GUÍA DE COMPLEJOS, de José Luis Molinuevo

Las series de televisión son un útil comodín en las conversaciones diarias. Algo así como el tiempo meteorológico. La ficción televisiva se ha convertido en un tema recurrente que nos permite entablar contacto seguro y fiable, ya que todo el mundo parece enganchado a una. Es más, con la gente que habitualmente nunca hemos tenido nada de qué hablar, de repente, encontramos una base común en nuestros gustos para mantener una conversación. Las series permiten el acercamiento y las conexión entre las personas como pocas experiencias culturales lo han hecho hasta ahora.

Pero un fenómeno que estaba en boca de todo el mundo, no acababa de encontrar su materialización en obras que tratasen el tema. Solo Concepción Cascajosa, con Prime Time: Las mejores series de TV americanas desde CSI a los Soprano o coordinando el libro colectivo La caja lista: la televisión norteamericana de culto, venía a rellenar un hueco que parecía incompresible. La editorial Errata Naturae ha sido la primera en percatarse de una demanda y una necesidad entre los adictos a las series: publicaciones y estudios sobre ellas. Los Soprano y The Wire fueron las primeras en tener un libro dedicado de forma exclusiva. Este año Jorge Carrión, de la mano de Errata Naturae, publicó Teleshakespeare, que ya desde el título evocaba la inteligencia y la complejidad que mostraban las series de televisión norteamericanas y decía: “En ciertas ocasiones el arte popular ha coincidido con el mejor arte de su época”. Por eso no es de extrañar que revistas como Cahiers du Cinéma o Quimera dedicasen sus números de verano a la serialidad televisiva.

Otro que se suma al estudio de las series es José Luis Molinuevo con Guía de complejos: Estética de teleserie, que podría verse como una continuación de su anterior obra, El retorno a la imagen: Estética del cine en la modernidad melancólica, donde volvía a las imágenes de un cine que había sido “visto a destiempo”: el de Wim Wenders, Jean-Luc Godard o Andrei Tarkovski, evitando que éstas se convirtiesen en una mera nota al pie, para proponer un tipo de conocimiento que partiese de sus imágenes, y no de lo que se había dicho sobre ellas.

Ese cine que explora las posibilidades de la imagen no narrativa, de los tiempos lentos, a veces muertos, las elipsis, que pone entre paréntesis a los sujetos porque solo quiere estar afuera, con los objetos”, tiene relación con la sabia administración de la ambigüedad y complejidad cotidiana que hacen las imágenes de las teleseries. Para Molinuevo, las estéticas de las teleseries, lejos de aspirar a una educación idealista y a un modo de conocimiento cartesiano, proponen “posibilidades vitales de conocimiento en un mundo complejo y para gente compleja” y aspiran a hacer visible lo cotidiano. Objetivo primordial, según Molinuevo, de las nuevas series de ficción. No tanto mostrar lo extraordinario, sino describir la ambigüedad de lo cotidiano. La procedencia de José Luis Molinuevo del campo de la estética y la filosofía permite que el libro se aleje de cuestiones puramente narrativas y abre nuevos caminos al estudio de la serialidad televisiva. Un fenómeno que, como todos sabemos, destroza las trilladas y maniqueas distinciones entre baja y alta cultura.

Desde la caída al vacío de una silueta negra al inicio de Mad Men, representación de ese hombre escindido y al borde del colapso que es Don Draper, hasta las series que nos muestran nuestra historia más reciente: Generation Kill y la guerra Irak; o Treme y la musical Nueva Orleans después del Katrina, pasando por la sabia administración de la intranscendencia que hace The Wire o ese “Quijote de Alburquerque” que aparece en Breaking Bad (que Jorge Carrión veía como una reescritura manierista de The Wire) Molinuevo, aunque escueto (80 páginas), realiza un valioso análisis sobre las estéticas de las teleseries actuales, “que lejos de ser enterradoras del cine de calidad, han recogido muchas de sus propuestas icónicas”. El libro puede descargarse de forma gratuita desde su blog, donde continúa pensando en imágenes.

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