LA LOI DU MARCHÉ, de Stéphane Brizé

El director francés Stéphane Brizé, a través de un cine íntimo, sin efectos ni adornos, un cine ausente de luz artificial y música, nos traslada de un modo muy realista a una situación no muy lejana de la realidad económica actual, un drama social causado por la crisis. De hecho, me atrevería a decir que consigue llevarnos al punto más abominable de los problemas del presente, una relación causa-efecto dentro de un círculo vicioso de lo que es el mercado laboral y los problemas económicos o la pobreza, que trae consigo la desesperación, la rabia y por último la impotencia o desilusión, actitudes que no facilitan un puesto de trabajo, ni mucho menos la ansiada estabilidad, provocando decisiones que circunstancialmente pueden llevarnos al abismo. Esta es la dura pero tremendamente cierta representación que nos brinda este film acerca de las clases más desfavorecidas, que trae consigo una crítica social y un sutil y terminal dilema moral en el que el espectador tendrá que pararse a pensar para percibirlo en su totalidad.

La loi du marché (2015), tiene como protagonista a Thierry interpretado por Vincent Lindon, un hombre de avanzada edad, padre de familia, con un hijo discapacitado y en paro, en busca de trabajo, con una deuda a sus espaldas y sin ninguna facilidad. Fue despedido junto con otros muchos trabajadores que intentarán llevar a la empresa a juicio, algo en lo cual, Thierry se ve incapaz de continuar. Se rinde ante una situación injusta. Lo apodera la desesperación, una desesperación constantemente presente durante toda la película, gracias a una más que brillante actuación de un Vincent Lindon abatido en todo momento, junto con un juego de cámaras que en ningún momento abandona a nuestro personaje principal. Una forma de grabar de primeros y medios planos en su mayoría de larga duración, que nos acercan al personaje, a su realidad, y que intenta, con abrumador éxito, hacer de la historia algo veraz, real. Es como si nuestros ojos fueran la cámara, siempre desde la distancia correcta para poder empatizar, dando absoluta naturalidad a la cinta.

Mediante cortes situacionales de la historia, vemos distintos aspectos de la vida de Thierry, desde la rabia que siente por la insuficiente e incluso inútil ayuda que le ofrecen en las oficinas de empleo, pasando por entrevistas de trabajo que acaban manteniendo ese sentimiento de temor y angustia ante la imposibilidad de encontrar un oficio, así como la presión que ejerce el banco ante una deuda con pocas posibilidades de ser pagada. Ante una situación tan dramática, el matrimonio decide poner en venta una caravana a un precio por debajo del mercado que aun así es regateado y como consecuencia ponen fin a la venta a pesar de la necesidad imperiosa de dinero.

Vincent-Lindon-escena-pelicula_EDIIMA20160208_0693_5-2

En las escenas familiares, a pesar de la dura realidad por la que están pasando, y todavía estando presente en ellas la desesperación, el director consigue transmitir cierta felicidad gracias las conversaciones cotidianas así como la proyección de ternura que inspiran las relaciones paterno y materno filiales que acaban viéndose afectadas por los malos resultados académicos, debido por supuesto a la tristeza que el padre lleva consigo. También podemos disfrutar de un momento de alivio en el que el matrimonio asiste a clases de baile, ayudándole a desconectar.

En un momento inesperado, Thierry consigue pasar un período de pruebas como guardia de seguridad en un hipermercado consiguiendo así una estabilidad económica que le permite pagar su deuda. Sin embargo, en el trabajo la situación se vuelve sumamente chocante, confrontándose la desesperada realidad que él vivió con la de la gente que tiene que detener por robar o engañar, debido también a la mala situación financiera que los somete a actuar a pesar de los riesgos, donde una frase lo dice todo: “si j’avais les moyens, je le ferais” (si pudiera pagarlo, lo haría.). En este recorrido final de la película en el que la desesperación no deja de lado a nuestro protagonista sino que lo acompaña, pero de una forma distinta mediante la percepción de la misma en ojos ajenos, se ve obligado a obviar el sentimiento de compresión para poder conservar lo que tanto desamparo le costó conseguir. Un empleo. Es aquí donde entra en conflicto la ética y la moral social, es aquí donde Vincent se muestra más inalterable que en el resto del film, manteniendo la desesperanza a raya, tanto dentro del seno familiar como fuera, en su trabajo. Incluso cuando una de sus funciones da lugar a un terrible acontecimiento, que no deja de ser algo más alejado que cercano a la ficción a día de hoy, el suicidio de una de las cajeras de supermercado a la que tuvo que intervenir y que fue despedida.

Vemos entonces en esta dura pero real historia, la causa y efectos económicos y sociales que tiene consigo una crisis como la actual. A esta proyección tan humana cabe añadir un espléndido y cercano guion escrito por el propio director junto con Olivier Gorce. Y por último una secuencia final donde una sutil canción hace especial hincapié en ese sentimiento presente durante toda la reproducción, impotencia y desilusión, terminando con un plano fijo donde vemos el coche de Thierry saliendo del parking y alejándose, dejando atrás al espectador, para que este, no se olvide del personaje, para que este, sea consciente de lo que es real.

Comments are closed.