SEFF 2017: LAS NUEVAS OLAS (2)

La sección Las Nuevas Olas del Festival de Cine Europeo de Sevilla es uno de los motivos principales que colocan a este certamen como uno de los más enérgicos y audaces del panorama internacional. En esta segunda (y última) parte de nuestra crónica intentaremos conectar algunas de las películas de esta selección en las que percibimos ciertas similitudes conceptuales. En muchas de las obras presentes este año hemos podido observar que el ‘cambio’, en sus diversas manifestaciones, suele ser el motivo que desencadena la narrativa. Estas transformaciones pueden ser individuales o ambientales, llegando incluso a producirse auténticas mutaciones físicas como en el caso de Ava (Léa Mysius, 2017) o The Wild Boys, (Bertrand Mandico, 2017), comentadas en la entrada anterior. Las cintas que trataremos a continuación parten de esta noción de alteración para evolucionar en distintos procesos de aclimatación o confrontación con la misma.

Avant la fin de l’été (Maryam Goormaghtigh , 2017)

Avant la fin de l’été (Maryam Goormaghtigh , 2017)

Adaptarse al cambio

Ante la necesidad de definir su obra dentro de la ficción o el documental, una tarea que tantas veces se antoja arbitraria y obsoleta, la directora Maryam Goormaghtigh sentencia: “Es simplemente una película”. El debut de esta realizadora suiza consiste en un original road trip que toma sus influencias de las comedias independientes, caracterizadas por el tono tragicómico que también impregna Avant la fin de l’été (2017). Acompañamos en esta aventura a Hossein, Arash y Askan, tres jóvenes iraníes y amigos personales de la directora, que viven y estudian en Francia. Tras pasar varios años en París, donde no consigue acomodarse al estilo de vida local, Arash decide finalmente retornar a Irán. En un intento desesperado por evitar su partida, Hossein y Askan lo convencen para aprovechar las últimas semanas del verano realizando un viaje por el sur del país. Entre kilómetros y kilómetros de autopista, con sus correspondientes secuencias de travesía, las visitas turísticas y situaciones aparentemente banales dan paso a interesantes reflexiones y charlas entre los protagonistas. Gradualmente, comenzamos a entrever fragmentos de su pasado, descubrimos las razones que los llevaron a abandonar Irán, y también las que los impelen a no querer volver. Todo esto sin dejar de lado un cándido sentido del humor, que se apoya fundamentalmente en la inocencia y naturalidad de los personajes.

Goormaghtigh, que también tiene raíces iraníes, parte de una motivación personal para componer esta divertida exploración de lo que significa ser un expatriado. La realizadora parece en ocasiones una observadora más, simple testigo de lo que ocurre delante de la cámara. De esta forma, la película logra transmitir una sensación de total libertad creativa, con escenas capaces de acoger al mismo tempo consideraciones de carácter socio-político, desvelos amorosos y hasta clases de folclore iraní. En la segunda mitad de la cinta, y de forma realmente espontánea, sumamos un par de personajes a esta ecuación: Dos jóvenes autostopistas se unen al viaje, abriendo nuevas dinámicas de interacción y temas de conversación entre ellas. La dimensión lingüística también empieza a cobrar importancia, alternando entre el farsi y el francés, así como la heterogénea selección musical. Es igualmente interesante el modo en que Hossein, Arash y Askan ofrecen una visión refrescante de la amistad masculina, como un amor fraternal puro y sin complejos. A fin de cuentas, Avant la fin de l’été es una obra profundamente humanista y llena de ternura, que gira en torno a su carismático trío protagonista. Una obra humilde, probablemente olvidable, pero que seguramente arrancará más de una sonrisa en la audiencia.

Presentada en la Semana de la Crítica durante el último Festival de Venecia, la cinta turca The Gulf (Emre Yeksan, 2017) nos habla de otro proceso de readaptación y vuelta a las raíces, esta vez en forma de alegoría social. Después de un tortuoso divorcio y sucesivos fracasos laborales, el indolente Selim (Ulaş Tuna Astepe) opta por volver a casa de sus padres en Esmirna. Una vez allí, se ve sumido en una apatía vital constante, sin expectativas de futuro ni interés alguno por buscarlas. A pesar de retomar el contacto con su familia, con una antigua amante y hasta con un compañero del servicio militar -del que apenas se acuerda-, Selim no logra encontrar nada que le motive de verdad. Su rutina diaria se reduce a interminables horas tumbado en el sofá o vagando indiferente por las calles. Todo cambia de pronto cuando una mañana, tras un incendio en la zona portuaria, un olor extraño y desagradable comienza a extenderse por la ciudad. Al cabo de unos días, incapaces de soportar la pestilencia que ya invade todo el golfo, muchos ciudadanos deciden abandonar Esmirna. No obstante, para Selim esto supone un momento de catarsis. Finalmente, decide tomar las riendas de su propia vida, aún cuando el mundo entero parece descomponerse a su alrededor.

Presentándose como un debut de lo más ambicioso, The Gulf consiguió durante su producción diversos apoyos al desarrollo en festivales de todo el mundo, seguramente debido a su vocación internacional. El propio Yeksan explicó en varias entrevistas que su intención era representar la sensación de intranquilidad que vive actualmente el planeta, donde la humanidad parece estar al borde de una catástrofe inevitable y sin precedentes. El director escribió el guión junto con su compatriota Ahmet Büke, basándose en experiencias personales y colectivas. Sin embargo, asegura que se trata de una obra con un mensaje universal, susceptible de ser replicada en cualquier otra urbe con distinto protagonista. La elección del olor como elemento disruptivo (inspirado en los recuerdos de infancia de Yeksan) es sin duda una apuesta arriesgada, debido a sus múltiples connotaciones y su difícil representación en pantalla. Por lo general, la película es bastante respetuosa con la audiencia, que nunca recibe todas las herramientas para descifrar el panorama que se presenta ante ellos. A pesar de todo, debido a un ritmo excesivamente dilatado y a la desorientación que experimenta su protagonista, hay momentos en los que la cinta corre el riesgo de contagiar estas mismas sensaciones al público.

Mrs. Hyde (Serge Bozon, 2017)

Mrs. Hyde (Serge Bozon, 2017)

Continuamos con una obra en la que se relata otro caso de mutación personal, en esta ocasión en forma de crítica al sistema educativo francés. Mrs. Hyde (2017), del actor y realizador Serge Bozon, es una cinta de difícil clasificación, algo significativo dentro de un panorama que destaca por su carácter innovador. Inspirada (muy) ligeramente en la famosa novela de Robert Louis Stevenson, la película participó este año en el Festival de Locarno, donde recibió críticas de lo más diverso. Con una infalible Isabelle Hupert en el papel principal, la historia se centra en la pintoresca metamorfosis de Madame Géquil, profesora de ciencias en un instituto de los suburbios. Al comienzo de la trama, la protagonista debe hacer frente a múltiples ofensas y faltas de respeto diarias por parte de sus alumnos, que se aprovechan de su carácter pusilánime. Tampoco es demasiado popular entre el cuerpo docente, que acostumbran a criticar sus métodos de enseñanza y propuestas educativas dentro del claustro. Todo cambia cuando una noche de tormenta, durante un experimento en su laboratorio, el impacto de un rayo alcanza a Madame Géquil. A partir de este momento la mujer deberá enfrentarse a otra versión de ella misma, una personalidad más violenta y amenazadora, que acabará por poner patas arriba su vida privada y laboral.

Al igual que en la película anterior, volvemos a encontrarnos con un hecho misterioso que transforma por completo las dinámicas de la historia. Bozon juega con los géneros para crear una obra tan ridícula como atrayente, que no se molesta en esconder sus parches ni la lectura crítica que hace de las carencias y absurdos del sistema educativo actual. Maneja ideas verdaderamente interesantes, pero adolece en general de una falta de cohesión. La sinopsis y referencias literarias de las que bebe la obra prometen un conflicto de mayor envergadura, pero esta no acaba de aprovechar las posibilidades que ofrece la trama. Existen demasiadas situaciones forzadas hasta el absurdo, que no resultan coherentes a pesar de la cualidad alegórica y fantástica del film. Aún así, la hilarante interpretación de Huppert, que ofrece un registro totalmente diferente al que nos tiene acostumbrados, consigue indultar a la obra de todos sus defectos. Junto a ella, disfrutamos de un maravilloso Romain Duris como el excéntrico director del instituto, que ayuda a mantener el tono esencialmente satírico del conjunto. Al final del día, Mrs. Hyde es un interesante pasatiempo con suficiente espacio para la risa, la reflexión y el debate posterior.

Si hay una etapa de cambio vital que el cine ha tratado hasta la saciedad, llegando a constituir un género independiente, esa es la adolescencia. Podríamos decir que se trata de la experiencia de mutación humana por excelencia, ya que connota al mismo tiempo alteraciones físicas y sociales. Pues bien, cuando parecía que no podía aportarse nada nuevo a este escenario, Pin Cushion (2017) aparece como una de las películas iniciáticas más estimulantes de las últimas décadas. El debut en el largometraje de Deborah Haywood le ha valido por el momento el premio especial de Las Nuevas Olas, ex aequo con The Wild Boys, y cuenta también con diversas nominaciones a los British Independent Film Awards. La historia se centra en las desventuras de Lyn e Iona, madre e hija respectivamente, después de mudarse a una anodina ciudad en el interior de Inglaterra con la intención de comenzar una nueva vida.

A pesar de emplear muchos de los tópicos propios del género, la película sobresale por una dirección artística increíblemente estilizada y una visión amplia de las experiencias de abuso escolar y marginación social. Haywood no se limita a tratar los casos de bullying en la adolescencia, como si fuesen prácticas aisladas. Al contrario, realiza una interesante conexión entre las dos protagonistas (que mantienen una relación un tanto atípica), resaltando la repercusión de estas actitudes a lo largo de la vida de una persona. Su lenguaje directo y particular dimensión estética, con tendencia al barroquismo, pueden echar atrás a algunos espectadores que busquen un enfoque más solemne o convencional. En ocasiones, el tono descarnado y el aspecto visual de la película llegan a ensombrecer las situaciones dramáticas y la compleja problemática que se está abordando. Con todo, Pin Cushion es una obra memorable, divertida y desoladora a partes iguales, que debería marcar el comienzo de una exitosa carrera para su realizadora.

Mr. Gay Syria (Ayse Toprak, 2017)

Mr. Gay Syria (Ayse Toprak, 2017)

Saltamos finalmente al terreno de la no ficción, donde también encontramos obras que manejan algunos de los conceptos de los que hemos hablado hasta el momento. Uno de los mayores descubrimientos de este año ha sido el imprescindible documental Mr. Gay Syria (2017), de la turca Ayse Toprak. La película toma como punto de partida el certamen de belleza homónimo, creado para llamar la atención sobre la situación que atraviesan los homosexuales sirios (tanto los que permanecen en el país como aquellos viviendo en el exilio). Obligados a huir de su hogar, donde son perseguidos y asesinados por su condición, el concurso representa para ellos “una forma de lucha y supervivencia”, en palabras de su creador. Con un estilo reivindicativo y cargado de empatía, Toprak documenta el proceso de cambio que atraviesan jóvenes como Hussein, peluquero residente en Estambul y actual poseedor del título. Este cambio incluye su nueva condición como refugiados -obligados a permanecer en Turquía mientras esperan por un visado que les permita entrar en Europa- y el progresivo reconocimiento de su identidad. Una obra absolutamente necesaria y una lucha que continúa.

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