NUNCA SUBÍ EL PROVINCIA, de Ignacio Agüero

Nunca subí el Provincia, de Ignacio Agüero, fue estrenado en la 30ª edición del FID Marseille, facéndose con el Gran Premio del festival. Es la segunda vez que el director chileno obtiene este galardón tras Como me dá a gana II, su anterior filme. La última película de Ignacio Agüero es un homenaje a lo pequeño, a lo íntimo, al barrio, a las intrahistorias de los vecinos anónimos, a mirar la montaña y a deleitarse con la luz crepuscular sobre la fachada del vecino. Con esto habla de la historia reciente de Chile, de la dictadura, de la gentrificación, de la recesión, del amor, de la naturaleza, de la vida y del cine.

nuncasubielprovencia

Nunca subí el Provincia nace bajo dos premisas: partir de la idea epistolar, algo que para el director resulta muy cinematográfico, y utilizar únicamente material filmado por él. Gran parte de este material había sido descartado en El otro día, y “pedían a gritos aparecer en una película”. Este filme fue filmado enteramente en su casa y el proceso le permitió ver su entorno de un modo diferente. Ejemplifica esto con la sorpresa de descubrir un pájaro carpintero en su jardín, desconociendo siquiera que los hubiera en Santiago de Chile. Además de imágenes de descartes para otras películas, maneja materiales diversos de otras películas suyas, así como fragmentos de cartas reales con quien se escribió durante tres años o de material de antiguo archivo doméstico en el que vemos, por ejemplo, a sus hijos jugando, a su primera mujer embarazada, o imágenes más recientes en las que filma una clase que imparte en Portugal y Asia en las que muestra la película The immigrant (1918) de Chaplin a niños, los cuales en general desconocían completamente su cine y se les ve destornillarse con el genio. Tras preguntarle el motivo de incluir estos episodios, Agüero dice que había testado si el cine de Chaplin seguía siendo vigente hoy en día, y que son anécdotas que habría contado en una carta, por lo que tenía sentido incluirlas en la película. Para el director, estos recuerdos resultan complejos, ya que además de la felicidad de la familia, existía un contexto político muy difícil, por lo que decide integrar imágenes del ejército, aviones militares y sonidos de bombas que aluden al bombardeo de la Casa de la Moneda. “Las películas sirven para sacarse imágenes de la memoria y compartirlas”, dice en relación al golpe de estado. Sin embargo, no entiende su obra como un autorretrato, sino como un juego en que se sirve de estos materiales domésticos porque los tiene cerca y accesibles.

Aunque la firma como “un documental”, esta obra es más bien un ensayo, un complejo trabajo de reflexiones, sensaciones, miradas, recuerdos, deseos y preguntas, estructuradas con gran maestría en diversas capas. Pese a su complejidad, la obra resulta de una simpleza colosal. Según él, su película no tiene futuro, no hay nada que concluir ni nada que esperar. Sin embargo, la absoluta ausencia de narración es imposible, ya que como bien apuntaba Ricoeur, si hay tiempo, hay narración. De manera que para él, los temas no son más que meros pretextos para hacer películas, y precisamente lo que hacen Agüero y Sophie França, su montadora, es yuxtaponer materiales, romper el ritmo sistemáticamente para evitar la narración, de modo que cada progreso narrativo tiene que reiniciarse y es condenado a vivir en un instante suspendido en el presente de la película. Así, las imágenes mantienen su individualidad. Llega al extremo de confundir al espectador hasta el punto de resultar imposible saber si estamos viendo imágenes recientemente filmadas, material pasado pero reciente, o material antiguo. A la pregunta de “qué es para usted lo cinematográfico”, Agüero responde que lo cinematográfico es la libertad de la imagen, cuando la imagen se libera de todas las obligaciones que la narración pueda exigir. Así, lo cinematográfico está fuera de lo narrativo, de modo que el espectador puede moverse con toda libertad por la película. No quiere contar historias porque eso le obligaría a usar las imágenes de un modo ilustrativo, sino que quiere usar las imágenes en sí mismas. Su archivo personal no está ordenado, de manera que el visionado, igual que el recuerdo, se vuelve un proceso de enfrentarse al caos, al desorden absoluto. Entiende el montaje como una forma de ordenar ese caos y le interesa negociar hasta dónde debe controlar ese desorden.

fidmarseille-2019-nunca-subi-el-provincia-original-title-photos-845827

El título del filme apela al nombre de la cordillera de los Andes que Agüero puede ver desde su tejado de toda la vida. Sin embargo, la construcción del nuevo edificio sobre la antigua panadería “Maya” seccionó la unidad de la visión, lo que generó una honda tristeza al cineasta, quien lo entendió, como buen santiaguino, como un sacrilegio. En vista de su edad y su forma física, el propio Ignacio asume la dificultad, cada vez mayor, de hacer cumbre en esa montaña, por lo que decidió rendir cuentas con ella con este título en el que reconoce su deuda histórica.

Agüero filmó durante mucho tiempo esta película, por lo que el propio proceso resulta muy vivo y abierto, transformándose según avanza. Este proceso abierto de escritura tiene su correlación con la recepción, que abre múltiples opciones de interpretación, especialmente en la primera media hora de la película, cuando uno se siente perdido por la ausencia de narración y sin elementos a los que agarrarse. En un origen, Agüero tenía pensado entrevistar a todos los vecinos del nuevo edificio construido en donde había estado la panadería “Maya”. Tras hablar con todos, presentarse como vecino y cineasta, regalarles un pack de DVD’s con sus películas como garantía de su propuesta, solo cuatro aceptaron la entrevista, pero ninguno resultó interesante al director, que optó por abandonar esta idea. De esta manera, decidió trabajar en otra dirección y con otros materiales, lo cual afectó también a la forma final. El montaje es tan importante en su trabajo que cuando filma, piensa siempre en su montadora, Sophie Franca y en qué hará ella cuando vea las imágenes. El tándem Agüero-França lleva funcionando en las últimas películas del chileno de manera excepcional, dando lugar a joyas del cine ensayo contemporáneo.

Comments are closed.