Las Palmas 2021: Sección Oficial

76 Days (Hao Wu y Weixi Chen, 2020)

76 Days (Hao Wu y Weixi Chen, 2020)

Más de 76 días después

Aunque el nombre y la tipografía de su título recuerdan a 28 días después (2002), la película de Danny Boyle que contribuyó a reescribir el género de zombis en la modalidad de infectados, 76 Days (Hao Wu y Weixi Chen, 2020) parte de la realidad más contemporánea durante estos días en que se ha celebrado el Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria. Trata, por supuesto, de la pandemia del SARS-CoV-2. 76 Days es un documental. 

Como su título indica, 76 Days retrata la rutina durante la emergencia sanitaria por coronavirus en Wuhan desde el 23 de enero, en que se declaró la cuarentena de la ciudad, hasta el 8 de abril. La película, que estuvo presente en la Sección Panorama, es un documento sobrecogedor sobre el caos ante una situación excepcional, sobre el trabajo del personal sanitario y la experiencia de los enfermos. Hao Wu ha realizado el documental a partir de los materiales en crudo que tomaron Weixi Chen y otro realizador anónimo en cuatro hospitales de Wuhan. Hay en él cierta épica, casi oficialista (pese a que las autoridades no permitieron la entrada de cámaras en los hospitales); pero la épica no nace del sentimentalismo ni de la manipulación de unas imágenes que transmiten la urgencia con que se filmaron, sino de la gravedad del acontecimiento. 76 Days registra la realidad de esos sanitarios que, inmersos en un ritmo histérico y de emergencia que se ha transmitido a la cámara en mano y al montaje, durante 76 días sostuvieron la humanidad en todos los sentidos del término. Construida por el poco espectacular trabajo médico y pequeños gestos como desinfectar y guardar los teléfonos de los fallecidos para poder entregarlos más tarde a los familiares o dedicar unos minutos al trato personal con los asustados pacientes a través del anonimato de los trajes EPI, 76 Days es una película tan grave como humanista.

Debido a la crisis del coronavirus, la vigésima edición del Festival de Las Palmas, programada para el año pasado, tuvo que suspenderse hasta este aún incierto 2021. El hecho ha marcado por completo la edición, que ha compatibilizado la proyección en salas con la disponibilidad de la mayoría de sus títulos en Filmin. Para quienes no pudimos desplazarnos hasta allí, ha sido una lástima no poder ver en cines películas como Goodbye Mister Wong o No Kings. A cambio, el festival ofreció una antología por su 20 aniversario en la que títulos como Nana (Valérie Massadian, 2011), The Green Fog (Guy Madden, Evan Johnson y Galen Johnson, 2017) o Un couple parfait (Nobuhiro Suwa, 2005) han estado a disposición de todos los cinéfilos españoles a tan solo un clic. Este año el festival se ha visto desde todos los hogares, en pantallas más pequeñas.

En estas circunstancias ha sido vista la Sección Oficial, una excelente selección que continúa juntando en la misma competición documental y ficción para sacar a relucir algunas de las sendas más interesantes del cine contemporáneo.

Fire in the Mountains (Ajitpal Singh, 2020)

Fire in the Mountains (Ajitpal Singh, 2020)

Melodramas silenciosos

Pobreza, corrupción, violaciones, abortos, una mujer encerrada en una habitación, abandonos… Las historias de ficción de la Sección Oficial de Las Palmas ofrecieron un catálogo de giros de guion y motivos melodramáticos. En su mayoría consistieron en relatos de mujeres a las que les suceden sucesivas desgracias, pero sus formas no podían estar más lejos de la ampulosidad del melodrama ni de la estética académica de los dramones corrientes o de un telefilm de sobremesa. Si algo demuestra la selección de títulos como A Balance, Nudo Mixteco y Fire in the Mountains es que hay infinitas maneras de filmar la desdicha y la realidad social. 

En Fire in the Mountains (Ajitpal Singh, 2020), Chandra y su marido Dharan viven en una aldea en las laderas del Himalaya. La hermana de él ha quedado viuda, sus tierras son infértiles y su hijo acaba de quedar inválido; tampoco tienen acceso al principal medio de subsistencia de la región: el turismo. A falta de una carretera que conecte la aldea con los servicios básicos, Chandra enfrenta estas dificultades con dedicación y cargando las maletas de los turistas a sus espaldas, pero su hijo necesita ir al médico y a la escuela, así que decide invertir los ahorros que ha ido guardando a espaldas de su marido en impulsar la construcción de una carretera. Dharan, en cambio, se siente emasculado por su mujer y considera que su familia está maldita y que necesita realizar un costoso ritual que engullirá esos ahorros para conjurarlo. Ya está bien de dejarse mangonear por su mujer, le dice el sacerdote. Y mientras tanto, su hija adolescente trata de vivir al día a través de TikTok.

Fire in the Mountains tiene todos los elementos de un melodrama doméstico. Aunque el tema, en torno a la tradición-modernidad en una India que ha llegado a ser potencia mundial sin llegar a cubrir los servicios básicos de sus ciudadanos, está enriquecido con preocupaciones y elementos contemporáneos como las nuevas tecnologías, la corrupción, la mirada de género y la reivindicación de los cuidados, no dista demasiado en su tratamiento de la fusión entre melodrama indio y mirada neorrealista que practicó Satyajit Ray. Ajitpal Singh tiene un estilo propio, quizás más bruto, al querer filmarlo todo con nitidez, pero siempre desde una posición ética. El resultado es sutilísimo, capaz de mostrar cómo las dificultades cotidianas y el entorno crispan, tensan y pueden llegar a destruir las relaciones en una familia que se quiere, y las distintas posiciones subjetivas que surgen para cada uno. Fire in the Mountains no tiene que alzar la voz hasta el clímax final porque la puesta en escena de miradas, silencios y secretos gritan por ella.

Algo parecido sucede en Nudo Mixteco, de la actriz y cineasta de origen mixteco Ángeles Cruz, que con esta película debuta en el largometraje tras una premiada trayectoria como cortometrajista, siempre atenta a las historias de la comunidad indígena en la que creció. Tres historias se cruzan y confluyen en este “nudo” en torno a la fiesta patronal de un pueblo de la Mixteca oaxaqueña: un amor lésbico que se enfrenta al rechazo de su familia, el regreso de un hombre que un día se fue y no volvió hasta tres años después para encontrar a su mujer con otro hombre y una historia de abusos sexuales. Todas ellas tratan de la relación entre el pueblo y quienes deben (o quieren) marchar a la ciudad y de cómo la comunidad gestiona sus conflictos. Tres historias dramáticas que son narradas con serenidad y sin excesos por Ángeles Cruz. Lo hace con una ficción interpretada por actores profesionales pero siempre a partir de las historias y de los espacios reales. A pesar de la naturaleza algo truculenta de sus historias, Cruz se ciñe a la estricta realidad depurando todo exceso dramático de su puesta en escena pues, ante todo, Nudo mixteco es fiel a la realidad local.

Nudo Mixteco (Ángeles Cruz, 2021)

Nudo Mixteco (Ángeles Cruz, 2021)

Igual de silenciosa y dramática es la historia de A Balance, pero la película dirigida por Yujiro Harumoto no siente esa necesidad de anudar todos los cabos, o mejor dicho, lo hace más atento al carácter moral de su protagonista que a la unidad de la trama. Durante más de dos horas y media en mutación constante, A Balance es una película extraña, de ficción, aunque su comienzo y la cámara en mano podrían hacer parecer lo contrario. Yuko (Kumi Takiuchi, merecidamente galardonada en el certamen) anda realizando un reportaje sobre un caso de acoso sexual en la escuela que derivó en varios suicidios y en la destrucción mediática de las familias implicadas. En un pulso constante con la televisión productora, Yuko se esfuerza por ser fiel a la verdad. Mientras tanto, trabaja en la ruinosa academia de apoyo escolar de su padre. Pero en el momento en que conoce a Mia, la historia dará el primero de muchos giros de guion, que pondrán a Yuko en un dilema moral tras otro y cuestionarán si es posible mantener el mismo rigor ético a un lado que a otro de la cámara: la adolescente Mia está embarazada del padre de Yuko, quien se acostó con ella a cambio de la matrícula en la academia. Yuko se identifica completamente con Mia, pero bajo una sincera solidaridad con la adolescente trata de encubrir un escándalo que no quiere que llegue tan lejos como el de su reportaje. 

El naturalismo de Yujiro Harumoto es tal que podrían pasar desapercibidas las tensiones y contradicciones que retrata y su complejidad moral. Harumoto filma esta historia extraña sin música alguna ni subrayados, con una banda sonora construida por silencios. En el centro, se encuentra el personaje de Yuko, su rostro, sus gestos… el retrato de un carácter que despierta nuestras simpatías y hasta admiración por quien en realidad está cometiendo un verdadero atropello. Y es que Harumoto no tiene respuestas fáciles, ni le interesan. Renovando el drama familiar japonés, A Balance resulta una película de muy sutil psicología e indagación moral. 

También proveniente de Japón y con una historia aún más larga, de casi cuatro horas, The Real Thing (Kôji Fukada, 2020) posee una sensibilidad radicalmente distinta. Más cercana a Asako I & II (Ryûsuke Hamaguchi, 2018) y a Burning (Lee Chang-Dong, 2018) que a las sutiles indagaciones morales de Harumoto, The Real Thing podría ser una película de animación de Makoto Shinkai (Your Name, El jardín de las palabras) pero se trata de acción en vivo y eso lo cambia todo.

Kôji Fukada adapta un manga de Mochiru Hoshisato, autor especializado en relatos románticos y fantasiosos de jóvenes oficinistas. Originalmente una serie de diez episodios, The Real Thing ha sido remontada para darle la forma de un largometraje. Es un acierto que la película conserve el aspecto serial, la acumulación de peripecias románticas y la unidad de un folletín amoroso entre oficinas. De principio a fin, The Real Thing es una fantasía masculina sobre un joven moderno y acomodado que sueña con una mujer que ponga su vida cabeza abajo. Pero, al contrario que en otras fantasías masculinas como Vértigo, el director Kôji Fukada no disimula esta condición ni construye una intriga externa ajena a su protagonista que justifique el enredo en que se ve envuelto. Película adolescente y narcisista ante todo, en The Real Thing todo gira en torno a Tsuji, como si la realidad fuese una fantasía que emerge de los deseos profundos del protagonista y desapareciera en cuanto Tsuji les da la espalda, y como si el demiurgo de esa fantasía estuviese empeñado en poner a prueba la pasividad e indolencia con que Tsuji acepta cualquier relación y afecto. Apariciones repentinas, personajes sin una sola motivación propia, villanos autoconscientes y mujeres que son pura proyección masculina construyen una película que encuentra en esta naturaleza su mayor virtud, gracias a la ironía y caricatura de la mirada de Kôji Fukada. The Real Thing es un serial fresco y romántico y repleto de rimas cursis que no esconde sus cartas y que es capaz de convertir cada pequeño avance y retroceso romántico en un acontecimiento: intentos de suicidio, ataques a cuchillo, traiciones de oficina, peleas femeninas y muchas, muchas carreras en pos del objeto de deseo.

En un claro contrapunto a este panorama, tal vez la mejor película de la Sección Oficial haya sido la dirigida por Kiyé Simon Luang, Goodbye Mister Wong. Una película proveniente de Laos sobre dos enredos amorosos en torno al lago Nam Ngum, un enclave en riesgo de ser devorado por la industria del turismo. La película es tan idiosincrática de la comunidad retratada y de la personalidad de su director que convendría verla dos veces para llegar a comprender las relaciones afectivas de sus personajes: France, una joven cosmopolita que ha decidido volver al lago para ayudar con el negocio familiar y que tendrá que decidir entre las promesas de un joven ejecutivo chino y un compañero local; y una pareja francesa que tiene su relación en suspenso. Es una película de gestos y miradas y, sobre todo, de paisajes y tempos. Filmada en celuloide, Kiyé Simon Luang construye cada plano como si fuera una pintura atravesada por los ritmos del lago Nam Ngum. A medio camino entre el retrato etnográfico -como en cierto modo podía serlo Nudo Mixtecoy el enredo sentimental, el suave tempo de Goodbye Mister Wong captura en fotoquímico un lugar apartado y suspendido en el tiempo, entre la herencia colonial y la influencia china, que, aunque ahora despareciera, en la película seguiría siendo una invitación donde quedarse a vivir.

A Balance (Yujiro Harumoto, 2020)

A Balance (Yujiro Harumoto, 2020)

Entre la observación y la memoria

La pulsión etnográfica se manifestó muy especialmente en la película documental No Kings, de Emilia Mello. Siguiendo la tradición de Robert J. Flaherty, principalmente de Hombres de Arán (1934), Mello retrata la existencia de una de las comunidades que actualmente se encuentran amenazadas por el gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil. Entre el mar, la pesca y la selva, Mello muestra otras formas de vivir con la naturaleza a tan sólo unos pocos kilómetros de Río de Janeiro.

En una representativa muestra del género documental contemporáneo, la Sección Oficial de Las Palmas ha incluido tanto películas como No Kings, que adoptan una mirada objetiva sobre la realidad, como películas de naturaleza mucho más subjetiva que conciben el género como un acto de memoria. Fue el caso de la iraní Radiograph of a Family que, como su título indica consiste en una reconstrucción personal a partir de fotografías de la historia familiar de su directora, la cineasta Firouzeh Khosrovani. Una historia familiar marcada profundamente por la historia de la sociedad iraní. Nacida poco antes de la Revolución de 1979, Khosrovani creció en un hogar que se descomponía y polarizaba junto a su país y que ahora trata de comprender en su película.

Entre ambos extremos hallamos una película diferente que surge de una necesidad personalísima de comprender al otro, Exemplary Behaviour. El punto de partida consiste en el proceso de duelo del director, Audrius Mickevičius, después de que su hermano fuera asesinado. Pese a que uno de los asesinos fue sentenciado a prisión, salió a mitad de la condena por buena conducta. Fue entonces cuando Mickevicius comenzó su película, aún sintiendo rabia por los acontecimientos, con la necesidad de entender qué demonios es eso del comportamiento ejemplar de un asesino. Sin embargo, el encuentro con los dos presos retratados en la película le hizo cambiar su punto de partida y dedicar la película a aquellas personas condenadas y sin esperanza de libertad que sufren una transformación radical en prisión. Exemplary Behaviour no muestra el funcionamiento penitenciario, ni le interesa, más bien trata acerca de la transformación moral y espiritual de dos hombres apartados del mundo, encerrados y consagrados a trabajos manuales y una correspondencia amorosa con el exterior. La película está dedicada al propio Mickevičius, que falleció antes de acabar la película. Nerijus Milerius, que había participado como consultor de guion, se encargó de acabar el rodaje y la edición.

Por último, la película galardonada con la Lady Harimaguada de Oro. This Rain Will Never Stop es un documental observacional sin entrevistas ni material de archivo que se sumerge en los conflictos bélicos contemporáneos a partir de un joven refugiado sirio, de padre kurdo y madre ucraniana, que huyendo de la guerra de allí viaja a la Ucrania natal de su madre en vísperas de la Guerra del Donbass. Educado por la guerra, decide alistarse como voluntario de la Cruz Roja. La cámara de Alina Gorlova le acompaña con una mirada siempre más atenta a los efectos de la guerra y a lo que supone vivir en un conflicto de estas características, donde escasean los valiosísimos momentos de paz, que en mostrar la guerra propiamente dicha o dar explicaciones políticas. A pesar de este estilo observacional, sorprende un estilizado y riguroso blanco y negro con el que Gorlova indaga en la naturaleza de la guerra y que, con el máximo galardón del certamen, cierra esta crónica.

No Kings (Emilia Mello, 2020)

No Kings (Emilia Mello, 2020)

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