SANGUE DO MEU SANGUE, de João Canijo

IDENTIFICACIÓN DE UN FILM

INTRO. João Canijo es uno de los cineastas más importantes de la actual generación del cine portugués, a la par de autores como Pedro Costa, Teresa Villaverde o João Pedro Rodrigues. Sus primeros filmes datan de la década de los 80 (Três Menos Eu, 1987; Filha da Mãe, 1989), cintas que habían representado, en esos tiempos, una señal de renovación generacional del cine hecho en Portugal. Mientras tanto, después de un intervalo de varios años (momento en el que tiene un trabajo intenso en televisión), el regreso de este autor, al final de los años 90, marca la fase decisiva de su carrera.
Esta fase está compuesta por cuatro largometrajes (
Sapatos Pretos, 1998; Ganhar a Vida, 2001; Noite Escura, 2004; e Mal Nascida, 2007) y un documental (Fantasia Lusitana, 2010) y concedió al autor el aplauso de la crítica en Portugal y gran actividad en los principales festivales del mundo (incluyendo Cannes o Venecia). A lo largo de estos años su posición en el cine de autor portugués van siendo, en concesuencia, cada vez más influyente.
El cine de
João Canijo está atravesado por tres elementos principales: una tentativa de analizar la identidad nacional (con varios elementos cruzados, pero en la que destaca la deconstrucción de la ideología salazarista prevalente); el trabajo narrativo de sus historias (con puntos de contacto con la tragedia griega en algunos de ellos); y su abordaje realista (que alcanza momentos hiperrealistas). La conexión estructural de estos elementos es fundamentada, en estas cintas, por la violencia física y psicológica. También es importante el proceso de trabajo del realizador, una mezcla de ensayo e improvisación con los actores, método que ha ido perfeccionando a lo largo del tiempo.
Sangue do Meu Sangue (1) surge, por tanto, en este contexto, como la suma de un trabajo intenso, dedicado y explosivo de un cineasta inteligente, culto, que conjuga a menudo a los clásicos griegos con el arte moderna y que tiene una visión muy pesimista del momento contemporáneo del mundo portugués. La cinta tiene ya una carrera notable -con presencia en los festivales de Toronto, San Sebastián, Busan y Río de Janeiro-, y ha sido aplaudido por la crítica, de forma entusiasta en las principales publicaciones nacionales.

TIEMPO. El cine es un arte del tiempo: una narrativa, una historia de personajes a lo largo de un tiempo narrativo, a lo largo de un plano o de un movimiento de cámara. Sangue do meu Sangue es un cinta sobre el tiempo, sobre los intersticios del tiempo, de lo que pasa dentro de la vida. Es una cinta que se estira, que deja suceder la escena en la plenitud de su gloria. Es un cine de escenas (y, por esto, es un film de actores).
Cuando, en el inicio de la cinta, Márcia (el personaje protagonizado por
Rita Blanco) llega a la casa, la escena se estira, se demora. En ocasiones parece excesivo, pero entendemos pronto que este será el tiempo de la cinta: una acción larga, pocos planos, pocos movimientos de cámara. La escena se transforma, los actores ganan peso y aquella cena se transforma en un icono del mundo en el que estamos entrando. Se transforma aquello que vemos y todo aquello que podemos inferir, presuponer, imaginar (a propósito: las escenas de la cena en familia son una constante en Canijo: se ve la escena antológica en Mal Nascida, en la que el padrastro fuerza a la hija al matrimonio; o como en el interior de una casa de alterne, en Noite Escura, todos los personajes viven también en la cocina).
Sangue do meu Sangue es, en ese sentido, muy distinta a las otras cintas de João Canijo. Debido al tiempo. En Noite Escura o Mal Nascida, la narrativa se concentraba claustrofóbica y la cámara se movía más libremente. Si nos remontamos aún más atrás, Sapatos Pretos o Ganhar a Vida se caracterizaban por una obsesión por la fragmentación, con una atmósfera muy cargada, negra, oscura, pudiendo ver a los personajes sobre el prisma de esa explosión interior. Por la suciedad del grano de la imagen o por los constantes jump cuts. En ese sentido, también es importante establecer una relación con Mal Nascida, que diríamos ser el prototipo de Sangue do meu Sangue: por el inicio del rechazo del exceso de memoria o por la cámara, que se vuelve más lenta y con planos más largos; o por la utilización de una estética más ruda y simple.
Por eso, en
Sangue do meu Sangue, el tiempo es otro. Es demorado, casi contento, y al mismo tiempo es múltiple. La densidad de las distintas narrativas hacen del film, por eso, un proyecto mayor, más ambicioso, más obsesivo. En las otras películas también había hilos narrativos al otro lado de la estructura principal, pero en Sangue do meu Sangue esa explosión narrativa es plenamente concretada, de tal modo que entramos en una estructura narrativa contemporánea.

LENGUAJE. Sangue do meu Sangue es un film de actores. Lo es debido a su inmensa calidad y por un método de preparación y concepción creativa del film: el método de Canijo, con ensayos largos con los actores, que construyen con el realizador las escenas que componen el film. Una estrategia semejante a John Cassavettes (a quien el realizador ha pretado tributo en más de una ocasión), que Canijo sabe manipular con precisión (es interesante verlo en Trabalho de Actriz, Trabalho de Actor -documental hermano de Sangue do meu Sangue, una especie de making of anterior al rodaje- la voz del realizador, fuera de campo, la influencia de la personalidad y la historia de los personajes).
Este método resalta una condición fundamental de la comunicación humana: el lenguaje. Toda la estructura narrativa está densada, construida, alterada por el lenguaje. Se podría decir que estamos muy cerca de la tradición dramatúrgica del teatro y de su consagración de la palabra. Es un regreso a
Aristóteles, a los orígenes básicos de la tragedia. Canijo cita a Aristóteles: “Las palabras habladas son señales de las expresiones y de los afectos del alma”. Es pues el resultado de un aprendizaje profundo de los clásicos griegos, antes realizada a través de adaptaciones (Efigenia em Áulis para Noite Escura; Electra para Mal Nascida), ahora integrada en el sistema de representación.
El lenguaje, en
Sangue do meu Sangue, es quien gobierna la narrativa y, debido a esto, le da todo el peso necesario. El lenguaje es un rasgo, algo que nos coloca en un mundo desordenado, en una cacofonía donde nadie parece oír a nadie. El lenguaje de estos diálogos establece un enfrentamiento entre los personajes, dejados a su suerte en un universo caótico. Sangue do meu Sangue es una cinta donde la fragmentación acontece en el lenguaje. Una identidad procurada por el lenguaje (los diálogos) y jamás encontrada (o encontrada en exceso).
Una de las marcas de este filme son sus diálogos simultáneos o el ruido incesante paralelo a ellos. Una vez más, la precisión es realista; y es pariente de otros filmes del realizador, especialmente de
Noite Escura, donde la narrativa principal era contaminada por las hablas de las prostitutas y de sus clientes. (2) En Sangue do meu Sangue, estos combates verbales van más lejos porque son casi omnipresentes y son, de hecho, el fundamento de la multilinearidad narrativa. Permiten la explosión de sentidos al otro lado de la superficie narrativa.

'Sangue do meu Sangue' es un film sobre los intersticios del tiempo y el mundo como representación, sobre la ilusión de la identidad personal y la absoluta y triste constatación de que este nuestro mundo nos ha abandonado.

REPRESENTACIÓN. Sangue do meu Sangue es, en ese sentido, un film sobre el mundo como representación. Sobre la ilusión (una fantasía) de la identidad personal, y la absoluta y triste constatación que este nuestro mundo nos ha abandonado. Las imágenes que acompañan a los créditos finales son la señal más aterradora de eso: la cámara retrocede, sale de su historia particular y nos muestra la geografía urbana y caótica de la mancha suburbana. Es el lugar de la total desterritorialización. Es el desvelar de un mundo anónimo.
Toda la construcción cinematográfica de
Sangue do meu Sangue concurre para un realismo de la imagen y del sonido. La cámara, mucho más circunspecta y estable que en todos los otros filmes de Canijo (si exceptuamos el cortometraje y experiencia reveladora de Mãe Há Só Uma, 2007), revela esa predisposición para aceptar un mundo como ilusión (diría incluso que en Sangue do meu Sangue hay, a menudo, ecos de Pedro Costa y de su Vanda en la forma en que la cámara es colocada y abierta al mundo). La fotografía, cristalina, nos devuelve la mirada naturalista que antaño (en las otras cintas) había sido hiperrealista.

VIOLENCIA. La constante inconstancia de la identidad -la manera en el que los personajes están en un limbo oscuro- provoca, necesariamente, un choque: la violencia. Como en todas las otras cintas del realizador, la explosión de este mundo ilusorio se da por la violencia. Aún así, esta violencia no está sólo compuesta por las escenas-choque (violación de la mujer en Sapatos Pretos; escena de tiroteo en Noite Escura; la muerte del padrastro y de la madre en Mal Nascida; la violación final en Sangue do meu Sangue) que todas estas cintas presuponen. Está, ante todo, en el lenguaje, en la forma en la que los personajes hablan los unos con los otros. Está en la forma en que, de un momento al otro, las relaciones entre las personas dejan de ser posibles, incluso cuando ellas continúan viviendo lado-a-lado.
Sangue do meu Sangue es, sí, un film sobre un país. Pero no en el sentido más unilateral de un retrato. Es antes una aproximación sobre un choque, sobre una constatación de una sociedad -para usar la expresión de Boaventura de Sousa Santos– semi-periférica. Es una cinta sobre formas de vivir en una sociedad contemporánea, en una geografía caótica del suburbano. En distintos momentos de su filmografía, Canijo buscó esta aproximación: Sines, en Sapatos Pretos; un bidonville de París, en Ganhar a Vida; hasta incluso la casa de alterne, de Noite Escura.

FAMILIA. Curiosamente, hay un elemento que parece volverse interior a las narrativas de Canijo, envolviéndose con ellas para plasmar, como un doble, lo que sucede en las narrativas principales de los filmes (y más allá de Sangue do meu Sangue, pueden ser aquí incluidas Mal Nascida, Ganhar a Vida o Sapatos Pretos): la televisión. Esa vista-espejo, que en Sangue do meu Sangue es tan importante, explota la máxima ilusión identitaria del portugués (es el fútbol; es la telenovela; es el telediario). Canijo parece decir, con ese ruido insoportable, que Portugal no existe, porque justo quiere siempre existir.
La televisión es también el icono sociológico de la familia contemporánea: en
Sangue do meu Sangue, la familia vive con el sonido de la televisión (y el sonido del barrio) y se reflexiona mutuamente, sobre todo en una tierna ilusión de pasión y de futuro (la televisión es el escenario de la felicidad, el escenario de la pasión arrebatadora) (3). Mientras tanto, la familia de João Canijo es una familia traumática, en destrucción lenta, incluso en la narrativa anterior a la cinta.
La estructura narrativa alrededor de la familia es el tema obsesivo de la obra del realizador, con especial incidencia en familias totalmente en implosión desde
Sapatos Pretos. La familia es el lugar de todos los grandes amores, pero también donde ocurren las peores violencias sistemáticas. La familia es el lugar de los extremos, donde todo puede pasar. Y la familia es, aquí, el punto de conexión neurálgico con la crisis de identidad. Como núcleo central de organización discursiva -elemento primordial de la identidad nacional salazarista-, la familia vive la ilusión de estandarte moral de la sociedad. El programa de Canijo expone a la evidencia cómo la familia puede ser también el lugar de la destrucción. El símbolo de la crisis de identidad.
Esa crisis es reforzada por la constante importancia de la mujer en todas las cintas del realizador. Desde
Sapatos Pretos, en la que el personaje femenino (4) intenta romper una normalidad masculina y patriarcal, pero sus acciones son sistemáticamente destruidas o vaciadas por la ausencia de futuro. En Sangue do meu Sangue esa importancia es tremenda, ya que es la mujer la que sufre todas las violencias y es la mujer la que lucha incesantemente por las vidas de los otros. A pesar del modo en que es vista -como dice Ivete (Anabela Moreira)- “sólo para joder».

THE END. Sangue do meu Sangue es un film repleto de sentidos. Se aproxima a la obra central del realizador, pero parece también querer alejarse. Concreta un método y acaba también por insistir en las obsesiones de Canijo. Es un film-programa: un espejo de un correcto país que al que normalmente prefiere retratarse de otros modos.

Decarga y lee en este enlace el artículo en su versión original en portugués

(1) Este texto analiza la versión corta (de 139 minutos) de Sangue do meu Sangue. Existe otra versión de 190 minutos.
(2)
Noite Escura tiene también una versión larga, en la que esos diálogos paralelos ganan peso narrativo. La versión corta, que salió en sala, tiene cerca de 94 minutos; la versión larga tiene alrededor de 120 minutos.
(3) Como dice Luís Miguel Oliveira, en Público: ‘la ironía con la que Canijo emplea el «club de Portugal»: la primera escena tiene el sonido del primer partido de la selección en el Mundial de 2010, y durante la humillación final de Ivete sucede el gol de España que acabó con las que eran, en lenguaje televisivo, las «esperanzas portuguesas»’.
(4) Nombremos a los personajes: Dalila, en
Sapatos Pretos; Cidália, en Ganhar a Vida; Carla, en Noite Escura; Lúcia, en Mal Nascida.

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