(S8) MOSTRA DE CINEMA PERIFÉRICO: NUEVA LEGISLATURA

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El (S8) Muestra de Cine Periférico siempre se ha caracterizado por una programación que, en la línea de las propuestas de vanguardia que proyecta, privilegia el concepto. También se ha ya instaurado como el festival de España que más cuida el celuloide en las proyecciones, siendo fiel a la materialidad del cinema con la que juegan los cineastas invitados. Lo que se le ha criticado precisamente desde algunos sectores es que esté tan ligado al formato, dejando de lado el cine experimental que usa técnicas digitales. Estos críticos no recuerdan que Takashi Makino trajo sus performance multicapa hace dos años a Coruña. En la edición anterior, Ken Jacobs dio también muestra de diversas técnicas por ordenador, y esta vez fue Jacques Perconte quien puso el acento sobre el arte de síntesis con una instalación comisariada por Gonzalo E. Veloso y su performance Extension sauvage. Por lo tanto, puede hablarse de una evolución y mayor inclusión del (S8) de los formatos en los últimos tiempos. El cine expandido, bajo el nombre de Desbordamientos, es otra de las señas de identidad de un festival que funciona cada año como una partitura musical. Hay distintas modulaciones de un mismo hilo conductor, pero este se mantiene intacto.

En sus primeras ediciones el (S8) mostró las bases del estado del cine experimental hoy en el mundo, trayendo a Galicia a varias leyendas del género como Guy Sherwin o Peter Kubelka; y en las tres anteriores ediciones decidió dar buena cuenta del cine de vanguardia de Argentina, Japón y Brasil, estableciendo un preciso diálogo entre generaciones; en esta ocasión inauguró una nueva etapa (como una tercera legislatura en la historia de la muestra) en la que el concepto en torno a un modo de ver el cine articuló toda la programación. De haber seguido el modelo de años anteriores, el número de canadienses podía haber casi justificado una edición del país, pero el (S8) dio mucho más y, en cierto sentido, se flexibilizó.

Bajo el título de «Los nuevos impresionistas», la edición se inauguró en el Teatro Rosalía con El acorazado Potemkin (Sergei M. Eisenstein, 1925) musicalizado en directo, aunque a nivel conceptual el pistoletazo de salida lo dio la sesión titulada «La internacional impresionista». Sin querer establecer movimiento alguno (o quizás con cierta sorna hacia estas etiquetas) los programadores del (S8) juntaron un grupo de piezas de los tres últimos años que tenían en común su percepción impresionista del mundo, con técnicas que dan una estética similar a la de Monet y compañía y normalmente con motivos naturales. El flou fotográfico de los primeros paisajistas se sustituía aquí por superposiciones construidas en cámara, por ejemplo, que difuminaban el recorrido por un camino que lleva a un lago. Esta podría ser la descrición de Brouillard – Passage#14 (Alexandre Larose, Canadá, 2014), la gran pieza de una sesión espectacular, en la que no sobraba ni un minuto. Aquí se aprecias la importancia del celuloide. Conocíamos esta pieza en digital, pero la textura lograda por la película, su profundidad y el nivel de detalle de los colores, no es comparable con la buena copia en DCP que circula por ahí.

En esta sesión, viejos conocidos del festival como Jodie Mack, que trajo Something Between Us (EE.UU., 2015) o Pablo Mazzolo con Fish Point (Argentina, 2015). Si bien el argentino parece mantenerse fiel a sus constantes pictóricas de tonos bajos, Mack olvida por un momento la animación para filmar una pieza que difumina en detalle objetos cotidianos y minúsculos, más en la línea de las experimentaciones que ya hiciera antes con el 3D.

Entre los grandes nombres, recuperaron Short (Robert Todd, EE.UU., 2013), clásico ejercicio de juego con el diafragma, en el que el estadounidense consigue llegar a grados de abstracción límite en la filmación de figuras geométricas comunes como vayas, porches o ventanas. La sesión se cerró con Save my Heart From the World (Jacques Perconte, Francia, 2016), que realiza un recorrido de la figuración a la abstracción con un barco que sufre una tormenta con métodos de glitch art (descomposición de la imagen digital). El montaje musical recuerda al de su compatriota Jean-Gabriel Périot, aunque sin su carga política. Sin embargo, el preciosista resultado que el galo logra con estas técnicas de compresión y descompresión de la imagen, rompiendo los colores, fundiendo capas, añadiendo píxeles, es de una belleza incuestionable. Lo demostró también en su instalación «Luzarches. Impression of Time Compensation» y en la performance con Eddie Ladoire Extension sauvage, erigiéndose como una de las figuras más relevantes del festival.

En conexión con estos impresionistas, el nombre propio que brillaba sobre los otros era el canadiense Stephen Broomer, autor que parte de contextos históricos de su natal Toronto, para componer piezas de sugerente carga política y espiritual. Sus temas son la responsabilidad histórica, el eterno retorno, el colonialismo, el panteísmo o el medio ambiente; con un perfil comprometido que no resulta evidente, escondido tras las capas de abstracción de una obra que bebe mucho del cine más pictórico de Stan Brakhage. Con las superposiciones, los contrastes cromáticos, brochazos a lo action painting, un cierto poso documental y la búsqueda de composiciones geométricas, Broomer compone una compleja e impactante obra.

Ya fuera de esta línea, y más en la tradición clásica del cine de vanguarda diarístico, Saul Levine presentó dos sesións que mostraban sus anotaciones fílmicas de los años 60 hechas en súper 8 y trazos de vida compuestos más tarde en Kodakhrome; además de regalar como complemento una pieza de found footage, The Big Stick / an Old Reel (EUA, 1967-1973), con un Charles Chaplin perseguido por la policía. La naturaleza contestataria de este filme pone de manifiesto las intencionalidades políticas de un cineasta que captura la vida de modo poético al mismo tiempo que se permite lanzar dardos contra el neoliberalismo, un poco en la misma línea y energía de Jonas Mekas, con una cámara igual de nerviosa. La vertiente poética de cierta inspiración zen está más marcada en Levine, que llega a adaptar poemas o inspirarse en ellos en piezas como Falling Notes Unleaving (EE.UU., 2013), en la que evoca el «Spring & Fall» de Gerard Manley Hopkins o Notes After Long Silence (EE.UU., 1984-1989), que remite a unos versos de Coleridge.

imageCruzando el charco, una sesión un poco errática nos dio a conocer el trabajo del británico William Raban. De dos piezas de los años setenta, Broadwalk (Reino Unido, 1972) y Angles of Incidence (Reino Unido, 1973), pasamos a algunos de sus últimos trabajos en digital, como About Now MMX (Reino Unido, 2013). Esta última, filmada desde lo más alto de la torre Balfron en Londres, está rodada en time-lapse con otra torre, la del Canary Warf, como objeto de estudio. Lo que le interesa a Raban es precisamente recoger los cambios urbanísticos de la zona, la polución, el impacto en los vecinos. Pero la pieza es repetitiva y difusa, sin una dirección clara, como si se tratase de una versión light de Patrick Keiller. Afortunadamente, en la charla que dio posteriormente, contextualizó esta pieza en un proyecto más amplio sobre la gentrificación de todo el este de Londres desde el thatcherismo, mostrando trozos de piezas como Sundial (Reino Unido, 1992) o Island Race (Reino Unido, 1996), que hacían mucho más comprensible e interesante MMX. Viendo que la totalidade de sus performance tratan sobre el tiempo – puso en marcha Take Measure (1970), en la que pasa una bobina sobre las cabezas del público, la corta y pone a andar el proyector, haciendo que el rollo entre desde la pantalla hasta la máquina, cruzando toda la sala por entre las butacas – se entiende que el time-lapse y las rotaciones de eje en torno a un mismo objeto sean sus técnicas más usadas en sus primeras piezas. La clase magistral reveló la obra de un artista singular y bien interesante, al que le faltó una sesión con sus primeras piezas para redondear la faena.

Cerrando los grandes nombres del festival, Nicky Hamlyn ofreció una sesión no apta para todos los estómagos. Y es que sus trabajos, en los que la luz cobra una importancia crucial, pueden ser excesivos cuando se engloban dentro de una única sesión de más de 70 minutos. El CGAI fue el escenario para semejante tour de force en el que piezas como White Light (Reino Unido, 1996) ponían a prueba los sentidos y la paciencia. Sin embargo, no fue sufrimiento la sesión dedicada a Hamlyn. Filmes coma Gasometers Part 3 (Reino Unido, 2015) conseguían reconectar al público a través del retrato de estas estructuras abandonadas atravesadas por la imparable luz solar.

En la parte más gallega, el (S8) destacó a la figura de la directora Xiana Gomez-Díaz en la sección Sinais. La directora presentó dos sesiones en las que se proyectó parte de su obra. Destacan, entre sus cortos, el mediametraje Carretera de una sola dirección (España, 2015), en el que hace un mapeo de los prostíbulos de carretera de Navarra prestando especial atención a la textura y la simbología de los mismos. El filme busca dialogar con ese silencio social que pretende obviar la existencia de las redes de prostitución y convertirlo en un tema tabú. En la segunda sesión dedicada a la directora, Xacio Baño actuaba como presentador/moderador de una conversación alrededor del último proyecto de la directora lucense, Proyecto D, un estudio de la mujer y de su relación con el diario íntimo.

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También gallegas eran las directoras englobadas bajo el colectivo Cinema e muller que presentaron el filme Visións (Galicia, 2015) dentro de la muestra de cine. La obra, resultado de la dirección del proyecto de Xisela Franco y Beli Martínez, trata no solo de potenciar la visibilidad de las creadoras gallegas, sino de construír una identidad elaborada por las propias realizadoras. Los diez cortos conforman un collage de visión que va desde el videoarte a la ficción o al documental, todos, reparando en la mujer como eje central de una obra cuya importancia trasciende lo fílmico, convirtiéndose en un documento histórico para dejar huella de los problemas, la violencia y los clichés que rodean al sexo feminino.

Cerrando la selección gallega de cortos, y también el festival, Sinais en Curto trajo varios de los cortometrajes realizados por directores gallegos en el último año. Destacable era la presencia de obras rodadas bajo el amparo del Chanfaina Lab, en la que sobresalía Homes (Diana Toucedo, Galicia, 2016). Una pequeña pieza de 11 minutos que analiza la historia no contada de las mujeres que esperan la chegada de su marido/hijo al fogar. El tiempo se suspende, entre imágenes fundidas, en una vida anclada al hogar, frontera infranqueable dentro de la que estas mujeres se han quedado atrapadas. Además, Homes dialoga también sobre el olvido del rol de las mujeres en nuestra historia reciente. Las voces, en off, hablan de un camino difícil de recorrer, el de huir del hogar. Una historia que nos lleva directamente a los años 30 y a la Guerra Civil; disparos y morriña centran el diálogo de los hombres que hablan del hogar abandonado. Mientras, en la casa, las mujeres se quedan esperando, en silencio, privadas de una historia que también sufrieron.

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FOTOS: María Meseguer

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