LAS PALMAS 2018: ENTRE LA MORAL Y LAS CREENCIAS

La decimoctava edición del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria celebró este año dos efemérides cruciales -salvando las distancias- para la historia de la cultura mundial y del cine en particular. Hablamos del 50 aniversario del Mayo del 68 y del estreno de la obra maestra de Stanley Kubrick, 2001: Odisea en el espacio (1968). El festival canario conmemoró ambos hechos con una programación revolucionaria y absolutamente heterogénea, que acoge ejemplos de ficción, documental e incluso vídeo-ensayo. Entre los 14 largometrajes en Sección Oficial -donde tristemente debemos señalar la ausencia total de directoras- encontramos numerosas obras estrenadas en festivales como Róterdam o Berlín, así como una importante presencia del cine asiático. El jurado compuesto por Luis Ospina, Radu Jude, Esther Elisha, Anastasiya Kharchenko y Alejandro Díaz Castaño fue el encargado de repartir el palmarés oficial entre las 12 películas en competición, donde se aprecia una línea temática dominada por los dilemas morales y la discusión en torno a las creencias. Completaron la Sección Oficial dos obras presentadas fuera de concurso: El pintor de calaveras, de Sigfrid Monleón, un documental sobre el pintor y cineasta canario Pepe Dámaso proyectado en la gala de apertura, y el film Insect, la última obra del maestro del surrealismo checo Jan Švankmajer.

The Green Fog (Guy Maddin, 2017)

The Green Fog (Guy Maddin, 2017)

La estadounidense The Green Fog, una pieza dirigida conjuntamente por el realizador Guy Maddin y sus colaboradores Evan y Galen Johnson, se alzó con la Lady Harimaguada de Oro -máxima distinción del encuentro-. Esta obra de apenas 63 minutos, enmarcada en el vídeo-ensayo experimental, fue un encargo del Festival de Cine de San Francisco, donde se proyectó el año pasado como parte de la gala de clausura de la 60º edición. The Green Fog utiliza imágenes de archivo de innumerables películas y series rodadas en la ciudad californiana para elaborar una “versión alternativa” de Vértigo (Alfred Hitchcock, 1958). Mezclando ejemplos de lo más variado, desde clásicos como La senda tenebrosa (Delmer Daves, 1947) hasta éxitos comerciales más recientes como Instinto Básico (Paul Verhoeven, 1992), The Green Fog lleva el formato found footage a un nuevo nivel, ofreciendo una experiencia fascinante y realmente divertida. Incluso aquellos ajenos al universo hitchcockiano encontrarán algo atractivo en esta pieza que atrapa por su ritmo e inteligentes trucos de montaje. Cabe destacar especialmente la brillante reconstrucción de las conversaciones, en las que se prescinde del diálogo explícito para dejar que los gestos transmitan todos sus matices. Maddin, célebre por su estilo y habilidad para recrear la estética del cine clásico, compone un auténtico canto a la ciudad de San Francisco en un formato poco habitual en competiciones oficiales. La banda sonora, obra de la Kronos Quartet, pone el broche de oro a un título que hará las delicias de la cinefilia. 

No obstante, la gran vencedora de esta cita fue la china The Widowed Witch, dirigida por Cai Chengjie. Después de hacerse con el premio a la Mejor Película (Hivos Tiger Award) en el Festival de Cine de Róterdam, la ópera prima de Chengjie se marchó de Las Palmas con tres galardones más: la Lady Harimaguada de Plata, el Premio José Rivero al Mejor Nuevo Director y el reconocimiento a la Mejor Actriz para su protagonista, la actriz china Tian Tian. Estamos ante una irregular fábula con lectura feminista, que nos traslada a una región de la China rural dominada por el patriarcado y la superstición. Después de una críptica secuencia inicial, descubrimos que Er Hao (Tian Tian) acaba de enviudar por tercera vez al perder a su marido en una trágica explosión. Tras superar un período de shock físico y mental, que incluye una innecesaria secuencia de violación -desafortunado mecanismo de guion para conceder ‘dramatismo’ a un personaje femenino-, la protagonista debe hacer frente a las acusaciones de brujería y el repudio general de su pueblo. A base de azar y pericia Er Hao consigue cambiar su destino, tomando las riendas de su vida y volviendo las creencias y supersticiones de la gente en su favor. A pesar de un tono inconsistente, sobre todo en la recta final de la película, The Widowed Witch es un relato cautivador con una cinematografía soberbia. Rodada en formato 4:3, la grabación en blanco y negro se ve acentuada por algunas pinceladas de color que contribuyen al carácter mágico de la obra.

The Widowed Witch (Cai Chengjie, 2018)

The Widowed Witch (Cai Chengjie, 2018)

El director iraní Vahid Jalilvand presentó en competición No Date, No Signature, otra de las obras más aplaudidas de este año. Se trata de un intenso drama construido alrededor del sentimiento de culpa, que sobresale principalmente por unas interpretaciones notables de su elenco protagonista. La trama gira alrededor de un médico forense que, después de un accidente de tráfico, cree ser el responsable de la muerte de un niño. En la obra subyacen también reflexiones acerca de las diferencias de clase, la responsabilidad y la justicia en el Irán moderno. A pesar de una premisa que a veces se resiente debido a pequeñas incongruencias, el film de Jalilvand consiguió por unanimidad el Premio del Público en Las Palmas, así como el merecidísimo premio a la mejor interpretación masculina para Navid Mohammadzadeh -en el papel del padre del niño-. No Date, No Signature es un relato que se apoya enormemente en unos diálogos fluidos y en un par de escenas memorables, compaginadas con una fotografía sobria pero muy apropiada.

Cierra el palmarés oficial Daybreak, de Gentian Koçi, candidata albanesa a los últimos premios Óscar y merecedora aquí de una mención especial del jurado. Koçi dirige un drama social puro, protagonizado por una enfermera sin recursos que subsiste cuidando de una anciana enferma. La situación se vuelve especialmente dramática cuando la protagonista, junto con su bebé recién nacido, acaba expulsada de su casa por impago. La película vuelve a reflexionar sobre la ética y la honradez cuando estas colisionan con la necesidad y el instinto de supervivencia. ¿Hasta dónde somos capaces de llegar cuando estamos desesperados? El guión presenta un tercer acto un tanto fragmentado y atropellado, pero por lo demás se trata de una obra precisa en la que la tragedia se desarrolla de forma orgánica. A pesar de la ausencia de realizadoras en competición es justo reconocer la construcción de interesantes personajes femeninos, como el caso de esta “madre coraje” interpretada de forma impecable por Ornela Kapetani.

Como apuntábamos anteriormente, este año el Festival de Las Palmas otorgó una preponderancia especial en todas sus secciones a películas y cineastas llegados del continente asiático. Obras como The Bangle Seller (Ere Gowda, 2018), prometedor debut sobre deseos e identidades reprimidas en el contexto de la India heteropatriarcal, o la taiwanesa Father to son (Hsiao Ya-chuan, 2018), historia personal alrededor de los lazos familiares y las rémoras del pasado, son tan sólo una muestra del compromiso del festival canario con el cine de autor llegado de Asia. Otra de las cintas a destacar es el thriller psicológico Ash, del realizador chino Li Xiaofeng, una especie de Extraños en un tren (Alfred Hitchcock, 1951) con toques a lo Nicolas Winding Refn. En palabras de su realizador, la obra se sustenta en dos pilares fundamentales: el amor y la moral. En este caso el catalizador del conflicto es un doble asesinato, perpetrado conjuntamente por dos jóvenes que apenas se conocen, cuya investigación se prolonga durante más de una década. La trama avanza de manera paralela en dos líneas temporales, fragmentando demasiado una narrativa que no acaba de aprovechar el potencial del suspense. Aún así, el interés de la cinta no reside en su intriga -prácticamente inexistente-, sino en los aspectos psicológicos y el modo en que profundiza en la mente de sus protagonistas, además de un apartado visual extraordinario.

Ash (Li Xiaofeng, 2017)

Ash (Li Xiaofeng, 2017)

A pesar de figurar como una producción británica, Barley fields on the other side of the mountain está firmada por el chino Tian Tsering. Esta obra de estilo naturalista, que bien podría pasar por un documental ficcionado, nos lleva hasta los impresionantes paisajes del Tíbet para abordar el conflicto político de la región a través de los ojos de una chica de 16 años. En un pequeño pueblo de las montañas, cerca de la frontera con la India, la vida de Pema -interpretada por la carismática Tsering Choekyi- consiste en salir diariamente a recoger cebada para ayudar a su familia. Esta rutina cambia por completo cuando su padre, con el que mantiene una fuerte conexión, es encarcelado por el ejército chino debido a su militancia política. A partir de este momento, y ante la actitud resignada de su familia, Pema atraviesa una crisis personal que la lleva a buscar nuevos caminos y perspectivas de futuro. Después de trabar amistad con una monja budista, una joven de su edad que reside en un convento próximo, ambas deciden huir a través de las montañas para sumarse a la comunidad tibetana en el exilio. Barley fields on the other side of the mountain echa en falta algo más de profundidad en su discurso, e incluso una mayor atención a la psique de los personajes. Con todo, es una muestra muy digna de un cine honesto, que logra conectar con distintos tipos de público gracias a su naturalidad y el compromiso con el tema que trata.

En lo que se refiere al cine europeo es ineludible hablar de Transit, la última apuesta del realizador alemán Christian Petzold (Bárbara, 2012; Ave Fénix, 2014). Esta coproducción entre Alemania y Francia, en competición en la última Berlinale, está llamada a dividir tanto a la crítica como al público debido a su exigente propuesta conceptual. Basada en la novela homónima de Anna Seghers, publicada en 1944 y ambientada durante la ocupación nazi en Francia, Petzold replantea la obra para ubicarla en un presente indefinido, donde el fantasma del fascismo no tiene una cara determinada. La historia sigue las peripecias de un refugiado alemán obligado a permanecer en Marsella durante los inicios de la ocupación, mientras intenta obtener los papeles necesarios para abandonar Europa. El actor alemán Franz Rogowski, que continúa una carrera imparable (Victoria, 2015; Happy End, 2017), demuestra una gran solvencia y registro dramático en el rol protagonista. Por el contrario, el personaje de Paula Beer supone una réplica algo más mediocre, debido principalmente a un papel poco desarrollado. La obra presenta una evidente desconexión entre el tono y el contexto, difícil de asimilar para muchos espectadores. Sin embargo, aquellos que acepten el pacto y logren entrar en su historia serán recompensados con un digno melodrama de espíritu clásico y reflexiones profundamente contemporáneas.

Transit (Christian Petzold, 2018)

Transit (Christian Petzold, 2018)

Otra de las obras en competición que desprende una innegable pasión por el clasicismo es The Bottomless Bag, de Rustam Khamdamov. El veterano realizador ruso dirige esta nueva adaptación del relato In a Grove (1922), del escritor japonés Ryūnosuke Akutagawa, que ya había inspirado la gloriosa Rashomon (Akira Kurosawa, 1951). En esta ocasión la trama tiene lugar durante el reinado del zar Alejandro II, a finales del siglo XIX. Siguiendo el estilo de Las Mil y Una Noches, una doncella de cámara relata ante el emperador la historia de un príncipe medieval asesinado en extrañas circunstancias. A través de la mirada de varios personajes, que supuestamente asistieron al trágico acontecimiento, la narradora ofrece diferentes versiones de la historia, construyendo un relato poliédrico que busca cuestionar todas nuestras convicciones. Filmada íntegramente con luz natural, la obra brilla por su dirección artística y un encomiable trabajo de fotografía, a cargo de Pyotr Dukhovskoy y Tim Lobov. A fin de cuentas, The Bottomless Bag habla del concepto de verdad como una idea volátil e insondable, sujeta a infinitas miradas y perspectivas.

La Sección Oficial de Las Palmas 2018 también reservó un hueco para el formato documental, donde encontramos el título argentino El Espanto, de Martín Benchimol y Pablo Aparo. Estos dos realizadores porteños viajaron durante dos años al pueblo de El Dorado, con el objetivo de entrevistar a sus vecinos y documentar los particulares ritos y creencias locales. En un lugar donde casi todos los habitantes se denominan curanderos, los fármacos y la medicina tradicional están prácticamente desterrados. Son los propios vecinos los que, empleando remedios caseros de lo más pintoresco, logran poner fin a casi todas las enfermedades. Tan sólo una extraña dolencia conocida como “El espanto” supera las capacidades curativas de los habitantes del pueblo. Una enfermedad inexplicable que tan sólo pode ser tratada por Jorge, un errático personaje que vive en las afueras de la población, empleando métodos aún menos ortodoxos. La propuesta y estilo del documental hacen sospechar constantemente de su veracidad, así como del respeto con el que se aproxima a sus protagonistas. Se trata sin duda de un film que no deja indiferente a nadie, despertando más de una sonrisa y gesto de desaprobación. Además, como declaró el propio Benchimol, es una película que “dialoga con los mitos y las leyendas”, entroncando directamente con el discurso de esta edición. Lo importante no es lo que vemos, sino aquello que decidimos creer. ¿No era eso el cine?

El Espanto (Pablo Aparo & Martín Benchimol, 2017)

El Espanto (Pablo Aparo & Martín Benchimol, 2017)

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