Procesos #22 – NUMAX, apartando a la derrota

Desde este 18 de marzo, el centro de Santiago vuelve a tener una sala de cine. Concretamente, una sala de cine independiente, en versión original y gestionada por una cooperativa cultural sin ánimo de lucro, que también funciona como librería y laboratorio de diseño y creación audiovisual. En el número 9 de la calle Concepción Arenal, con una proyección de Nubes pasajeras subtitulada en gallego, nace NUMAX, un proyecto que el propio Aki Kaurismäki definió así: “El mal no puede existir con ideas tan burras coma esta sociedad”.

La “idea burra” en cuestión surgió del magín de Irma Amado, Ramiro Ledo, Antonio Doñate, Xosé Carlos Hidalgo y Pablo Cayuela, profesionales procedentes de diversos ámbitos de la creación y difusión cultural. Inspirados por iniciativas coma el Cine Tonalá de México D.F., el Anthology Film Archives de Nueva York y, sobre todo, el ZumZeig de Barcelona, diseñaron su propia apuesta. “Algunos de nosotros vivimos en Barcelona y nos quedamos muy impresionados por ZumZeig. Pensamos que algo similar tendría cabida en Galicia, en Santiago, sobre todo tras el cierre de los Compostela y los Valle Inclán. Hay un espacio que llenar”, explica Ramiro Ledo.

Los cinco sumaron fuerzas para “hacer juntos lo que antes hacíamos por separado” y empezaron a diseñar su proyecto. Contaron con el respaldo de una socia colaboradora, Margarita Ledo Andión, catedrática de Periodismo y miembro de la Real Academia Galega, y con el aval de 182 personas. Con estos vimbres, fue posible obtener un préstamo de 300.000 euros de la cooperativa de crédito Coop57. Menos de seis meses después abren las puertas al público. Pablo Cayuela reconoce que “ha sido increíble lo rápido que conseguimos los avales suficientes”. Y Ramiro Ledo añade que “ninguna entidad bancaria habría puesto dinero para una idea coma esta, pero conseguimos salir adelante gracias a personas que no nos conocían de nada, que simplemente creyeron en el proyecto”. “Bien, no los conocíamos al principio, agora ya les ponemos nombre a todos, y eso que algunos son de Brasil o Francia…”, retoma Cayuela.

Fueron los avalistas los que primero tuvieron el privilegio de asistir a una proyección en NUMAX. El viernes 13 de marzo se realizó un pase cerrado de Nubes pasajeras para estas personas que contribuyeron al impulso inicial. Por cortesía, los socios trabajadores invitaron al director finlandés Aki Kaurismäki a través de su productora, sin mucha esperanza de que apareciera. Pero lo hizo, y sin avisar. Cogió el coche desde su residencia en el Monçao (Portugal) y se presentó en Compostela para ver cuánto de cierto había en lo que le habían contado. “Proyectando una película tan mala, con certeza esta iniciativa no es comercial. Están por la cultura, y yo también”, declaró en perfecto portugués.

La visita del director de Ariel fue la anécdota mayor en una jornada de anécdotas. A la sala aún se le veía el esqueleto. Quedaba mucho por acabar de la ambiciosa reforma del bajo del número 9 de la calle Concepción Arenal. Detalles por esconder, paredes por pintar, muebles por armar… El proyector acababa de llegar esa misma semana y costó varios días montarlo, lo que obligó a dejar para el último momento otros asuntos. “El pase era a las ocho de la tarde, y a las seis y media de la tarde, todo estaba aún lleno de basura. Solo nos salvó que nos prestaron una aspiradora industrial”, recuerda Irma Amado. Al final, la calidad de la imagen y o sonido fue excelente, y la sala demostró ser cómoda aún con sus 70 plazas llenas. Fue un éxito.

Casi tan rápidas como la obtención de avales fueron las obras del local de NUMAX. Teniendo en cuenta que comenzaron el 2 de diciembre, acaban de terminar en un tiempo muy breve para su complejidad. Esta vez, fue posible gracias al trabajo de otra cooperativa, Hábitat Social. “Su compromiso fue increíble. Desde el primer momento entendieron nuestro proyecto y se esforzaron como si fuese suyo. Nos gustaría dejar claro nuestro agradecimiento”, asegura Antonio Doñate. Llega con añadir que en la tarde del domingo anterior a la apertura de la sala, lejos de cualquier horario laboral establecido, los operarios aún estaban trabajando, ultimando los detalles más urgentes. En la tarde de ese mismo día, se realizó un nuevo pase privado de Nubes pasajeras, en esta ocasión para los trabajadores y colaboradores que hicieron posible levantar los pilares que sostienen NUMAX, tanto los reales como los metafóricos.

Aki Kaurismäki, acompañando a los impulsores del proyecto, en la fiesta de preapertura de NUMAX.

Aki Kaurismäki, acompañando a los impulsores del proyecto, en la fiesta de preapertura de NUMAX.

El mismo filme de Kaurismäki abre oficialmente la sala al público, en una proyección realizada hoy, miércoles 18 de marzo, a las 12.00 horas, con entrada gratis. A partir de ahora, la sala programará entre seis y ocho filmes a la semana, en unas 120 sesións mensuales. Las entradas costarán 6,20 euros, pero existen varias posibilidades de abono y descuentos para desempleados, jubilados, menores de 18 años y estudiantes de universidades públicas hasta los 25 años.

Sin embargo, no se puede olvidar que este proyecto se apoya en tres vértices. Junto al cine, están la librería y el laboratorio de diseño, comunicación y producción audiovisual. La libraría empieza con un fondo de algo más de 3.000 volúmenes de literatura, arte y pensamiento, e irá incorporando una selección de las novedades editoriales más interesantes. También organizará recorridos bibliográficos que acompañen a los filmes programados. Por su parte, el laboratorio ofrece servicios a clientes particulares o empresas, y cubre las necesidades de material promocional de la propia cooperativa. De este modo, los cinco socios fundadores integran sus capacidades profesionales en el proyecto e “intentamos dar una actividad suficiente para mejorar la viabilidad del proyecto”, según Xosé Carlos Hidalgo.

Para conseguir el crédito de Coop57, NUMAX tuvo que presentar un plan económico serio y razonado, para demostrar que su idea no era tan burra. Buena parte de sus detalles son públicos en un ejercicio de transparencia del que pocas organizaciones, públicas o privadas, pueden presumir. “Le debemos esa claridad a la gente que nos ayudó, y también queremos compartir nuestra experiencia, por si le puede ser de utilidad a otros con proyectos similares”, explica Hidalgo.

Así, se sabe que los cinco socios trabajadores cobrarán algo menos de 1.000 euros al mes a partir de la apertura de la sala, que cada uno de ellos ha aportado 8.000 euros como capital inicial al proyecto y que cuentan con siete años para devolver el crédito, con un interés del 6,3% anual. Calcularon, también, que es necesaria una media de 17 espectadores por sesión para que la sala de cine sea sostenible por sí sola. Se toman muy en serio las cifras porque, como señala Irma Amado: “No nos podemos permitir otra cosa. No tenemos un mecenas detrás que nos permita jugar sobre seguro. Desde hoy, NUMAX es nuestro medio de subsistencia”.

Tras el pase especial de Nubes pasajeras, a las cuatro de la tarde da comienzo la primera sesión de pago de la nueva sala de cine independiente. Se proyecta Numax presenta…, el documental de Joaquím Jordá que le presta el nombre a este proyecto y que relata la experiencia de autogestión de los trabajadores de la fábrica de electrodomésticos Numax. Experiencia que, por cierto, falló. “Sí, somos conscientes de que tenemos posibilidad de fracasar, pero eso no nos acobarda”, explica Ramiro Ledo. “Y, en cualquier caso, la verdadera derrota para los obreros de aquella fábrica habría sido no intentarlo siquiera, marcharse para casa después de que los dueños cerrasen”, añade Antonio Doñate. La apuesta está hecha. Y la verdadera derrota queda lejos.

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FOTOS: Tamara de la Fuente

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