PUNTO DE VISTA 2017: LA FAMILIA BIEN, GRACIAS

34 PdV Palmarés 2017

El retrato familiar ha sido uno de los géneros más presentes en la sección oficial de esta última edición del festival navarro. The Host (Miranda Pennell, 2015), título ganador del Gran Premio Punto de Vista de este año, habla, sin ir más lejos, de la explotación británica del petróleo iraní a partir de la experiencia personal de su directora, que vivió parte de su infancia en el Irán de los años cincuenta y sesenta como hija de un alto ejecutivo de la compañía British Petroleum (BP). La película, compuesta casi exclusivamente por imágenes fijas de dibujos, cartas, objetos y fotografías pertenecientes a la familia de la cineasta o procedentes del archivo de BP, desarrolla una doble investigación en la historia familiar y en la historia empresarial que permite articular una denuncia del colonialismo a partir de la memoria subjetiva.

Miranda Pennell, ayudada en el montaje por el cineasta experimental John Smith (1), organiza sus materiales con gran inteligencia. El comentario, por ejemplo, relata en primera persona sus sucesivas visitas al archivo de la compañía, integrando así en la película las derivas y rodeos asociados a toda investigación. The Host funciona por lo tanto como un álbum fotográfico que incluye la crónica de su propio proceso de creación de sentido: la cineasta nos va mostrando cada pieza de su rompecabezas, para después encajarlas en un discurso que cuestiona el relato oficial de la compañía. Se trata, en el fondo, de jugar con la escala de los materiales: de lo particular a lo general, del detalle al conjunto, de lo individual a lo colectivo.

La atención con la que la cámara escruta una fotografía en gran plano general de una de las mayores refinerías de la antigua Anglo-Persian Oil Company –la compañía de la que surgió la actual BP– revela la práctica ausencia de trabajadores iraníes en la imagen, la mayoría ocultos dentro de los edificios, o apenas visibles cómo diminutas figuras borrosas. Esa ausencia delata la postura altiva y colonialista de la compañía, más interesada en documentar la monumentalidad de sus instalaciones que las paupérrimas condiciones de vida de sus trabajadores. La exploración del archivo, personal y oficial, ayuda en este caso a reparar en detalles significativos que contextualizan y complementan los relatos heredados.

The Host (Miranda Pennell, 2015)

The Host (Miranda Pennell, 2015)

El jurado decidió incluir un segundo retrato familiar en el palmarés al conceder el Premio Jean Vigo a la Mejor Dirección al cineasta belga Eric Pauwels. Su film ensayo La deuxième nuit (2016) es una carta de amor filial a su madre después de su muerte, una sentida evocación de su tiempo en común con la que el cineasta intenta paliar su separación definitiva, esa segunda noche eterna que remite a la segunda noche de vida de los bebés, en la que son separados por primera vez del cuerpo de sus madres. Pauwels reconstruye algunos de sus recuerdos familiares con figurantes, pero sobre todo extrae numerosas metáforas visuales de su entorno para expresar el cariño que siente por su madre y el dolor que le provoca su muerte. La deuxième nuit es así una película conmovedora que canaliza el duelo hacia el terreno creativo, si bien también puede resultar demasiado engolada para algunas sensibilidades.

El Premio Especial de la Juventud fue a su vez para 5. október (Martin Kollar, 2016), una divertida road movie que narra, sin diálogos, la deriva de un hombre en bicicleta durante los meses previos a una operación a vida o muerte. La dimensión familiar reaparece aquí en forma de pacto fraternal, porque el protagonista de esta película no es otro que el hermano del propio realizador, el director de fotografía eslovaco Martin Kollar. El metraje combina escenas anecdóticas de su viaje, que recuerdan el humor epicúreo de Otar Iosseliani (2), con las lacónicas anotaciones de su diario, en las que libera su tensión interior. La decisión de no explicitar el itinerario del viaje ni el resultado de la operación potencia la lectura vitalista de la película, dando a entender que lo importante, en la vida y en el viaje, son los pequeños placeres del camino. Con todo, a pesar de su defensa de la deriva como forma de vida y del fragmento como unidad de sentido, 5. október fue curiosamente la película más narrativa de la sección oficial, cosa que puede tener que ver con la línea marcada por una de sus compañías productoras: HBO Europe.

5. október (Martin Kollar, 2016)

5. október (Martin Kollar, 2016)

Si seguimos repasando el palmarés encontraremos un cuarto retrato familiar: Converso (David Arratibel, 2017), Premio Especial del Público, una película sobre conversaciones pendientes que jugaba en casa, que no tiene reparo en compararse con El Desencanto (Jaime Chávarri, 1975) y que demuestra la inteligencia del proselitismo católico para actualizar las formas de su discurso. El publicista navarro David Arratibel realiza en este trabajo una serie de entrevistas con sus familiares más cercanos –su madre, sus dos hermanas y su cuñado– en las que estos explican su proceso de redescubrimiento de la fe cristiana. La fuerza de la película reside en la cercanía con la que cada uno expone, de forma distendida y espontánea, sus posiciones teológicas, describiendo su recorrido desde el agnosticismo, entendido como norma social, hasta la apología de la fe. Converso admite, igual que Silence (Martin Scorsese, 2016), una lectura laica y otra religiosa, según la posición del público sobre el tema, si bien lanza en última instancia un inequívoco mensaje pastoral. El debate, en este sentido, está en si Converso es una película sobre la familia que utiliza el tema de la fe para explorar las relaciones entre sus miembros, o si es una película sobre la fe que utiliza el tema de la familia para difundir un determinado conjunto de creencias.

La pareja como lugar de resistencia

Más allá del palmarés, una de las mejores películas de esta edición fue We Make Couples (Mike Hoolboom, 2016), una pieza experimental que reflexiona sobre la pareja como lugar de resistencia frente al poder del estado y a la lógica de producción y consumo capitalista. El cineasta canadiense Mike Hoolboom adopta en este trabajo el registro del film ensayo para dar sentido a una gran diversidad de materiales: por una parte, remonta una serie de imágenes ajenas –desde planos extraídos de anuncios publicitarios hasta documentos de distintos movimientos sociales, entre los que destaca el feminismo– que transfigura empleando todo tipo de efectos, comenzando por el morphing; mientras que por otra part comenta este metraje mutante a través de un diálogo entre dos voces femeninas que deja claro las conexiones entre el cine, entendido como el arte de la proyección, y la biopolítica, entendida como mecanismo de control y reproducción social que funciona mediante la proyección de modelos y representaciones. El gran tema de We Make Couples es, por tanto, “el estado de la imagen y la imagen del estado (y la imagen de ti)”, como se dice en uno de los momentos más hermosos del comentario. Hoolboom propone comenzar la revolución por la vida cotidiana, por la pareja, y sobre todo por sus representaciones, en la búsqueda de “un tipo diferente de imagen” para alcanzar “un tipo diferente de estado”. La lucha, en este campo de batalla, no es utópica: es lo que encontramos cada día a nuestro alrededor, nada más despertar. Un mundo de posibilidades.

We Make Couples (Mike Hoolboom, 2016)

We Make Couples (Mike Hoolboom, 2016)

Esa misma lucha late también en el cortometrajeColombi (Luca Ferri, 2016), si bien en este caso es vista retrospectivamente como la derrota de la modernidad ante la posmodernidad. Las imágenes muestran al matrimonio Colombi en sus últimos años de vida: dos viejecitos entrañables retirados del mundo, confinados en una residencia de ancianos, sonrientes, felices, juntos. El comentario hace un resumen de su larga historia de amor, de 1916 a 2016, hablando década a década de sus gustos estéticos y su evolución física. Sin hijos, deciden dedicarse al disfrute artístico, a pesar de que las cosas, como dice la narradora, comienzan a joderse a partir de los años ochenta: en el arte, con la posmodernidad, y en su vida, con los achaques propios de la edad. Colombi habla del amor y del arte desde el más allá, desde la consciencia de la caducidad de modas y afectos, con ironía y cariño a partes iguales. Vaya como vaya el mundo, lo importante, parece decir Luca Ferri, es que te guste algo y querer a alguien.

La pareja fue también el centro de otros trabajos como el cortometraje L’Abcdaire de l’amoureuse d’un photographe (Anahit Simonian, 2016), otro film ensayo en forma de carta amorosa que recorre el abecedario en busca de palabras que transformar en imágenes para expresar los sentimientos de la realizadora, o Europe, She Loves (Jan Gassmann, 2016), un documental observacional que retrata la intimidad de cuatro parejas europeas en estos tiempos de recesión y austeridad con unas ínfulas que no llegan a ocultar su banalidad. La familia, por su parte, también estaba presente en el cortometraje portugués Cidade Pequena (Diogo Costa Amarante, 2016), ganador del Oso de Oro en el último Festival de Berlín, una pieza muy estilizada en la que el director filma el progresivo descubrimiento del mundo por parte de su sobrino; e incluso en From Vincent’s House in the Borinage (José Fernandes, 2016), un paseo sensorial por los paisajes valones que se abre con un prólogo en el que oímos unas palabras de Vincent Van Gogh, residente durante algún tiempo en aquellos pagos, dirigidas a su hermano Theo. Normal Autistic Film (Miroslav Janek, 2016), por último, cierra este bloque de películas sobre relaciones interpersonales con un retrato de adolescentes neurodiversos, muchos de ellos con un carisma muy superior al de muchos neurotípicos. En este documental, el director checo Miroslav Janek ponen la cámara al servicio de los sujetos filmados para que establezcan su propia representación, dejando claro que lo normal, de existir, debe pasar siempre por comprender y aceptar al otro.

Una idea, un dispositivo, un país entero

La otra gran tendencia de este año fue la representación de territorios geográficos y políticos a partir de sus contradicciones internas, empleando para eso dispositivos sinecdóticos, como en The Host, en los que distintas representaciones parciales apelan al conjunto. La pieza experimental Foyer (Ismaïl Bahri, 2016), ganadora del Premio al Mejor Cortometraje, proponía por ejemplo un retrato del momento histórico que está viviendo la sociedad tunecina tras la Revolución de los Jazmines. El dispositivo, en este caso, parece radical –el cineasta salió a filmar a la calle con un folio blanco adherido al objetivo de su cámara, de forma que el público solo puede ver ligeras variaciones en el color de la pantalla, entre el blanco y el gris, según el viento y la luz incidan sobre el folio– pero en realidad no es más que una astuta trampa para atraer la curiosidad de los transeúntes y hacerlos hablar. De este modo, la paradoja de Foyer es ser una película muy reveladora sobre la mentalidad tunecina sin llegar a mostrar literalmente nada del país. En este sentido, su pantalla en blanco es un excelente truco de prestidigitación cinematográfica: nada por aquí, nada por allá, y… ¡tachán!, un país entero retratado sin que nadie, ni siquiera la policía, se haya dado cuenta durante el rodaje.

Green Screen Gringo (Douwe Dijkstra, 2016)

Green Screen Gringo (Douwe Dijkstra, 2016)

El truco de Green Screen Gringo (Douwe Dijkstra, 2016) es un poco más sofisticado, pero el efecto es similar. En este caso, un cineasta holandés recorre las calles, campos y playas brasileñas con una pantalla verde que sitúa detrás de las personas que quiere retratar. Una vez capturadas las imágenes, la magia de la posproducción permite combinarlas libremente, de forma que una persona filmada en un lugar determinado puede aparecer en otro: un surfista en un museo, un campesino en una gran avenida, un indigente en una oficina. El efecto, pensado inicialmente para revelar los problemas de cualquiera gran ciudad, permite señalar los contrastes específicos de un país, Brasil, en el momento exacto del proceso de destitución de su presidenta electa, Dilma Rouseff.

Las disfunciones del presente son también el tema de una serie de cortometrajes realizados por el cineasta finlandés Jan Ijäs sobre residuos insólitos, como el dinero devaluado –los billetes de cien billones de dólares zimbabuenses, que hoy no valen nada– o los explosivos caducados –las toneladas de bombas que cada año detona el ejército finlandés en Laponia. La sección oficial incluía el segundo capítulo de la serie, Waste no. 2 Wreck (Jan Ijäs, 2016), dedicado a los cementerios de barcos abandonados en la isla italiana de Lampedusa. Filmada en celuloide, esta pieza contrasta la belleza de la Spiaggia di Coniglio –la Playa del Conejo, elegida como la más hermosa del mundo por los usuarios de TripAdvisor– con el drama de los refugiados que aparecen muertos en esta misma playa tras los naufragios de sus embarcaciones. Ijäs se fija en ellas, especialmente en su madera, por su multiplicidad de funciones en un obsceno reciclaje permanente: primero transportaban pescado fresco, después seres humanos desesperados, y por último, de no haber desaparecido, serían expuestas en galerías de arte o servirían para hacer cajas de vino. La elocuencia de estos desechos para dar cuenta del estado del mundo está en estas perniciosas ideas para sus vidas futuras.

Waste no. 2 Wreck (Jan Ijäs, 2016)

Waste no. 2 Wreck (Jan Ijäs, 2016)

Programar un cortometraje filmado en Lampedusa supone un guiño a las anteriores ediciones del festival, ya que tiende un doble puente hacia la retrospectiva ‘Islas’, realizada en 2015 –sobre la que escribimos aquí– y hacia la película Lampedusa in Winter (Jakob Brossmann, 2015), Premio Jean Vigo a la Mejor Dirección en 2016. La sección oficial de este año incluía, curiosamente, otro film insular, Kino otok (Islands of Forgotten Cines, Ivan Ramljak, 2016), un cortometraje croata que evoca los buenos viejos tiempos del cine, cuando las salas estaban llenas de público, a partir de las ruinas de varios antiguos cines en las islas dálmatas. Esta pieza mezcla imágenes actuales de estos espacios abandonados con un comentario nostálgico que intenta devolverlos a la vida a través de los recuerdos felices de los antiguos espectadores. Este dispositivo, habitual en el paisajismo psicogeográfico, fusiona pasado y presente en una única imagen, un recurso que permite revivir el pasado sin salir del presente,  como también ocurre en el documental performativo Treblinka (Sérgio Tréfaut, 2016). Este trabajo describe el funcionamiento de los campos de exterminio nazi a partir de fragmentos del libro de memorias Je suis le dernier juif (Chil Rajchman, 2009), recitados sobre planos de cuerpos desnudos en trenes contemporáneos. La crudeza de los textos y el surrealismo de las imágenes crean un relato intenso y perturbador, que supone una nueva entrada, valiosa y original, en la larga filmografía sobre el holocausto judío.

La sección oficial se completaba con el cortometraje Cicha symfonia (Aitor Gametxo, 2016), una sinfonía urbana concebida para transmitir la experiencia cotidiana de las personas sordas, y el largometraje Land Within (Jenni Kivistö, 2016), un documental etnográfico que recoge las impresiones de su directora sobre el pueblo waiuu, que habita los desiertos de la Península de la Guajira, entre Colombia y Venezuela. Obras de extranjeros en tierras extrañas –igual que Green Screen Gringo, Waste no. 2 Wreck y TreblinkaCicha symfonia y Land Within buscan el encuentro con el otro, como Normal Autistic Film, para crear con él una representación compartida del mundo. Esa es, a fin de cuentas, una de las funciones del cine (y de los festivales): mediar entre nosotros y el mundo, entre los que están delante y los que están detrás de la cámara, o bien entre los que están delante y los que están dentro de la pantalla.

(1) John Smith es un viejo conocido de Punto de Vista: su cortometraje Dad’s Stick (2012) ganó hace cuatro años el Premio Jean Vigo a la Mejor Dirección.

(2) Otar Iosseliani es otro cineasta apreciado por Punto de Vista: el festival le dedicó una retrospectiva parcial hace un par años, sobre la que escribimos este artículo.

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