LA CINEFILIA EN LOS TIEMPOS DEL EMULE

A finales de los años noventa, un cinéfilo de provincias tenía muy pocas oportunidades para tener una oferta cinematográfica variada. Sus acercamientos al cine seguramente se reducían a los filmes de Hollywood y a los clásicos europeos que los medios publicitarios habían aceptado como válidos. Los cinéfilos que somos de pequeños pueblos no conocíamos filmotecas ni festivales, y nuestro contacto con la versión original se reducía a unas pocas sesiones de madrugada en algunos canales de televisión. Internet vino a cambiar eso. Muchos lo llamaron la democratización de la cultura, con todo el bueno y malo que puede tener el término. La red cambió nuestra forma de consumir el cine. Fue una herramienta crítica contra el discurso académico oficial. Uno de los primeros recuerdos que tengo del emule fue cuando un familiar me dijo que un amigo suyo había descargado un filme tras días con el ordenador encendido y gastando toda su línea telefónica. Fue el principio.

Es difícil establecer si la descarga de películas de internet comenzó como forma de ver películas gratis, pero lo dudo mucho. Nació como forma de conocimiento, a través de foros y chats especializados en cine. De gente que descubría filmes y cineastas de los que se hablaba con pasión y de los nunca antes había escuchado hablar. Primero Bergman, Kurosawa o Rossellini, hoy muy reconocidos, pero hace quince o veinte años no era fácil encontrar cintas suyas fuera de las capitales. Después Bresson, Ozu, Godard o Antonioni. Y luego Oliveira, Straub, Kramer o Garrel. Fue un proceso lógico provocado por el deseo de conocimiento. Hoy en día todos estos directores tienen editada su obra completa (o casi) en DVD, pero hace diez años había que hacer búsquedas complejas en el emule para encontrarlos. Buscar a Patrick Tam con los nombres de las películas en chino o probar toda una serie de combinaciones de iniciales de cineastas y películas en la búsqueda de un incunable, de una película secreta en ese archivo inagotable del edonkey, luego emule.

Entonces no creo que mucha gente descargara estrenos comerciales. El emule es un programa lento, que solo baja a altas velocidades cuando tienes una gran cantidad de archivos en la bandeja de descarga, algo difícil de conseguir cuando los discos duros no eran lo suficientemente grandes para albergar muchos filmes. Cuando el emule fue relegado por otro programa p2p mucho más rápido y más fácil de configurar como el torrent, sí que comenzó a ser un medio de masas que iba contra los intereses de los distribuidores y productores cinematográficos. Luego las descargas directas, pando y otros programas de alta velocidad que convirtieron las descargas en pura consumición masiva. Páginas de torrent que listaban todos los estrenos semanales el mismo viernes que llegaban a los cines, a veces incluso antes. Pero tanto el torrent y las descargas directas tenían (y tienen) un gran problema, su durabilidad en la red es muy limitada. Los links de los servidores caducan fácilmente y los torrents se quedan sin semillas, ya que el protocolo del programa no permite cambiar de nombre ni de ubicación los archivos que compartes. Eso hace que el frenesí por bajar se multiplique. Bajar para guardar, antes de que el archivo desaparezca. Y lo peor de todo, hay una diferencia abismal entre el que comparte (seeder) y lo que baja (leecher). Entre el que se pasa horas subiendo un filme a un servidor y el lo que descarga en unos pocos minutos. Se rompe el equilibrio del emule: tu velocidad de descarga depende de tu capacidad para compartir megas con otros individuos. Una ley de reciprocidad.

Por eso, el emule sigue siendo el programa favorito de aquellos que defienden el libre intercambio de archivos en la red. El emule nació en paralelo a las comunidades de internet. Los foros y los chats de cine donde cualquier persona podía compartir sus conocimientos sobre cineastas. Compartir experiencias e informaciones, que llevaron a un trabajo colectivo de recuperación y descubrimiento de muchos cineastas, también a una mayor accesibilidad de las obras, como en el caso de La chinoise de Godard, subtitulada durante meses por una serie de valientes internautas anglosajones. O el ripeo de viejas colecciones de vhs tanto originales como grabados de la televisión. Recuerdo una sesión del Cineclube de Compostela donde mostraron un TVRip de Point de départ, de Robert Kramer. Fue la primera película que vi del director, hasta entonces un enigma, un nombre más en las antologías de Cahiers du Cinéma que soñaba descubrir en un futuro lejano. A día de hoy, ese TVRip sigue siendo la mejor copia que se puede encontrar de la película.

Con internet, además del deseo de bajar, descubrir y compartir, existe el deseo de ordenar y catalogar. Así, casi todas las grandes comunidades de emule tienen amplias filmografías y retrospectivas de directores, de cinematografías nacionales o de géneros. A lo mejor todo comenzó cuando un grupo de usuarios de las comunidades españolas de emule decidió reaccionar ante la presencia mayoritaria de cine contemporáneo en los foros creando una comunidad específica de cine clásico. El resultado fue divxclasico (DXC), página decana que sobrevivió a su matriz y también a muchas que surgieron después. Es posible que esta web sea la mayor mediateca de cine en español que existe. La longevidad de divxclasico se explica por su sólida red de usuarios que quedó fiel al emule en los años de dominio de las descargas directas. Cuando la legislación se volvió más agresiva contra las descargas, la mayoría de páginas de torrent y de descargas directas desaparecieron, porque eran mayoritariamente comunidades de leechers que sólo buscaban “cine gratis”. No existía la idea de compartir, la reciprocidad de la que hablábamos antes. La lógica de las páginas de enlaces directos consiste en un grupo pequeño de usuarios que administra la página y suministra enlaces y un amplio número de usuarios que no solo descarga, sino también exige la reposición de filmes que caducaron o de subtítulos en castellano. En el fondo, lo que provocó la supremacía de las descargas directas durante tanto tiempo fue que las comunidades de internet adoptaran la ideología de mercado, de la consumición masiva, cuando habían nacido precisamente para reaccionar contra eso. Una descarga de depositfiles (por poner un ejemplo) apenas lleva una hora con una conexión convencional. Si tienes una buena conexión, puede ser cuestión de unos pocos minutos. Recuerdo en una ocasión que comencé a ver un film en la televisión y harto de las pausas publicitarias decidí buscar una descarga. Encontrarla y bajarla me llevó menos tiempo que lo que tardaron en volver de los anuncios.

"lo que provocó la supremacía de las descargas directas durante tanto tiempo fue que las comunidades de internet adoptaran la ideología de mercado, de la consumición masiva".

Por su parte, el emule continúa a una velocidad lenta pero segura. Con la mejora de las conexiones y de los sistemas de almacenamiento las bibliotecas crecieron desorbitadamente, aunque en muchos casos se vieron resentidas por la competencia de otros métodos de descarga. Muchas comunidades cerradas de torrent (Karagarga, por ejemplo) o de servidores de descarga directa (SMz) reaccionan violentamente cuando alguna de sus exclusivas trasciende esas páginas. De nuevo, el ideal de comunidad abierta en peligro. Las páginas de torrents se convirtieron en grupos elitistas donde para asegurar la vitalidad y la durabilidad de los torrents se exige tener un ratio mínimo. Webs como Karagarga, Cinematik, Cinemageddon o AsianDVDClub exigen a sus usuarios unas condiciones que en el emule se dan de manera natural, por las propias características del programa. Los mejores ripeadores del mundo publican en el emule porque no hay limitaciones ni reglas. Cualquier película puede ser puesta en el incoming del emule y que la gente la comparta. En foros como Karagarga hasta hace poco había que cumplir unas normas de codificación de las películas para que fueran compatibles con reproductores de sobremesa.

Otra de las grandes victorias del emule fue terminar con la supremacía del formato avi y del codec XViD. Este código de ripeo fue durante años la norma de todos los ripeadores, porque permitía unas limitaciones de espacio y gran compatibilidad con los reproductores de sobremesa. Cualquier lector de DVD de los últimos años puede leer un avi y un XViD, pero muy pocos leen mkv y su código más asociado, el x264. Por esta razón, los filmes en mkv permanecieron durante años relegados, a pesar de que con el codec x264 puedes lograr unos ripeos que apenas se diferencian del DVD original, mientras que el XViD antepone criterios de compatibilidad y la compresión sobre la calidad, dando en muchos casos copias de muy baja calidad.

Si algo no consiguieron las comunidades de internet fue hacer que la gente se preocupara por la calidad de lo que estaba viendo. Que el usuario medio se preocupara de conseguir la mejor copia posible en la red. España es un país muy deficitario en ese sentido, ya que los filmes se siguen viendo doblados al castellano o al gallego (aunque en este último caso puede entenderse más bien como una interpretación de la obra original1) y en muchos casos mutilados en su formato. Es cierto que hay un amplio grupo que ya tiene en cuenta estos temas, pero no es un sentimiento mayoritario. Y tampoco en el extranjero. Recientemente hice un nuevo dvdrip de una película de la que solo existía un tvrip de muy baja calidad. Con mucha amabilidad, otros usuarios hicieron subtítulos en castellano y en inglés. Pero lo increíble es que en la comunidad anglosajona había gente pidiendo que se sincronizaran los subtítulos para la vieja copia, por la única razón de que era un avi, y, por tanto, compatible con cualquiera reproductor de sobremesa. Esta mentalidad es muy preocupante, ya que habla del poco interés que hay en ver filmes en las mejores condiciones posibles, lo más cerca posible del deseo del autor. También pasa en el caso de las salas comerciales, que por razones económicas dan el salto a la digitalización, privándonos de ver los filmes en su formato original de treinta y cinco milímetros. Bien es cierto que hoy en día ya la mayoría de las películas se graban en digital y esto dejará de ser un problema, ¿pero qué pasará con las viejas películas en celuloide una vez que ya no haya interés por guardar las copias originales? Con la digitalización se pierden matices de la obra original. Recuerdo que en su reciente paso por el CGAI, Nathaniel Dorsky se quejaba por no poder pasar el filme Words of Mercury de su amigo Jerome Hiler en una copia en 16 mm y tener que hacerlo en una incomparable reproducción digital (aunque en ese caso no se trataba de motivos económicos, sino porque solo existe una copia del filme y no se puede trasladar). Que las filmotecas comiencen a programar copias digitales de obras que originalmente fueron pensadas para ser exhibidas en 35 mm sería como si los museos de todo el mundo comenzasen a poner reproducciones de las obras de su catálogo en lugar de las auténticas.

Creo que la labor educativa de las comunidades p2p no solo debe estar encaminada a descubrir películas y autores, sino también a descubrir la forma más adecuada de visionar. Curiosamente, gracias al furor de las series de televisión, toda una generación de espectadores aprendió a ver filmes en versión original subtitulada, algo que hace unos años era también un tema tabú. Con la cada vez más pujante alta definición crece el interés por ver las películas en la mayor calidad posible. Por estudiar cada DVD y cada bluray y hacer la mejor codificación posible, sin atender a criterios de tamaño o compatibilidad (con la llegada de la nueva generación de televisores y entradas de alta definición, esto comienza a dejar de ser un problema). Podemos considerar a los ripeadores como piratas y gente que se salta el copyright de las obras originales, pero no olvidemos que este trabajo es, en la gran mayoría de los casos, totalmente desinteresado y enfocado hacia la comunidad. Y que en algunas ocasiones, lo que hace el ripeador es arreglar errores de transfer que cometió el editor del DVD, o bien retocar la relación de aspecto para que sea fiel a la obra original y no al desinterés de los responsables de la edición doméstica. Hay incluso grandes trabajos de orfebrería donde el ripeador (o un grupo de ellos) parte de varias fuentes para hacer la obra más completa: coger el video de un dvd alemán, el audio de la versión italiana y añadir partes censuradas que no están en esos dvds, pero sí en un pase televisivo que se puede encontrar en el emule. Y a lo mejor, posteriormente, otros usuarios, harán unos subtítulos que en muchos casos son mejores que los de cualquier empresa profesional. Este es el poder de internet. Y todos estos trabajos colectivos no se hacen con los últimos blockbusters de Hollywood ni con las películas más taquilleras, sino con auténticas obras ocultas, despreciadas y descatalogadas.

Los mejores ripeadores siguen estando en emule por su ley de reciprocidad: más compartes, más rápido bajas.

Por lo tanto, antes que de piratería hay que hablar de cinefilia. La legislación antidescargas ya ha acabado con muchas páginas. Con las de consumición masiva que ganaban dinero gracias a la publicidad. Prácticas ilegítimas que nada tienen que ver con las ideas de comunidad que se defienden aquí. También han cerrado muchas webs de descargas directas, donde se consumía masivamente cine comercial. Páginas que sí hacían competencia al mercado cinematográfico. Sin embargo, la represiva ley Sinde-Wert amenaza ahora a las comunidades de emule especializadas en cine clásico y de autor, que apenas hacen competencia al mercado, pero dentro de la psicosis colectiva de productores y distribuidores por acabar con las descargas, quieren acabar con un enorme trabajo de documentación, de selección y de educación que ya va camino de dos décadas de vida. Usuarios anónimos que dedicaron mucho más tiempo y esfuerzos que algunos editores irresponsables que publicaron DVDs con la imagen mutilada y muy perjudicada, sin opción de subtítulos en castellano o incluso sin versión original, aprovechándose de la ignorancia del usuario medio. Volvemos al mundo de las salas cinematográficas. ¿Cuál es el motivo de la digitalización de las salas? Simplemente el abaratamiento de los costes de derechos y de transporte. Este proceso podría tener muchos atractivos para el espectador que dejó de ir al cine. La digitalización permitiría tener una programación más variada, romper con la rigidez de las exhibiciones semanales. Permite hacer sesiones en versión original. Pero, ¿cuántos de los distribuidores nacionales hablan de esto? No hay ninguna intención por parte del mercado por aprovechar la conversión digital por ofrecer una mayor variedad y calidad en los contenidos. Es solo una inversión para abaratar costes a largo plazo.

Por lo tanto, en ese contexto, las comunidades de internet siguen siendo necesarias. En esta persecución, algunas han cerrado voluntariamente y otras han puesto restricciones a las publicaciones. Normas que impiden la distribución de ripeos de filmes recientes. Algunas páginas ponen un límite de un año, otras de tres. Es una buena medida, ya que solo afecta al consumo inmediato y protege al amplio archivo existente. Pero seguramente los gobiernos, maniatados por Hollywood, no se detengan. Así, otra página decana como Allzine, dedicada en exclusividad al cine asiático, decidió hace unas semanas borrar todos los elinks que albergaba. Con diez años a sus espaldas, desaparece un trabajo inconmensurable, pero los responsables mantienen su espíritu divulgativo. Allzine sigue hablando de las novedades, muchos de sus miembros continúan haciendo subtítulos en castellano para los estrenos y los clásicos del cine asiático. Es decir, se mantiene el deseo de compartir, de hablar de cine y contrastar opiniones. Las películas pueden conseguirse de muchas maneras, pero no las comunidades.

El emule cambió nuestros hábitos de consumo. También los otros métodos de descarga, si bien estos no se diferencian mucho del consumismo salvaje del sistema. Como ya había comentado más arriba, es en el emule donde publican sus trabajos los mejores ripeadores. En páginas como Surreal Moviez, My Duck is Dead o Avistaz pueden encontrarse muchas películas que se descargan en pocos minutos, pero en muchas ocasiones son ripeos mal hechos, de muy bajas especificaciones, con subtítulos incrustados o con el aspect ratio mal. En una comunidad de emule como DXC puedes contrastar la calidad de cada ripeo y a muchos especialistas opinando sobre las copias. La aspiración de un cinéfilo creo que debe ser ver buenas películas, pero también verlas bien.

Internet inició un proceso de culturización cinematográfica irreversible. Queda mucho camino por andar, ya que es un hecho innegable que la mayoría de internautas que descargan películas buscan los estrenos semanales. Es decir, reproducen el sistema de consumo cinematográfico establecido cuando internet ofrece muchísimas alternativas. En este déficit tenemos mucha culpa los críticos y los miembros de revistas online, que en muchas ocasiones nos guiamos por el calendario de estrenos, sin tratar de cambiar esta situación, o haciéndolo de manera muy poco agresiva. El futuro del cine no está en las decadentes salas comerciales que se niegan a adaptarse al cambio tecnológico (tratando al digital como un simple abaratamiento de costes) y a una situación de mercado poco favorable. El porvenir se encuentra en la habilidad de críticos y educadores por generar un deseo en el espectador ante filmes que no tienen un gran apoyo mediático, pero que pueden estar a disposición de cualquiera en la red. Crear una demanda que, en última instancia, puede cambiar también el modelo de distribución actual.

__________

(1) Imprescindible la comunidad Os arquivos da meiga, donde un grupo de fanáticos de los doblajes de la TVG comparte copias en gallego de todo tipo de filmes emitidos por este canal.

Comments
One Response to “LA CINEFILIA EN LOS TIEMPOS DEL EMULE”
  1. Name dice:

    Casi cuatro años ya de este artículo, pero bueno, quería decir que le AVI es sencillamente inaceptable hoy día. Que le den mucho a los lectores de DVD (¿quién puñetas tiene reproductor de DVD, cuando con un una Raspberry o con una Androd TV de 35 eypos ves todo lo visible?). No se puede seguir comprimiento para el siglo pasado.
    Hoy casi todo el mundo tiene una tele Full HD, dede luego todo cinéfilo digno de tal nombre, y ya empiezan a ser asequibles las 4K. ¿Y hay gente sigue comprimiento en AVI a 576p? Venga, hombre, qué tomadura de pelo es esa?

    Respecto al emule… Señores, que hace 2 años que existe Telegram, donde no sólo se pueden compartir películas sin restricción de tamaño, ya que un MKV BRrip de 6 GB se trocea en cuatro y a correr; ese es todo el problema, que hay que trocecar con el 7zip o el que sea porque Telegram «sólo» deja que cada archivo pese 1, gigas, sino que se pueden compartir torrents en cualquier grupo o canal, y gracias a que todos se pueden establecer como privados y que tienen un buscador, no es el follón de buscar torrents en la web.

    En fin, que todo esos «viejunos» nostálgicos del emule y las descarga que te tardaban 3 días, que se actualicen, que el Full HD es progreso, como lo es el Telegram 😉

    Saludos.