PHILIPPE MANGEOT: “SIGO CONVENCIDO DE QUE AÚN ES POSIBLE CREAR CONCIENCIA EN EL MUNDO”

Después de un triunfante recorrido por numeroso festivales internacionales, que comenzó con su estreno en la última edición de Cannes, llega a nuestras pantallas 120 battements par minute (2017), del francés Robin Campillo. La película, ambientada en los años 90, está basada en las acciones reales llevadas a cabo por el grupo Act Up, organización en defensa del colectivo LGTBI, durante los años más duros de la crisis del SIDA en Francia. Tuvimos la suerte de conversar con el guionista Philippe Mangeot (ex-miembro de la organización) y con Antoine Reinartz, uno de los intérpretes de la cinta, durante nuestra estancia en Estrasburgo con motivo de la entrega del Premio Lux 2017, al que 120BPM era finalista.

Entrevista BPM

¿Cómo fue el proceso de trabajar conjuntamente con Robin Campillo en la escritura del guion de 120BPM?

Philippe Mangeot: Todo comenzó con una llamada de Robin. Nosotros nos conocimos durante los años de Act Up, y en los 90 ya intentamos escribir algo relacionado con el SIDA. A principios de los 2000 terminamos una historia llamada Drug Holidays, pero fue un fracaso. Estaba bien, de hecho a mí me gustaba bastante, pero no pudimos llevarla a cabo. Finalmente decidimos parar, Robin hizo otras dos películas y yo seguí escribiendo para otros proyectos. Pasaron los años, Robin volvió a llamar y me dijo: “Mira, creo que es el momento. Ya es hora de que nos pongamos a trabajar en nuestros recuerdos, sobre todo lo que hicimos y lo que nunca llegamos a decir”, así que empezamos a quedar una vez por semana durante un año. El plan inicial era escribir acerca de la “caja negra”, que eran las reuniones semanales de la agrupación. Más tarde llegó la idea de incluir una segunda “caja”: la habitación. Daba igual que fuese un dormitorio o un cuarto de hospital. Ese fue el punto de partida. Trabajamos con ambas ideas intentando construir dos espacios en los que se identifican líneas de conflicto e historias personales que se entrelazan. Decidimos que todos los personajes debían ser un conjunto de recuerdos y características extraídas de gente distinta, para que no se identificasen con una persona específica en la realidad.

La mayoría de los actores protagonistas eran niños durante los años en los que está ambientada la película. Antoine, ¿tú tienes algún recuerdo de esa época o de las actividades llevadas a cabo por Act Up?

Antoine Reinartz: Lo cierto es que no. En esa época yo debía tener 5 o 6 años, así que no tengo recuerdos específicos de Act Up por aquel entonces. Lo que sí recuerdo son unos reportajes que emitía la televisión francesa sobre un grupo de gente joven en San Francisco. Estaban muriendo y decían a la cámara que esperaban que por lo menos su historia sirviese para algo, querían que la gente fuese testigo de lo que estaba pasando. Recuerdo sentirme muy afectado por esas imágenes. Había chicos de 21 años que soñaban con ser bailarines, sabiendo que probablemente morirían un par de años después. Eses recuerdos tuvieron un gran impacto en mí.

Sabemos también que cuando leíste el guion por primera vez inmediatamente te sentiste identificado con Thibault. ¿Por qué querías interpretar a este personaje?

AR: Fue muy sorprendente porque cuando se estrenó la película todo el mundo me decía que mi personaje era un poco antipático y ambivalente. No demasiado agradable. Pero cuando yo leí el guion me pareció sin duda el más gracioso e inteligente.

PM: ¡Porque lo es! (Se ríe)

AR: Tuve claro desde el principio que quería interpretarlo. Es el líder, y por supuesto siempre va a estar cuestionado por los demás. Sabía que el papel de Sean no era para mí, porque necesitaba mucha rabia para interpretarlo, y eso no va con mi carácter. Tampoco sabría qué hacer con el papel de Nathan, me resultaba muy complicado imaginarlo porque implicaba ser los ojos del público. Por otra parte, me encanta el sentido del humor de Thibault, y el hecho de que realmente está construyendo algo, convirtiendo la rabia en acciones. Puede que en ese sentido sea el más moderado.

En una entrevista anterior Philippe confesaba que escribió la película pensando en la gente joven de hoy en día, que no recuerda la crisis del SIDA y los acontecimientos de los años 90. ¿Qué es lo más importante que querías enseñarle a esta nueva generación?

PM: Es difícil contestar a esa pregunta, porque seguramente mañana mi respuesta sería diferente. Creo que en Francia, a comienzos de los 90, la gente se había dado por vencida. Todo el mundo pensaba que nada iba a suceder, que nada iba a cambiar. “Fin de la historia. No hay más movimientos ni agrupaciones”. Pero nosotros estábamos muriendo, y decidimos inventar otro modo de luchar. Tengo la impresión de que la juventud de hoy en día piensa que no hay nada más que puedan hacer, pero yo sigo convencido de que aún es posible crear conciencia en el mundo. Es necesario empezar con pequeñas cosas, pequeñas acciones. Comienza por tu propio cuerpo, después trata con las organizaciones que se dedican a la investigación, a los tratamientos, a los cuidados. Después trata la educación sexual, y finalmente el capitalismo, porque a fin de cuentas la investigación está ligada al capitalismo. Empezando por pequeños pasos, comenzando por ti mismo, puedes hacer valer tus derechos. Supongo que esa es la idea, demostrar que aún puede suceder algo.

AR: Yo creo que esa es la lección más importante que puedes extraer de la película. Nuestra generación es normalmente muy escéptica, y no sabemos cómo tratar con esta revolución. Vemos como todo se enturbia a nuestro alrededor: la música, la prensa, el porno… El cine también está cambiando mucho, y no entendemos nada. Por aquel entonces la gente tampoco entendía nada sobre la enfermedad, no había casi información, pero aún así consiguieron organizarse y hacer algo al respecto. Creo que esto debería ser un ejemplo para nuestra generación, tan escéptica y ‘conspiranoide’. Esta película está siendo proyectada ahora mismo en todos los países democráticos, y demuestra que tenemos la libertad para actuar. Debemos cambiar las cosas.

(Llaman a la puerta para avisar de que terminamos el tiempo de la entrevista. Antoine pide un minuto más para nosotros, y Phillipe se levanta para bloquear la entrada e impedir que nos interrumpan de nuevo. Con una sonrisa y un gesto de la mano indica que tenemos una última pregunta).

¿Por qué decidiste realmente que era el momento adecuado para contar esta historia?

PM: Voy a dar dos respuestas cortas: Primera, porque mis sobrinos tienen ahora mismo exactamente la misma edad que tenía yo cuando era activista en Act Up, así que es una cuestión de relevo generacional. Y segunda… Porque tal vez son necesarios 25 años para dejar que la tristeza y las lágrimas se expresen por sí mismas.

FOTO 2

*Entrevista realizada conjuntamente con algunos miembros de 28 Times Cinema 2017.

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