CEBE Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD ‘DO IT YOURSELF’ EN ‘OUT OF THE BLUE’

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Esta pieza ha sido elaborada durante el taller del Seminario de Crítica Feminista que organizamos en Play-Doc, Festival Internacional de Documentais de Tui 2018

(Lee el texto en su versión original en inglés aquí)

1. Cebe y el punk D.I.Y.

Antes de ser una especie de subgénero de tutoriales de internet, el concepto de D.I.Y. (acrónimo de «Do It Yourself”: hazlo tú mismo) fue un componente clave de la subcultura punk. Lo primero que me llamó la atención en Out of the Blue (Dennis Hopper, 1980) es la fuerza con la que Cebe (interpretada por Linda Manz) aprovecha el concepto de DIY para sus aspiraciones punk. Además de la chupa casera de Elvis y sus tatuajes hechos a mano, Hopper muestra su lucha para construirse toda una personalidad con lo que tiene a mano en casa. Todas las ilustraciones de sus proyectos DIY hacen que su historia sea a la vez conmovedora, hilarante y desgarradora. A través de la perspectiva de una quinceañera, el director muestra su caótico camino hacia la autoconstrucción en un mundo adulto donde la inocencia está muerta y no hay modelos de conducta en quien confiar, femeninos o masculinos. Cebe se queda sola con sus cigarrillos, un tambor, un oso de peluche y un par de discos de Elvis Presley.

Efectivamente, el corazón y los oídos de Cebe pertenecen a Elvis Presley, a quien añora y admira tanto como a los iconos punk Sid Vicious y Johnny Rotten. Esta doble pasión contradictoria por el viejo rockabilly y por el punk rock se traduce en su doble personalidad. Por un lado, su obsesión por las canciones tristes de Elvis representa la profunda vulnerabilidad interna de Cebe: bajo su fachada dura de chica punk, sigue siendo una niña que lucha con los traumas del accidente automovilístico y el abuso sexual de su padre. Por otro lado, para sobrevivir, Cebe adopta una identidad punk como una forma de «subvertir la normalidad» (el lema que repite a lo largo de la película). En ese sentido, la película es una perfecta ilustración precursora del discurso de Virginie Despentes sobre la subcultura punk en King Kong Theory (2006). Al igual que la obra semiautobiográfica de Despentes, Out of the Blue muestra el espíritu punk como una forma de salir de los códigos obligatorios de la feminidad. Citando a Despentes, «el punk rock es un ejercicio de romper con las normas establecidas, especialmente las relativas a los géneros. Al menos porque se aleja de los estándares de belleza física. […] Ser una chica punk implica necesariamente reinventar la feminidad». (1) Para la escritora francesa, su inmersión en el mundillo punk en su adolescencia le permitió crecer fuera de la «zona femenina» y escapar de los códigos de feminidad que ella rechazaba.

Cebe encarna la rebelión punk contra la feminidad convencional. Las escenas rodadas en Vancouver en las que hace autostop sin miedo ilustran la esencia subversiva de la cultura punk. Así, la sala de conciertos improvisada se convierte en un lugar donde la gente rompe muchas barreras: entre conciertos y fiestas, entre artistas y público, y, finalmente, entre lo masculino y lo femenino. Como resultado, la escena que muestra a Cebe inmersa en este entorno emancipatorio es una de las únicas representaciones de auténtico entusiasmo y libertad de expresión de esta chica.

2. Cebe como sujeto agente: explorando la audiencia rebelde

OUT OF THE BLUCebe es también la representación perfecta de lo que llamo un espectador rebelde: en lugar de solo ver las actuaciones, se convierte en un personaje activo asistiendo y participando directamente en varias acciones artísticas. Mientras que en los numerosos círculos sociales por los que  se mueve se siente permanentemente infantilizada o acosada, consigue su agencia al convertirse en una espectadora rebelde. En dos escenas en particular, Cebe es una espectadora rebelde porque cruza la línea entre audiencia e intérpretes:

1/ Durante el concierto punk antes mencionado, ella aprovecha la débil barrera entre los músicos y el público para seguir al batería del grupo al backstage. El músico finalmente la deja saltar al escenario y tocar el final de su riff. Esta escena claramente subvierte el estereotipo de la fan adolescente, ya que Cebe asume el reto de demostrar sus habilidades musicales DIY.

2/ La otra escena de espectadora rebelde es una de mis favoritas, y tiene lugar en un cine. Constituye una especie de mise en abyme, ya que vemos a Cebe y a sus dos amigas yendo a ver una peli romántica clásica de Hollywood. En vez de mirar pasivamente la película, las tres chicas se burlan de las pastelosas escenas de amor mientras juegan con las palomitas y fuman dentro de la sala. Este comportamiento irrespetuoso en el cine representa una tendencia más amplia de las chicas (particularmente Cebe) a rechazar las normas heteronormativas que se muestran en los productos culturales convencionales.

3. Cebe es el Rey, o masculinidad DIY

El último aspecto crucial que hay que mencionar en la construcción de la identidad DIY de Cebe es su relación con el travestismo y los disfraces de género. En la película, la vestimenta y los disfraces desempeñan un papel clave en la compleja construcción de la identidad de género de Cebe. Por lo tanto, la cuestión del travestismo masculino y femenino es fundamental en el tratamiento de las construcciones sociales de las identidades de género por parte de la película. De hecho, la película comienza y termina con Cebe disfrazada de otra persona; ella se viste con una serie de disfraces entre los que se incluyen el de payaso, el de niña lolitesca y el de Elvis Presley.

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En la escena de apertura, vemos a Cebe y a su padre Don en el asiento delantero de la camioneta antes del accidente. En ese momento, Cebe está vestida como un payaso burlesco (el guión no dice por qué), ocultando sus rasgos faciales hasta el punto en que parece no tener género. Interpreté este primer disfraz de género como la indeterminación de género de la infancia, cuando uno no (siempre) siente conscientemente la presión social de los estereotipos de género.

Cebe se pone su segundo disfraz de género las dos veces que se reencuentra con su padre (en la sala de visitas de la prisión y en su fiesta de bienvenida). Estas dos escenas son las únicas en las que ella va vestida convencionalmente como una niña. Con motivo de estos dos encuentros, la madre de Cebe la «viste» literalmente como una niña, con toda la parafernalia femenina de encajes y lazos. Tal mascarada de niña tiene sentido al final de la película, al descubrir el deseo incestuoso de Don por su hija. Por lo tanto, Kathy, la madre, apoya el régimen patriarcal de la familia al vestir a su hija como una Lolita para satisfacer la fantasía sexual del padre.

En este contexto, Cebe, como era de esperar, muestra una actitud de marimacho, y finalmente se trasviste como tal al menos por dos razones. En primer lugar, el vestuario de marimacho de Cebe significa la ausencia latente del padre, lo que le permite no ser una (su) niña. La adopción de rasgos convencionalmente identificados como masculinos es su forma de escapar de la parafernalia femenina impuesta por la madre, y en realidad lo que sugiere es su aceptación, o al menos su negación, de los deseos inaceptables del padre. En otras palabras, la interpretación masculina de Cebe es una manera de olvidar que ella era la fantasía de su padre.

La segunda razón necesita un análisis más detallado de las dos últimas escenas familiares, que muestran a Cebe encerrada en su habitación mientras sus padres discuten abajo con vehemencia. En la primera, se pone un camisón blanco y se pinta los labios de rojo, como si finalmente estuviera tratando de hacer frente a la «demanda de feminidad» de su familia y la sociedad. La noche siguiente, cuando adivina la intención de su padre de «ofrecerle» a su compañero de fechorías Charlie, escoge el disfraz opuesto. La película ilustra con una precisión desarmante el intento de la niña de hacerse un drag king DIY. Cuando Don y su compinche Charlie irrumpen en su habitación y la pillan mientras se trasviste, este último exclama: «¡Es una bollera!», trazando una conexión entre su apariencia y su supuesta homosexualidad, de la cual, recordemos, apenas se sabe nada en la película. La observación de Charlie imita los prejuicios de la sociedad heteronormativa, asociando automáticamente la práctica de travestirse con su orientación sexual. Sin embargo, el último travestismo de Cebe va mucho más allá: es consecuencia de su angustia y el conflicto que sufre en su proceso de autoconstrucción. Como su padre, la principal figura masculina en su vida, es en realidad una fuente de trauma, no tiene otra opción que reapropiarse de esta dañina fuente de masculinidad. Como era de esperar, ella elige convertirse en el Rey, la encarnación de la masculinidad perfecta e inalcanzable. En un nivel simbólico, como la estrella de rock está muerta, el travestismo presagia el destino fatal que Cebe escoge al final de la película.

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Las escenas finales son manifiestamente desconcertantes y desoladoras, porque recopilan representaciones de incesto, abuso sexual, parricidio y finalmente suicidio. Aún así, me gustaría terminar el artículo resaltando la agencia de Cebe. Hasta el final, la película la describe como un sujeto realmente agente de su propia existencia. En lugar de como un fracaso, me gustaría interpretar su elección de la muerte como la prueba culminante y flagrante de que Cebe no puede crecer «haciéndolo ella misma». La construcción de la identidad DIY llega al límite cuando nos damos cuenta desde su perspectiva de que el mundo en el que crece mata cualquier forma de inocencia. Las escenas finales de la película realizan una inversión del mito edípico, en el que Cebe-Rey también se viste implícitamente como Edipo Rey, listo para matar a la figura patriarcal. Su penúltimo disfraz también me recuerda a Caperucita Roja. El plano la muestra sentada en su cama con un prístino vestido blanco, mirando a su padre con las piernas separadas. Mientras él intenta por última vez abusar de ella, ella lo obliga a ver y oler la parte más íntima de su cuerpo, lo que recuerda al lobo vestido como la abuela del cuento cuando le pide a la niña que se acerque para verla mejor. Esta vez, Cebe es tanto la víctima como el lobo, con la fuente del mal arrodillada junto a su cama, demasiado borracho como para escapar de su venganza. La reescritura simbólica alcanza su clímax cuando las sábanas se vuelven rojas de la sangre del padre muerto, simbolizando tanto el paso de la niñez a la adolescencia (con la regla) como el de la adolescencia a la madurez (con la ruptura de la membrana virginal). La revelación final indica que el horrible comportamiento de Don le robó a su hija estas dos etapas vitales.

Saltando dentro de la camioneta destartalada con su madre para hacerla estallar, Cebe sigue siendo una punk, imitando perfectamente la emblemática canción de Neil Young de la banda sonora «It is better to burn out than it is to rust» (es mejor arder que oxidarse).

(1) Esta es la versión original de la cita en francés: «Le punk-rock est un exercice d’éclatement des codes établis, notamment concernant les genres. Ne serait-ce que parce qu’on s’éloigne, physiquement, des critères de beauté classique. […] Être keupone, c’est forcément réinventer la féminité». Despentes, Virginie. 2006. King Kong théorie. Paris: Grasset: Emplacements du Kindle 1062-1063.

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