TEEN SPIRIT, de Max Minghella

El actor Max Minghella, conocido especialmente por su interpretación de Divya Narendra en The Social Network (David Fincher, 2010) o de Nick Blaine en The Handmaid´s Tale (Bruce Miller, 2017), se atrevió esta vez con la dirección. El británico se puso detrás de la cámara, siguiendo los pasos de su padre Anthony Minghella, para realizar esta película escrita que tiene lugar en la Isla de Wight, la más grande de Inglaterra donde, precisamente, nació su progenitor.

Teen Spirit presenta la vida de Violet (Elle Fanning), una adolescente de diecisiete años de ascendencia polaca que vive con su madre (Agnieszka Grochowska) en una hermosa casa de la isla, llena de pasto y animales. Justas de dinero para mantener este idílico hogar, por la ausencia del padre y la negativa de mudarse ante la constante esperanza de que vuelva, ambas se rompen la espalda trabajando para poder pagar las facturas. La verdadera pasión de la chica es cantar, y lo hace a escondidas en un bar karaoke del pueblo bajo a la desaprobación de su madre, quien es más tradicional y religiosa y que la empuja a participar en el coro de la Iglesia. En este local de copas es donde se encuentra con Vlad (Zlatko Burić), un antiguo cantante de ópera croata que intenta alejarse de su pasado lleno de galardones y que comienza a acompañar y aconsejar la Violet por el mundo musical, sobre todo ante la gran noticia de que un importante Talent Show musical va a realizar castings en Wight. El músico depura la técnica vocal de la chica y actúa como su representante, ante la atenta mirada de la madre, que, aunque al inicio no estaba conforme con la afición de su hija, termina enterándose de que tiene talento y de que disfruta cantando.

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Una película de Disney Channel con menos sonrisas y mejor dirección de fotografía. Esta es la conclusión que se puede sacar de Teen Spirit, una película que cumple, uno tras otro, todos los clichés argumentales de los filmes musicales de adolescentes y que se salva, en gran medida, por el buen trabajo de Fanning.

Protagonistas con problemas económicos (por supuesto extranjeras) que aspiran a conseguir grandes sueños. Un padre ausente cuyo recuerdo siempre marca la película, una figura paterna sustituta peculiar y una madre que desaprueba los sueños de la protagonista por su bien pero que posteriormente es la mayor hacen de su hija. Una chica rubia, de ojos azules, la talla 34, heterosexual y súper talentosa que se ve perturbada por el mundo del espectáculo pero que vuelve al camino. Un pueblo como escenario principal, en la que se explota el lado rural frente al posterior contraste de las riquezas y extravagancias de la gran ciudad y sus habitantes mucho más modernos. Un amigo de cada color para la protagonista, con los que se enfada, pero después vuelve a amigarse. Etc, etc, etc. Numerosas consignas que se presentan en este tipo de películas en las que lo único que finalmente se pretende vender son valores como lo de la familia, la amistad, o la conservación de la personalidad, de manera vaga, sin ahondar en absoluto y con tintes bastante conservadores y clasistas.

Minghella cuida más la parte técnica que la película, con una dirección de fotografía hermosa y llamativa en la primera parte del film. Apostando sobre todo por los planos medios durante toda la película, los de este tramo tienen un misticismo especial aportado por el paisaje, por la casa y el entorno en la que vive la protagonista, llena de animales, de vegetación, de sol. Con una luz muy característica de esa Inglaterra que conocemos contrastada con los colores llamativos del concurso Teen Spirit, que empieza irrumpir en la vida de Violet. Pero se produce un gran cambio en la mitad del film, con el traslado a la ciudad, en la que la fotografía pasa a ser bastante convencional, poco destacable. La extravagancia estética del concurso musical se ve sobresaturada con el recurso fácil de los neones luminosos, que llegan hasta a ser repetitivos y que producen que incluso se rememore fácilmente a la estética de Elle Fanning en The Neon Demon (Nicolas Winding Refn, 2016).

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En el que se refiere al carácter musical del film, el estilo pop es lo que marca su esencia, escuchándose temas de Ariana Grande, Katy Perry, One Direction, Elie Gouldingou o incluso Annie Lennox. Además de las canciones originales de la película, teniendo a Marius de Vries como encargado de la música del film. Destaca la gran capacidad de Fanning para el canto, que encontró en Teen Spirit la ocasión perfecta para mostrar su capacidad vocal. Se suma a esto que Minghella apostó por la interpretación en directo y no por el uso de playback, lo que le da un plus en el que a los convencionales filmes musicales se refieren y que suelen caracterizarse por el poco realismo al emplear esos métodos.

Respeto a la propia Fanning, se puede decir que a pesar de su corta edad (21 años) tiene una capacidad interpretativa, una versatilidad y una experiencia actoral digna de admiración. La americana representa el ejemplo perfecto de actriz desde la cuna, comenzando en el mundo de la interpretación con tan sólo dos años en la película I am Sam (Jessie Nelson, 2001) y sin parar desde entonces. Ha trabajado con importantes directoras y en filmes destacables, como en The Curious Case of Benjamin Button (David Fincher, 2008), Somewhere (Sofia Coppola, 2010), Ginger & Rosa (Sally Potter, 2011) o About Ray (Gaby Dellal, 2015) entre otras. Ya ha demostrado sus múltiples dotes a lo largo de estos años, pero en la película de Max Minghella consigue lucirse especialmente, enseñar su modo de actriz 360, cantando, bailando e interpretando de manera excelente, consiguiendo que la adores y la odies constantemente a lo largo de la película. Pero, pese al estratosférico esfuerzo de Fanning, que saca la película la flote casi sola, cayendo todo el peso interpretativo sobre ella, la propia inercia de las múltiples carencias narrativas de esta hace que su luz se reduzca y no brille todo lo que debería.

El resto del elenco es poco destacable y los personajes son muy convencionales. El entorno familiar ya fue mencionado y en el que se refiere al mundo adolescente de Violet, aparecen los típicos papeles de película de adolescentes: la chica popular mala a la que la protagonista acaba superando, el amigo bueno que está enamorado de Violet pero a lo que esta no le hace caso, el guapo talentoso que se aprovecha de ella, la doña perfecta que haría cualquier cosa por ganar el concurso…

Teen Spirit se convierte en un filme entretenido, pero algo insustancial. Que pretende decir cosas importantes y realmente no dice ninguna. Max Minghella comienza en el mundo de la dirección no de la mejor manera, presentando una historia de su autoría y totalmente cargada de rancios estereotipos socioculturales, demostrando que el suyo es mucho más la interpretación, campo que en la película está muy trabajado y desarrollado. Habrá que esperar la que Minghella adquiera experiencia detrás de la cámara y comprobar si es la falta de práctica lo que le hizo cojear con Teen Spirit o si simplemente lo suyo es más estar delante.

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