O trio em mi bemol, de Rita Azevedo Gomes

O trio em mi bemol, de Rita Azevedo Gomes

En la década de 1950, surge en Francia uno de los más poderosos movimientos cinematográficos: la Nouvelle Vague. Los artistas de esta corriente se rebelan contra las estructuras cinematográficas dominantes hasta el momento y reinventan la forma de hacer cine. Son jóvenes y dominan la vanguardia del sector durante años. Una de sus figuras más relevantes es Éric Rohmer, autor de obras como Ma nuit chez Maud (1969) o Quatre Aventures de Reinette et Mirabelle (1987), la cual está compuesta por cuatro cortometrajes. Ahora llega lo que más nos interesa: existe una quinta aventura, inédita en la película, que finalmente fue llevada al teatro por Rohmer. Esta obra, independiente de Quatre Aventures de Reinette et Mirabelle, se llamaba El trío en mi bemol (1988).

Es el año 2020, y en plena pandemia, la obra cae en manos de Rita Azevedo Gomes. La directora portuguesa se sumerge en el proyecto de adaptar esta obra teatral a la gran pantalla. Cabe señalar que el film fue rodado durante el segundo confinamiento. El rodaje fue posible gracias a su sencilla puesta en escena y su reducido elenco. Así nace la cinta que comparte nombre con la obra de teatro original y sobre la que versa este texto: O trio em mi bemol (2022). La directora portuguesa venía de rodar dramas de época y documentales muy valorados por el público y la crítica, y con esta obra ha dado un paso hacia algo más contemporáneo y basado en los diálogos. Continúa así con el estilo de Rohmer, apoyando gran parte de la acción en el desarrollo de las conversaciones entre personajes.

La obra mantiene la estructura original, con una pareja de antiguos amantes que se reúnen en una serie de momentos esparcidos a lo largo del tiempo para conversar. La vuelta que quiso proponer Azevedo Gomes es exponer por encima de esta estructura un lenguaje metacinematográfico: una vez comienza el film, no tardamos en darnos cuenta de que lo que en realidad estamos viendo es la grabación de una película en la que hay un director (Adolfo Arrieta), una ayudante y dos actores. La trama avanza con largas secuencias de ensayos o grabaciones, en las que se desarrolla la aventura de la pareja. Entre medias, hay pequeñas escenas en las que vemos cómo los personajes están interpretados por dos actores. A estas escenas se unen el director y su ayudante, quienes conversan sobre la propia obra y el estado del rodaje.

Los protagonistas, Paul (Pierre Léon) y Adélia (Rita Durão) en la metaficción, dan vida a dos actores que interpretan a una pareja de antiguos novios. Durante la mayor parte de la película, los vemos como esos personajes ficticios. En menor medida, vemos escenas entre ensayos y grabaciones, en las que los actores salen de sus papeles para descansar o hablar con el director. A pesar de ser conscientes de asistir a la interpretación de una ficción bajo las indicaciones de un cineasta, las secuencias en las que interpretan a sus personajes son tan profundas, y cuentan con unos tiempos tan contemplativos, que arrastran al espectador a la ficción dentro de la ficción. En más de una ocasión, mientras vemos la película, podemos descubrirnos olvidando esa capa y simplemente dejándonos llevar por los diálogos y las emociones.

O trio em mi bemol, de Rita Azevedo Gomes

La película está, por tanto, construida a base de una serie de secuencias largas, de aproximadamente diez minutos de duración, en las que una cámara estática graba escenas en plano general o conjunto. Los personajes deambulan y conversan dentro del plano, en línea con el espíritu teatral de la obra. Los diálogos dominan el ritmo y la acción, son interacciones inteligentes, con una sincera sensibilidad que ayuda a entender el pensamiento de cada uno de estos personajes y a construir una imagen de ellos. Hablan sobre muchos temas, pero principalmente la conversación suele girar alrededor de una serie de ideas que tendrán eco en toda la historia: la relación de Adélia con otros hombres, la música, la filosofía o la pasada relación romántica que compartieron ambos protagonistas. Paul es un hombre que disfruta del conocimiento, amante de su música clásica y específicamente de una pieza, el Trío Kegelstatt de Mozart, pieza que también obsesiona a Adélia y que da nombre a la película.

Por otro lado, entre estas secuencias, abandonamos ocasionalmente el relato para asistir al proceso de filmación de esta historia. Llegamos a escuchar varias veces el mismo diálogo. Por la naturaleza de un rodaje, entre ensayos y diferentes tomas de una misma escena, se reproduce varias veces el texto repetido. La directora aprovecha la película para dejar una reflexión consciente sobre el trabajo de dirección, firmando alguna joya como el momento en el que la ayudante del director (Olivia Cabeza) le pregunta si deben repetir una escena en la que hay deficiencias técnicas con la luz, a lo que este responde: “Sé por qué lo dices […] pero eso no importa; la escena es perfecta, sus voces son perfectas y lo que pasa es perfecto, no se puede repetir, no se puede rehacer…”.

O trio em mi bemol es una melodía agradable y reconfortante, en la que las voces protagonistas se van abriendo en largas secuencias para descubrirse entre sus reflexiones y sentimientos compartidos e individuales. Es una historia de amor, pero también una historia sobre música. Gracias al giro que incluye Rita Azevedo Gomes, también es una historia sobre el cine, en la que destaca la mirada de un director, el deseo de generar sensaciones y sentimientos, la búsqueda de un “algo” que conecte a los creadores con el público.

O trio em mi bemol, de Rita Azevedo Gomes

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