DOC LISBOA 2014: LA HISTORIA VIVA DEL CINE (II/II)

Esta crónica es la segunda parte de la que publicamos aquí.

Soon-Mi Yoo logra en 'Songs From the North' trazar un interesante retrato de Corea do Norte mediante imaxes de arquivo.

Soon-Mi Yoo logra en ‘Songs From the North’ trazar un interesante retrato de Corea del Norte mediante imágenes de archivo.

Historias en minúscula

Esa voluntad de repasar la historia en mayúsculas está aún en otros filmes de la selección, pero desde lo personal, una suerte de metáfora del yo. Como ya mencionamos en la crónica de FID Marseille, Marie Voignier realiza en Tourisme international (2014) una visita a Corea del Norte y elimina la voz de los guías que allí cuentan las hazañas del régimen. Voignier intenta – ya lo dijimos, a través de un dispositivo muy rígido – encapsular en una visita turística toda la estrategia ideológica de un país obsesionado con la representación de mitos autoconstruidos, en una tradición melodramática muy marcada – y con curiosos paralelismos narrativos a sus vecinos del sur, al fin y al cabo, Arirang es el gran mito de esta nación una vez unida.

Es interesante poner ahora en relación, como lo ha hecho Doc Lisboa, el filme de Voignier con Songs From the North (Soon-Mi Yoo, 2014). Ella realiza la misma visita, y también pasa por los mismos lugares, como el ya citado y rocambolesco Museo de las Atrocidades Norteamericanas. Con un registro más naturalista y tradicional que Voignier, Soon-Mi mezcla estas imágenes con entrevistas al padre que huyó de su patria, y diverso material de archivo del régimen. Es en el montaje de este último, y en el modo en que se enfrenta como norteamericana en busca de sus raíces coreanas, a estas imágenes; donde este filme se revela infinitamente más satisfactorio que el de Voignier. Primero, porque el relato está ligado a un fuerte arraigo personal explicado con sencillez por la directora. Segundo, porque la selección de vídeos se erige como un retrato mucho más preciso del país; curiosamente objetivo, teniendo en cuenta que usa las herramientas del régimen. Ni Voignier ni Soon-Mi tenían la necesidad de viajar a Corea del Norte. En todo caso, se tratará de una necesidad personal, que en nada ayuda a sus respectivos filmes. El régimen se autoretrata. Solo hay que estar atentas y elegir bien. Soon-Mi lo ha conseguido. Por eso se llevó el premio a mejor ópera prima en Locarno en la sección Cineastas del Presente; por eso se marchó de Lisboa con el galardón análogo.

Otro premio merecido fue el especial del jurado a Lettres à Max (Eric Baudelaire, 2014), que abría precisamente nuestra cobertura de FID Marseille. No nos volveremos a extender sobre el filme, pero recordemos que Baudelaire cuenta a través de la historia personal de su amigo Max, lo que supuso obtener la independencia en el nuevo estado de Abkhazia, antes parte de Georgia. Una película muy familiar, pero también compleja en términos políticos por su exploración de la violencia como principal vía fundadora de una nación – como bien decía el realizador en Marsella, “una ficción colectiva” –; algo que está también presente en la mucho más críptica Snakeskin (Daniel Hui, 2014). Inventando una trama de ciencia-ficción para poder viajar al pasado desde el futuro – esto es, el presente como elemento arqueológico – Hui construye una historia de Singapur mediante registros heterogéneos en el país. Filme de aprendizaje, en el que el director va probando tonos y narrativas mediante una estructura episódica y fragmentada; con ella no rompe el relato nacional. Es necesario ser de Singapur para entender muchas de las crípticas referencias de un relato al que le puede su voluntad de trascender. Nosotros preferimos al Daniel Hui de la pasada edición, que presentó en el festival lisboeta Eclipses (2013), su primer largo sobre su entorno familiar, un relato entre la ficción y el documental mucho más evocador y poético que el presente. Sin embargo, debemos reconocerle a este joven director su coherente evolución. Además de intentar contar la historia de su país a través de lo familiar – ¿es posible que haya algo aquí de los documentales de Apichatpong Weerasethakul? – otra evolución de Eclipses en Snakeskin parece ir por una exploración estética que se acerca a los rostros de modo casi microscópico, en una hermosa y personal fotografía en 16mm a color. Puede que Snakeskin no cumpla las expectativas de la ópera prima de Hui, pero revela a un autor a seguir. Una apuesta de Doc Lisboa, que haría bien en mantener.

'África 815', de Pilar Monsell, único filme español a competición.

‘África 815’, de Pilar Monsell, único filme español a competición.

No gana quien no arriesga

Y si de apuestas va la cosa, la que hicieron los programadores con Hit 2 Pass (Kurt Walker, 2014), en algún lugar entre las primeras comedias locas de Jim Jarmusch o Richard Linklater; y la revisión indie analógica de la generación de Andrew Bujalski, Lev Kallman o Britney Horn. Y, por qué no, es también una versión depurada de los programas de chapuzas de la tele por cable; una oda en 8 bits y 16mm a la mecánica del ocio norteamericana, que nos transporta a un ambiente muy 90s – el diseño de la secuencia de créditos, que remite a un juego de NES y de las recreativas de la época, es espectacular. Una familia es experta en el deporte del título, que consiste en construir coches imposibles con piezas de vehículos viejos y hacerlos chocar en una pista, hasta derrumbar al rival, machacando su automóvil o haciendo que éste se salga de la pista. Un espectáculo tan absolutamente ridículo como divertido, con cierto encanto vintage y estética sucia. Y, por difícil que pueda parecer, también conectado con este carácter político del Doc Lisboa. Cuando la fórmula ya está agotada, el filme remonta en la conversación con uno de los participantes en esta locura. Un aborigen canadiense habla, con ritmo pausado y tono intimista, sobre sus sentimientos como perteneciente a un colectivo minoritario y minorizado. En las últimas escenas, el título Hit 2 Pass (“golpea para pasar”) adquiere un significado político sobre la colonización europea.

Si bien África 815 (Pilar Monsell, 2014), sobre la relación de la directora con su padre homosexual – el filme como terapia y herramienta para el autoconocimiento – es una propuesta claramente intimista; también en ella se cuela la presencia de los españoles en nuestras colonias africanas, y la dificultad de relacionarse como iguales con los habitantes locales. África 815 es directa y honesta; muy sencilla. Monsell solo necesita rescatar unas fotografías y palabras de un diario sacadas de su particular baúl de los recuerdos y enfrontarse a ellas llevando al padre de la mano, para componer una película conmovedora y con un claro interés para aquellos interesados en las dinámicas de género.

Hubo algún documental más contado desde lo persoal, ya sin esa marcada vertiente política, y aquí destacaremos tres. João Bénard da Costa – Outros Amarao As Coisas Que Eu Amei (Manuel Mozos, 2014) es un filme puramente de montaje, la conversación del director Manuel Mozos con un cinéfilo, João Bénard da Costa, que durante años dirigió la Cinemateca Portuguesa. Tomando extractos de filmes que marcaron el pensamiento y sentir del crítico y programador, la película toca temas tan importantes como la trascendencia, la muerte, el amor o la memoria. Grandes temas del cine, tratados con cariño. Quizás reiterativa en la selección de las escenas, sí; pero contagia entusiasmo por el cine, y eso ya es un gran logro.

Posputit’ (To Get In, Anna Sarukhanova, 2014) es otra apuesta de Doc Lisboa por una jovencísima directora. Si tuviésemos que venderlo con un tag line, este corto sería el lado oscuro de las Girls de Lena Dunham en Rusia. Lo que empieza como un aparente retrato de pos-adolescentes con una cámara que improvisa en una residencia universitaria; acaba por tomar un tono dostoievskiano que inserta a la obra en una suerte de tradición literaria nacional. Sin embargo, lo más interesante es el retrato que se hace de una generación desnortada, aparentemente muy segura de sí misma, competitiva y banal; que en el fondo sufre por dentro las imposiciones sociales que ellos mesmos reproducen. El filme es rico en matices estilísticos, oscilando entre el falso documental, la comedia indie norteamericana, el reality show convencional, el modo rápido de consumo de You Tube… Pero, ante todo, hay un angst latente, un retrato con mala baba y cruel de toda una generación (universal) que merece mucho la pena.

La tercera historia a destacar aquí sería la de Vous qui gardez un coeur qui bat (Antoine Chaudagne, Sylvain Verdet, 2014). Cinéma vérité puro sobre una mina de carbón en Ucrania, destaca por presentar la realidad de un modo directo y honesto, con sensibilidad y respeto hacia los personajes que acompañan la narración. Y, como viene ocurriendo en los últimos anos, quizás preocupados por su desaparición, los directores reivindican el celuloide y las posibilidades estéticas que ofrece su grano en las profundidades de la mina.

O Doc Lisboa convidou a grandes nomes do cinema contemporáneo. Entre eles, Boris Lehman, que presentou 'Mes sept lieux'.

Doc Lisboa invitó a grandes nombres del cine contemporáneo. Entre ellos, Boris Lehman, que presentó ‘Mes sept lieux’.

Recuperación de grandes nombres

La ficción auto-cine-biográfica de Boris Lehman, según él mismo la define, destacó en una serie de encuentros con grandes leyendas del cine contemporáneo. Mes sept lieux (1999-2003) hace un recorrido por los lugares que marcaron la vida y obra del cineasta. En cada uno de los capítulos, filmados a lo largo de 15 años, liga esos sitios a distintas ideas cinematográficas que parecen obsesionarle, principalmente ligadas a la memoria: la de la ropa que usamos, la de las personas que conocemos, la de los lugares que habitamos, la de los amores que disfrutamos y sufrimos… En esencia, el cine como memoria, que se construye día a día. En el debate, lo dejaba claro Lehman: “Solo filmo eso, el tiempo que me queda por vivir”. De este modo, el autor belga reivindicaba el cine como algo orgánico, un diario en celuloide que va filmando poco a poco, una cotidianidad que acabará por convertirse en trascendente. “El filme me escribe a mí mismo en el día a día”. Quédense con esta frase de un experto de los paisajes sentimentales de Bourdieu, un maestre de lo alegórico, de la metáfora desde lo personal. Coherencia absoluta, por lo tanto, por parte de los programadores de Doc Lisboa, que ponen a dialogar generaciones y modos distintos de hacer cine sobre un par de ideas o tendencias actuales bien identificadas: la historia y el diario. En el medio, la memoria. La nuestra, la de todos.

BONUS TRACK:

A veces hay temas disonantes, pero cuando son tan buenos, ¿qué importa? En esta edición hubo un interés creciente por la recuperación de grandes figuras del experimental. El propio Robert Beavers presentó su último filme, Listening to the Space in my Room (2013), acompañado de dos cintas complementarias, Sotiros (1976-78/1996) y Diminished Frame (1970/2001). Esas fechas entre paréntesis indican los diversos remontajes que el autor realiza de su obra para atrapar la “arquitectura natural”, según se ha definido su estudio de los espacios de carácter estructuralista. La selección es boa, aunque sabe a poco en un autor de su dilatada trayectoria. Si Doc Lisboa sigue por este camino… quién sabe, un año podemos tener una retrospectiva de un autor experimental como Beavers. Lo que espero es que, además de The Pittsburgh Documents, vayan recuperando más obra de un cineasta tan esencial como Stan Brakhage. Estas piezas solo se aprecian bien en la sala de cine, y en su formato original. El Doc Lisboa ha encontrado un reducto en su programación para atender también esas necesidades.

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Foto de portada cortesía de Doc Lisboa. Los directores Augusto Seabra y Cíntia Gil en la clausura. AUTOR: HUGO GUERRA.

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