CON EL VIENTO, de Meritxell Colell

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El año 2017 nuestra cinematografía pivotó sobre el cine catalán gracias a los debuts de dos mujeres: Carla Simón con su multipremiada Estiu 1993 y Elena Martín con Julia ist. Este año algunas de las propuestas más estimulantes también son óperas primas realizadas por mujeres, por ejemplo Viaje al cuarto de una madre de la sevillana Celia Rico que tuvo su estreno hace unas semanas o ahora Con el viento de la también debutante Meritxell Colell. Lejos de ser un cúmulo de casualidades, todas estas películas vienen a confirmar que existe una nueva generación de directoras que comparten una sensibilidad y una forma de hacer cine. Hay cuestiones temáticas como las relaciones familiares, la identidad o la búsqueda de un lugar en el mundo que son comunes en todas estas películas; pero también cuestiones cinematográficas a la hora de abordar la puesta en escena o la forma de rodar.

Con el viento es la historia de Mónica una bailarina asentada desde hace años en Buenos Aires que debe volver a su pueblo de Burgos por el mal estado de salud de su padre. Cuando llega este ha fallecido y su madre la reclama para que le acompañe en la nueva etapa que se abre cuando deciden vender la casa familiar. En ese contexto coinciden las cuatro mujeres de la familia: Mónica (Mónica García) que debe enfrentarse a su pasado y que se refugia en la danza como forma de expresión; la madre, interpretada con áspera calidez por la debutante Concha Canal de 88 años; Elena (Ana Fernández) que ha cuidado de sus padres mientras su hermana Mónica se encontraba lejos; y la hija de esta Berta (Elena Martín) que será el hilo que ayuda a coser la relación entre todas.

En distintas entrevistas Colell ha citado un amplio abanico de referencias que van de Jonas Mekas o Rosellini a Hou Hsiao-Hsien o Kawase; lo que ya da una pista del camino que pretende emprender con su cine. Nos podemos quedar, por ejemplo, con el cine de Naomi Kawase con el que comparte entre otras cosas la manera de expresar emociones mediante el gesto contenido, priorizando el lenguaje no verbal a la palabra. La relación que mantiene la protagonista con su madre se reconstruye a lo largo de la película, pero no con profundas conversaciones, sino con pequeños gestos, miradas, cariños o en torno a objetos: el jersey que le teje la madre, las partidas de cartas… El dispositivo fílmico que construye la directora catalana explota esta cuestión haciendo de la cámara un personaje más que maneja las distancias y los puntos de vistas según requiera cada emoción. Está especialmente inspirada a la hora de filmar la danza de la protagonista, acompañando con planos y decisiones técnicas que no hacen sino afianzar el poder expresivo del baile.

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Si continuamos con referentes para analizar Con el viento, resulta oportuno rescatar aquella cita de Jean Cocteau que aseguraba que “el cine es filmar a la muerte haciendo su trabajo”. Da la sensación que Meritxell Colell ha hecho buena la definición de Cocteau en su retrato del rural, de los pueblos que desaparecen a la vez que se marchan, en vida o en muerte, sus últimos habitantes. La “España vacía” que bautizó acertadamente Sergio del Olmo, tiene en esta película una fotografía certera y cercana. La historia de la casa familiar está inspirada en una experiencia personal de la directora pero no es difícil que cualquiera de nosotros se sienta también identificado. La casa del pueblo es, cuando se van nuestros mayores, un cementerio de recuerdos y objetos de otra época; son “máquinas de vivir” que se han quedado obsoletas.

Para finalizar no quisiéramos pasar por alto el sonido. El tercero de los elementos, que junto al gesto (la danza) y al espacio (el rural), conforman a nuestro entender las bases de la película. El imponente diseño de sonido, se vuelve protagónico a la hora de “mostrar” el viento. Es especialmente notable cómo convierte la fuerza del viento y su particular sonido en un personaje más, uno que domina el espacio y tiene carácter opresor o liberador según el momento de la película. Es conmovedor ver bailar a Mónica al final de la película acompañada por el viento, uno de esos momentos donde las emociones consiguen traspasar la pantalla y eres consciente que esa imagen te va a acompañar mucho tiempo.

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