Locarno 2022: Modulaciones de lo real

Tales of the Purple House (Hikayat elbeit elorjowani, Abbas Fahdel, 2022)

Las cámaras captan en esencia la vida, incluso con las tramas más fantasiosas. Podríamos así afirmar que el cine de lo real es uno de los más puros que existen. La 75.ª edición del Festival de Locarno nos dio buenos ejemplos. El premio del jurado ecuménico recayó en Tales of the Purple House (Hikayat elbeit elorjowani, Abbas Fahdel, 2022), un galardón que sabe a poco para un filme tan excelso, pero que tiene bastante sentido. Así reza la letanía de lo que busca este reconocimiento: “películas que muestren tanto valores artísticos como humanos, que reflejen la profundidad del alma y la complejidad del mundo, que evidencien la justicia, la dignidad humana, el respeto por el medioambiente, la paz, la solidaridad, la reconciliación… valores del Evangelio ampliamente compartidos en todas las culturas. En sus elecciones, el jurado ecuménico muestra una apertura a la diversidad cultural, social o religiosa”.

Es obvio que, siendo la institución que organiza estos jurados de confesión cristiana, el filme de Fahdel apela a un entendimiento humanista que va más allá de las constricciones de una fe u otra. Cinta rodada desde finales del 2019 hasta hace apenas unos meses, se despliega como el diario íntimo de una pareja que confía al arte una capacidad transformadora, tanto a nivel personal como social. En un mundo tan confuso, en el que no cesan de repetirse una crisis tras otra, solo el arte puede salvarnos; parece ser la tesis de Fahdel y su esposa, Nour Ballouk, cuando se deciden a filmar este proyecto. Ella, pintora, será su musa. Él, cineasta, la grabará en casa, trabajando en sus cuadros y encargándose de diversas cuestiones de la vida diaria, como el cuidado del jardín o los numerosos gatos que por allí pululan.

Y, de repente, llega la pandemia de la COVID-19. La realidad se come la película, todo plan posible se viene abajo. Y esto es magnífico. Ballouk y Fahdel captan la angustia de los primeros confinamientos con la misma serenidad a la que se acercan a una mariposa que se posa sobre una hoja, con la que recogen fruta para olerla, con la que cocinan la cena saboreando cada aroma. La casa púrpura del título bien podría ser la choza de Kano no Chōmei en Pensamientos desde mi cabaña (Errata Naturae, 2018) o la de Henry David Thoreau en Walden (Cátedra, 2005). Viviendo en una zona rural de Líbano, el tiempo parece aquí eterno y los quehaceres diarios se vuelven más sencillos y relajados, nadie parece tener prisa.

Pero no es ajena esta película a la realidad de Beirut. Desde el inicio retrata las protestas ciudadanas por la corrupción y el inmovilismo de las élites políticas. Y, en medio de la peste, esa explosión en agosto del 2020 que se llevó por delante el puerto de la ciudad. Todo ello es captado por la cámara de Fahdel con la suficiente distancia, pero al mismo tiempo mimo y respeto absoluto por el que filma. Sin duda esta mirada honesta y limpia habrá convencido al jurado ecuménico. El filme resulta muy reconfortante y te reconcilia con la vida sin grandes golpes de tambor, simplemente con la sublimación tranquila de lo sencillo, de ese halo inasible que solo el arte es capaz de captar y que nos conecta entre nosotros, pero también quizás con algo más grande.

Human Flowers of Flesh (Helena Wittmann, 2022)

Otro filme que toca lo místico desde lo común es el hipnotizante Human Flowers of Flesh (2022), segundo largo de Helena Wittmann, que vuelve a los motivos marinos tras Drift (2017) y un buen puñado de cortos y de obras de carácter museístico. La propuesta se abre con una expedición desde las orillas de algún lugar del Mediterráneo a un barco velero. Es una pequeña troupe, comandada por una mujer. Pronto aprenderemos que se trata de la tripulación de dicho buque, que se prepara a zarpar.

La cinta no tiene un argumento claro, desde el inicio se muestra errante y en la busca de algo que no podemos conocer, el misterio la vuelve más interesante. Poco a poco, nos damos cuenta de que a la jefa le fascinan los soldados de la Legión Extranjera Francesa, a los que empieza a observar cerca de Marsella. Siguiendo sus huellas, sus siguientes paradas serán Córcega y Argelia.

Esa excitación de lo desconocido es muy propia de las aventuras de Jack London, Joseph Conrad o Hugo Pratt, escritores de los que Wittmann debe ser deudora. Su intención nunca es trazar un viaje o describir una geografía que es inabarcable. El Mediterráneo es nuestra historia, pero son muchas historias. ¿Quién podría describirlo? ¿Y en qué lengua lo haríamos?

La decisión de la directora de elegir a actores de varios rincones de Europa es muy acertada, pues permite crear en el barco una suerte de torre de Babel que es lo que este continente siempre ha sido. Aunque habitualmente los miembros de la tripulación se comuniquen entre ellos en inglés o francés, no faltan las lecturas de libros en idiomas como el croata o el portugués. Al poner a sus marineros frente a la legión, no cabe sino preguntarse si algunas viejas costumbres de una Europa caduca se resisten a morir, mientras una Europa del entendimiento entre naciones también existe y puja por salir adelante.

Human Flowers of Flesh tiene en común con Tales of the Purple House que también va más allá del simple registro para captar lo que Nathaniel Dorsky llamaría un “cine de la devoción”. Este nos permite “experimentar lo que está oculto y aceptar con nuestros corazones lo que nos es dado. Cuando un filme hace eso, cuando subvierte nuestra absorción de lo temporal y revela las profundidades de nuestra propia realidad, nos abre a un mayor sentido de nosotros mismos y el mundo”1.

En concreto, la aproximación de Wittman podría rozar por momentos lo abstracto. Quizá un buen ejemplo sea un plano subacuático de un intenso azul que poco a poco va dejando entrever las formas de lo que quizás se trate de un navío en las profundidades. ¿Es un cañón lo que vemos? No, se trata de un avión. Puede que uno de esos que en otro momento vemos sobrevolando el Mediterráneo en unas maniobras con paracaidistas. El plano no se detiene ahí, sigue avanzando hasta que podemos distinguir cada molusco pegado al casco de la nave. ¿Podemos fiarnos de lo que ven nuestros ojos? ¿Hasta dónde llegan los límites de la representación? ¿Y qué esconde ese mar?

Al final hay un destino, pero siempre es falso. Lo que importa es la travesía, el movimiento constante de quien se ha marcado como visión surcar la vida intentando asir el misterio que hay en ella. Y, con un poco de suerte, dejar algo para los que vendrán. Podríamos argüir que el también misterioso título hace referencia a la naturaleza efímera del ser humano que, aun así, marca con sus huellas lo que hace en vida. Una historia muy bonita que uno de los marineros cuenta en una de sus paradas en puerto a alguien que se encuentra en una fiesta trata sobre el mito de Medusa. En concreto, se concentra sobre el hecho de que la sangre del ser mitológico convertía en corales las plantas marinas. Esas “flores humanas de carne” bien podrían ser esos corales, que hace mucho tuvieron un alma humana. El Mediterráneo encierra misteriosos relatos. El Mediterráneo es Europa.

La monumental obra de Helena Wittmann está escrita, dirigida, filmada y montada por ella, al estilo de lo que haría cualquier cineasta de vanguardia. Su metodología no es tan diferente, en cuanto que ella está tras la cámara y cuenta con un equipo muy reducido de fieles y con un puñado de actores que se convierten literalmente en su tripulación. Durante el rodaje, convivieron todos en el barco. La capitana los condujo a ahondar en el misterio. Y a su público le propone un viaje inolvidable, con imágenes que se te quedan grabadas en la retina y que confirman a Wittmann como una de las cineastas del momento.

É Noite Na América (Ana Vaz, 2022)

Otra de la que se oye hablar mucho en este tipo de cine es Ana Vaz. La brasileña firma con É Noite Na América(2022) la que quizás sea su película más accesible. Contrariamente a la aproximación oblicua a los objetos de estudio que teníamos en Apiyemiyekî? (2020) u Occidente (2015), aquí queda muy claro desde el inicio que nos encontramos ante lo siguiente: la dificultad de mantener a raya a los animales salvajes en una ciudad como Brasilia, megalópolis entre la jungla en la que la naturaleza y los rascacielos conviven con dificultad.

La manera en la que se nos presenta con tanta claridad el tema es a través de las frecuencias de radio de los organismos que se dedican a recoger estos animales. También hay entrevistas a veterinarios sobre su cuidado y otros tantos encuentros que convierten a esta propuesta en un documental muy divulgativo. Pero no hay cabezas cortadas ni ninguna exposición causal o narrativamente estable.

Contrariamente, existen cambios continuos de foco por los grandes teleobjetivos que se usan para tomar detalles de animales desde lejos, también se da una experimentación con el diafragma para captar varias tonalidades de la noche, se añaden filtros de colores o se usan largos planos en movimiento desde los coches. En definitiva, nada es convencional.

La fotografía no es lo único disruptivo. La banda sonora hace chocar bases tan dispares como una suerte de impro de jazz en batería con otra muy solemne con instrumentos de viento. Estas colisiones, que también se dan entre los sonidos de los animales y de la ciudad, pretenden acentuar esa sensación de jungla urbana, siendo la voluntad de Vaz criticar esta desconexión que se da entre ambas realidades, claramente perniciosa a su entender.

Matter Out of Place (Nikolaus Geyrhalter, 2022)

Otro filme ecologista es Matter Out of Place (2022), sobre todos los desperdicios que el ser humano lanza al planeta. Quien conozca el trabajo del austriaco Nikolaus Geyrhalter no se sorprenderá con esta nueva propuesta en la que vuelve a documentar con precisión meridiana cada uno de los procesos que se dan en diversos países y contextos del mundo con la gestión de estos elementos ajenos a la naturaleza.

Sus planos suelen ser más bien generales para captar todo un paisaje y cómo las figuras se mueven en él. La composición es perfecta, a menudo tan simétrica que hasta da miedo. Pero no se piense en Wes Anderson, aquí lo austero es la norma. Geyrhalter sigue creyendo claramente en la pureza del cine observacional. No hay en él ni el menor indicio de manipulación de la realidad, solo le interesa captarla causando la menor intervención posible. Lo mejor que se puede decir de esta última película suya es que sigue esa senda emprendida en anteriores filmes, pero con una depuración formal digna de admiración.

Por último, dos filmes sobre geografías, Chant pour la ville enfouie (Nicolas Klotz, Elisabeth Perceval, 2022) y Onde Fica Esta Rua? ou Sem Antes Nem Depois (João Pedro Rodrigues, João Rui Guerra da Mata, 2022). En la primera, los franceses filman unos paisajes desérticos cerca del mar, mientras unos rótulos forman una narración de tipo poético sobre la estigmatización y el éxodo, entre otros temas. Intuimos por dónde pueden ir las cosas, pero lo cierto es que el texto de Perceval es por momentos demasiado difuso.

En la segunda parte del filme llega lo concreto. Flashback. Imágenes de un gran campamento de refugiados en Calais. Están en blanco y negro, para marcar la diferencia. Son el resultado de la convivencia de la pareja de cineastas con esta comunidad durante varios meses. Descubrimos que esta pequeña ciudad ardió y debió ser desalojada, la primera parte filmaba las huellas dejadas por estas personas. Klotz y Perceval siempre han estado cerca de colectivos migrantes o marginalizados, en piezas como Paria (2000), La blessure (2004) o Low Life (2011). Aquí destilan una honesta mirada documental que no juzga y que acompaña.

Por su parte, los Joãos ofrecen un homenaje a Os Verdes Anos (Paulo Rocha, 1963) filmando plano por plano en las localizaciones y posiciones exactas en las que se rodó la película original. Esta radical propuesta, que pone en marcha la memoria cinéfila, permite documentar cómo el paso del tiempo en Lisboa ha cambiado por completo esos lugares. La ciudad se nos presenta con una nueva cara, mostrando trazos de lo que fue y de lo que en después se ha convertido. Por favor, que alguien organice un programa doble.

_ _ _

1Dorsky, Nathaniel, Devotional Cinema, Tuumba Press, 2003, p.18. Traducción propia.

Comments are closed.