EROS Y THANATOS

Un repaso a algunas películas contemporáneas sobre el amor y la muerte

con motivo del estreno de Restless

Así tu muerte despierta en mí el deseo de la muerte

como tu vida despertaba en mí el deseo de vida

Luis Cernuda1

Eros y Thanatos- éste es un arquetipo ancestral2” decía Cesare Pavesse al final de su diario. Y es que la muerte ha aparecido en la cultura occidental muchas veces como la meta de la pasión suprema, los amores de parejas como Tristan e Isolda; Romeo y Julieta; Eneas y Dido; Calisto y Melibea; Dante y Beatriz; Heathcliff y Catherine; Petrarca y Laura, han apuntando en esta dirección. El mismo Bataille decía que la muerte se encuentra en la búsqueda de la posesión del amado. Poetas como Novalis afirmaron que el amor más dulce está en la muerte. En la pintura existe una amplia tradición de artistas que han representado estos dos conceptos, Eros y Thanatos. Cuadros de Goya, Rembrandt, Tintorreto o Grien tienen como motivo central el eterno duelo entre el amor y la muerte.

El cine también ha reflejado historias donde el Eros se vincula al Thanatos: Duelo al sol, Abismo de pasión, Vértigo, El abrazo de la muerte, Juntos hasta la muerte… en donde el punto máximo de sublimación amorosa ocurre con la muerte de los amantes. La turbadora figura de la ‘femme fatale’ ha sido un arquetipo recurrente en donde el frío erotismo que desprendía con ella un halo de muerte podía arrastrar a la persona que tuviese cerca.

La máxima de Quevedo de “polvo serán mas polvo enamorado”, en Amor constante más allá de la muerte, es un imaginario que como vemos reside fuertemente en la cultura Occidental y en todo tipo de manifestaciones culturales. El cine contemporáneo no parece ajeno al eterno duelo entre el amor y la muerte.

En La frontera del alba (2008), Philippe Garrel, cineasta del réquiem y del duelo perpetuo, filma una desgarradora historia de ‘amour fou’, entre una estrella de cine casada y un fotógrafo, con una puesta en escena minimalista, de modernidad anacrónica y arcaica, donde el blanco y negro de la cámara de Lubitchanky transmite una lucha constante entre los dos polos: la vida y la muerte.

El suicidio de Carole produce un tormento incurable en François que lo llevará a:

Vivir ya detrás de todo,

al otro lado de todo

-por encontrarte-

como si fuese a morir3.

François se da cuenta que a quien realmente quiere es a Carole y no a Eve, por eso no puede rechazar la invitación que el fantasma de Carole le hace cuando aparece dentro de él en el espejo: “únete a mí”. Como decía Lúcia Castello Branco, “solo en la muerte reside la remota posibilidad de permanencia, de continuidad4”. Solo en ese suicidio hacia arriba del que hablaba Pedro Salinas hay posibilidad de que los dos amantes se unan. “Algún día desapareceremos como una burbuja explotando en el aire”, le dice Carole a François como presagiando sin saberlo su futuro. La muerte de Carole despierta el deseo de muerte de François, de la misma forma que su vida despertaba el deseo de vida. ¡Qué tremenda e irónica resuena esa frase de Carole cuando vemos el cuerpo de Francois aplastado contra el asfalto!: “Si estás cansada de mí, dímelo, nadie va a morir”.

Morrer Como Um Homem (2009) es definida por João Pedro Rodrigues como un film transgénero, en donde el cineasta luso nos “cuenta los sentimientos concretos e intransferibles de un personaje en un periodo muy preciso de su vida, las emociones que empujan a Tonia, ahora que se acerca a su vejez, a rechazar una operación de cambio de sexo y las fuerzas que la llaman a morir como un hombre5”. El final de Morrer Como Um Homem tiene una de las más fascinantes representaciones que el cine contemporáneo ha hecho de la máxima quevediana “polvo serán mas polvo enamorado”. La muerte de Tonia en el hospital conduce al suicidio a su novio, Rosario. Filmado de espaldas sentado en una toalla, con el mar de frente, Rosario se meterá su último chute que lo conducirá al otro lado, donde lo espera Tonia.

En la puesta en escena del plano secuencia final, la cámara nos mostrará a Tonia vestida de luces subida en un muro del cementerio, cantando un fado de Jose Cid sobre los féretros de su cuerpo y el de Rosario, mientras la gente comenta el entierro, y terminará con una panorámica sobre la ciudad de Lisboa. La fluidez del movimiento de la cámara pasando sobre los féretros de Tonia y Rosario parece querer evocarnos la idea de que: “En la muerte, como en el amor, se trata de introducir en la discontinuidad toda la continuidad posible6”. No está lejos Rodrigues de sugerirnos los versos de Cernuda “no es el amor quien muere sino nosotros mismos7. Por lo tanto, el amor de Tonia y Rosario tendrá posibilidad de continuidad en el más allá.

Pavesse decía: “el amor es verdaderamente la gran afirmación […] Y sin embargo está siempre unido a él el deseo de morir, de desaparecer8”, que se acentúa cuando la persona amada ha muerto y está ausente. En A través del bosque (2005), de Jean Paul Civeyrac, Armelle está tan locamente enamorada de Renaud que piensa que éste sigue vivo y le visita por la noche para acostarse con ella, a pesar de que Renaud falleció en un accidente de moto hace tres meses. Armelle se niega a aceptar su muerte por mucho que sus hermanas le insisten: “Armelle, Renaud está muerto, han pasado tres meses, nunca lo veremos de nuevo. Es horrible, pero real. Renaud está muerto”.

Branco explica que los amantes terminan a menudo por preferir su propia muerte a aceptar su pérdida9. Por eso Armelle, poco a poco, comenzará a alejarse del mundo de los vivos para solo pensar en la muerte. Al igual que François en La frontera del alba, Armelle, cuando escuche la llamada de su amado, no dudará, en fabuloso plano final, en sumergirse en la profunda oscuridad a través del bosque, porque el amor que tenía con Renaud era “tan prepotentemente vida” que, desapareciendo en él, la vida se afirmaría todavía más, como sabía Pavesse.

En Restless (2011), Gus Van Sant crea una emotiva y bella película en donde el amor y la muerte están entrelazados por medio de la pasión entre dos adolescentes, los cuales mantiene distintas relaciones con la muerte. Y es que la muerte en todo el cine de Gus Van Sant es una presencia constante en la vida de casi todos los personajes, desde Mala noche hasta Milk. Enoch, el chico cuyo mejor amigo es el fantasma de un kamikaze japonés, acude como pasatiempo a funerales, debido a la manifestación de un duelo no superado por la muerte de sus padres. En uno de ellos, conocerá a Annabel, que padece un cáncer linfático. Un material que en manos de otro director acabaría siendo una lacrimógena West East Story II, Gus Van Sant lo convierte en una delicada reflexión sobre la muerte y el amor. Su logro es, sin duda, conseguir una película sobre el amor y la enfermedad, tierna y dulce, con certeros toques indies, que no acaba resultando ni sentimental, ni empalagosa en ningún momento. La delicada escena de la cabaña, con un cierto toque mizoguchiano, o el simulacro de muerte que practican Enoch y Annabel para estar preparados el día que ésta llegue y los separe, son buena muestra de la destreza del director para evitar un sentimentalismo de baja estofa.

Estas cuatro películas de cuatro directores tan dispares comparten sin duda la idea de Octavio Paz de que el amor es un regreso a la muerte porque la fusión completa entre los dos amantes implica la total aceptación de morir. “El amor -decía Paz- no vence a la muerte, pero la integra en la vida. La muerte de la persona querida confirma nuestra convicción: somos tiempo, nada dura y vivir es un continuo separarse; al mismo tiempo en la muerte cesa el tiempo y la separación10” […]

Si el amor es un regreso a la muerte, la muerte se presenta como la única forma de recuperar el amor, los suicidios de Francois, Rosario y Arnelle son, siguiendo a Blanchot: “la esperanza de comenzar de nuevo, de encontrar el comienzo en el fin”11. Enoch, por su parte, conseguirá la integración de la experiencia de la muerte en su vida después de que Annabel fallezca. Por eso cuando sube a dar el discurso en el entierro de ella y recuerda los mejores momentos que pasaron juntos, acaba esbozando una sonrisa. Porque el amor tiene su lugar de prueba en la muerte, como decía Eugenio Trías, y Gus Van Sant nos evoca con Restless aquellos versos Unamuno:

Por el amor supimos de la muerte;

por amor supimos

que se muere: sabemos que se vive

cuando llega el morirnos.12

__________

1Cernuda, Luis. Antolgía. Cátedra, 2005, pág 158

2Paveese, Cesare, El oficio de vivir, Six Barral, 2009, pág 399

3Salinas, Pedro: Op Cit. Pág

4Branco, L: O eros travestido. Belo Horizonte.

5Álvarez, Cristina: Anunciar el destino. Desafiar al misterio. Acudir a la llamada Los «extraños caminos» de João Pedro Rodrigues.En http://cinentransit.com/text/cristina-lvarez-lpez/anunciar-el-destino-desafiar-al-misterio-acudir-a-la-llamada/117

6Braudillard, Jean: A troca simbólica e a morte II. Lisboa.Ediçoes 70.1976. Pág 56

7Cernuda, Luis: Op Cit. Pág 128

8Pavese, Cesar: Op Cit.Pag 396

9Branco, L: Op Cit. Pag 165

10Paz, Octavio, La doble llama: amor y erotismo. Six Barral, 2008.

11Maurice, Blanchot, El espacio literario. Paidos, 1992.Pág 94

12Unamuno, Miguel: Del sentimiento trágico de la vida, Planeta, 1985.

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