E AGORA? LEMBRA-ME, de Joaquim Pinto

e agora lembra-me

Leer este texto en a su versión original en portugués

¿Cómo podemos analizar el tiempo? ¿Cómo incorporar ese concepto filosófico milenario al pensamiento humano? El cine, como arte del tiempo, puede contribuir a esta búsqueda interminable: puede ayudarnos a entendernos o, mejor aun, a pensarnos como seres durables y, sobre todo, finitos. De esa conciencia ontológica surge E Agora? Lembra-me (Joaquim Pinto, 2013): su título alude enseguida a esa problemática, jugando con la idea de presente y de memoria. No por casualidad, la película asume un modelo diarístico, confesional, en el que el realizador es el narrador. El pretexto es, en sí mismo, dramático, temporal: acompañar un año de tratamientos clínicos experimentales de Pinto, que sufre VIH y Hepatitis C. Para nosotros, la difícil cuestión del tiempo se aborda, en E Agora? Lembra-me, por la vía de la intimidad, a través de una aproximación posibilista del cine a los modos de vivir diarios.

Sobre la Intimidad

Joaquim Pinto es un nombre central en el cine portugués de las últimas décadas, sobre todo como operador de sonido (de más de medio centenar de películas) y también como productor (entre otras, de las dos primeras entregas de la Trilogía de João de Deus firmada por João César Monteiro: Recordações da Casa Amarela, 1989, y A Comédia de Deus, 1995). Además, dirigió algunas películas como Uma Pedra no Bolso (1988) y Onde Bate o Sol (1989), que señalan una coyuntura determinada en la historia del cine portugués: un momento de transición entre la generación del Novo Cinema Portugués y la generación siguiente, que buscaba nuevos caminos temáticos siendo aún heredera del legado de los años sesenta. Así, entre otros, Pinto comparte sus primeras experiencias en el cine con Pedro Costa, João Canijo, Vítor Gonçalves o Teresa Villaverde. Ahora, casi diez años después de su último trabajo (de cortometraje) y más de veinte años después de su debut con las películas anteriormente citadas, este autor regresa al largometraje con E Agora? Lembra-me; un título en el que su filiación con sus predecesores queda reforzada a través de determinados pasajes biográficas en los que la historia personal de Pinto se funde con la historia del cine portugués de los años ochenta, sobre todo en lo referente a su relación personal con João César Monteiro.

Como dijimos antes, este documental autobiográfico es una revelación intimista del día a día de Joaquim Pinto y Nuno Leonel, su compañero desde mediados de los años noventa. Su vida cotidiana se ve afectada por el tratamiento experimental y con efectos colaterales al que Pinto se somete. Como nos dice a las tantas, al intentar hacer un calendario anotando los días buenos y los días malos terminó por desistir tras la primera semana, porque todos los días habían sido malos. La intimidad que revela la película surge así de las sucesivas crisis de Pinto, originadas por la medicación violenta que muchas veces lo desorienta. Más allá de esta voluntad de destacar las crisis mediante su, digamos, presentificación a través de los monólogos del realizador, la película transforma esos momentos en una narrativa más amplia, creando rupturas con otras imágenes y otros momentos. En cierto sentido, Pinto comparte con Pedro Costa su gusto por las experiencias intimistas en la línea de No Quarto da Vanda (2000), en donde la cámara da testimonio de lo que ocurre frente a ella. Con todo, hay una diferencia evidente: Pinto -y también Leonel- se filman a sí mismos, en su propio tiempo, en su vida cotidiana. En eso resulta radicalmente importante la voz en off que narra e interviene en las imágenes (mucho habría que decir sobre esta voz en off, que sabe perfectamente cuando es necesario el silencio, y que nunca resulta redundante con respeto a la imagen), ordenándolas y dándoles una coherencia desconocida por momentos para el espectador. El único ejemplo comparable dentro del cine portugués reciente de este trabajo con la voz en off serían las exploraciones de Gonçalo Tocha en su ya ‘clásico’ documental É na Terra não é na Lua (2011).

22 E Agora, Lembra-Me 2

Dentro de estas estrategias narrativas, lo que más destaca es la necesidad constante de pensar las imágenes, de integrarlas en una narrativa filosófica amplia, que detalla distintas preocupaciones de Pinto (de hecho, su voz es la voz de la película, de la autoría). El documental da lugar a un discurso en el que se busca explícitamente el sentido de la vida, en un gesto amplio y filosófico que combina el saber canónico (por ejemplo, el de la Biblia) con otros saberes oscuros e iconoclastas, como el de ese libro ilustrado del siglo XVI de Francisco de la Holanda que Pinto filma entre las manos con guantes de una bibliotecaria de Madrid. Incluso la Biblia, como luego entenderemos, se emplea como un libro radical del pensamiento humano. A partir de saberes milenarios y conocimientos científicos actuales, la película teje una aproximación al sentido de la vida que siempre intenta vivir en su plenitud. Esta relación entre libros se transporta también a la relación entre Pinto y Leonel, ya que el segundo es cristiano y refuerza continuamente la radicalidad de la Biblia. De este modo, Pinto emplea la película como punto de conexión entre distintas vivencias del mundo y la experiencia-límite que él mismo está viviendo durante el rodaje.

No obstante, lo que enfatiza E Agora? Lembra-me es, ante todo, la cotidianidad de la vida: la casa en la aldea, el campo cultivado, el despertar, la relación con los perros, los gestos diarios que culminan en una escena de sexo. Todo forma parte de esa intimidad inaprensible, que sólo queda registrada por la insistencia del cineasta en filmar y construir después un discurso (el montaje) a partir de esas filmaciones. La mirada de Pinto y Leonel (los dos son ‘operadores de cámara’) es ágil y simpática, estableciendo muchos puentes con las home movies del cine de vanguardia en la línea de Jonas Mekas. Esa nostalgia, presente en las imágenes serenas del campo crepuscular y en los juegos con los perros, se contrapone con el discurso más sofisticado de la voz en off. A partir de esta ambivalencia, la película obtiene finalmente su densidad, su belleza y su profundidad.

Por otro lado, hay una sensación de que la película obedece a un ritmo particular, sentido, como en su banda sonora, que va marcando los distintos ‘capítulos’ de la narrativa. Por momentos, ese sonido resulta casi excesivo, a pesar de que el silencio impere en varios momentos, como en uno de los clímax violentos de la película, cuando acompañamos a Pinto y Leonel en una exhaustiva carrera contra el fuego. En esa situación, se acentúa la fragilidad ante la violencia del mundo: no podría haber ‘mejores’ imágenes para caracterizar la sensación de horror que las llamas infernales que destruyen todo por las manos del hombre (en un momento determinado, oímos la Leonel decir que el incendio fue provocado).

22 E Agora, Lembra-Me 3

Como película diarística, filosófica y compleja que es, E Agora? Lembra-me exige varios visionados para posibilitar un diálogo más denso con su exigente bibliografia (Freud y Marx son nombrados varias veces de manera subliminal). De hecho, su duración (que en algunos momentos concretos debe admitirse que resulta excesiva o redundante) exige también esa mirada profunda. No obstante, la película surge como un documento de los intersticios de lo cotidiano, y sus imágenes -sobre todo las de determinadas miradas selfie que documentan la lucha contra la enfermedad de Pinto y Leonel- demuestran que el presente continúa a ser un lugar desde el que se pueden filmar y entender las contradicciones de la imparable continuidad de la vida.

Leer este texto en a su versión original en portugués

Comments are closed.