Otra ronda, de Thomas Vinterberg

Otra ronda, de Thomas Vinterberg

«Ahora tan solo añoro mi primera añoranza. 

¿Qué es la juventud? Un sueño. 

¿Qué es el amor? El contenido del sueño» [1].

 

El filósofo existencialista danés Søren Kierkegaard vivió atormentado por la perfección y el vacío, por la eterna búsqueda de motivos y propósitos. Obsesionado con la fe, su perfección era la perfección cristiana, y deseaba ser tanto el poeta como el héroe del cristianismo. Kierkegaard escribía pero le aterraba considerarse escritor, amaba pero lo hacía infeliz, sintiéndose lejano de la plenitud del ideal cristiano [2]. El amor para él surge de un lugar misterioso. Nace del fondo del ser humano, pero no es patrimonio ni propiedad de este, porque tiene un origen no humano [3]. Decía que el amor es el contenido del sueño de la juventud, palabras con las que Thomas Vinterberg encabeza su nueva película, Otra ronda. El director danés recoge varios de los postulados de Kierkegaard y los adapta a la era contemporánea a través de cuatro profesores de instituto en conflicto con la añoranza y la monotonía.

Thomas Vinterberg se consagró como uno de los enfants terribles europeos tras ser acogido bajo el abrazo de Lars von Trier y dirigir la que es considerada la primera película del movimiento Dogma 95, Celebración (1998). A sus 51 años, puede presumir de una filmografía compuesta por algunos de los grandes clásicos del cine de autor reciente, como la anteriormente mencionada, Querida Wendy (2005) o La caza (2012), aunque ya poco queda de ese cine dogmático en Otra ronda, con la que por primera vez acapara de forma tan intensa la atención de los premios: cosecha galardones en los Premios del Cine Europeo, los César y el festival de San Sebastián, entre otros, y con miras a ganar el Óscar a Mejor Película Extranjera, habiendo logrado la nominación a Mejor Director el propio Vinterberg y siguiendo de esta forma la estela de directores no estadounidenses como Bong Joon-ho, Paweł Pawlikowski o Michael Haneke.

Otra ronda retrata una crisis compartida. Cuatro profesores de humanidades se encuentran completamente estancados en la rutina del trabajo y la familia, teniendo graves problemas para conectar con sus alumnos y allegados. Durante una reunión, comienzan a hablar de una tesis postulada por el psiquiatra noruego Finn Skårderud, que sostiene que el ser humano puede rendir mejor en todos los ámbitos si mantiene una tasa de alcohol en sangre de 0,05%, y deciden llevar a cabo un estudio sociológico en sus propias carnes para probar la veracidad de dicha teoría. La película sigue la evolución de este experimento que, aunque al principio da buenos resultados, pronto comenzará a afectar negativamente al entorno personal de los profesores. Se plantea de esta forma un debate sobre la cultura del alcohol, tan presente en los países nórdicos, la herencia generacional que esto supone y, en una capa más profunda, un análisis de la estructuras en las que nos adentramos una vez alcanzamos la edad adulta.

Vinterberg hace un cine directo, escapa de la metáfora y el símbolo y enseña sus cartas de una forma literal. Es algo que comparte con otros directores nórdicos, como von Trier o Ruben Östlund; todos tocan temas radicales y los plantean de una forma radical, pero sin abstracciones. La relación de la juventud con el alcohol es algo que se ha plasmado en el cine multitud de veces, pero si en Spring Breakers (Harmony Korine, 2013) o Bang Gang (Eva Husson, 2015) nos adentramos en una vorágine nihilista de adolescentes sin límites ni contriciones, en Otra ronda son adultos de clase media los que protagonizan un escenario motriz para una conversación sobre el alcoholismo. La decisión de Vinterberg de ambientar la historia en un instituto resulta muy enriquecedora, pues nos da pie a observar cómo, de fondo, los jóvenes heredan y amplifican esta relación con el alcohol y la alienación voluntaria, llegando incluso a ser incitados a beber por sus propios profesores. Aunque esté protagonizada por adultos, la película no deja de hablar sobre la juventud, pero esta vez desde una perspectiva nostálgica. En varios momentos, los protagonistas recuerdan viejos tiempos y conversan sobre cómo han cambiado con el paso de los años.

Otra ronda, de Thomas Vinterberg

Si para Kierkegaard la perfección era cristiana, para estos personajes está cortada por un patrón capitalista. Vivimos para producir y rendir, y ello nos hace válidos, nos habilita. Trabajamos alrededor de ocho horas al día, cinco días a la semana, lo que implica una gran parte de la totalidad de nuestro tiempo despiertos, y todavía se espera de nosotros que conservemos la vitalidad de un niño, que amemos de la misma forma, que tengamos la misma ilusión. Martin (interpretado por Mads Mikkelsen) está visiblemente deteriorado por el paso de los años; frustrado en su profesión, no consigue captar la atención de sus alumnos; su matrimonio se ha vuelto distante y falto de comunicación y cuidados. Cuando descubre que el consumo de alcohol le aporta una mejoría en los dos ámbitos, comienza a seguir los pasos del estudio de Skårderud junto a sus compañeros de trabajo. Los alumnos comienzan a prestar atención a sus clases, él se vuelve divertido, espontáneo, buen amante. «Te echaba de menos», le confiesa su esposa Anika durante una velada nocturna. En realidad, todos prefieren al Martin borracho, incluso nosotros como espectadores confrontamos una especie de disfrute con sus acciones y vivimos con los protagonistas su mismo luto cuando el experimento roza límites peligrosos y deciden ponerle fin. Es este el punto de mayor inflexión de la cinta, el momento más catártico. El entorno de Martin, tan satisfecho con su comportamiento reciente, le abandona al conocer la verdadera causa de su cambio de carácter. 

Martin bebe y llora escuchando una canción: «Tus pulmones te arrastrarán hasta la tumba», profetiza el coro. Cuando Vinterberg se centra en los adultos, la música es pesimista y sus letras hablan de muerte y putrefacción; en cambio, cuando lo hace en los jóvenes, suena siempre el mismo tema de Scarlet Pleasure, What a Life, y el tono es radicalmente diferente: «No sé dónde estaré en cinco minutos / Pero soy joven y estoy vivo / A la mierda lo que digan, esto es vida». Esto sucede durante toda la película, pero es en el desenlace cuando Vinterberg desvela la verdadera intención de esta decisión formal: Muere Tommy, el único que se negó a la abstinencia, y sus amigos lo despiden bebiendo en su nombre. Coincide con la graduación del alumnado, y llueve alcohol mientras Martin baila la coreografía de jazz que ensayó en sus días de estudiante, recuperando el nihilismo de saberse joven, amar sin límites y vivir sin preocupaciones. «A la mierda lo que digan, esto es vida».

Amar en su amplitud, ese es el gran imposible de la monótona vida adulta. Martin discute con Anika en otra de las escenas con más fuerza de la película, donde también se profundiza en la psicología ausente y cansada de la mujer. «Diez minutos en unas vacaciones y luego desapareces otra vez», le recrimina él. «¿No ves que nuestro problema es que tú, en realidad, nunca estás presente? Eres totalmente invisible», dice ella. Este intercambio de reproches representa una ausencia colectiva; ambos intentan huir del vacío y esconderse en ‘lo otro’ [4]: Martin en el alcohol, Anika en un amante. Acciones desesperadas por recuperar la juventud añorada y la forma de sentir que ello conlleva. Martin y Anika están sumidos en una incapacidad para amar de la forma en la que conocemos el amor: apasionada, emocionante, irracional. Porque, como dice Kierkegaard, el amor es el contenido de un sueño, el de la juventud. Y la juventud no expira tan solo con los años, sino con el desgaste que produce la búsqueda incansable de sentirnos perfectos; es decir: rentables, habilitados por nuestro contexto.

Otra ronda, de Thomas Vinterberg

[1] Kierkegaard, Søren. Diapsalmata, Enten-Eller. Garden City, N.Y. :Doubleday, 1959.

[2] García Martín, José María, INTRODUCCIÓN A LA LECTURA DE SØREN A. KIERKEGAARD. Málaga, España: Universidad de Málaga: Thémata. Revista de Filosofía. Número 43. 2010

[3] Torralba, Francesc, La esencia del amor en Kierkegaard. Interpretación de Las obras del Amor (1847). Barcelona, España: Universidad de Ramón Llul, 2013

[4] García Martín, José María, INTRODUCCIÓN A LA LECTURA DE SØREN A. KIERKEGAARD. Málaga, España: Universidad de Málaga: Thémata. Revista de Filosofía. Número 43. 2010 

 

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