ADRIÁN CANOURA: “HACER UN FILME ES CÓMO PESCAR CALAMARES: NUNCA SABES QUÉ VAS A PESCAR, SI VAS A PESCAR, NI CUANTO TIEMPO VAS A ESTAR PESCANDO”

Adrián Canoura (1991, Burela) es una de las voces emergentes del cine experimental gallego actual. Por eso, no sorprende que sus filmes formen parte de la selección de trabajos que la (S8) Mostra de Cinema Periférico programó con la ocasión de las ‘Sinais en curto’. Aprovechando su paso por el certamen coruñés, conversamos sobre su cine, una obra muy unida a Galicia y trabajada desde una certera intuición.

Canoura camara

Tu cine trabaja mucho sobre la cultura gallega, pero también desde un punto de vista casi etnográfico. ¿De dónde surge este enfoque?

No sé cuál es el motivo exacto, de donde nace. Pero sí que desde que estuve en el instituto, fui creciendo, vas adquiriendo una mirada… Se me fue abriendo el vínculo con la tierra, con la aldea, con la familia. En mi familia somos todos de aldea, y quieras o no eso influye en determinadas forma de vivir y de ver el mundo. Y está la parte de mi familia marinera, la parte agricultora, y todo eso se mezcló y cuando empecé a entrar en el mundo del cine me interesó mucho observar eso. Como se desarrollaba el ser humano en estos ámbitos. Y además, Galicia tiene como esas dos partes también, marinera y agricultora, y creo que hay mucho que mirar ahí y se puede contar de otra forma.

Supongo que en cierta forma, las historias que trato son mundos que “van desapareciendo”. La matanza ya no se puede hacer doméstica. Los barcos cada vez hay más preocupación. Y la de Caerán lóstregos do ceo gústame pensarla como un cuento oral: la historia se va difuminando y no sabes muy bien luego en que queda. Es un poco que te cuenta tu abuelo, que de cada vez es diferente, pero si no te lo cuentan más veces se va perdiendo. Yo me acuerdo de pequeño que todo el mundo en las comidas familiares todo el mundo sabía cuentos, y ahora da igual, y todos estamos con el móvil. Ya nadie habla de historias maravillosas muy ficticias. Y la película tiene un poco ese hilo, también desaparece.

En tus filmes trabajas siempre con gente que no se dedica a la interpretación. ¿Cómo preparas la grabación con ellos?

Tampoco es que haga un trabajo de estar preparándolos ni nada. Yo sé como son y por eso me gusta enfrentarme a eso. Por ejemplo, mi abuelo es una persona muy especial, y de hecho estoy ahora pensando a ver si hago algo con él. Si trabajo con mi abuelo sé como reacciona, y sé por donde puede salir. Mi abuela igual. Estás allí con la cámara y a ellos les da igual, respondieron con mucha naturalidad. Y cuando fui a grabar con mis tíos… Me gusta que haya esa relación.

Yo estuve en rodajes y por ahí, en rodajes de tele, y se nota que hay una tensión que no me gusta. Creo que lo dije en Curtocircuíto, un chico me preguntó “cómo empezaste? Por que yo quiero hacer un documental…”. Yo grabé un par de piezas tradicionales, como de entrevista y eso. Y fue cuando los hice que me di cuenta de que no me gustaba, quería hacer algo diferente. Pero tenía que pasar por ese proceso: estar en ámbitos profesionales de rodajes, pero no me gustaron. Y creo que la relación natural con las personas como yo la veo, enriquece. Evidentemente cuanto más pueda seguir evolucionando a lo largo de mi carrera, pues mucho mejor. Y luego, no sé, esto también pasa mucho en Galicia, que filman con actores no profesionales. Hay muchas formas de verlo, pero yo creo que enriquece.

Pero en Rexistros (xeografía de San Sadurniño), no conocías a la protagonista.

Sí, efectivamente. Pero ya se nota que es una persona increíble, Consuelo, como empatiza, como reacciona. Es como son mis abuelos, por eso empaticé tanto con ella. Conectamos en el primero momento cuando fui hasta allí.

Rexistros (xeografía de San Sadurniño) (2019)

Rexistros (xeografía de San Sadurniño) (2019)

Además, ella tiene esa ironía…

Claro, y yo sé como manejar esas situaciones. Estoy acostumbrado a estar con señores toda la vida en la aldea, y sé lo que les gusta, lo que no. Y ahí sí que me siento cómodo para establecer una conexión para crear algo. Tú puedes estar cómodo pero luego a la hora de filmar no sale natural.

¿Cómo construyes la imagen? Llegas a la grabación con ideas previas o es una exploración durante el rodaje. En el caso de Caerán lóstregos do ceo he entendido que sí que había una inspiración previa, ¿no?

En el caso de Caerán lóstregos do ceo, yo ya venía investigando de antes. Y  ponle que de ahí a unos meses, yo ya tenía algo grabado, pero sin más, y me encontré con esta imagen… La encontré en un libro, y allí ponían “esta imagen está en el Arquivo do Reino de Galicia”. Y a raíz de conocer esta imagen, digamos que ya construí lo que le podrías llamar el guión técnico. Los encuadres, como quería filmar al tipo este, etc.

Pero entonces, en O porco e o seu espírito el proceso es otro.

En el caso de ésta, en concreto, la grabación fue prácticamente espontánea. Yo tenía idea de cómo era porque la vine mil veces, y estuve allí mil veces. Lo que pasa es que estaba en casa esos días y coincidió que me dijeron que iban a matar al cerdo. Pero no se sabía cuando, porque el cerdo está ahí a punto, y llamas al matarife y te ven un día por la tarde y listo. No es algo como de “va a ser el miércoles que viene”. Y, claro, conozco el espacio y todo, y más o menos había dispuesto todo pero sin demasiada preparación. Fue a ir allí, ver como estaban y grabar. Porque tampoco te puedes poner ahí “a ver, ponte de lado que voy a hacer un plano…” [ríe]. Los encuadres fueron un poco espontáneos, sí que tenía una idea de cómo era todo el proceso, pero la puesta en escena fue en el momento.

¿Y cómo preparas todo este material para el montaje? ¿Filmas mucho más del que usas?

Que va, nunca sé lo que necesito. No sé por que, pero yo creo que tengo algo de suerte en que las cosas al final me salgan bien. Grabo mucho más… en la de Caerán lóstregos do ceo tengo no sé cuanto material de más, dejé sin editar un montón. Sí que es verdad que tengo como muchas secuencias similares y al final escojo las mejores. Y con Rexistros (xeografía de San Sadurniño), también grabé mucho, pero sí que sabía lo que quería en la edición, pero sí que grabé mucho. En la de O porco e seu espírito fue grabar y casi es lo que filmé. Y en Salitre nas veas fue una aventura salir a filmar. Salimos al mar, y grabé con las dos cámaras y tenía bastante material.

¿Empleas siempre dos cámaras?

Llevé la digital no sé muy bien por qué. Llevaba la de cinta, la Hi8, y cogí a otra por pura intuición. Dije “bah, la voy a llevar por se saco alguna foto”. Pero luego, mientras ellos estaban montando y así, estuve probando con las dos cámaras, y se me ocurrió grabar con las dos cámaras cosas diferentes para trabajar con las texturas.

Salitre nas veas (2017)

Salitre nas veas (2017)

Por lo que dices, parece que trabajas mucho con la intuición.

Un profesor que tenía me dijo que había que hacerle caso a la intuición. Y es verdad. Me gusta dejarme llevar. Y se me da buena vibración, tiro para ahí. La intuición yo la veo un poco como el pescador que va con la caña pescar calamares. Realmente no sabe lo que va a pescar, realmente no sabe si va a pescar, y realmente no sabe el tiempo que va a estar. Pero al final puede traer un cubo lleno de calamares, como puede traer uno o ninguno. Y estas ahí, pasando el tiempo… ¿Por qué te sientas aquí y no en la otra punta? Me atrae eso, no sé si me viene dentro por mi padre, que es alguien a quién yo considero que tiene muy buena intuición para pescar. Me parece increíble cuando me cuenta historias del barco que iban a pescar a Escocia y yo me preguntaba por que pescas aquí y aquí no. Y me parece increíble.

¿Cómo es el proceso de trabajo con las imágenes una vez finalizas la grabación?

Está el proceso de digitalización: cámara, cinta, capturar y tal. Y luego edición la hago en el Premiere. O sea, no tiene nada especial. No hay ningún elemento extraño como sí que puede haber en los directos, ahí ya tengo otras movidas y otra performance. Lo único cinta, capturar y luego editar.

En el caso de Caerán lóstregos do ceo sorprende esa imagen tan oscura que empleas.

En ese caso, me cuadró con el MasterLAV, y estábamos con una clase en la que presentábamos proyectos y yo llevé éste. Y me recomendaron grabar en la cinta, una y otra y otra vez. Que luego al final no lo hice, pero me pareció interesante igual. Y luego, no sé quien me recomendó que en el sonido grabara con casete, haciendo como un paralelismo con la imagen y la cinta. Tampoco tenía ningún aparato específico, y además, me gustaba cómo grababa la cámara el sonido. Entre cutre, cinta, tiene una textura que me interesaba. Lo de la imagen, no sé, yo lo veo cómo pintar un cuadro casi. Estas ahí en el ordenador añadiendo texturas, colores, quitas, polvos, no sé… No tiene nada especial, es jugar en el ordenador. Me refiero la que no tengo ningún software especial.

Sí que es cierto que cuando estaba con Caerán lóstregos do ceo vira Sátántangó (Bella Tarr, 1994), y me encantaba esa textura, esa sensación de estar entrando en un bollo negro misterioso. Y me atrapó bastante esa textura, y me quería guiar un poco por ahí. También cosas de Lynch, de la última temporada de Twin Peaks (2017). Bruce Conner también, tiene un trabajo plástico increíble. Para mí es uno de los referentes absolutos. Además me cuadró esos meses que estaba en Madrid su exposición en el Reina Sofía y me pareció una cosa maravillosa.

Caerán lóstregos do ceo (2018)

Caerán lóstregos do ceo (2018)

En algunos de tus filmes te haces presente en ellos mediante el zoom, pero también con tu propia sombra entrando en la imagen o las miradas a la cámara. ¿Es algo consciente o involuntario?

Medio y medio. La de O porco e o seu espírito, es que esa película es un poco… estaba ahí, venía de hacer otras cosas, y fue de esto de “no me voy rallar. Quiero hacer”. Y después allí, es lo que te decía, yo ya sabía la relación… A mí me gusta interactuar mientras estoy grabando. Estábamos allí como familia. Estaba hablando por atrás con la otra, con el matachín. De hecho, el matachín me mira cómo diciendo “¿pero éste que está haciendo?”, y eso me gusta mucho. Me gusta también que yo tampoco sé el que estoy haciendo, y también me gusta que los que están allí también el interioricen. Mi abuelo estaba allí como “éste está ahí sacando fotos”, y me gusta que no sepan muy bien lo que estoy haciendo, pero yo tampoco. Estamos todos al mismo nivel, yo no estoy allí como un artista. Y en Rexistros (xeografía de San Sadurniño), sí, los hice a propósito pero tampoco sabía si los iba a emplear.

La diferencia quizás, es que Caerán lóstregos do ceo es casi como una ficción, una construcción.

Sí, es que realmente cuando tienes que poner las etiquetas para festivales… es que realmente ficción, es cómo extraño. Está ficcionado.

En tu web creo que lo tienes como “Retrato experimental”.

Sí. A ver, es una ficción, claro, hay una puesta en escena, pero tampoco sé hasta que punto.

¿Sobre la música en tus filmes, como trabajas con ellos? Pedro Costa decía que era peligrosa porque ”hace que las imágenes muden de temperatura”.

También lo dice Bresson en las “Notas del Cinematógrafo”. Yo que sé, tampoco ellos tienen las llaves del cine. A ver, está bien que lo digan, cada quien puede decir lo que quiera. Creo que la música me ayuda cómo a componer la imagen y el montaje. Mientras estoy escribiendo o investigando ya voy escuchando cosas que me interesan meter, y ahí sí que me despiertan ciertas imágenes. Pero igual estoy con una canción y luego voy en el coche y pienso “este sonido si le meto tal…” y todo cambia. A mí me ayuda en ese sentido.

Después a la hora de introducirlas, todas tienen un por qué. En Salitre nas veas la música está ahí porque el sonido no valía para nada. Es una lancha de 10 metros, pequeñísima, y el motor te explota los oídos. Y después me di cuenta y pensé en introducir ese sonido representa esa agonía de estar ahí con el motor… porque es una pesadilla. Y la música va un poco en la línea de la pesadilla. Me había dicho Escourido [un amigo en común], “hostia tío, que rallada”. Y yo dije, es que es un poco eso, es que en el barco estás así.

En Caerán lóstregos do ceo me gustaba el trabajo de Juan Carlos Blancas, que trabajó con Helena Girón y Samuel Delgado, y había ido a un taller en Curtocircuíto y flipara con cómo trabajaba él y con el tratamiento que le daba a la música. Y a raíz de ahí como que fui trabajando con ese espectro sonoro. Es verdad que ahí le había encargado a mi tío, que es músico, una banda de quince o veinte minutos que fuera como un ambiente oscuro. Tampoco sin enseñarle mucho, alguna imagen a lo mejor, pero yo confiaba mucho en él y sé que lo que hace conecta artísticamente conmigo, y me fiaba mucho. Me lo pasó, así una base drone como muy oscura, y la fui descomponiendo, haciendo mil capas, la ralenticé. Leí mucho también como trabaja Lynch con el sonido, y en sus películas me gusta cómo trabaja con las texturas, como pone canciones al revés, muy ralentizadas. Y aquí hice un poco así, fui desmontando lo que me había pasado mi tío.

Hablando de música, es curioso que tus trabajos visuales con Baiuca son muy diferentes a tus filmes. ¿Es algo intencional separar esas dos vertientes?

Sí que hay intención. Desde que nació el proyecto, por el 2017, Alex ya me venía dejando caer que quería que hiciera los vídeos. Y desde el inicio, cuando empezamos como a crear la imagen de Baiuca, surgieron esos colores, no sé muy bien por qué, pero supongo que sería algo que hablamos. Fue saliendo así, y luego fue evolucionando y como que intentamos probar otros colores, pero nos gustaba lo de que se identificasen los colores con el proyecto. Pero, él me da también libertad absoluta y yo le voy presentando cosas.

Olvídame - Baiuca (2019)

Olvídame – Baiuca (2019)

Nicole Brenez escogió Caerán lóstregos do ceo como uno de los filmes del 2018. ¿Crees que ese estigma que había de que no se puede tener éxito haciendo filmes sobre Galicia está superado?

[pausa] Hay varios puntos. Una vez había hablado, no sé con quien hablara de esto, de este cine del que hubo un boom ahí atrás, hablo de cine periférico, de gente de un sitio que le da por retratar a una tribu en Chile con el que no tiene ninguna relación. En principio es algo muy atractivo y que puede ser de interés para un festival tipo Locarno. ¿Pero qué interés tiene eso? A mí me parece más adecuado lo que tienes cerca y transmitirlo hacia fuera. Y más la cultura gallega, que estuvo muy denostada y que tiene un complejo muy grande de transmisión hacia el exterior. Ahora se ven frutos en muchos ámbitos, en la literatura, en la música, en el cine, se ve que trabajando cosas de aquí también puedes tener repercusión fuera. En todos los ámbitos laborales también lo ves, en la pesca, que yo también la tengo de cerca, ves que la pesca gallega es la mejor del mundo pero no está tan bien valorada. Y me da pena eso. Por un lado me da más ganas de seguir mostrando todo lo que tenemos aquí. Que no digo que sea mejor que otras culturas, pero inferior no es, eso seguro.

Y también, Marcos Nine. Él fue quien me despertó la chispa. Hay muchos que dicen “Stan Brakhage me sedujo…”. Pues no, tío, fue Marcos Nine, un cineasta de aquí. Yo estaba estudiando en Lugo en la Escuela de Imaxe e Son de Lugo y hubo ahí una etapa que venían como directores de CREA a dar charlas. Y vino Marcos Nine, yo lo conocía así de pasada, no tenía mucha idea de sus trabajos. Había enseñado cortos de él y había empezado a hablar, en el debate ya, del proceso artístico de trabajo y eso. Él decía que no estuviéramos obsesionados con esto que te meten en la escuela de “O televisión, o guiones de Hollywood”. O vas al Land Rober o tienes que hacer una película de Steven Spielberg. No hay un espectro medio ahí. A mí eso me frustraba mucho, y cuando vio Marcos se me abrió el mundo. Él hablaba de que no había que estar obsesionado con ir a buscar una historia a Londres, que realmente lo que nos podía hacer crecer, lo que necesitábamos para trabajar, lo teníamos muy cerca, y aunque fuera con la familia que eran cosas más interesantes de contar.

Supongo que Dhogs, para las generaciones que vienen detrás, será un referente que muestre que se puede hacer también cine más de género sin tenerse qué ir a Los Angeles.

Hubo mucho tiempo que se decía que no se podía hacer un cine desde aquí que triunfara fuera. Pero se abrió el espectro de gamas de cine. Ahora desde Galicia tienes de todo, y eso mola mucho. Y con historias de aquí, producidas aquí, historias próximas… Que alguien como Andrés Goteira, que le mola más el cine así fantástico u oscuro, pues que no se tenga que ir la, yo que sé, Barcelona para hacer la película. Eso me gusta.

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