ESA SENSACIÓN, de Juan Cavestany, Julián Génisson y Pablo Hernando

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Un hijo espía a su padre mientras este atravesa una crisis de fe, una mujer siente una atracción incontrolable por objetos diversos (una escalera, un parquímetro…), un virus ataca a las personas y hace que digan cosas sin pensar. Estas tres frases son la única explicación que se puede dar a una pelícuala que no responde a ninguna lógica o arco dramático tradicional. Esa Sensación (2015) es una bofetada directa al espectador y un soplo de aire fresco que entra a renovar un cine anclado en formas del pasado. Lejos quedan etiquetas como “low-cost” que tan solo tratan de acotar una forma de hacer cine con bajos presupuestos. No importan aquí los presupuestos o el caché de los actores; lo importante es hacer cine. Un cine rápido, urgente, rodado por la misma necesidad que acomentemos una y otra grabación con cualquier dispositivo.

Escribir sobre películas como ésta es tarea complicada. Es simple espantar al público explicando ideas o conceptos que el crítico se empeña en encontrar en secuencias determinadas. Por otro lado, describir una filia sexual por los objetos puede ser tarea difícil sin caer en esa pomposidad. Por todo esto (y también por el bloqueo de la página en blanco que me persigue desde que vi la película), considero que es necesario hablar de Esa Sensación desde una visión personal, en este caso la mía, ya que la película no deja de ser eso: una sensación.

No voy a negar que mi conexión con la película fue absoluta desde el primer minuto. Quizás por mi gusto por autores como Venga Monjas, Carlo Padial o por mi devoción por Juan Cavestany, una película de este calibre me parece mucho más apetecible y atractivo que otra comedia/drama más de una industria que no parece querer renovarse. Pero, puedo comprender, perfectamente, que la estupefacción acompañe al espectador a lo largo de los 80 minutos de película; a fin de cuentas, cuantas veces vimos en la pantalla grande una secuencia de sexo entre una escalera y una mujer?

Anécdotas aparte, la importancia de Esa Sensación no es la capacidad para sorprender o para pegar bruscos giros de guión a cada cual más sorprendente o surrealista. Esa Sensación es la corroboración de que aquí también se sabe hacer formatos novedosos y obras arriesgadas. Es la constatación de que si que existe un público para este cine: y es un público devoto. Entregado con la pasión de la política de los autores a cada una de las piezas que salen de un colectivo que no se pude agrupar bajo ninguna etiqueta. Y es necesario gritarlo bien alto, es preciso matar a los ídolos: cualquier película de Cavestany, Génisson, Hernando, Vermut, Padial, Venga Monjas nos interesa más que la mejor obra de Linklater, Greenaway, quien sea!

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Muera el cine!

«Yo soy una persona que entiendo el audiovisual como está sucediendo y no como en la época de Max Ophuls, que es como lo vive la mayoría de la gente. Y está sucediendo aquí, en tu móvil. Tiene que ser más fluído, más rápido.» (Carlo Padial)

Las diferencias con el cine mainstream surgen ya desde, por ejemplo, la dirección. Esa Sensación es el trabajo de tres directores que filman tres historias o tramas de forma separada. Lo que puede semejar como la definición de una película por capítulos se transforma en el trabajo de un autor único. Las escenas, aún que puedan ser casi sketches, se unen con una continuidad que está más próxima a lo místico que a las enseñanzas de un manual de guión. Un trabajo a seis manos que se entiennde como algo compartido, una experiencia de grupo. Así, la grabación de la película era realizada entre ellos, siendo unos sonidistas de otros, o actores, o lo que hiciera falta. Incluso, cabe la consideración de Lorena Iglesias (protagonista del segmento del filme sobre la filia sexual con objetos) como autora de la película ya que su trabajo va más allá de la mera actuación pasando a ser también parte del equipo técnico en determinados momentos.

Pero no voy a ser yo quien gaste letras en un tema ya muy comentado: si el cine independiente tal, si los nuevos directores lo otro… Los hechos son que el arte no sirve para nada. Y, por eso, sirve para todo. Quizás por esto mismo, una película absurda y surrealista sirva para hacer una visiión de la sociedad que somos. Quizás este filmes no sea más que un remake de Le fantôme de la liberté (1974, Luís Buñuel) traído a los tiempos de ahora. E, igual que a través de las secuencias del juicio al francotirador o la icónica secuencia de la cena sobre los retretes podiamos ver una crítica a lo que eramos, hoy podemos encontrar este carácter más crítico en las secuencias de Esa Sensación.

O quizás todo esto no sea más que una justificación de un crítico sobre una película inexplicable que le encantó. Quizás explicar Esa Sensación sea como intentar explicar el arte abstracto o encontrar las razones tras lo surreal.

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