Cooper no puede evitar volver al lugar del crimen: es el trauma, que vuelve en espiral.

Nosotros, mientras tanto, también volvemos a Twin Peaks como espectadores. Twin Peaks, como lugar y como serie, es un vórtice que nos atrapa: es la atracción del maligno. No podemos vivir sin Judy! La única respuesta posible para soportar el sufrimiento es el humor, por absurdo que este sea. Pena que Cooper, como personaje, no tenga ningún sentido del humor (cosa que permite hacer no pocos gags a su costa). Por eso, al final, se convierte en otra víctima. Judy le ha robado el sentido de su existencia.

Brais: Quizás lo más terrible del final no sea que no tenga explicación, o los cabos sueltos que deja: puede que lo peor sea que Cooper ha entrado en un mundo en el que su existencia no tiene sentido; un mundo sin maldad, sin sentido del deber, en donde esos faros detrás de su coche no son más que los de otra persona intentando adelantarlo, o ese café que toma en la Cafetería Judy es, simplemente, otro café más – una cafetería en la que parecen estar una Lucy y un Andy muy envejecidos. Quizás el peor final posible es ese tedio de un mundo sin sufrimiento, sin humor y sin cabida para la acción fuera de la rutina.

Twin Peaks 3.18 (Mark Frost & David Lynch, 2017)

Twin Peaks 3.18 (Mark Frost & David Lynch, 2017)

Iván: Hombre, Brais, yo no diría exactamente que la dimensión paralela del Episodio 18 es un mundo sin sufrimiento. Es un mundo en el que los vaqueros acosan a las camareras y la gente sale huyendo de su casa dejando detrás cadáveres calientes. Es un mundo en el que el Agente Especial Cooper se comporta en un bar como un matón de la mafia. Sus acciones transmiten amenaza y violencia. Sus peticiones parecen más bien órdenes. Incluso su voz suena ahora tan seca y grave cómo cuando estaba poseído por BOB. Por eso Kristi, la camarera, y Carrie, la réplica de Laura Palmer, obedecen sus mandatos: por miedo. Y por eso su encuentro sexual con Diane no es feliz ni liberador, sino tenso y ominoso. Cooper, como Ethan en The Searchers, ha pasado a ser el malo de la historia, ¡y en este caso sin necesidad siquiera de estar poseído! Su desorientación final tiene mucho de toma de consciencia, y la apuesta por utilizar un ritmo especialmente lento en todo este último episodio ayuda al público a percibir el abismo ante el que se encuentra el personaje. A fin de cuentas, ¿hay algo más aterrador que reconocer nuestra némesis en uno mismo?

Brais: Este final no deja de ser un revival del final de la segunda temporada. En aquel, Cooper se golpeaba con el espejo al verse transformado en BOB y preguntaba “how’s Annie?”. Ahora el espejo no es algo físico, sino una situación, un deja vu, y la pregunta cambia “what year is it?”.

La virtud del final de la serie, y espero que así se mantenga –sin empezar una cuarta temporada, como mucha gente pide– es que las interpretaciones son miles. Desde la teoría de la representación teatral hasta la de que todo es un sueño de Laura Palmer, o que es un bucle infinito en el que Cooper es la bondad (siempre tratando de solucionar los problemas) y Judy la maldad (siempre aportando oscuridad en el mundo). En todas estas interpretaciones está la belleza del final: todo es posible. Frost y Lynch sabrán cuál es el verdadero final, pero como ya comentamos no se trata de significados sino de sensaciones. Twin Peaks ha conseguido enganchar al espectador con un escalofrío, con una risotada absurda y con la curiosidad. Se trata de haber vivido esta experiencia, este universo que no deja de mostrar sus infinitas posibilidades. Por todo esto, por reconocer que no tengo ni idea de qué puede significar el final, considero que esta temporada cierra Twin Peaks de la mejor forma posible: dándole vida eterna a través de las interpretaciones que cada uno quiera hacer.

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