FICBUEU 2023: Sección Oficial 4 — Proximidades y distancias

Invincible, de Vincent René-Lortie

Invincible, de Vincent René-Lortie

Tal vez una de las cuestiones más interesantes que se nos plantean en esta sesión, marcada por la fuerza de las historias personales, es el grado de proximidad que cada una de las películas establece con sus personajes. Hay en todas ellas una gran presencia que llena la pantalla y que constituye el centro de gravedad de la obra: Marc, Cecilia, Booker, Eden; y, sin embargo, la cámara conjuga las distancias de forma muy diferente en cada uno de los casos. Los rostros de Marc y de Eden ocupan la mayor parte de los planos en sus respectivas películas; Cecilia y Booker, por el contrario, son dos presencias elusivas, cuya fuerza se articula más bien desde la lejanía o el fuera de campo, de manera que cuando llegan los créditos apenas recordamos sus rostros.

Marc es el protagonista adolescente de Invencible (Invincible, Vincent René-Lortie). Esta crónica de una muerte anunciada, cuya apertura in extrema res se funde orgánicamente con la historia y permite un emotivo cambio de perspectiva en la secuencia final, plasma el anhelo de libertad desbordante que atraviesa al chico, encerrado en un centro de menores, a la vez que pone en duda la eficacia de un sistema correccional basado en el castigo. El rostro de Marc es un lienzo donde se suceden ternura y rabia. Su gran sensibilidad cristaliza en una serie de imágenes de una belleza sencilla —el mechero, la abeja, el sensor antiincendios, las inmersiones—, cuya fuerza visual bastaría para convocar una emoción subrayada por la música.

Pasamos de los primeros planos de Marc a la figura evasiva de Cecilia, personaje central de Ruovesi (Andrea Zapata-Girau). Pasamos también del terreno claro de la ficción a otros códigos más escurridizos, puesto que la película, inspirada en la vida de la actriz protagonista, recubre sus raíces documentales de una membrana de ficción. Las proporciones de esta mezcla nos son desconocidas, pero el hecho de que actriz y personaje no compartan el mismo nombre nos pone en guardia frente al aire documental de la obra. A partir de ahí, Ruovesi construye a base de montaje un pequeño laberinto de tiempos y geografías para hablar de cuestiones como la memoria —personal e histórica—, los ideales o la pertenencia a un lugar. Las conversaciones nos llegan muchas veces lejanas, apenas audibles, como si en ellas la presencia de la cámara fuera casi accidental.

Ruovesi, de Andrea Zapata-Girau

Ruovesi, de Andrea Zapata-Girau

Booker es en Cívico (Civic, Dwayne Leblanc) una figura aún más difusa, hasta el punto de cobrar un cariz espectral. Los escasos primeros planos que encuadran su rostro nos lo muestran mayormente de perfil, las facciones medio ocultas en las sombras de la noche. Puesto que su repentino regreso a South Central, lugar donde creció, tiene que ver con una suerte de búsqueda de sí mismo en un momento de confusión existencial, parece como si la película optara por dar forma a su protagonista a través de la mirada de los demás personajes, que se van subiendo y bajando de su coche. La cámara, sin embargo, nunca abandona el interior del vehículo: las conversaciones en la calle nos llegan como un eco distante, disolviendo la jerarquía dramática de la acción, y cualquier corte es susceptible de albergar una elipsis. Va creciendo así una poética de murmullos y de frases en el aire, de un tiempo cualquiera pasado en compañía, puntuado por esa voz densa de Booker que, a veces, llega a parecer una voz en off, como la voz de Chantal Akerman leyendo las cartas de su madre en News from home.

La protagonista de Anansi (Aude N’Guessan Forget), Eden, vuelve a ocupar el encuadre que Cecilia y Booker evadían. La película se centra en sus recurrentes dolores de barriga para entrelazar la dimensión del mito —Anansi, bajo la forma de una araña, es un personaje recurrente del folclore de África Occidental— y la condición médica subyacente, que acaba concretándose en la endometriosis. En su tono tan ligero como reivindicativo, Anansi transpira una voluntad de visibilizar una serie de cuestiones poco mediatizadas —desde la dolencia en sí hasta el largo proceso de diagnóstico—, mediante una puesta en escena sencilla, empática, que confía su fuerza a las interpretaciones.

Podría decirse que, en esta sesión, los personajes se suceden formando un cuarteto de rima abrazada, A-B-B-A, en la que A sería presencia palpable y B una suerte de presencia en la sombra. Corre a cargo de cada asistente juzgar cuáles ha sentido más próximos, pero alguien convendrá en que esos rostros elusivos que se mantienen por lo general en el fuera de campo son capaces de convocar tanta o más fuerza que los que apenas abandonan el primer plano.

Anansi, de Aude N’Guessan Forget

Anansi, de Aude N’Guessan Forget

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