LA AVALANCHA, EL HOMBRE Y SUS PROBLEMAS: Entrevista a RUBEN ÖSTLUND

«CON TOURIST ME ENCANTARÍA VOLVER A CABREAR A LA GENTE»

Ruben Östlund (Gotemburgo, 1974) no se parece, para nada, al protagonista de su próxima película. Tourist, que en estos momentos busca coproducción en la Berlinale (tras hacer lo propio en Rótterdam), se estrenará con toda probabilidad en 2014, convirtiéndose en el cuarto largometraje del realizador nórdico, tras su obra de madurez: Play. Lejos de la polémica que le envuelve, Östlund es un tipo tranquilo que rompe con la etiqueta convencional del “chiquillo rebelde” quedándose con la parte de libertad creativa, pero rechazando todo rasgo negativo de personalidad que este título concede a sus portadores. Hace aproximadamente un mes se hizo con el premio al Mejor Director Sueco del año, concedido por el Instituto de Cine de este “blanco” país por su controvertida reflexión sobre la inmigración. Una página que todavía no ha terminado de pasar, ya que su filme seguirá dando la vuelta al mundo (su siguiente parada será el Festival de Buenos Aires), aunque ya está trabajando al cien por cien en su próximo proyecto. Ésta es la charla que mantuvimos con él durante el IFFR, una breve discusión sobre cómo este finalista del Premio Lux en 2011 vive su cine, la industria y el futuro.

Tras competir en la sección oficial del FICXixón 2011, leí en la revista Variety que ya estás elaborando las líneas maestras de la que será tu próxima aventura en largo. Una película en tres partes que llevará por nombre Tourist y que acabas de defender en el CineMart de Rótterdam. ¿Cuáles han sido tus argumentos para buscar oportunidades de coproducción?

¿Argumentos? Bueno. No se si habrás leído que se supone que Tourist va a tener en su metraje la avalancha más espectacular de la historia del cine (risas). Ese es uno de los objetivos que nos hemos marcado. Ahora el proyecto ya se encuentra más definido, ha evolucionado un poco desde que nos vimos en Gijón. Ya no tiene tres partes, esos fragmentos de historia se van a concentrar en una única línea narrativa. El arranque de la película va a ser precisamente ese fenómeno de la naturaleza.

Hablando con franqueza, lo de la avalancha me parece un elemento totalmente ajeno a tu manera de rodar o de ver el cine. Siempre has hecho películas contemplativas, y este inicio tiene toda la pinta de dar paso a una película de acción.

Para nada. Déjame contarte como se desarrolla la primera secuencia. Una familia se va de vacaciones de esquí. En su segundo día de viaje están comiendo en un restaurante en la montaña. Hace muy buen día, el sol brilla con fuerza entre los picos, y de repente – siempre hay un de repente – la alerta de avalancha empieza a sonar y se puede ver al fondo de la imagen como empieza a bailar por la falda de la montaña, llamando la atención de los clientes. Todo el mundo empieza a gritar de emoción. A medida que la nieve desciende por la ladera y se convierte en una enorme marea blanca, la gente empieza a gritar más fuerte, el sonido aumenta. Entonces la masa, que ha alcanzado un tamaño impresionante, desaparece detrás de una colina, para reaparecer dos segundos después transformando esos gritos de emoción en alaridos de horror. Me encanta este momento, me parece que realza de una manera muy bella lo que entendemos por “existencia”. Una situación de júbilo se torna en un momento de auténtico horror. La escena continúa con la imagen del padre alejándose con rapidez de la mesa en la que estaba sentado con su familia, dejando atrás a una esposa que intenta coger en brazos a los niños y grita desconsolada: “¡Thomas, Thomas…!” Entonces viene un fundido a blanco. Unos segundos después nos damos cuenta de que sólo la nube de polvo helado ha alcanzado el restaurante, ya que el peligro se detuvo a unos cien o ciento cincuenta metros del sitio en el que nos encontramos. Todo vuelve a la normalidad, los comensales se vuelven a sentar, el sol sigue brillando para todos ellos, y Thomas tiene que reunirse con su familia. Pero algo ha cambiado de forma dramática, el protagonista ha tenido que enfrentarse a una faceta de sí mismo que no conocía y que va a interrumpir unas vacaciones que se prometían felices. Así que la esencia de Tourist será el cómo lidian los personajes con las consecuencias de esta situación.

Involuntary (2008), de Ruben Östlund

Es interesante cómo en este caso tus primeras películas de esquí en la década de los 90 te influyen para detonar esta trama, con la peor de las situaciones posibles que se puede dar en alta montaña. Y, aún así, este efecto especial, esta exageración, da paso a los rasgos más característicos de Involuntary (tu segundo largometraje) o de Play. Sigue presente esa faceta tuya de “explorador de la conducta humana”.

Cuando te topas con esas escenas, te das cuenta de que todo el mundo puede sentirse identificado con el sentimiento que desprenden… Ya sabes: “¡Dios mío, acabo de dejar tirada a mi familia para salvar el pellejo!”, y de repente no pasa nada y tienes que seguir adelante con tu vida…. Es en estos casos de convulsión en las convenciones sociales donde encuentro un valiosísimo material para hacer películas. Siempre me ha interesado la manera en la que el ser humano se comporta ante estas situaciones personales extremas. Se trata más bien de cómo las circunstancias cambian nuestra conducta, no tanto los factores psicológicos, sino las reacciones instintivas que tenemos. Me gusta mirar a los humanos y sus reacciones desde el punto de vista behaviorista.

Me da la sensación de que disfrutas observando este tipo de reacciones no sólo en los personajes de tus películas, sino también en la vida real. Se han comentado muchas cosas sobre Play, llegando a tildarla de racista (esto sucedió en Cannes), y hay algunos críticos que dicen que tu provocación es involuntaria, que eres un realizador “arty”. En cualquier caso, Tourist parece una película más relajada en este sentido.

En el caso de Play creo que la controversia se apoyaba en que eran las personas sin recursos provenientes de las clases sociales más bajas las que se encontraban expuestas, esos chicos que utilizaban el prejuicio que tenemos en occidente sobre los inmigrantes para intimidar a los nativos de Gotemburgo en Suecia (todo esta basado en hechos reales). En Tourist voy a darle la vuelta a la situación, me voy a concentrar en los ricos que supuestamente acaparan el poder. Será menos controvertida, por supuesto, pero me encantaría cabrear de nuevo a la gente.

Pasemos a los aspectos más formales de tu cine. Con Involuntary hiciste una declaración de intenciones utilizando planos secuencia de más de siete minutos, fijos, contemplativos. En Play estos rasgos se consolidan en planos generales también de larga duración, abiertos, dando como resultado un estilo más maduro. ¿Es esta la línea que vas a seguir de ahora en adelante? Una especie de sello, quizás.

Lo que me gusta de este oficio es la sensación de tiempo real que se puede conseguir. Cuando tienes una escena que dura tres o cuatro minutos, ese aspecto de “realidad” se convierte en un factor importante para lograr retratar todos los detalles de la escena dramática dando a cada uno de ellos la misma importancia. No hay fondo y figura, todo comparte un mismo espacio. Cuando editas demasiado corres el peligro de decirle a la gente “esto es lo más importante” o “esto es una transición, no hace falta que le prestes mucha atención”. En Play quise abordar la totalidad de la historia (que se desarrollaba en un día), concentrándome en esos momentos que se dan entre un evento dramático y otro, lo que me dio bastantes quebraderos de cabeza al intentar dotar de dinamismo a la obra. En cambio, en Tourist la trama se extiende a lo largo de una semana, con lo que podemos decir que el ritmo va a cambiar, se acelerará un poco dando como resultado una película más fragmentada.

Play (2011), de Ruben Östlund

Es una mirada contemplativa que muchos comparten en el circuito del cine independiente. Por ejemplo, en la sección oficial aquí en Rótterdam son muchos los directores que optan por largos planos secuencia con poco movimiento de cámara. Por ejemplo tenemos el caso de Midi Z en Return to Burma, o Dominga Sotomayor en De Jueves a Domingo. También Wichanon Somumjarn los utiliza dotándoles de más ritmo al seguir a sus personajes en In April the Following Year, There Was a Fire. No obstante, en ningún caso he notado que sigan esta línea en un tiempo fílmico tan reducido como el que tiene Play.

Tiene sus ventajas trabajar así. Es como solucionar un problema. Si voy a rodar una escena a sabiendas de que tengo la limitación de hacerlo del tirón, desde un único ángulo, entonces la solución pasa por encontrar el sitio preciso para colocar la cámara. A partir de ese momento me puedo concentrar más en lo que está pasando frente a la cámara en lugar de desperdiciar energías intentando moverla por todas partes. Hacer una película es de por sí un problema de logística (producción, planificación, talentos, personal, etc.) y créeme cuando te digo que simplificar un poco las cosas te proporciona un tiempo precioso que puedes dedicar a dirigir a los actores y a controlar lo que pasa en escena.

Ahora que comentas tu manera de trabajar, y los problemas de logística, producción y demás… Has dicho en varias ocasiones que Plattform Produktion, la productora que diriges junto a Erik Hemmendorff, es más bien una familia de creativos que intercambian ideas empujando de forma conjunta cada proyecto. Una esfera creativa que llamáis Gothenburg Bubble. ¿Qué es esto de la Burbuja de Gotemburgo?

The Gothenburg Bubble, oh yeah! (risas). Comenzamoscon la productoradespués de terminarla escuela de cine. Los fundadores estábamos en diferentes cursos, pero teníamos algo en común, y era que nos gustaba un profesor en particular: Kalle Boman. Él es esa clase de persona que resulta extraña en la industria del cine, porque siempre busca convenciones que rebatir o romper. Es una manera de hacer algo que nadie ha hecho antes, de innovar o de nadar a la contra. Para los jóvenes estudiantes de ahora resulta inspirador, igual que lo fue para nosotros. La empresa nace con esta filosofía. En nuestro caso no queríamos caer en ese ciclo de tres o cuatro años en el que tienes que esperar a un sí o un no para desarrollar un proyecto en el que estás trabajando. Queríamos ser los que dijésemos: “vamos a hacer esto, y lo vamos a hacer ahora”. Así, cuando te citas con los que van a poner los recursos, o cuando buscas financiación, siempre tienes el argumento de que “el tren ya está saliendo de la estación, así que si quieres subir date prisa”. Y créelo o no, pero con esta técnica conseguimos que mucha gente se suba a nuestro tren.

Esta definición de libertad creativa (de llevar la contraria) que confieres a tu manera de trabajar me hace pensar en un término muy popular entre los cineastas independientes: enfant terrible. Normalmente se asocia a jóvenes directores que hacen lo que quieren, que tienen la reputación de ser soberbios y disfrutan de cierto favor por parte de sus mecenas. ¿Te gusta que te vean como un enfant terrible?

Sí, la verdad es que sí, sobre todo cuando se aborda el asunto desde la perspectiva de los medios de comunicación. Aunque es cierto que no es una imagen que me facilite las cosas, porque cuando me presentan a personas que están en este negocio, en Suecia por ejemplo, siempre me miran con recelo, fijándose en cómo voy a reaccionar y asumiendo que mi reacción puede ser fea… “nasty”. Pero como puedes ver ahora que estamos hablando, esto no es así. ¿No te parece? (risas).

Volviendo a Play, es curioso que aunque tú has recibido muchos premios a Mejor Director (en Gijón, en Tokio, en la ceremonia del cine sueco Guldbaggen…), nadie se ha atrevido a darle un premio a la película en sí. El único caso es el del jurado que seleccionó las finalistas para los Premios LUX 2011, aunque luego los eurodiputados se decantaron por Las nieves del Kilimanjaro, del francés Robert Guéidiguian. ¿Cómo se puede explicar esto?

Para mí está claro que es por el tema. En Suecia, además, nos concedieron también el premio a Mejor Fotografía, pero no Mejor Guión o Película. Si nos dieran este tipo de reconocimientos, entonces estarían asumiendo el mensaje de Play como propio, respaldándolo. En mi país hubo un gran e intenso debate en torno a la peli, y se podría decir que la gente tenía la sensación de que si apoyaba mi manera de ver esta situación estaba alimentando la controversia. Claro que es difícil tomar la decisión de decir “este chico está aportando un punto de vista interesante sobre el tema de la inmigración y los prejuicios de la sociedad sueca”. Mi intención era molestar a los espectadores, que se replanteasen el modo en el que miran lo que sucede en esas situaciones… y lo hice de un modo “voyeurista”, es decir, adoptando su lugar en las escenas. Es normal que haya mucha gente incómoda, y que crea que no es una buena película por esta naturaleza provocadora que tiene… pero también es cierto que hay otras personas que piensan que precisamente es por eso que la película funciona.

¡Y que si funciona! Si Östlund dice la verdad, si su objetivo era provocar el debate y hacer que los suecos se replanteasen su mirada hacia la inmigración jugando con los prejuicios y los falsos estereotipos, entonces es un genio. De hecho, Play se pasó por primera vez en el barrio de Hisingen, en Gotemburgo (una ciudad en la que se mezclan más de 200 nacionalidades), ante un público colegial, trasladando sus reflexiones y preguntas a unos chavales que podrían verse perfectamente reflejados en la pantalla. Y, sorprendentemente, el teatro que se exhibió la película la mantuvo para que otros colegios pudiesen llevar a sus escolares. Otros dirán que Ruben se aprovechó de un tema delicado para pegar el pelotazo. En mi opinión, la provocación es parte del cine, y cuando está justificada se convierte en una parte “esencial” del mismo.

 Espero con mucha ilusión que Tourist tenga, por lo menos, una tercera parte de la calidad que tiene Play, ya que eso querrá decir que es una gran película. Por lo pronto, el arranque tiene buena pinta. De hecho, la entrevista se ha interrumpido porque el “sueco” saca su iPhone del bolsillo para enseñarme un plano de prueba que tiene como borrador para promocionar su idea en los mercados internacionales. “Aquí empieza la avalancha, aquí la gente se emociona, aquí el padre se echa a correr y luego fundido a blanco”. Es una imagen fija con un fondo en movimiento, un draft (técnica de pantalla verde incluida) que nada tiene que ver con lo que podremos descubrir en 2014. Nos damos la mano, Ruben se marcha porque ha quedado con Marie Kjellson (otra de las productoras de Plattform), que también está currándoselo en Rótterdam como alumna del Producers Lab. Y es que con gente así, tan comprometida y profesional, el cine tiene el futuro asegurado… por lo menos el de Suecia.

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