PAULO ROCHA, EL ETERNO APRENDIZ

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Paulo Rocha, fallecido en diciembre de 2012 a los 77 años de edad, es uno de los nombres más importantes del cine portugués de las últimas cinco décadas. A pesar de las dificultades de acceso a su trabajo —ninguna de sus películas está aún editada en DVD— Paulo Rocha es reconocido en varios circuitos cinéfilos y críticos internacionales como autor de una de las más importantes obras cinematográficas en lengua portuguesa, una compleja reflexión sobre Portugal, sus raíces culturales y matrices identitarias.

Erase una vez

En su edición de 1964, el Festival de Locarno atribuyó su premio a la mejor ópera prima a un joven desconocido portugués. Paulo Rocha presentaba en el certamen Os Verdes Anos (1963), una película llena de esperanza e ingenuidad que señalaba simbólicamente la llegada de las nuevas olas europeas a Portugal. A este título le siguió Mudar de Vida (1966) con su correspondiente reconocimiento internacional, presencia en varios festivales y elogios de la crítica y de otros cineastas, como el brasileño Glauber Rocha, en plena celebración del descubrimiento del Novo Cinema Portugués.

Reconociendo su desilusión y desinterés hacia las narrativas del cine clásico, Rocha inició una fase de experimentación de formas y contenidos: primero, aun tímidamente, en Sever do Vouga… Uma Experiência (1970), un proyecto que contó con la colaboración de Fernando Lopes y Manoel de Oliveira; y después, asumida y ostensiblemente, en A Pousada das Chagas (1971), una obra más radical que consistía en la compleja fusión (el término del cineasta fue ‘processo de colagem‘) de muchas referencias artísticas y culturales que se cruzaban verbal, visual, sonora y performativamente. En tres décadas, entre Os Verdes Anos y A Ilha dos Amores (1982), el cine de Paulo Rocha se transformó por completo: la narrativa se radicalizó en su no-linearidad, el modo de representación pasó a ser anti-naturalista y la puesta en escena se hizo mucho más exuberante. En sus últimos largometrajes, como A Raiz do Coração (2000) y Vanitas (2004), el cineasta optó finalmente por un tono alegórico que pretendía mezclar un análisis del tiempo presente con varias reflexiones sobre las raíces culturales y estéticas del pasado.

Os Verdes Anos (Paulo Rocha, 1963)

Os Verdes Anos (Paulo Rocha, 1963)

Varios cineastas portugueses de las generaciones cinéfilas más jóvenes se cuentan entre sus discípulos, herederos y admiradores —Joaquim Sapinho, Manuel Mozos, João Pedro Rodrigues, Pedro Costa, Cláudia Tomaz, Raquel Freire, Miguel Gomes y João Salaviza— una filiación que se manifiesta a través de referencias o citas explícitas en varias películas o en declaraciones y discursos públicos de admiración y gratitud. No obstante, décadas antes, Paulo Rocha ya había sido determinante en el reconocimiento de nuevos valores para el cine portugués, como ocurrió con António Campos y António Reis.

El último puzzle

Cuarenta y cinco años después de rodar por primera vez en O Furadouro, Paulo Rocha volvió a esa pequeña comunidad pescadora próxima a Oporto para filmar Se Eu Fosse Ladrão… Roubava (2011), una película que tendría su estreno mundial en Locarno algunos meses después de la muerte del cineasta. Probablemente, Paulo Rocha no concibió esta película como su última obra, pero su carácter marcadamente autobiográfico y las complicaciones que afectaron a la salud del realizador hicieron que se convirtiese gradualmente en su filme testamentario.

La conexión del realizador con O Furadouro procede de su herencia paterna: por una parte, su padre había nacido cerca de allí, y varios de sus antepasados también habían muerto en ese lugar; mientras que por otra parte, las vacaciones de infancia lo familiarizaron con esa comunidad y con ese espacio que revisitaría en dos de sus principales filmes. El primero fue Mudar de Vida, un drama de amores imposibles separados por los caprichos de la vida: Adelino (Geraldo d’el Rey) regresa a casa después de cumplir el servicio militar en África y reencuentra su amada, Júlia (Maria Barroso), casada con su hermano; lucha por la supervivencia, física y anímica, pero las lesiones traídas de la guerra lo incapacitan para el trabajo en la pesca o en la fábrica; piensa en emigrar, pero terminará por iniciar una relación con Albertina (Isabel Ruth), con la esperanza de una posible redención.

Se Eu Fosse Ladrão... Roubava (Paulo Rocha, 2011)

Se Eu Fosse Ladrão… Roubava (Paulo Rocha, 2011)

Se Eu Fosse Ladrão… Roubava es otro drama centrado en recuerdos familiares: en los años veinte, un pequeño labrador de S. Vicente ve morir a su padre por la peste que esquilma el país; algunos años más tarde, sintiéndose recluido en su pequeña aldea, decide irse a Brasil dejando a sus hermanas encargadas de los trabajos de la casa. Pero las hermanas no aceptan esta decisión e intentan dificultar la partida del hermano más joven, única referencia patriarcal de la familia. La idea de la partida —fuga u oportunidad de mudar de vida— es una obsesión en el cine de Paulo Rocha: ya estaba presente en Os Verdes Anos, cuando el protagonista Júlio (Rui Gomes) quería emigrar al extranjero para iniciar una nueva vida junto a su amada Ilda (Isabel Ruth); y también en A Ilha dos Amores, en la que acompaña la errancia existencial y fantasmática de Wenceslau de Moraes (Luis Miguel Cintra) por Extremo Oriente, a donde huyó desde Portugal hacia finales del siglo XIX en busca de un ‘arte de vivir’ que conciliase lo material con lo espiritual.

Luis Miguel Cintra e Isabel Ruth vuelven a aparecer en Se Eu Fosse Ladrão… Roubava, así como fragmentos de casi todas las películas del cineasta: los casos más citados son Os Verdes Anos (1963), Mudar de Vida (1966) y O Rio do Ouro (1998). Esta decisión documenta de forma adecuada y sumaria una obra que, a pesar de todas sus contradicciones y ambigüedades, presenta un hilo conductor marcadamente emocional y autoral que revela una filmografia orgánicamente unitaria. Así, el montaje final de Se Eu Fosse Ladrão… Roubava —responsabilidad de Edgar Feldman— asume que esta no es solamente otra película más de Rocha, sino un esfuerzo por juntar varios cabos aparentemente sueltos para dar al espectador una visión general y panorámica de los momentos más relevantes del cine de Paulo Rocha.

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