SEFF 2017: SECCIÓN OFICIAL (3)

Terminamos nuestra cobertura de la Sección Oficial del SEFF 2017 analizando otra de las líneas temáticas presentes en su selección. En este caso, el conjunto de películas que vamos a tratar giran alrededor del concepto de búsqueda, ya sea física o metafórica. Los protagonistas de estas obras suelen ser personajes ‘incompletos’, que navegan a la deriva en busca de algo –o alguien- capaz de llenar un vacío que los atormenta. Esta busca puede traducirse en un viaje exterior o adoptar la forma de reflexiones internas. A veces, asistimos incluso a una suerte de espera activa, casi resignada, que esconde el mismo anhelo de encuentro.

Little crusader (Václav Kadrnka, 2017)

Little crusader (Václav Kadrnka, 2017)

Búsqueda, espera y retorno

Little Crusader (2017) es el segundo largometraje del realizador checo Václav Kadrnka, con el que ha ganado este año el Globo de Cristal a la Mejor Película en el Festival de Karlovy Vary. Basada ligeramente en un poema épico de Jaroslav Vrchlický, la cinta toma como punto de partida la legendaria “Cruzada de los Niños” para elaborar una odisea de estética medieval cargada de simbolismo. Todo comienza cuando el pequeño Jan, inspirado por los heroicos relatos de las Cruzadas, decide partir hacia Tierra Santa equipado con una armadura infantil y una espada de madera. La desaparición del niño, imbuida de un espíritu quijotesco, connota una importante carga alegórica que se va revelando a medida que avanza el relato. Durante el resto de la película, la experiencia del espectador está ligada a la del caballero Borek (Kaerl Roden), que llevará a cabo una busca infatigable para encontrar a su hijo. Guiado tan solo por su instinto, y con la ayuda de un trozo de tela donde lleva bordada la cara del niño, el protagonista deberá hacer frente a situaciones y personajes de lo más extravagante, que pondrán a prueba su determinación.

A medida que el rostro de Jan se desvanece en el paño, metáfora de los ideales perdidos y los años que ya nunca volverán, la efigie granítica de Roden soporta la carga dramática de la película. La obra se revela como la representación de una búsqueda interior, en la que se esconden los miedos e inseguridades del viejo caballero. El director opta por una puesta en escena profundamente teatral, en la que contrastan los espacios austeros y los paisajes oníricos. Rodada en formato 4:3, y optando por encuadres fundamentalmente cerrados, la fotografía transmite constantemente la misma sensación de opresión que experimenta su protagonista. Aunque formalmente impecable, Little Crusader fracasa a nivel emocional a la hora de trasladar al público los tormentos que padece el desvalido caballero. Los elevados conceptos que se manejan en la película resultan a veces poco desarrollados, y no encuentran un equilibrio con su dimensión estética. Una busca encomiable pero frustrada.

 

Una questione privata (Paolo e Vittorio Taviani, 2017)

Una questione privata (Paolo e Vittorio Taviani, 2017)

Un sentimiento de frustración e impotencia acompaña también al protagonista de Una questione privata (2017), de los maestros toscanos Paolo y Vittorio Taviani, que ha sido presentada en Sevilla fuera de competición. Basada en una novela de Beppe Fenoglio, el último largometraje de esta icónica pareja de realizadores nos traslada a los tiempos de la guerra civil italiana, durante la Segunda Guerra Mundial. En esta ocasión acompañamos a Milton (Luca Marinelli), un miembro de la resistencia partisana, en su particular cruzada por las colinas y comunidades rurales de las Langhe. De forma fortuita, el protagonista descubre que su mejor amigo, capturado por las tropas fascistas, pudo haberle engañado con la chica de la que estaba enamorado. Una revelación un tanto difusa que, no obstante, hace que Milton se embarque en una auténtica misión suicida para rescatarlo y descubrir la verdad, poniendo en peligro su propia integridad y la delicada situación de la lucha armada.

Los hermanos Taviani nos invitan a un viaje por dos espacios y conflictos diferenciados: Por un lado, la trágica contienda exterior, que aporta un escenario de barbarie y lucha fraternal. Por otro, una batalla interior, más encarnizada si cabe, en la que se debate constantemente el protagonista. Fluyendo a través de ambas, encontramos un elemento de vital importancia: la niebla. Densa y omnipresente, esta adquiere un especial peso narrativo, impidiendo a Milton pensar y actuar con claridad. El brumoso paisaje refleja fielmente el estado de su conciencia, ofuscada a causa de la duda y los celos. Como contrapunto luminoso, asistimos esporádicamente a varios flashbacks en los que se presenta la breve historia de amor previa al estallido de la guerra. En términos generales, Una questione privata nos dejó una sensación tibia, con un romance que no está a la altura de sus consecuencias y un contexto presentado de forma casi trivial. Con todo, la película posee un carácter innegable y transmite constantemente el buen hacer de sus realizadores. Como auténticos artesanos del cine, los hermanos Taviani dotan su obra de un marcado aire clásico, cuidando al máximo cada detalle de la producción. Cabe destacar también la magnífica banda sonora de Giuliano Taviani y Carmelo Travia, formada por composiciones originales y canciones icónicas que adquieren en esta obra un nuevo significado.

Después de inaugurar la Quincena de los Realizadores en el último festival de Cannes, donde resultó premiada, una de las obras más esperadas de esta selección fue sin duda Un beau soleil (2017), de Claire Denis. La célebre realizadora francesa, que acostumbra a trabajar en un registro dramático, ofrece en esta ocasión algo parecido a una comedia romántica, que sorprende por su lucidez y profunda sensibilidad. Estamos de nuevo ante una arriesgada adaptación literaria, en este caso de un ensayo de Roland Barthes, para la que Denis contó con la ayuda inestimable de la también novelista Christine Angot. El resultado es una deliciosa exploración de las relaciones humanas que aborda los absurdos del romanticismo desde una perspectiva incisiva pero afectuosa. El relato se construye a partir de las aventuras y desencantos amorosos de su protagonista, Isabelle, interpretada de forma incontestable por Juliette Binoche.

Un beau soleil (Claire Denis, 2017)

Un beau soleil (Claire Denis, 2017)

Artista parisina y madre divorciada, Isabelle atraviesa una profunda crisis vital en su búsqueda del amor verdadero. Desde un primer momento historia y personaje logran generar una empatía instantánea gracias a situaciones y diálogos que rebosan autenticidad. A lo largo de la película la protagonista mantiene relaciones afectivas con un heterogéneo grupo de hombres que, a pesar de sus diferencias, demuestran algo en común: todos se revelan finalmente cobardes e indignos de su confianza. Asistimos así a un desfile de personajes masculinos mediocres, casi tópicos, pero defendidos de forma más que solvente por grandes intérpretes como el también realizador Xavier Beauvois. Sin embargo, si por algo sobresale la dirección de Denis es por la forma en que se acerca a los espacios íntimos, individuales o compartidos, componiendo hermosos momentos en los que armonizan lo sensual, lo sexual y lo emocional. Un beau soleil es una propuesta inteligente y conmovedora, que utiliza el ridículo para envolver su amarga lectura con un humor tierno y universal. Esta dinámica se ve perfectamente resumida en la secuencia de créditos finales, que cuenta con un monólogo y actuación extraordinarios a cargo de Gérard Depardieu.

Sin abandonar el país galo nos encontramos con otra de las cintas estrenadas en la pasada edición de Cannes, que ha conseguido en Sevilla el premio a la mejor dirección. Barbara (2017), del actor y realizador Mathieu Amalric, presenta un ejercicio de ‘meta-cine’ que supone un interesante aporte al género del biopic. La historia parte de la obsesión de un director por llevar a cabo una película sobre la cantante Monique Andrée Serf, conocida mundialmente como Barbara. Aún así, este pretexto queda rápidamente eclipsado por la soberbia interpretación de Jeanne Balibar (en un doble papel como Barbara y Brigitte, la actriz encargada de darle vida). A través de un curioso ejercicio de representación, el trabajo de Amalric vuelve a hablarnos de una búsqueda, que en esta ocasión se centra en la reconstrucción de una artista y personaje excepcional. La cinta intercala constantemente imágenes de archivo con las réplicas genuinas de Balibar, en un eterno juego de miradas y reflejos en el que ambas identidades se funden hasta ser indistinguibles. Para todos aquellos que desconozcan la figura de Barbara, y su influyente legado en la cultura francesa, resultará casi imposible descifrar todas las capas que se intercalan en este trabajo. A pesar de esto, es inevitable sentirse fascinado por la fuerza de su recuerdo y la pasión de este homenaje. El repertorio musical constituye, como no podía ser de otro modo, uno de los puntos fuertes de la película, razón suficiente para acercarse a ella.

Penélope (Eva Vila, 2017)

Penélope (Eva Vila, 2017)

Cerramos esta crónica con otra obra que presume de nombre y universo propios: Penélope (2017), de Eva Vila. Después de darse a conocer con el documental musical Bajarí (2013), la directora catalana firma este año una de las apuestas más arriesgadas y personales de todo el festival. Mediante la reformulación del mito clásico de la Odisea, Penélope ofrece una singular reflexión en la que se entrelazan los conceptos de busca, espera y retorno. En palabras de la autora, la cinta contrapone dos actitudes vitales o “movimientos humanos universales: el que espera y el que se marcha”. Dos corrientes personificadas en Penélope y Ulises, que aquí adoptan la forma de Carme Tarte y Ramón Clotet, naturales de Santa María d’Oló. Esta pequeña población de las montañas barcelonesas, que adquiere la dimensión de una Ítaca moderna, es el escenario escogido por Vila para actualizar el mito de Homero.

A sus 98 años, Carme nunca ha dejado de esperar. Ella es la costurera del pueblo, un oficio en vías de extinción, y como tal lleva toda su vida “tejiendo los hilos de la comunidad”. Ramón se marchó a vivir su propia Odisea, retornando al final para verse convertido en un extraño. Ambos son protagonistas indiscutibles de esta obra que busca expresarse fundamentalmente en el campo de las emociones. La dimensión visual de la película se apoya en una fotografía especialmente poética, muy vinculada al paisaje, que opta por tonalidades frías y composiciones cargadas de épica. En el plano sonoro destaca la simbiosis entre la música, el recital de versos y los cuidados ambientes, con situaciones llenas de intención y significado como las retransmisiones radiofónicas y el sonido de las campanas. Juntas, logran crear una atmósfera envolvente en la que el espectador pierde la noción de espacio y tiempo (gracias a un destacable trabajo de edición de la gallega Diana Toucedo). La película puede resultar pretenciosa en su cometido y representación formal, exigiendo continuamente un esfuerzo por parte de la audiencia. De no conectar con su particular cosmos estético y narrativo, Penélope puede ser una experiencia fatigante para el espectador. Con todo, estamos ante una de esas ‘películas-milagro’, cuya mera existencia y participación en certámenes debería ser motivo de alabanza. Con toda seguridad, la cinta no encontrará una distribución sencilla fuera del circuito de festivales, pero hará las delicias de un tipo de público ávido de un cine más lírico y sensorial. Se trata, en definitiva, de una obra que merece la pena buscar, y a la que siempre cabe volver.

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