LA HIPÓTESIS DEL CINE, de Alain Bergala

PEDAGOGÍA FÍLMICA ·

Es un lugar común afirmar que la expresión audiovisual posee más ramificaciones y posibilidades de las que nunca había tenido. Pero en plena vorágine de este amplio conglomerado, el cine, precedente y/o compañero afamado y más visible de las restantes manifestaciones, intenta conservar o procurar su especificidad. Sin embargo, su presencia en las etapas formativas académicas queda apenas esbozada, un hecho que ocurre tanto en ensayos y tratados didácticos como en el espacio natural de aplicación, la escuela. Los resultados pasan por sucesivas reformas educativas que parecen negar la necesidad de una rigurosa cartografía capaz de revelar esquemas, estrategias, recursos y mecanismos, fijar estructuras y pautas para un aprendizaje a través de lugares por los que fluyen fragmentos fundacionales de la historia del arte y del conocimiento.

Frente a esta enseñanza deformada, encontramos la fuerte, ejemplar singularidad del sistema francés, ejercida por métodos pedagógicos pioneros aplicados a disciplinas artísticas en sus diversos grados académicos. La hipótesis del cine tiene sus orígenes en una experiencia de su autor, Alain Bergala, prestigioso crítico y cineasta francés, que acepta en junio de 2000 el encargo del plan de desarrollo e inserción de las artes y la cultura en los colegios auspiciado por el entonces ministro de Cultura, el célebre Jack Lang. Alentado por un proyecto didáctico que propone la consideración del arte como un encuentro del alumno con su alteridad radical, el punto de partida rompe las nociones de la pedagogía tradicional. Bergala remite de modo directo a su experiencia personal de descubrimiento y vinculación al cine desde la infancia para darle relieve a esta exploración. La concepción del cine como arte obliga a un esfuerzo de interpretación en el que se precisan herramientas que sirvan de contrapeso a la sobrecarga indiferente de imágenes. El objetivo no es otro que facilitar recursos y establecer estímulos para nuevas perspectivas críticas, abiertas y participativas. La feliz confluencia que desprende el texto, facilitando paralelismos y marcos de actuación coincidentes entre las posibilidades combinatorias y creativas del cine y el aprendizaje adoptado en las aulas, se construye por medio de un texto donde el sincretismo y brillantez de los referentes sobre los que edifica su ideario-proyecto, entendido como propuesta didáctica, abarca un recorrido por todos los grandes nombres, cineastas y teóricos.

El esmero en la lección y el desglose elaborado contribuyen a una comprensión total del hecho cinematográfico, descartando fórmulas de falseamiento; los ejemplos seleccionados permiten acceder a un equilibrado conjunto de obras que toman como destinatario natural el público infantil y juvenil bajo cánones de respeto, inteligencia y llamadas de atención a los dispositivos que fabrican el relato fílmico, una operación fílmica en la que derriba Bergala el dicho de “de Pokemon a Dreyer”, incorporando la idea antes de procesos graduales con materiales de calidad que lo moldeado a los gustos de la promoción cultural a la moda, una impugnación elegante de los procesos educativos a la carta. La necesidad de integrar el conocimiento emanado de tantos otros (el excelso y siempre evocado Serge Daney, Jean Louis Schefer, Jean Narboni) y sus aplicaciones fílmicas prácticas, desde segmentos de Abbas Kiarostami al Fritz Lang de Los contrabandistas de Moonfleet, deviene en lúcida y placentera formación del escolar. Bergala señala la pertinencia de la figura del niño como intermediario en toda una serie de (hermosos) títulos como La noche del cazador, la propia Moonfleet, Un mundo perfecto, Un verano en casa del abuelo o Alemania, año cero, procesos de identificación por donde oteamos las complejidades del mundo, puntos de inflexión en los que el chico mezcla (una a veces frágil o clara) comprensión y todo un cúmulo de incógnitas. Factores como este contribuyen a conducir al lector a infinidad de reflexiones por medio de una alternancia de lo descriptivo, lo informativo y lo creativo que trata cuestiones como los abusos de la diferencia generacional; la preeminencia del cine de calidad; la defensa de la constitución de un capital de películas, videoteca de urgencia, para extender a todas las escuelas; la elaboración de fragmentos puestos en relación, asociaciones y derivas interactivas que muestran el enramado de relaciones de la historia de las artes.

Al fin y al cabo, Bergala explicita los cinco puntos decisivos sobre los que asienta este proceso de transmisión cognitiva: la oferta antes de las operaciones mentales que de las técnicas; la expresión de la armonía entre la totalidad y el fragmento; los fundamentos de las tomas de decisión; el programa, la realidad y el actor; las elecciones de trabajo bajo pulsiones negativas y las decisiones no-lógicas que dan lugar a estimulantes resultados. Un trabajo práctico realizado por los niños cierra esta experiencia, expresión de la capacidad de análisis, integración y conocimiento de su autor. Un tono entusiasta que roza la creencia desmesurada en la educación y la difusión cultural en una sociedad como la presente no llega a enturbiar el conjunto. Como colofón o muestra en absoluto anecdótica de la influencia de esta obra y las metodologías derivadas, las traductoras al castellano del libro son Núria Aidelman y Laia Colell, tan rigurosas como sagaces seguidoras en España de estrategias pedagógicas muy similares.

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La hipótesis del cine. Pequeño tratado sobre la transmisión del cine en la escuela y fuera de ella

Autor: Alain Bergala

Editado por Laertes. Disponible por 16 euros.

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