LAS PALMAS 2018: PLURALIDAD EN CORTO

Como ya apuntamos en nuestra crónica sobre la Sección Oficial de largometrajes del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, la última entrega del certamen canario ofreció una multiplicidad de géneros, formatos e historias originales entre las películas en competición. Esta pluralidad fue aún más notable en lo que se refiere a la selección de cortos, donde además encontramos un mayor equilibrio entre directoras y directores. El comité del festival escogió 12 filmes para formar parte de la Sección Oficial de cortometrajes de esta decimoctava edición, donde pudimos ver títulos de ficción, documental, animación y performance. Una vez más el formato corto destacó por su potencial y libertad creativa, acogiendo algunas de las piezas más arriesgadas de todo el festival. En esta ocasión el jurado oficial estuvo compuesto por los directores Belén Funes (Sara a la fuga, 2015) y Adrián Orr (Niñato, 2017), junto con la nueva directora artística del Festival Punto de Vista, Garbiñe Ortega.

Mi amado, las montañas (Alberto Martín Menacho, 2017)

Mi amado, las montañas (Alberto Martín Menacho, 2017)

El premio al Mejor Cortometraje fue para Mi amado, la montañas, una coproducción entre España y Suiza presente también en festivales como el IFFR o el Belfort Entrevues. Rodada íntegramente en la localidad de Salvaleón (Badajoz), la última obra del realizador madrileño Alberto Martín Menacho es una evocadora representación del ciclo de la vida a través de sus distintas etapas. Como ya había hecho en su premiada Pata Negra (2015), un relato sobre la memoria y las conexiones generacionales, Martín Menacho vuelve a las atemporales dehesas extremeñas para hablar de tradición y relevo. El trabajo de Diego Cabezas, a cargo de la dirección de fotografía, logra construir un limbo casi místico en el que se mezclan paisaje, ritos y habitantes, ofreciendo una experiencia visual repleta de secuencias de gran carga poética. El jurado argumentó su decisión destacando la puesta en escena de la película, “coherente a la vez que orgánica”, además de la “madurez con la que se retratan los diferentes momentos vitales”La cineasta estadounidense Stacey Steers completa el breve palmarés de esta sección con una mención especial del jurado para Edge of alchemy. Esta maravillosa pieza de animación tradicional, presentada en competición en el último festival de Locarno, fue creada utilizando más de 5.000 collages hechos a mano y filmados en formato 35mm. La obra está protagonizada por las estrellas del cine mudo Mary Pickford y Janet Gaynor, a través de la reapropiación de sus imágenes, y forma parte de una trilogía elaborada por Steers alrededor de la mirada femenina. El resultado es un viaje puramente surrealista, una visión onírica dominada por flores, sangre e insectos, que recuerda en algunos momentos al estilo de otros maestros del género como el checo Jan Švankmajer o los hermanos Quay -con los que Steers comparte compositor musical-. Se trata de una pieza de estética oscura, con multitud de escenas turbadoras y enigmáticas, en la que asistimos a la relación entre una científica y su particular creación. Edge of alchemy es una poderosa metáfora sobre la disección personal, que logra hurgar en nuestros miedos e inseguridades a través de un inspirado trabajo de animación.

Algunas de las películas en competición también apostaron por la revisión de géneros cinematográficos, como el thriller de espías en The hollow coin (Frank Heath, 2016) o la ciencia ficción de Serie B en la enérgica Babylon (Keith Deligero, 2017). El film de Heath, presente también en Róterdam, es un relato hilarante en forma de llamada telefónica. Un misterioso personaje intenta recuperar una moneda introducida por error en una cabina de teléfono, alegando que esta escondía en su interior una pequeña tarjeta de memoria con un vídeo de valor incalculable. The hollow coin está inspirada en un hecho real ocurrido durante la Guerra Fría, mezclando incidentes personales y conflictos colectivos, y referencia películas de espionaje como la reciente El Puente de los espías (Steven Spielberg, 2015). El apartado visual del corto consiste básicamente en imágenes de la ciudad de Nueva York intercaladas con la disparatada secuencia registrada en la tarjeta: una cabina de teléfono ardiendo por combustión espontánea en medio de un campo. Por su parte, el filipino Keith Deligero ofrece en Babylon una delirante historia de ciencia ficción que homenajea el cine trash de los años 50 y 60. Antes de proyectarse en Las Palmas la película formó parte de la competición de cortos de la Berlinale, donde destacó por su apuesta personal y por una inventiva desbordante. Viajes en el tiempo, tiroteos sangrientos, telenovelas, gallos que hablan… Todo es posible en esta obra que representa una nueva y vibrante corriente dentro del cine filipino moderno. A pesar de su tono absurdo y desenfadado, y de no tomarse demasiado en serio a sí misma, Babylon no descuida el comentario político sobre la compleja situación que atraviesa el país.

The hollow coin (Frank Heath, 2016)

The hollow coin (Frank Heath, 2016)

No obstante, si hay una obra que realmente destaca por su compromiso crítico y carga social esa es 8th Continent. Esta pequeña joya, firmada por el griego Yorgos Zois, es un brutal testamento sobre la crisis de los refugiados. Mezclando documental y alegoría, el film de Zois nos traslada hasta la isla de Lesbos, donde miles de chalecos salvavidas procedentes de travesías frustradas continúan acumulándose en un inmenso vertedero. Recordatorios espantosos de las innumerables vidas que se han perdido en las costas del Mediterráneo, formando ahora un nuevo continente que se cimienta sobre el dolor y la vergüenza. Estamos ante una pieza de contrastes, dominada por objetos inertes que hablan de la condición humana. Una obra que grita desde el silencio y golpea al espectador sin necesidad de palabras. La artista finesa Jonna Kina también prescinde de diálogos en Arr. For a scene, una obra más próxima al arte performativo. Kina presenta una pequeña delicatessen cinéfila en la que dos artistas de foley -Elodie Fiat y Gilles Marsalet- recrean los sonidos de la icónica escena de la ducha en Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960). El corto está rodado en un único plano secuencia, en el que nunca llegamos a ver la proyección de la película original. Para algunos pasará como un simple entretenimiento, una curiosidad al estilo making off, pero otros verán en esta pieza una curiosa deconstrucción del proceso de creación cinematográfica.

La Sección Oficial de cortometrajes de Las Palmas 2018 también contó con un marcado acento luso, llegado desde ambos lados del Océano Atlántico. La portuguesa Leonor Noivo presentó el film Tudo o que imagino, producido por Terratreme Filmes -empresa fundada por grandes nombres del cine portugués actual como Pedro Pinho, Tiago Hespanha o la propia Noivo, entre otros-. Ambientada en el barrio de Alcoitão, y rodada con actores no profesionales, la película se enmarca en el relato iniciático sobre el fin de la adolescencia. La historia está contada desde la perspectiva de André, un carismático joven de los suburbios que afronta esta etapa con gran entusiasmo, preocupado sólo por buscar aquello que le haga “más libre”. Terratreme contó además con otro título en competición, esta vez firmado por la rumana Cristina Hanes -ganadora del Leopardo de Oro al mejor cortometraje en el último festival de Locarno-. Antònio e Catarina documenta la peculiar relación entre una chica de veinticinco años y un hombre de setenta en un pequeño apartamento de Lisboa. La protagonista es la propia Hanes, que asume una nueva identidad para reflexionar sobre la vejez y el deseo con Augusto, un hombre casi cincuenta años mayor que ella. A través de sucesivas conversaciones, que los protagonistas mantienen a lo largo de tres años, ambos establecen los límites de una relación marcada por la fugacidad. Finalmente, desde el otro lado del Atlántico llega el Terremoto Santo de Barbara Wagner y Benjamin de Burca. Este ingenioso corto musical gira alrededor de la nueva corriente de predicadores evangelistas que se está afianzando en algunas regiones rurales de Brasil. Canto gospel y liturgias musicales en una pieza aparentemente distendida, pero que esconde una preocupación real por el devenir de estos colectivos y su creciente influencia en la sociedad brasileña.

Nothing new under the sun (Damian Kocur, 2017), Damien December (Lucie Plumet, 2017) y Möbius (Sam Kuhn, 2017) cierran la programación de este año. Tres obras de gran calidad cinematográfica que además comparten algunos rasgos temáticos y conceptuales. Todas ellas siguen a protagonistas jóvenes que, por diferentes motivos, sufren crisis de identidad y problemas para comunicarse con su entorno. La cinta del polaco Damian Kocur se centra en la apatía de Michal, un joven sumido en la rutina y con dificultades para integrarse en su grupo de amigos. La única esperanza de Michal es que la visita de una chica a la que ha conocido por Internet cambie su vida por completo. En la obra de Plumet asistimos a las reflexiones nocturnas de Damien, que tras una pelea con su pareja sale a deambular por las calles de París mientras revisa sus actitudes e interacciones personales. La realizadora francesa dirige esta pieza con una gran sensibilidad, prestando especial atención a la construcción de las conversaciones y los momentos íntimos. Por su parte, el canadiense Sam Kuhn firma el que fue uno de los cortos del último año. Después de ser presentado durante la Semana de la Crítica en el Festival de Cannes, Möbius formó parte de numerosos festivales internacionales -entre ellos Curtocircuíto-. El film gira alrededor de Stella, una poeta adolescente que afronta la muerte de su alma gemela, el enigmático Sebastian. Una “historia de liberación poco convencional”, en palabras del director, que vuelve a explorar los sentimientos de alienación y exclusión experimentados durante la adolescencia. El pasado de Kuhn como realizador de videoclips queda absolutamente patente en una obra de estética impecable, rodada en celuloide y especialmente cuidada en todos los aspectos técnicos.

Möbius (Sam Kuhn, 2017)

Möbius (Sam Kuhn, 2017)

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