LAS PALMAS 2017: REFERENTES CINEMATOGRÁFICOS O IMITACIONES QUE HACER

La decimoséptima edición del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria viene a afianzar, un año más, la vitalidad de una cita que reúne al mejor cine en esta isla atlántica. Entre los directores escogidos aparecen nombres como Alex Ross Perry, dentro de la Sección Oficial, o David Sainz, dentro del Cine Canario. Pero, como comentaban en un instante antes de una proyección, poco importa quien este´seleccionado cuando tienen que compartir festival con un genio como Aki Kaurismäki. Destacaba también la sección Monopol Music Festival, que con películas como One more time with feeling (Andrew Dominik, 2016) o Gimme Danger (Jim Jarmusch, 2016) demuestra que el documental musical está siendo uno de los mejores géneros cinematográficos actuales, tal y como diagnosticamos en nuestro pasado número 32.Pero, si algo destaco en la selección de películas que pudimos ver, fueron las continuas referencias, ocultas o visibles, a otros cineastas, llegando a ser algunos copias literales de otros trabajos.

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Gorge Coeur Ventre (Maud Alpi, 2016)

Referentes cinematográficos o imitaciones?

Una habitación de una nave industria vacía con varios palés apilados contra un lateral. Dos hombres observan el cuerpo de una vaca que, colgada por las patas del techo, arde después de que ellos mismos le prendan fuego. Esta imagen casi bíblica es una de las muchas hermosas composiciones que tiene Gorge Coeur Ventre (Maud Alpi, 2016) un irregular filme que se pierda al buscarse extraños caminos. La sinopsis nos advierte de que la película narra la visión de Bobo, un perro cuyo dueño trabaja en un matadero. Todos los días son muchos los animales sin nombre, no como Bobo, los que marchan hacia la otra orilla del río en manos de unos barqueros que distan mucho de ser Caronte. La premisa, atractiva, podría haber resultado en un hermoso documental, pero bajo los corsés de una ficción lo pierde todo. Quince minutos bastan para que la mente se distraiga y comience a aburrise de ver, una y otra vez, las mismas imágenes, aunque no los mismos animales, caminando hacia la muerte.

También Fogueo (David Sainz, 2017) podría entrar dentro del saco de Gorge Coeur Ventre, pero hay una distancia abismal entre las dos: al contrario que la primera, Fogueo no tiene una pretenciosidad oculta. Es sincera y sencilla. Es una película que busca parodiar los clichés del cine de acción y a los primerizos en el cine. David Sainz, autor de webseries como Malviviendo (2008-2014), conoce a la perfección las claves y el lenguaje para acercarse a su público; por eso, aunque caiga en la trampa de convertirse en una parodia de una parodia, la película consigue conectar con el espectador. La irregularidad de la película y algún que otro error, propios de una primera película, se olvidan cuando la dedicatoria del final va dedicada a arengar a aquellos cobardes intentos de cineastas, entre los que me incluyo.

De lanzarse a la aventura en busca de nuevos proyectos, o buscando terminar los ya empezados, es el tema de Hermia y Helena (Matías Piñeiro, 2016). Centrado en el personaje de Camila, una chica que recoje el testigo de una amiga de una beca de estudios en Nueva York para terminar una traducción de Midsummer Night’s Dream de Shakespeare. A partir de ahí, Piñeiro va descubriendo a poco el círculo de gente que va rodeando a Camila. Cada vez salimos un paso más hacia fuera y descubrimos un nuevo círculo: su novio actual, un lío pasajero, un amor olvidado… Y aquí es donde la película se complica. No porque la historia sea confusa u opaca, sino porque el director opta por hacer coninutos flashbacks a uno, dos o tres meses atrás, consiguiendo que la historia parezca más inabarcable de lo que es. A pesar de ello, Piñeiro usa el propio texto que Camila traduce para introducir en la película, de forma estéticamente impecable, pequeños fragmentos literarios y literales de la obra de Shakespeare. Algo que no hace más que enriquecer un filme que recuerda, inevitablemente, a Frances Ha (Noam Baumbach, 2012) o a los trabajos de Woody Allen.

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Golden Exits (Alex Ross Perry, 2017)

También al autor de Annie Hall (1977), aunque con muchisimo menos acierto, intenta imitar Alex Ross Perry en Golden Exits (2017); una imitación que roza el ridículo cuando el personaje de Chloë Sevigny sale a la calle vestida de forma casi milimétricamente idéntica a la que viste Diane Keaton en la película de Allen. Pero, dejemos esto atrás. Golden Exits se centra en la crisis de pareja que viven dos matrimonios cuando una hermosa extranjera, interpretada por Emily Browning, entra en sus vidas. Sí, de nuevo vuelve la referencia a Woody Allen, ¿verdad? Pero, insisto, dejémoslo atrás. La película se va desarrollando en secuencias en las que los personajes ignoran los escarceos, las miradas, las medio mentiras de los otros, mientras que el espectador asiste al derribo o a la reconstrucción de la institución matrimonial, que no de la familia, puesto que ninguno de los matrimonios tiene hijos. Tan solo es salvable de esta mala adaptacón del grande Woody Allen la historia de amor entre Jess y Buddy, un retrato realista de la confianza en el otro pero también de la sospecha; historia que finaliza en un sofá con un breve intercambio de dos sencillas frases al más puro estilo The Apartment (Billy Wilder, 1962). Si tan solo esta hubiese sido la trama principal…

Premio ex aequo al mejor director en Cannes, Personal Shopper (Olivier Assayas, 2016) es un drama de misterio alrededor de una Kristen Stewart hastiada de su trabajo como asistente de una famosa modelo que, además, es medium. La sencillez de la película en cuanto a tramas y a la complejidad de la misma, permite que aceptemos esas visitas sobrenaturales que Maureen, personaje de Kristen Stewart, vive sin caer en el ridículo; al contrario, la tensión crece a lo largo de la película poco a poco hasta dispararse en un crescendo que acelera en los últimos minutos. Aún con el peso de la saga Twilight (2008-2012) encima, Stewart logra zafarse poco a poco de los estereotipos y alejarse de los papeles orientados a ese público de blockbuster de palomitas. En esta película, la actriz borda el papel de una mujer jove, entre la lucidez y la locura, incapz de dejar atrás el pasado y el recuerdo de su hermano gemelo muerto. Assayas juega de forma magistral con el personaje de Maureen, permitiéndose el lujo de mantener gran parte de la película sin diálogo, tan solo los mensajes que Maureen recibe en su teléfono. Aún así, la tensión no decae logrando llegar al clímax y explotando en una secuencia memorable en la que la puesta en escena es mínima: Maureen, su piso y un móvil.

Como manda la tradición, lo mejor queda para el final. Ese es el lugar de Harmonium (Kôji Fujuda, 2016), un drama japonés que consigue condensar un estilo impecable, con unos grandes actores y una gran historia. Todo sin que ninguna de las partes reste a otra ni destaque del conjunto. Harmonium es la historia de un misterioso hombre, Mr. Yasaka, que aparece en el hogar del matrimonio de Akié y toshio. Al más puro estilo Funny Games (Michael Haneke, 1997), Yasaka entra en el hogar pero no sale. Su educación en todo momento frena el interés de Akié por conocer su historia pasada, historia que Toshio conoce pero oculta. Con el tiempo Yasaka se convierte en el inquilino ideal: ese amigo que venía unos días y acaba trabajando en el negocio familiar, ayudando a la hija del matrimonio a tocar el harmonium y ayuda en las tareas del hogar. Pero, en el trasfondo, una sensación extraña va creciendo exponencialmente o hasta hacerse inevitable. Es ahí donde la historia cambia radicalmente y, en una elipsis de 8 años en la que Mr.Yasaka desaparece, las vidas de Toshio y Akié cambian. “A veces me alegro de que hubiese ocurrido porque desde aquella fuimos un matrimonio de verdad”, dice Toshio; Akié, desencajada, no sabe como reaccionar. Un drama cargado de intensidad que consigue no hartar gracias a la destreza de Kôji Fujuda, que suministra poco a poco las píldoras de información. Al fin y al cabo, hay dos formas de hacer películas: una en el que los espectadores sepan más que los personajes, y otra en la que los personajes sepan más que los espectadores. En Harmonium hay un poco de todo y, cuando creemos que sabemos algo, el director nos enseña lo muy equivocados que podemos llegar a estar.

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