MÁRGENES 2019: EL PRESENTE. NARRACIÓN Y VANGUARDIA

“Cinco cineastas, nacidos a ambos lados del Atlántico, cuyos debuts o consagraciones autorales se estrenaron este año en los festivales internacionales de mayor renombre, representan el presente y el futuro de ese cine activista, peleado en los márgenes, que ha impulsado y abanderado este certamen durante nueve ediciones”. Así presenta el catálogo de la novena edición del festival Márgenes la sección El Presente, dedicada al cine iberoamericano. La selección incluyó títulos de Brasil, Perú, Argentina, Portugal y Chile que han pasado con éxito por los festivales de Locarno, San Sebastián y Cannes.

Cada una de estas cinco películas trata distintos lugares, gentes, problemas, clases sociales y géneros cinematográficos, incluida una película de época y un musical. La brasileña A febre, de Maya Da-Rin (Premio a Mejor Actor y FIPRESCI en Locarno), indaga desde dentro en la vivencia de un indígena que se ha radicado en la llamada “metrópoli del Amazonas”. De nuevo otra vez, de la actriz y ahora directora debutante Romina Paula (Mejor película de Horizontes Latinos en San Sebastián), trata la crisis de identidad de una joven madre argentina. En Canción sin nombre (presente en la Quincena de los Realizadores de Cannes) Melina León reconstruye una trama de robo de bebés durante el Perú de los 80. Technoboss, el musical portugués que João Nicolau presentó en Locarno, habla de la vejez. Y en Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, que presentó en la Sección Oficial de San Sebastián José Luis Torres Leiva, quien ya recibió una retrospectiva en Márgenes (2016), la muerte y el amor de una pareja de mujeres lo llena todo con sus rostros y sus cuerpos. Son cinco películas tan distintas entre sí que sería absurdo limitar este artículo a lo que las une. Unas optan por una estética neorrealista, otras por el exceso o por la introducción de recursos propios del experimental dentro de la narración. No tienen en común más que la libertad de que hacen gala sus directores y que, si bien cada uno es fiel a la realidad a su manera, todos rehúyen la estilización espectacular a favor del desarrollo de una sensibilidad individual. El criterio de los programadores de Márgenes ha preferido la variedad de la muestra a la unidad de una línea de programación. Y ha escogido cinco buenas películas que reflejan perfectamente el buen estado y la diversidad de opciones dentro del cine iberoamericano.

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos (José Luis Torres Leiva, 2019)

Tras el retrato de la adolescencia, de sus sueños y esperanzas, realizado por João Nicolau en John From (2015), Technoboss era desde su programación uno de los grandes atractivos de El Presente. Esta vez, sobre la vejez. Nicolau inscribe su nueva película entre la comedia romántica y el musical extravagante con la consabida trama de un intento de reconquista amorosa para confundir los límites entre fantasía y realidad.

De nuevo otra vez es una búsqueda y tal vez la puesta en escena de una neurosis. Es la búsqueda de su protagonista, que tras alejarse temporalmente del padre de su hijo y volver al hogar materno se interroga acerca de quién es ella ahora que es madre, y qué desea. Romina no puede (y no quiere) identificarse completa e inmediatamente con el rol que la palabra “mamá” designa para ella y toda película se dedica a cuestionar esa investidura simbólica. A las más tiernas escenas maternofiliales le siguen encuentros de Romina con posibles objetos de deseo nuevos que le despiertan nuevas posibilidades de futuro, conversaciones intensas en las que racionaliza su situación, reflexiones en over donde repasa su pasado familiar mientras se suceden viejas fotografías o monólogos de distintos personajes (casi todas mujeres) explicando a cámara su visión de las cosas. De este modo en su debut como directora, Romina Paula logra introducir con una naturalidad asombrosa, aunque muy intelectualizante, algunos recursos propios del video ensayo más intimista para indagar en lo que significa ser mujer, madre e hija. Si la Julieta de Shakespeare decía: “¿Por qué soy ese nombre?”, Romina parece estar preguntándose “¿Por qué soy “mamá”?

José Luis Torres Leiva tiene una habilidad parecida, aún más sutil, para introducir recursos propios del cine de poesía en la narración. Con título pavesiano, Vendrá la muerte y tendrá tus ojos trata de la muerte, del dolor y del amor directamente desde los rostros, los cuerpos y los gestos. Sus encuadres han sido vaciados de toda dramaturgia para destacar la presencia de lo que hay en ellos: una cara encuadrada entre las cejas y la barbilla, el pelo negro de la protagonista, una espalda que se mueve con los hombros al andar o una mano que entra en el cuadro. Es la presencia de la muerte, el grave acontecimiento final que marca toda la película, lo que dota a esta sucesión de cuadros-escenas de un relato. De manera parecida, al mismo tiempo que Torres Leiva evita cualquier maquillaje introduce una estilización abstracta en sus imágenes mediante motivos visuales que se repiten, manchas de color y una hermosa iluminación o que enriquece la narración con otras historias dentro de ella que funcionan como una evocación y contrapunto (el deseo) a la muerte.

Canción sin nombre (Melina León, 2019)

Canción sin nombre y A febre están hermanadas por una misma temática indigenista y de denuncia social pero no podían abordarla de manera más distinta. A febre recuerda a la también brasileña Chuva é Cantoria na Aldeia dos Mortos. Como en ella, se trata de una ficción que trabaja con lo real y fabula a partir de ello, aunque aquí el componente documental recae únicamente en la investigación previa y en los actores no profesionales, así como en la impronta neorrealista de la puesta en escena. También es más vaga en su componente onírico-fabuloso, que vuelve a correr en gran medida sobre el diseño de sonido. Cuando el protagonista de A febre, Justino, proveniente de la tribu de los Desana pero instalado en Manaus donde ha criado a su familia, se entera de que su hija ha recibido una beca para marcharse a estudiar medicina en Brasilia, cae enfermo de una misteriosa fiebre.

En cambio, con su formato académico de esquinas redondeadas y el blanco y negro de una foto vieja Canción sin nombre es como una Roma (Alfonso Cuarón, 2018) honesta. Un fresco histórico donde se registra una época (los años 80 de Perú) mediante recursos, otra vez, más propios de la vanguardia que transfiguran esa realidad en el canto sin nombre del título, el llanto de su protagonista indígena. La cámara lenta, los estilizados contraluces, el enorme trabajo de localización y una cuidadísima fotografía de Inti Briones trabajan el tono de la película sin buscar nunca el efectismo. Con El Presente Márgenes nos recuerda que, más allá de las comedias costumbristas y los dramas sociales que se estrenan, hay una inmensa pluralidad de formas por descubrir en el cine iberoamericano.

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