ÚLTIMO CINE PORTUGUÉS: EXPERIMENTACIÓN FORMAL Y NARRATIVA

Chandra Malatitch en 'Morrer Como Um Homem', de João Pedro Rodrigues

En la primera década de este siglo, el cine portugués se reinventó con la aparición de varios jóvenes autores. Este nuevo descubrimiento de un joven cine se saldó con varias modificaciones tanto en los modos de producción como en las elecciones temáticas y cinematográficas. Visualmente, el cine portugués fue, lentamente, transformándose y el panorama actual es, en muchos aspectos, distinto de aquello que era conocido como cine portugués.

Aún así, no deja de ser necesario recular a la década anterior, ya que fue ahí cuando estos cambios habían comenzado a sentirse de forma más profunda y con impacto en una joven generación de autores. Antes de nada, estas alteraciones son resultado de un nuevo contexto político y económico que permitió un renovado aliento financiero y creativo. En los años 90 comenzó a sentirse, como con más profundidad, el impacto de la adhesión de Portugal a la Comunidad Económica Europea. Los fondos resultantes de esta adhesión habían permitido una nueva relación del poder político con las políticas culturales. Y la marca más seria de ese cambio fue la institución de un Ministerio de Cultura, en 1995, resultado de la llegada al poder de un partido de izquierdas. Esa realidad se juntó a un período económico muy favorable y a un consecuente aumento y diversificación de los apoyos concedidos al cine. Pormenor decisivo, porque el mercado portugués de cine, como siempre ha acontecido en su historia, es un mercado totalmente dependiente de los apoyos estatales al cine.

En una primera fase, aún en los años 90, esta nueva realidad del país condujo a dos fenómenos paralelos: por un lado, con las primeras obras de un conjunto de cineastas más viejos, como son los casos de Teresa Villaverde, Pedro Costa, Joaquim Sapinho o Joãel Canijo, por citar sólo los más consagrados; por otro lado, fruto de la diversificación de las formas de financiación, apareció, en el reducto de los cortometrajes, una nueva generación de jóvenes cineastas, apropiadamente denominados Geração Curtas1. Estos jóvenes realizadores, en el campo del cortometraje de ficción, habían comenzado a afirmarse con miradas originales y cosmopolitas sobre la realidad portuguesa. Se encuentran en este grupo autores que habían iniciado su carrera en la segunda mitad de los años 90, en los cortometrajes: Marco Martins, Catarina Ruivo, Raquel Freire, Jorge Cramez, Joãel Pedro Rodrigues, Tiago Guedes/Frederico Serra, Miguel Gomes o Sandro Aguilar (una vez más citando los más relevantes).

Podemos afirmar, por eso, con propiedad, que es este segundo grupo el que representa un nuevo frente en el cine portugués. Este grupo de autores se benefició, al final de la década de los 90 y en el inicio del siglo, de una nueva fuente de financiación: el apoyo a primeras obras de largometrajes. Eso posibilitó, de esta forma, que todos ellos tuviesen una oportunidad para lanzarse en un formato más visible en el panorama internacional en filmes de mayor aliento narrativo y financiero.

A pesar de ser, ya en los cortometrajes, denominados como una generación, la verdad es que este grupo de autores tiene, en su génesis, una apreciable diversidad, encontrándose distintos abordajes narrativos, temáticos y cinematográficos. En ese sentido, no hay un cuerpo común, una escuela descifrable y clara que aglomere a todos los realizadores. Habrá, sin embargo, determinadas cuestiones que pueden ser analizadas como punto de vista conjunto en estos jóvenes autores. Tal vez la forma más rápida de juntarlos sea en la forma en que, de hecho, todos ellos continúan una tradición de cine de autor, prestando a los filmes miradas individuales y cargadas de una visión del mundo, muchas veces de una ética política sobre aquello que filman.

En todo caso me gustaría hacer algunas consideraciones sectoriales en relación a este grupo, sobre todo dividiéndolos en dos grandes tendencias: por un lado, un cine con un fuerte componente visual y estético; por otro, un cine más interesado en su propia reinvención narrativa. A pesar de no ser una división lineal, muestra algunas señales de predominancias cinematográficas.

Una dimensión visual

En la primera tendencia, el grupo está compuesto por los realizadores Marco Martins, Tiago Guedes/Frederico Serra y Sandro Aguilar. Estos autores, de orígenes diversos, representan un cine en el que la dimensión visual gana importancia (de hecho una importancia sin precedentes en el cine portugués). Cuando hablamos de esta dimensión visual, estamos acentuando una práctica de la cinematografía de estos filmes en relación a la forma en que representan la realidad. Esta práctica no es ajena a la influencia de la estética publicitaria que domina el panorama audiovisual portugués, sino también de las nuevas capacidades técnicas de producción y posproducción. Estos tres autores, cuya diversidad narrativa también es comprobable (habían probado con diversas fórmulas narrativas, desde guiones más clásicos hasta historias en puzzle), filmaron el país a través de una lente fotográfica estilizada.

Nuno Lopes en 'Alice', de Marco Martins
Nuno Lopes en ‘Alice’, de Marco Martins

En el caso de Marco Martins, por ejemplo, el caso paradigmático es su primer largometraje, Alice (2005), un filme que nos devuelve una mirada sobre Lisboa, como nunca antes habíamos visto: lluviosa, llena de azules fuertes y con una predominancia de los planos largos, resaltando el dominio de la arquitectura sobre la ciudad y sobre el ser humano. Alice, con propiedad, es un filme sobre la resistencia del personaje principal sobre la multitud, donde él busca, perseverante, a la hija que desapareció. En las palabras de Vasco Cámara: “Lisboa deja de tener la dimensión de escenario familiar y reconocible que acoge o crea personajes. Ésta es una primera vez en el cine portugués”2. Martins continuaría su visión de la ciudad con Como desenhar um círculo perfeito (2009), aquí en una mirada sobre una familia disfuncional y un amor incondicional de dos gemelos. De nuevo, la ciudad aparece como una inmensidad claustrofóbica. Señálese que Martins ha mantenido una relación con otros artistas que habían resultado en el documental Traces of a Diary (2010) y en la ficción Insert (2010).

Marco Martins tiene una actividad paralela realizando publicidad, así como el dúo Tiago Guedes/Frederico Serra. El dúo, durante la década, también nos trajo un filme paradigmático: Entre os Dedos, una narración mosaico, con una gran variedad de personajes, filmada en blanco y negro, que nos muestra una ciudad de Lisboa periférica, donde los bloques habitacionales se aglomeran en un paisaje de cemento. A través de una cámara inquieta, que nunca para (pero un desvío del lenguaje publicitario), seguimos varias historias de distintos niveles sociales. El punto de partida es un accidente de trabajo que conduce al despido de un trabajador de la construcción civil. Este despido causa un conflicto familiar que es también el motivo narrativo de las otras historias (donde la enfermedad y la memoria son temas determinantes). El dúo Guedes/Serra también realizó el filme de terror Cousa ruim (2006), así como otros trabajos televisivos.

Finalmente, aún en esta dimensión visual, surge Sandro Aguilar, cuyo recorrido, incluso en la década de los 2000, ha sido sobre todo en el cortometraje. A Zona (2008) fue su primera experiencia en los largos, pero continuó obteniendo éxitos con cortos como Voodoo y Mercúrio (ambos de 2010). Su cine es marcadamente visual “(…) prosiguiendo su búsqueda sobre fragmentos de gestos y de situaciones que constituyen la narrativa diaria de sus personajes”3. Acentuado en sus últimos filmes, Aguilar quiere trabajar en aquello que se designa cómo “narrativa parentética”4, colocando dos niveles narrativos: uno más documental, que se relaciona con el espacio envolvente; otro más ficcional, aproximándose a personajes en determinadas acciones al mismo tiempo. Los filmes de Aguilar son también depurados, minimalistas. En palabras del realizador: “Yo tengo la tendencia obsesiva por cualquier cosa de síntesis, de no usar más de lo que es preciso”5. Por esa razón, los filmes de Aguilar tienen una narrativa tenue, no marcada por acontecimientos fuertes. El autor, incluso aún con pocas experiencias en los largos, es ya una certeza en el panorama audiovisual y lo han llamado para retrospectivas especiales de su obra en varios festivales internacionales.

De la re-invención del cine

Este joven grupo de realizadores tiene, como ya referí, otro polo, más próximo a una mirada reinventiva de las convenciones narrativas. Salen, así, proyectos arriesgados que traen para el cine portugués nuevas fórmulas. Los dos autores que aquí señalamos han sido, de hecho, las dos puntas de lanza de esta generación, según publicaciones internacionales, como autores a retener en el futuro.

Aquel que más trabajo ha desarrollado hasta hoy ha sido João Pedro Rodrigues, ya con tres largometrajes en su filmografía. Rodrigues es, sobre todo, conocido por la forma en que trajo al cine portugués el cine queer, entregando el protagonismo de sus filmes a los ambientes más marginales del travestismo y de las relaciones homosexuales. Pero los filmes de Rodrigues señalaron también aquello que Susana Viegas vio como “el cine corporal”: “De acuerdo con Gilles Deleuze, el cine corporal nace de la exposición de la relación entre pensamiento y cuerpo, con la creación de un cuerpo cotidiano y de un cuerpo ceremonial (teatralización de aquel), elementos que encontramos en O Fantasma6. A decir verdad, todos estos filmes asumen las ganas de devolver un protagonismo a los personajes principales. Hablamos de O Fantasma (2000), Odete (2005) y Morrer Como un Homem (2009). En las palabras de Mário Jorge Torres, “Rodrigues prosigue en la senda de hacer cine de riesgo total, que no se confunde con el de nadie más: original, solo en la desequilibrada balanza de quien conoce a los maestros y resiste a la cinefilia fácil, «encerrado» en una visión totalizante de pura materia fílmica”7.

João Nicolau, promesa do cinema luso
João Nicolau, promesa del cine luso

El segundo autor que más relevancia consiguió en esta primera década es Miguel Gomes. Autor de una extensa obra de cortometrajes desde los años 90, Gomes se convirtió en un autor célebre por el logro internacional de Aquele Querido Mês de Agosto (2008), un filme inclasificable que contamina el proyecto original de ficción con secuencias documentales e incluso un making of del propio filme. Cineasta permeable a las dificultades de una filmación, Gomes ha inventado un filme sincero sobre la zona interior de Portugal. Después de ese filme, fue también recuperado su primera largo A cara que mereces (2004), un filme también éste de difícil clasificación, pero que reinventa, con mucha fantasía, una historia de un hombre que no quiere volverse adulto. Gomes, en los filmes de corta o larga dimensión, propone un juego cinéfilo, recuperando una relación dialéctica entre el realizador y el espectador.

Me gustaría finalmente señalar, en esta segunda tendencia, el nombre de João Nicolau. Aún con solo dos cortometrajes (Rapace, 2005; Canção de Amor e Saúde, 2008) y un largo (A Espada e a Rosa, 2010; aún no estrenada comercialmente en Portugal), el realizador ya tiene un universo propio, un poco deudor de los filmes de Miguel Gomes, pero que avanza en una reinvención narrativa, a través de asociaciones de ideas y de la recuperación de memorias de la infancia (como es en el caso e A Espada e a Rosa y los filmes de piratas). Será, también él, un autor a retener en el futuro.

Consideraciones sobre el futuro

El cine portugués, actualmente, vive en un frágil tejido económico, ya que el mercado cinematográfico, de momento, es demasiado exiguo para promover un cine comercial (la mejor recaudación de un filme portugués no permite recuperar el dinero invertido). De esa forma, el cine portugués vive ligado al Estado y a las coyunturas económicas. En ese sentido, el futuro que se avecina es problemático, frente a la crisis mundial: el cine portugués va a sentir ese impacto, que se traducirá en menos filmes producidos. Esta conclusión viene a reforzar la necesidad de los cineastas portugueses de continuar produciendo filmes para una audiencia más vasta y mundial.

Señales de esa preponderancia están en el cineasta portugués más importantes de la actualidad: Pedro Costa. La diversidad de locales donde su obra ha sido exhibida es enorme: desde los Estados Unidos, pasando por América Latina, Brasil, Europa y Asia. Si, por un lado, debemos reconocer que, incluso en estos locales, su obra es vista por una minoría; por otro lado, no deja de ser muy importante el tipo de circulación que sus filmes consiguieron. Incluso en las temáticas o en la forma artesanal de su filmación, Pedro Costa lidera el nuevo cine portugués.

En todo caso, todos los últimos autores del cine portugués aquí revelados son, por eso, proyectos cinematográficos aún en sus primeras dimensiones, a pesar del reconocimiento internacional ya anhelado. Sólo promesas ya afirmadas y que nos prometen un futuro -por lo menos- bastante diversificado y de calidad incuestionable.

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(1) SEABRA, Augusto M., Saudações às ‘Gerações Curtas’, en Geração Curtas – 10 Anos de Curtas-Metragens Portuguesas (1991-2000). Vila do Conde, Curtas Metragens, CRL, 2000.

(2) CÂMARA, Vasco. Lisboa, a Desaparecida, en Cinecartaz (cinecartaz.publico.pt), 2005.

(3) RIBAS, Daniel. O Futuro Próximo: Dez Anos de Curtas-Metragens Portuguesas, en RIBAS, D. e Dias, M., Agência, uma Década em Curtas. Vila do Conde, Agência da Curta Metragem, 2010.

(4) http://www.curtas.pt/festival/index.php?menu=18&submenu=662

(5) RIBAS, Daniel e DIAS, Miguel. Agência, uma Década em Curtas. Vila do Conde, Agência da Curta Metragem, 2010.

(6) VIEGAS, Susana. “O Fantasma” de um Cinema Corporal, en RIBAS, D. e FLORES, P. (ed.), Drama 2, Porto, APAD, 2009.

(7) TORRES, Mário Jorge (2009), Tempo para Amar, Tempo para Morrer, en Cinecartaz (cinecartaz.publico.pt), 2009.

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